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El fiscal que acusó a 475 tipos de Cosa Nostra y sobrevivió: "Mafia y política aún mantienen lazos"
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ENTREVISTA

El fiscal que acusó a 475 tipos de Cosa Nostra y sobrevivió: "Mafia y política aún mantienen lazos"

Giuseppe Giovanni ejerció la acusación en el maxiproceso contra la mafia que se celebró en los 80 en Palermo. También él era un 'cadáver andante', pero logró vivir para contarlo. Lo hace en el libro 'Quien tiene miedo muere a diario'

Foto: Algunos de los acusados que fueron juzgados en el maxiproceso en Palermo contra la mafia, en el que Giuseppe Ayala actuó como fiscal. (Getty)
Algunos de los acusados que fueron juzgados en el maxiproceso en Palermo contra la mafia, en el que Giuseppe Ayala actuó como fiscal. (Getty)
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Les llamaban “cadáveres andantes”, porque se sabía que estaban sentenciados a muerte y que no tardarían mucho en ser asesinados. Todos aquellos jueces, fiscales, miembros de cuerpos de seguridad y representantes de la política que a finales de los años 70 y principios de los 80 se atrevieron en Sicilia a plantar cara a Cosa Nostra eran cadáveres andantes, personas condenadas a acabar acribilladas a balazos o a saltar por los aires en un atentado con explosivos.

La lista de los que efectivamente fueron asesinados a manos de la mafia en aquellos años salvajes es tan larga como terrible, e incluye entre otros muchos a Gaetano Costa, fiscal de la República Italiana en Palermo; a Piersanti Mattarella, presidente de región siciliana; a Giuseppe Russo, capitán del cuerpo de carabineros; a Boris Giuliano, jefe de la unidad móvil de Palermo; a Michele Reina, político de Democracia Cristiana; a Cesare Terranova, juez, a Carlo Alberto dalla Chiesa, prefecto de Palermo… Y, por supuesto, a los magistrados Giovanni Falcone y Paolo Borsellino.

Falcone fue asesinado el 23 de mayo de 1992, cuando Cosa Nostra colocó 4.000 kilos de trinitrotolueno en la autopista que lleva del aeropuerto a Palermo, y los hizo detonar al paso de su coche. Junto a Falcone murieron su mujer -la también magistrada Francesca Morvillo- y tres escoltas. Un par de meses después, el 19 de julio de ese mismo año, un coche bomba se llevaba por delante la vida de Paolo Borsellino y de cinco guardaespaldas.

Ambos magistrados consiguieron poner en marcha el juicio más importante de la historia de Italia, el llamado maxiproceso, celebrado en una sala búnker, entre fortísimas medidas de seguridad, y en el que sentaron en el banquillo a nada menos que 475 mafiosos, acusados de centenares y centenares de delitos que iban desde el asesinato al tráfico internacional de drogas.

Foto: Detención de Matteo Messina en Sicilia, Italia. (Getty Images/Carabinieri)

El fiscal de ese juicio histórico contra Cosa Nostra, el hombre que cargó con la responsabilidad de exponer ante el tribunal los crímenes de los que estaban acusados todos aquellos mafiosos fue Giuseppe Ayala (Caltanissetta, Sicilia, 1945). Miembro destacado del grupo antimafia de Palermo y gran amigo de Falcone y Borsellino, con quienes trabajaba en completa sincronía, también él era un cadáver andante. Sin embargo, Ayala consiguió burlar su fatídico destino y vivir para contarlo. De hecho, lo ha contado, ha narrado aquellos brutales años en su muy necesario libro Quien tiene miedo muere a diario, que ahora sale en español de la mano de la editorial Gatopardo y en el que rinde homenaje a Falcone y Borsellino, aquellos dos gigantes que perdieron la vida en su empeño por defender la legalidad y luchar contra el crimen organizado.

