Es noticia
La ouija, el juego para niños que la iglesia convirtió en icono universal del mal rollo
  1. Cultura
UN FENÓMENO CULTURAL SIN PARANGÓN

La ouija, el juego para niños que la iglesia convirtió en icono universal del mal rollo

El 'tablero parlante' fue una de las víctimas de la crisis del petróleo y la reacción al movimiento 'hippie'. Hoy es un juego proscrito al que se atribuyen cualidades mágicas

Foto: Anuncio de los años 40 en el que dos mujeres juegan con la ouija. (Talking Board Historical Society)
Anuncio de los años 40 en el que dos mujeres juegan con la ouija. (Talking Board Historical Society)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

En las Navidades de 1967, dos juegos de mesa de Parker Brothers causaron furor entre los jóvenes. Uno era un oráculo al que podías preguntar qué tal te iría en el amor o si tu equipo ganaría el campeonato ese año. El otro consistía en desvalijar a tus amigos y familiares hasta dejarlos sin un céntimo y sacarles de la partida.

Adivine cuál de los dos fue cancelado, es pecado en varias religiones y, cincuenta años después, sigue causando un miedo irracional a buena parte de la sociedad occidental.

Pista: no es el Monopoly.

En efecto, hablamos del tablero de ouija. Un juego que nació sin más pretensiones que entretener a los adolescentes, siempre ávidos de respuestas, y fue resignificado por la cultura popular norteamericana como un portal a la dimensión de los muertos y los demonios. Incluso hoy, cuando las creencias esotérico-religiosas están en mínimos históricos, es habitual encontrarse con personas que prefieren no acercarse a una tabla que solo tiene letras y números, no muy diferente al teclado de cualquier ordenador.

Pero la ouija no siempre fue un objeto maldito. "Ouija es el nombre de una marca comercial que da nombre a toda una categoría, lo que en Estados Unidos se llamaba los talking boards o tableros parlantes", explica el historiador Juanjo Sánchez-Oro, experto en la materia y colaborador en La Rosa de los Vientos de Onda Cero. "Es hija del boom del espiritismo moderno que se da a mediados del XIX, una época en la que también nace la máquina de escribir y otros objetos destinados a la escritura automática. Era un objeto que utilizaban los mediums para adivinar el futuro, pero en 1890, tres emprendedores se proponen producirla industrialmente. La venden por menos de un dólar y es un éxito instantáneo. En un primer momento, se vende como un oráculo egipcio, muy de moda en la época, que atrae la buena suerte para su dueño. Durante esos primeros años, los dueños de la marca luchan constantemente para que el resto de fabricantes de tablas no usen el término ouija en sus productos".

placeholder Uno de los primeros anuncios de la ouija, en 1914. (Talking Board Historical Society)
Uno de los primeros anuncios de la ouija, en 1914. (Talking Board Historical Society)

En los años 20 encontramos el primer intento por darle relevancia espiritual al juguete. Los creadores intentan cambiarle la categoría a un objeto científico o religioso, pero un juez mercantil no lo acepta: "El único motivo de este cambio es que los objetos religiosos no pagaban impuestos. Arguyen que el juego responde preguntas, pero que nadie sabe cómo lo hace. Así, se puede decir que el primer atisbo de misterio que se le da al tablero tiene que ver únicamente con cuestiones fiscales", dice Sánchez-Oro.

La ouija se populariza en todo el mundo durante los siguientes años. Parte del éxito reside en el marketing de los fabricantes: "Detectan que la ouija se vende mucho en tiempos de guerra, cuando hay incertidumbre por conocer el futuro, pero que las ventas caen después. Entonces idean una publicidad que dice que como mejor funciona la ouija es con un hombre y una mujer", continúa el historiador. "En una época como los años 20, con una moral tan rígida, la ouija se convierte en una oportunidad para estar muy cerca de alguien del otro sexo". La estrategia cristaliza en una icónica portada del Saturday Evening Post, a cargo de Norman Rockwell, en la que puede verse a una pareja muy cercana físicamente.

placeholder Portada de Norman Rockwell para el Saturday Evening Post sobre una ouija. (Talking Board Historical Society)
Portada de Norman Rockwell para el Saturday Evening Post sobre una ouija. (Talking Board Historical Society)

En 1927, William Fuld, uno de los creadores de la ouija, cae desde el techo de una de sus fábricas mientras revisaba la instalación del asta de una bandera. Aunque no se rompe más que las costillas, una de ellas se le clava en el corazón durante su traslado al hospital. En su lecho de muerte, una de las pocas frases que acierta a pronunciar a sus familiares es: "No vendáis la patente de la ouija".

