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James Ellroy: "Marilyn Monroe era superficial, barata y sin ningún talento. La detesto"
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ENTREVISTA

James Ellroy: "Marilyn Monroe era superficial, barata y sin ningún talento. La detesto"

El rey de las novelas de detectives vuelve con 'Los seductores', un 'thriller' fascinante construido en torno a la muerte de la rubia actriz y lleno de corrupción, sexo, drogas y política

Foto: El escritor James Ellroy, en una imagen de 2022. (EFE/Kiko Huesca)
El escritor James Ellroy, en una imagen de 2022. (EFE/Kiko Huesca)

Una tórrida noche de agosto de 1962, el detective Freddy Otash recibe una llamada telefónica: “Marilyn Monroe ha muerto. Parece una sobredosis o un suicidio”.

En torno a la muerte de Marilyn el gran James Ellroy (Los Angeles, 1948) ha construido su nueva y fascinante novela. Pero, como ocurre con casi todos sus libros, Los seductores (Random House) es mucho más que una novela de detectives: es también el retrato de una época de Estados Unidos en general y de Hollywood y Los Ángeles en particular, una época llena de esplendor y también de inquietantes zonas oscuras. Por las páginas de Los seductores desfilan de hecho depravados, estrellas de cine, actrices de poca monta, policías a los que les gusta escarbar en la basura, psiquiatras, pervertidos, políticos, corruptos, chicas de compañía…

Pero, sobre todo, Ellroy hace añicos en Los seductores el mito de Marilyn Monroe. Al igual que ya antes lo había hecho con otras vacas sagradas de la cultura americana —léase los hermanos John y Robert Kennedy, James Dean o Martin Luther King— en este nuevo libro el escritor de novela negra más importante desde los tiempos de (su amado) Hammett y de (su detestado) Chandler, desmonta a la rubia más famosa de la historia del cine.

El protagonista de Los seductores es, una vez más, Freddy Otash, un personaje real, un ex policía de Los Ángeles reconvertido en corrupto detective privado, al que le gustan en exceso las drogas y el alcohol y que se mueve a caballo entre el mundo de Hollywood, el del crimen y el de la política. Ellroy lo ha ido modelando hasta convertirlo en su alter ego y en el opuesto exacto de Philip Marlowe, el detective insobornable y ético creado por Chandler.

Foto: Fotografía facilitada por la galería vienesa WestLicht, de la última sesión de fotos de Marilyn Monroe, en la suite 261 del Hotel Bel-Air en Los Ángeles, a finales de junio de 1962, seis semanas antes de morir.

De lo que no cabe duda es de que Ellroy es un gigante. La escritora Joyce Carol Oates se quedó tan impactada por su prosa, por su modo tan personal y magnífico de narrar, que no dudó en calificarle como “el Dostoyevski americano”. Cuando se lo recordamos, Ellroy —fiel a su leyenda de provocador y no en vano conocido en Estados Unidos por el sobrenombre de ‘perro diabólico’—sonríe y reconoce sin pestañear que no había leído jamás al autor ruso. Pero la confesión sin duda más inesperada que hace en esta entrevista es que de adolescente se dedicaba a entrar en casas ajenas y a oler las bragas de las chicas que le gustaban. Pasen y lean.

PREGUNTA. En sus libros anteriores se ha dedicado usted a desmontar algunos de los grandes mitos de la cultura americana. Ahora, en 'Los seductores', hace trizas la leyenda de Marilyn Monroe. ¿Qué no le gusta de ella?

RESPUESTA. Nada, no me gusta absolutamente nada. La detesto intensamente. Era tonta. Superficial. No tenía talento alguno. Era barata, vulgar. Utilizaba a la gente. Era pretenciosa. Es un personaje que me resulta muy molesto. Era un fraude absoluto.

P. ¿Y cómo se explica entonces que a la gente le guste tanto Marilyn Monroe?

R. Porque la gente es estúpida. Marilyn Monroe proyectaba una especie de encantamiento de bajo nivel, al mismo ínfimo nivel que de su categoría. Era una actriz de baja categoría, vulgar. Pero la gente es tonta y desea que la seduzcan.

P. Marilyn Monroe fue víctima de abusos desde niña por parte de numerosos hombres. ¿Cree que eso ha podido contribuir a convertirla en un icono?