“Por supuesto que sabíamos que nos querían liquidar, éramos conscientes de que éramos cadáveres andantes. Todos nosotros teníamos escoltas y vivíamos rodeados de medidas de seguridad impresionantes. Para que se haga una idea, yo durante casi 20 años no he podido salir de casa e ir a comprar el periódico o a tomarme un café al bar. Cuando salía de casa me esperaban siempre tres coches blindados, me subía en uno y nos íbamos. Por desgracia, esas medidas de seguridad no fueron suficientes para Giovanni Falcone y Paolo Borsellino”, nos cuenta Giuseppe Ayala, hoy jubilado.

placeholder Imagen de cómo quedó el escenario del atentado contra el juez Falcone, donde murieron también su mujer y tres miembos de su escolta. (Cedida)
Imagen de cómo quedó el escenario del atentado contra el juez Falcone, donde murieron también su mujer y tres miembos de su escolta. (Cedida)

“Y por supuesto que teníamos miedo, cómo voy a negarlo, éramos conscientes de que nos jugábamos la vida a diario. Pero, como decía Falcone, el problema no es tener miedo, el problema es dejarse condicionar por el miedo. Para él, había que seguir adelante a pesar del miedo”, añade Ayala. El hacer piña, el hecho de que los tres trabajaran codo con codo y fueran asimismo grandes amigos, ayudaba a sobrellevar el terror de saberse un objetivo de Cosa Nostra. “Teníamos una muy buena relación también fuera del Palacio de Justicia, quedábamos con frecuencia y todo eso nos ayudaba a no ceder al miedo y a seguir adelante. Porque lo que le puedo asegurar es que ninguno de nosotros cedió al miedo, aunque lo sintiéramos. Yo sé muy bien qué es tener miedo”, reconoce.

La frase que da título a su libro, Quien tiene miedo muere a diario, la decía con frecuencia Paolo Borsellino. “Pero después he descubierto que procede de Shakespeare, de su obra Julio César. Cuando Julio César va a ser acuchillado, dice: “Quien tiene miedo muere a diario, quien no tiene miedo muere solo una vez”.

Ayala se libró de una muerte anunciada porque dejó Palermo, ciudad convertida en aquellos años en un auténtico vórtice de sangre y violencia. En realidad fue Falcone el que le salvó la vida, al convencerle de que se trasladara a Roma y aceptara la propuesta del Partido Republicano Italiano de presentarse en sus listas como candidato a diputado en las elecciones generales de 1992. “Me dijo que si entraba en el Parlamento seguramente formaría parte de la comisión de Justicia, y que desde allí podríamos continuar llevando a cabo las ideas que teníamos en la cabeza y nuestra lucha contra la mafia”. Ayala fue elegido diputado poco antes del asesinato de Falcone.

Y hay quien dice que Giovanni Falcone no murió en el atentado del 23 de mayo de 1992, que murió bastante antes, a base de zancadillas y de campañas de desprestigio. “Esas campañas es verdad que existieron, completamente verdad. Cuando concluyó el maxiproceso, le aislaron completamente”, recuerda Giuseppe Ayala. “Además, cierta prensa atacaba constante e injustificadamente a Falcone, le acusaban de buscar protagonismo”.

placeholder El juez Giovanni Falcone (izqda.) junto al fiscal Giuseppe Ayala en los tiempos en que ambos investigaban las actividades de la mafia en Sicilia. (Cedida)
El juez Giovanni Falcone (izqda.) junto al fiscal Giuseppe Ayala en los tiempos en que ambos investigaban las actividades de la mafia en Sicilia. (Cedida)

La de la mafia es una historia tan larga como la de Italia. De hecho, cuando Garibaldi desembarcó en Sicilia en 1871, Cosa Nostra ya estaba en funcionamiento. Pero la mafia entonces, como ahora, procuraba pasar lo más desapercibida posible, trataba de no hacer ruido. Pero esa tradición de clandestinidad saltó por los aires a finales de los años 70 y principios de los 80, cuando la familia de los Corleonesi decidió dar un golpe de estado en Cosa Nostra y hacerse con el poder de esa organización criminal. Algunas familias se rebelaron, y la reacción de los Corleonesi fue brutal: liquidaron a todo aquel que no apoyaba sus planes. “Fue una época brutal. A principios de los años 80, solo en la ciudad de Palermo se registraban más de 100 asesinatos al año”, señala Ayala.

Pero, al tiempo que libraban esa guerra interna para hacerse con el poder de Cosa Nostra, los Corleonesi decidieron también echarle un órdago al Estado italiano, y empezaron a asesinar a mansalva a políticos, magistrados, policías, militares… Fue en esa fase terrible cuando al Palacio de Justicia de Palermo llegaron dos hombres decentes, íntegros y honestos: los magistrados Giovanni Falcone y Paolo Borsellino.

