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Por qué todos los últimos premios Goya a Mejor Película están basados en historias reales
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Por qué todos los últimos premios Goya a Mejor Película están basados en historias reales

La mayor parte de los filmes nominados en estos premios no son ficticios. Es algo que no solo sucede en nuestro país y que tiene una explicación sociológica detrás

Foto: Fotograma de Carolina Yuste en 'La infiltrada'.
Fotograma de Carolina Yuste en 'La infiltrada'.

Han sido dos las películas elegidas por la Academia en los Goya, un hito histórico que ha llamado la atención de la Industria cinematográfica pues jamás se habían premiado dos películas como mejores así, de manera salomónica. Son, además, dos películas basadas en hechos reales acaecidos en nuestro país. El 47, como se ha contado ya hasta la saciedad, está basado en la historia del autobús secuestrado y Torre Baró, el barrio barcelonés que en los 70 se embaucó en una lucha vecinal por sus terribles condiciones: era un lugar sin asfaltar, sin luz y sin escuela. La infiltrada, la película de Arantxa Echevarría que además le ha valido el Goya a su actriz principal, Carolina Yuste, recorre la historia de la lucha contra ETA y la hasta ahora desconocida participación de la policía Aranzazu Berradre Marín, que ayudó a desmantelar el comando Donosti.

Pero es que no solo ellas. De las cinco nominadas a los Goya en la categoría de Mejor película, sorprende esa tendencia a contar historias reales. La prevalencia ha sido particularmente alta en esta edición. Segundo premio es un antibiopic del grupo indie Los planetas, que no sentó especialmente bien a los miembros del grupo. Marco se basa en la historia del catalán Enric Marco, Secretario General de la CNT y Presidente de la Amical de Mauthausen, el cual se inventó que había sido una víctima de los campos de concentración nazis. La estrella azul cuenta la historia de Mauricio Aznar, músico y poeta español, fallecido en 2000 de una sobredosis. La virgen roja explora la vida de Hildegart Rodríguez, la niña eugenésica asesinada por su madre Aurora. De hecho, si exceptuamos La habitación de al lado de Almodóvar, que está basada en una obra de Sigrid Nunez, solo Casa en llamas de Dani de la Orden es completamente ficticia.

Las últimas cuatro películas ganadoras del Goya están basadas en historias reales

Sorprende en realidad que en los últimos años se repita el mismo patrón: la ganadora al Goya suele basarse total o parcialmente en una historia real. No olvidemos que en 2024 J.A Bayona rescataba con La sociedad de la nieve la historia real ya llevada al cine en Viven: el equipo de rugby uruguayo que en el 72 se estrelló con su avión en los Andes y, para sobrevivir, se vieron obligados a recurrir al canibalismo. De hecho, uno de los mayores atractivos de la película de Bayona era justamente el mimo con el que había recreado la historia (algo en lo que Viven fallaba un poco, teniendo en cuenta que sus actores eran norteamericanos). Durante la campaña de la película, el propio Bayona se encargó de enseñar en redes sociales distintas fotografías de los actores (uruguayos y argentinos) comparándolos con las personas reales detrás del accidente, para mostrar su impresionante parecido. Muchos clips olvidados de Nando Parrado y Roberto Canessa, en los que contaban la tragedia, volvieron a circular por internet y a cobrar importancia.

placeholder Uno de los mayores atractivos de 'La sociedad de la nieve' era el parecido entre los actores y las personas que representaban. EFE
Uno de los mayores atractivos de 'La sociedad de la nieve' era el parecido entre los actores y las personas que representaban. EFE

Pero es que en 2023 de nuevo la película ganadora del Goya también estaba basada en una historia real: As Bestas, de Rodrigo Sorogoyen, esa brutal historia sobre la venganza en un entorno rural, se inspiraba en un suceso real ocurrido en Galicia en 2010, cuando el holandés Martin Verfondern desapareció sin dejar rastro. Solo después se supo que había mantenido disputas con dos familias de la zona debido a unos molinos eólicos. Sus restos mortales se encontraron en 2014, de manera muy similar a la que relata la película de Sorogoyen.

