Helga de Alvear, la coleccionista de los "presos políticos", censuras y que triunfó en el arte
La alemana consiguió tener una colección de 3.000 piezas y abrir un museo en Cáceres que está considerado entre los mejores del mundo. Habitó entre polémicas como las fotografías de Santiago Sierra que fueron retiradas de ARCO
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Cada vez que llegaba la feria de ARCO había una máxima entre los periodistas: vamos al stand de Helga de Alvear (Alemania 1936- España, 2025). Sabíamos que ahí se podía encontrar la noticia. La coleccionista alemana -llegó a España en los cincuenta para estudiar la cultura hispana, aquí se enamoró, se casó y se quedó- siempre tenía alguna apuesta sorprendente que habitualmente generaba algún tipo de agitación. Y eso era también al fin y al cabo el salseo de la feria de arte contemporáneo. A ella misma le encantaba. Como dijo en sus últimas entrevistas, iba a acudir hasta el final.
Posiblemente, el momento más polémico fue en 2018 con las famosas fotografías de Santiago Sierra -una de sus mayores apuestas- de Oriol Junqueras y los Jordis retratados como “presos políticos”. La instalación se titulaba Presos políticos en la España contemporánea. El procés estaba en plena ebullición (ellos mismos se encontraban en prisión preventiva) y la dirección de IFEMA tomó la decisión de retirar aquellas obras. Sierra lo denunció como censura y no fue el único. También Carlos Urroz, entonces director de ARCO, se mostró disconforme. Como el ayuntamiento de Madrid, donde entonces gobernaba Manuela Carmena (y que tenía una participación al 31% en IFEMA, el resto era de la Comunidad de Madrid y la Cámara de Comercio). No obstante, Helga de Alvear accedió y le restó importancia. Lo único que afirmó es que las había vendido por 80.000 euros al empresario catalán Txato Benet, socio de Jaume Roures en Mediapro, y que iba a colocar en su lugar otras fotografías de Thomas Ruff. Y con eso zanjó el asunto. En definitiva, ese era su trabajo.
El momento más polémico fue en 2018 con las fotografías de Santiago Sierra de Oriol Junqueras y los Jordis retratados como “presos políticos”
En sus inicios ya causó más de una controversia por tener el ojo demasiado clínico. Cuando empezaba a hacerse un nombre en ArtBasel, la feria de arte contemporáneo más importante, le llegaron a decir que como siguiera trayendo “esas porquerías” ya no la invitaban más. No les hizo caso, claro.
Además de su galería en Madrid, en el barrio de Lavapiés, el gran despliegue de su colección se encuentra en Cáceres, en el Museo Helga de Alvear, que es una auténtica maravilla. De los mejores museos de arte contemporáneo del mundo y que, por cierto, ofreció a las ciudades de Madrid, Córdoba, Vigo, San Sebastián y Granada y no lo quisieron. Fue el socialista Juan Carlos Rodríguez Ibarra quien finalmente aprobó el proyecto para la ciudad extremeña. Ya desde el edificio creado por Tuñón en 2021 te impacta. Todo había empezado con un centro de artes visuales en 2010, pero hace cuatro años desplegó sus 10.000 metros cuadrados para alojar 200 obras que suponen solo el 7% de todo lo que ha llegado a tener (hasta 3.000 obras) y que van rotando… La idea es que no fuera una colección completamente permanente.
Y ahí nada más entrar se puede ver la obra de creadores que, de alguna manera, se han enfrentado con el poder o con las distintas formas de poder. Por ejemplo, hay un fantástico Ai Wei Wei (Descending Light. 2007) y el año pasado presentó la instalación del portugués Carlos Bunga Performar la naturaleza que era todo un grito contra el cambio climático y contra lo que los humanos le hacemos al medio ambiente. En el mismo sentido se puede disfrutar de la obra de Olafur Eliasson Echo Activity, una instalación que transforma el espacio en un juego de ecos visuales, explorando cómo la luz y la arquitectura pueden alterar nuestra forma de habitar y de entender el mundo.
El barco de Franco en chatarra
A la entrada hay una obra que está compuesta por cuarenta y seis bloques de chatarra compactada procedentes del desguace del Azor, el barco de Franco. Son piezas diversas: mástil principal, soporte del radar, soporte del pararrayos, dos partes del casco con el nombre del barco, el radar, el mástil de bandera, el pararrayos, tubo metálico, trípode metálico, dos bancos metálicos con chatarra del barco en su interior y metopa naval con el escudo franquista de madera y metal). La instalación sigue con la maqueta de madera del buque, un plano del Azor escala 1:18, carpeta con documentación con fotografías a color del desguace del barco y miscelánea sobre el mismo (fotografías antiguas a color y blanco y negro, fotocopias de los planos del barco, postales, banderín, insignias, pasador de corbata, llavero, periódicos de la época con noticias sobre el buque y la muerte de Franco, fotografías aéreas de la ubicación del Azor en Cogollos y publicidad del Motel Azor). Se cierra con un vídeo a color con sonido que recoge momentos del desguace del barco en Burgos y el compactado posterior de la chatarra en bloques.
"El mejor director del Museo Reina Sofía ha sido y es Manuel Borja-Villel. Ha creado un supermuseo y estoy en contra de que se marche"
Alvear ha batallado en otras controversias. También fue una de las primeras en defender la gestión de Manuel Borja-Villel al frente del Museo Reina Sofía cuando su trabajo se puso bastante en duda con la ampliación, los cambios en la colección y la exposición de piezas sobre el 15M o sobre la explosión feminista. Así lo dijo a este periódico: “El mejor director del Museo Reina Sofía ha sido y es Manuel Borja-Villel. Estoy segura de que, si él quiere, mañana estará al frente de la dirección de algún museo en Nueva York o en São Paulo. Estoy totalmente en contra de que se marche, por lo menos debería quedarse otros cinco años más. Ha puesto el Museo Reina Sofía en el mapa mundial, un supermuseo que funciona estupendamente con renombre internacional. ¿Qué más queremos en Madrid?”.
Helga de Alvear era, posiblemente, la coleccionista en España que mejor tenía cogido el pulso a lo que ahora mismo se mueve en los mercados internacionales. Los artistas que habitan su museo son los que más agitan en las distintas ferias internacionales (y, por tanto, los que más dinero están moviendo). Tenía un ojo tremendo para ello. Cáceres se puede vanagloriar de tener un potentísimo centro de arte y un enorme legado. Porque así lo dijo la coleccionista: “Cuando muera, ya se sabe que todas las obras pertenecen a Cáceres. Las que haya sin vender en la galería se devolverán a los artistas. Todo el papeleo está arreglado. No habrá ninguna sorpresa”
Cada vez que llegaba la feria de ARCO había una máxima entre los periodistas: vamos al stand de Helga de Alvear (Alemania 1936- España, 2025). Sabíamos que ahí se podía encontrar la noticia. La coleccionista alemana -llegó a España en los cincuenta para estudiar la cultura hispana, aquí se enamoró, se casó y se quedó- siempre tenía alguna apuesta sorprendente que habitualmente generaba algún tipo de agitación. Y eso era también al fin y al cabo el salseo de la feria de arte contemporáneo. A ella misma le encantaba. Como dijo en sus últimas entrevistas, iba a acudir hasta el final.