Con ellos, cambió todo. Las investigaciones contra Cosa Nostra conducidas por la policía judicial se hicieron más eficaces y eficientes. Y también consiguieron que algunos mafiosos que se oponían a los Corleonesi empezaran colaborar con la justicia. “El caso más sonado fue el de Tommaso Buscetta, un mafioso al que los Corleonesi se la tenían jurada y que, como estaba escondido en Brasil, no pudieron dar con él. Al no encontrarle, los Corleonesi asesinaron como represalia en Palermo a dos hijos suyos, al marido de su hija, a un hermano y un cuñado. Así era Palermo en aquellos años”, rememora Ayala.

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Cubierta de 'Quien tiene miedo muere a diario', de Giuseppe Ayala.

Lo bueno es que, llegados a ese punto, Buscetta se dio cuenta de que el modo que tenía de vengarse de los Corleonesi era colaborando con Giovanni Falcone. “Esa colaboración fue de extraordinaria importancia, porque por primera vez el muro de la omertà se rompía, el silencio que siempre acompañaba a las actividades de Cosa Nostra se resquebrajó, y empezó a salir a la luz información sobre el funcionamiento de esa organización, algo hasta entonces desconocido”, destaca.

Gracias en buena parte a los datos aportados por Buscetta se pudo poner en marcha el maxiproceso, que se prolongó durante dos años y concluyó el 16 de diciembre de 1987 con una sentencia de 8.000 páginas, 19 condenas a cadena perpetua para todos los capos de Cosa Nostra y un total de 2.665 años de cárcel para el resto de acusados.

Foto: Masones franceses durante un ritual. (Reuters)

Más de 30 años después, la mafia no ha desaparecido. “Para nada, no la hemos vencido. Pero los éxitos de Falcone y Borsellino primero y los de sus sucesores después han quedado como una herencia muy importante. Y aunque el camino que hay por delante aún es largo, la sociedad siciliana hoy es menos propensa a ceder ante la mafia que antes. Hoy la mafia no tiene la fuerza que tenía antaño. No está derrotada, pero está debilitada. No está en cuidados intensivos, moribunda y necesitando oxígeno, pero tampoco está con una salud boyante”, sentencia Ayala.

Matteo Messina Denaro, el último gran capo de Cosa Nostra, fue detenido en enero de 2023 tras 30 años en la clandestinidad, pero un cáncer acabó con su vida ocho meses después, en septiembre de ese mismo año. ¿Quién es ahora el jefe supremo de la mafia siciliana? “Yo estoy jubilado, sólo sé lo que me dicen los que ahora están en primera línea. Y lo que me dicen es que Cosa Nostra aún no se ha reorganizado. La mafia tiene una estructura piramidal, y en el vértice de esa pirámide jerárquica se encuentra lo que ellos mismos llaman ‘la comisión’, el grupo más importante de capos mafiosos que gestiona todos los asuntos internos. Y según las noticias que tengo, ese vértice aún no se ha constituido, las familias mafiosas no están completamente de acuerdo”, nos cuenta Ayala. “Cosa Nostra no vive su mejor momento, aunque en la actualidad hay en vigor una especie de ‘pax mafiosa’, no sólo de los mafiosos ante el Estado, sino entre las distintas familias”.

En numerosas ocasiones se ha hablado de las relaciones entre la mafia y la política, saliendo a relucir, entre otros, los nombres de Andreotti y de Berlusconi. "No hay que generalizar, generalizar es un error, pero las relaciones entre la mafia y la política forman parte de la historia de la política y de la mafia italiana. Naturalmente, no se trata de toda la clase política, hay políticos a los que ni por asomo se les ocurriría tener relaciones con la mafia. Sin embargo, no hay duda de que la mafia ha tenido vínculos con el poder político y administrativo. La mafia es como un lobby, busca hacer contactos en el mundo político e institucional para poder influir en sus decisiones y que estas vayan a favor de sus propios intereses”.

-¿Y hoy? ¿Continúa la mafia teniendo relación con el poder político?

-"Por supuesto, no me cabe ninguna duda. Pero no me pida que le dé nombres".

Les llamaban “cadáveres andantes”, porque se sabía que estaban sentenciados a muerte y que no tardarían mucho en ser asesinados. Todos aquellos jueces, fiscales, miembros de cuerpos de seguridad y representantes de la política que a finales de los años 70 y principios de los 80 se atrevieron en Sicilia a plantar cara a Cosa Nostra eran cadáveres andantes, personas condenadas a acabar acribilladas a balazos o a saltar por los aires en un atentado con explosivos.

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