Es curioso, sin duda, esta tendencia a hacer películas basadas en hechos reales. Aunque sorprende, no es un hecho aislado en nuestro país. De las diez películas más taquilleras de todos los tiempos, cinco están basadas total o parcialmente en una historia real: Sonrisas y lágrimas, Titanic, Los diez mandamientos, Doctor Zhivago y El Exorcista.

Reflexionaba sobre todo esto el periodista Marcos Spalding en un artículo publicado en Geeks. Según explicaba, de todas las películas basadas en hechos reales las que dominan absolutamente la taquilla (con la excepción de Titanic) suelen ser películas biográficas centradas en genios torturados, con habilidades sociales limitadas y un conocimiento sobrehumano (pensemos en La red social u Oppenheimer, aunque el artículo se escribió antes de que Nolan concibiera la suya).

"Ya sabemos que estas películas biográficas de genios a menudo glorifican a un protagonista torturado. ¿Qué es más identificable que ver personajes que se enfrentan a desafíos en sus vidas? Todos nos enfrentamos a desafíos todos los días, y ver a personajes superar sus desafíos significativamente mayores solo nos brinda esperanza para nuestras propias luchas", teoriza el periodista. Spalding también recalca que el elaborado método de narración de los cineastas a veces no representa los hechos del mundo real de la manera en la que ocurrieron, lo que hace que las películas exitosas de este tipo tiendan a distorsionar la percepción que la gente tiene del hecho real.

Los marcadores fisiológicos de la emoción aumentan cuando los sujetos creen que una película representa un acontecimiento real

¿Podría ser eso? Una investigación realizada en 2014 por Jane Ebert, profesora adjunta de marketing en la Brandeis International Business School, llegó a la conclusión de que los consumidores tienden a pensar que tendrán una reacción emocional más fuerte ante obras basadas en historias reales. "Los editores y vendedores tienen razón al enfatizar cualquier base real de los libros o películas que intentan vender", señalaba. "Hacer hincapié en el realismo puede, sin duda, hacer que los consumidores sean más proclives a elegir esas opciones cuando quieren una experiencia más emotiva, ya que los consumidores tienden a creer que las historias reales tendrán un mayor impacto emocional que las historias de ficción".

Otro estudio llevado a cabo por Richad Lazarus llegó a la conclusión de que los marcadores fisiológicos de la emoción (como la conductancia de la piel o, lo que es lo mismo, las palmas sudorosas) aumentan cuando los sujetos creen que una película representa un acontecimiento real. Si bien es cierto que las películas basadas en historias reales, como señalábamos, a veces son engañosas y parecen difuminar la frontera entre un documental y ficción, no hay que esperar que muestren una representación auténtica de hechos reales. Pero parece claro que, cuando creemos estar presenciando hechos reales, empatizamos más con los personajes y nos involucramos más con la historia.

Han sido dos las películas elegidas por la Academia en los Goya, un hito histórico que ha llamado la atención de la Industria cinematográfica pues jamás se habían premiado dos películas como mejores así, de manera salomónica. Son, además, dos películas basadas en hechos reales acaecidos en nuestro país. El 47, como se ha contado ya hasta la saciedad, está basado en la historia del autobús secuestrado y Torre Baró, el barrio barcelonés que en los 70 se embaucó en una lucha vecinal por sus terribles condiciones: era un lugar sin asfaltar, sin luz y sin escuela. La infiltrada, la película de Arantxa Echevarría que además le ha valido el Goya a su actriz principal, Carolina Yuste, recorre la historia de la lucha contra ETA y la hasta ahora desconocida participación de la policía Aranzazu Berradre Marín, que ayudó a desmantelar el comando Donosti.

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