R. Claro que le ayudó, Yo no dudo que esos abusos fueran verdad, sin duda ocurrieron. Pero considero que una vida no puede sustentarse en lo que a alguien le hicieron en el pasado. Uno puede ser negro, pero no debe explicar su vida en base a que se crió en una sociedad racista. Uno tiene que ser mejor que eso. Alguien que crece en un contexto difícil tiene que tener la capacidad de superarlo.

P. Pero a veces en ese pasado han ocurrido cosas tan terribles que dejan marcas indelebles. Igual le pasó eso a Marilyn Monroe, ¿no?

R. Me importa un comino, me da exactamente igual. Aunque así fuera sigue siendo superficial, sin talento, pretenciosa. Alguien que no tenía el más mínimo problema en dejar tirados a los demás. No era para nada una persona leal. Estando casada con Arthur Miller tuvo un lío con Yves Montand en un bungalow. Cuando estuvo casada con Joe DiMaggio se puso a ligar con Arthur Miller. Y así sucesivamente.

placeholder Marilyn Monroe en una sesión de fotos. (Getty Images)
Marilyn Monroe en una sesión de fotos. (Getty Images)

P. Desde siempre existe una teoría conspiranoica relacionada con la muerte de Marilyn Monroe. Hay quien cree que la actriz fue asesinada por la CIA por motivos políticos, dado el affaire que mantenía con el presidente Kennedy…

R. Bah, todo eso es mentira. Murió de sobredosis, era una alcohólica y una drogadicta. La gente que cree en esas teorías es idiota, suelen ser personas enganchadas a internet, donde la gente no hace más que decir barbaridades y estupideces.

P. Admitirá al menos que Marilyn Monroe era una mujer guapa…

R. No, no era una mujer guapa. Tenía un aspecto barato, de baja categoría.

P. Su manía de destrozar mitos, ¿a qué obedece? ¿No cree que necesitamos mitos?

R. No, no los necesitamos.

P. ¿Hay alguien que a usted le guste?

R. Sí, Ronald Reagan.

P. En 'Los seductores' hace un retrato brutal de Los Ángeles y de Hollywood a principios de los años 60, repleto de corrupción, de sexo, de drogas. ¿Sigue siendo igual?

R. No lo sé. No sigo los medios de comunicación. No tengo ordenador. Estoy desconectado de Los Ángeles. Hace mucho tiempo que dejé de vivir allí. Ahora vivo en Colorado.

P. Pero supongo que se habrá enterado de que Hollywood ha cancelado a Karla Sofía Gascón, una trans española nominada al Oscar a mejor actriz por su papel en 'Emilia Pérez', tras salir a la luz algunos viejos tuits suyos considerados islamófobos…

R. No sé qué mierda es esa, no hablo de cosas del presente, ya se lo he dicho. Cambiemos de tema.

placeholder Cubierta de 'Los seductores', la nueva novela de James Ellroy.
Cubierta de 'Los seductores', la nueva novela de James Ellroy.

P. De acuerdo. Hablemos entonces de Freddy Otash, el detective que de nuevo protagoniza Los seductores. Un tipo bastante indecente…

R. Es un gran detective, decidido a descubrir la verdad. Es alguien que organiza la muerte de un tipo embrutecido que ha tratado bestialmente a su propia hermana. Freddy es vengativo, envía a gente a la cámara de gas, forma parte de la policía de Los Ángeles. A mí me encanta la policía de Los Ángeles, me encanta la policía.

P. Pero, aunque Freddy Otash sea un gran detective, también es un tipo corrupto, bastante inmoral y con un problemilla de consumo de drogas y de alcohol. No es lo que se dice un héroe al uso…

R. Bueno, esa es mi visión del hombre americano. Yo no escribo de gente normal y corriente. Yo escribo de submundos, de mundos dentro de mundos, del mundo de los delincuentes y de los criminales, del mundo de Hollywood, de los políticos corruptos de alto y de bajo nivel que tienen rollos sexuales… La mayoría de la gente no es así, pero en Los Ángeles yo vi mucho de eso.

P. Freddy Otash existió realmente, fue policía y detective en Los Ángeles. Pero me da la impresión de que lo ha ido modelando y puliendo hasta convertirlo en su alter ego. ¿Me equivoco?

R. Como él, yo he sido un voyeur. Pero nunca he sido policía.

P. Tengo entendido que, cuando usted era adolescente, hacía como Freddy Otash: entraba sin permiso en casas ajenas. ¿Cómo lo hacía?

R. La mayoría de las casas tenían puertas para perros y gatos. Yo tengo el brazo bastante largo, lo metía por ahí y llegaba al picaporte y a descorrer el cerrojo.

"Cuando era adolescente entraba en las casas y cogía la ropa interior de las mujeres y la olía. Pero lo superé"

P. ¿Y qué hacía una vez dentro de una vivienda?

R. Entraba en las casas y cogía la ropa interior de las mujeres y la olía. Olía las bragas, era un olisqueador de braguitas de mujeres. Pero lo superé.

P. ¿Se convirtió en una obsesión para usted hacer eso?

R. Sí, pero por un periodo breve.

P. ¿Y cómo elegía las casas en las que se colaba?

R. Eran casas en las que vivían chicas que conocía y que me gustaban. Es la típica cosa que uno hace de adolescente y ya está. No tiene mayor importancia.

P. Además de oler bragas, ¿no robaba también píldoras? Creo haberlo leído en alguna entrevista.

R. Sí, también hacía eso. A veces me hacía además sándwiches. Y robaba billetes de 5 dólares de los monederos o carteras que veía por ahí.

P. Me imagino que acceder a los secretos de las personas que vivían en esas casas debía de ser muy fascinante para usted.

R. Lo era.

P. Todos tenemos secretos. ¿Cuáles son los suyos?

R. Mis secretos están en mis libros.

P. Tengo entendido que usted es una persona religiosa.

R. Sí lo soy. Y lo que le puedo decir es que todos somos pecadores.

"Chandler escribía sobre el hombre que le gustaría ser. Hammett, en cambio, sobre el hombre que temía ser, y eso es más interesante"

P. Sus novelas combinan ficción con hechos reales, y es muy difícil saber en ocasiones qué es cierto y qué es inventado. En ‘Los seductores’ habla por ejemplo de un álbum con fotos de chicas (e incluso muestras del vello púbico de cada una) para que el presidente John F. Kennedy eligiera aquella con la que le apetecía mantener relaciones sexuales. El álbum, según cuenta, estaba encabezado por la frase: “No te preguntas qué puede hacer tu país por ti, pregúntate qué puedes hacer tú por tu presidente”. ¿Existió realmente ese álbum?

R. No se lo voy a decir. Nunca digo qué es verdad y qué no es verdad en mis libros.

R. ¿Y por qué?

R. Porque no quiero que se sepa.

P. ¿Y nunca ha tenido problemas por escribir las cosas que escribe sobre terceras personas? Problemas legales, quiero decir.

R. No. Son personas muertas, no hay ningún tipo de derecho legal sobre ellas.

P. Dígame, ¿por qué no le gusta Raymond Chandler?

R. Porque es un farsante. Es falso, no es de verdad. Chandler escribía sobre el hombre que le gustaría ser. Hammett, en cambio, escribía sobre el hombre que temía ser, y eso es mucho más interesante.

"Internet es Satán. Con la idea de que es algo que hace nuestra vida más fácil, nos está matando, está destruyendo nuestra humanidad"

P. He leído que escribe usted a mano.

R. Así es. Escribo y luego una secretaria me lo mecanografía.

P. Sus libros son muy complejos, con muchísimos personajes y tramas que se entrecruzan. ¿Cómo demonios hace para planificarlos sin un ordenador?

R. Escribiéndolo a mano. La planificación de Los seductores, por ejemplo, ocupaba 400 páginas.

P. ¿Qué es lo que no le gusta de las nuevas tecnologías?

R. Internet es Satán. Con la idea de que es algo que hace nuestra vida más fácil, nos está matando, está destruyendo nuestra urbanidad y nuestra humanidad. La gente ya no quiere hablar por teléfono. Internet está haciendo a la gente vaga.

Una tórrida noche de agosto de 1962, el detective Freddy Otash recibe una llamada telefónica: “Marilyn Monroe ha muerto. Parece una sobredosis o un suicidio”.

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