Después de la II Guerra Mundial, con el boom del ocio, la ouija ocupa las estanterías de todas las casas. Es poco antes de la Guerra Civil cuando periódicos como La Vanguardia comienzan a reseñar la llegada del juego a España: "Sepa cosas que nunca habría podido saber", dicen las noticias. Incluso en algunas cafeterías frecuentadas por las clases burguesas, los dueños disponen juegos en las mesas para que se entretegan los clientes. Según Sánchez-Oro, en las siguientes décadas la ouija solo genera un tipo de crítica: las de las personas que tienen familiares obsesionados con el juego. "Como ahora sucede con el tarot, hay personas que no tomaban una decisión importante sin consultarlo con el tablero. En esas décadas tenemos constancia de demandas de divorcio en las que el marido alega que su esposa es adicta a la ouija y no quiere seguir viviendo con ella".

placeholder Anuncio dedicado al público infantil de 1934. (Talking Board Historical Society)
Anuncio dedicado al público infantil de 1934. (Talking Board Historical Society)

Los años oscuros

La década de los 60 es la más exitosa de la ouija. Una vez fallecidos todos los familiares directos de Fuld, que habían prometido al fundador no vender nunca la patente, Parker Brothers se hace con el juego. En su primer año en manos de la multinacional, los informes de Parker sostienen que la ouija vende más unidades que Monopoly y el resto de su catálogo juntos. Son los años del movimiento hippie, las nuevas religiones y la ruptura con las convenciones sociales del pasado. Es tan popular que incluso se llega a comercializar una versión de la ouija de Barbie, enfocada a que las niñas puedan consultar sus amoríos durante las fiestas de pijamas.

"Todo esto cambia en los años 70", dice Sánchez-Oro. "Después de casi cuarenta años de crecimiento, Estados Unidos se empieza a estancar y vuelve a sufrir las crisis económicas. A nivel social, los conservadores culpan a los hippies de la situación. Consideran que se ha ido demasiado lejos en las libertades y que, en consecuencia, se ha degradado la sociedad. Que se ha abierto la puerta a Satán. Se da un rearme religioso, evidenciado en el impulso de los teocon y el auge de los telepredicadores. Es en este momento cuando la iglesia empieza a preocuparse por la ouija".

El cine captura el zeitgeist en la película de 1973 El Exorcista. Regan, la niña protagonista, es poseída por un demonio después de jugar una sola vez con la tabla de ouija. El único que puede salvarla es un sacerdote, el padre Karras, que contará con la ayuda del padre Merrin, experimentado en la pugna con los demonios. Es la primera vez que se ofrece una imagen tan negativa del juego, y también que se le relaciona con la cosmovisión cristiana: "Es un tipo de estigmatización habitual cuando crece la libertad religiosa, que al final actúa como un mercado: si hay gente que se ha pasado al budismo o a los hare krishna, son feligreses que ha perdido la religión mayoritaria, en este caso la cristiana. Se ataca a la ouija porque es un juego popular, pero lo curioso es que no se desacredita, sino que la integra en su cosmovisión, aunque para ello haya que recuperar figuras como Satán y el infierno, unos conceptos de los que la iglesia se había empezado a alejar poco antes, en el Concilio Vaticano II".

La película resignifica la ouija, que deja de ser un juego para convertirse en una ventana a la dimensión de lo oculto. En este nuevo giro tiene mucho que ver la iglesia católica, que todavía sigue teniendo al juego en su punto de mira. Vicente Jara es miembro laico de la Orden de los Dominicos y experto en sectas: "Utilizar la ouija no es ninguna estupidez. No sirve para hablar con familiares fallecidos, como se suele afirmar, y atribuyo a la sugestión fenómenos como los golpes o que se muevan objetos", dice.

"Pero sí puede acabar invocando a un demonio", explica Jara.

"No es una máquina expendedora en la que le das a un botón y se te aparece un demonio, no. La mayor parte de las veces que se use no pasará nada. Sin embargo, los demonios están operativos y Dios, en su permisividad, puede dejar que actúen sobre una persona como cura de humildad. Lo dicen las Santas Escrituras: los demonios son como leones, están siempre rugiendo, y si metes la mano en la jaula, te tendrás que atener a las consecuencias", continúa el investigador de sectas.

Para la iglesia católica, el uso de la ouija es pecado. Alude a una encíclica de 1917 en el Santo Oficio, cargan duramente contra los que están encontrando un nuevo nicho de negocio en el espiritismo: "Evocar las almas de los muertos, recibir respuestas, descubrir cosas lejanas y desconocidas, y practicar otras supersticiones por el estilo […] por el que llaman médium, o sin el médium, empleando o no el hipnotismo, asistir a cualesquiera alocuciones o manifestaciones espiritistas, siquiera a las que presentan apariencia de honestidad o de piedad, ora interrogando a las almas o espíritus, ora oyendo sus respuestas, ora solo mirando, aun con protesta tácita o expresa de no querer tener parte alguna con los espíritus malignos".

placeholder La ouija (güija) llegó a España a través de Borrás. (Todocolección)
La ouija (güija) llegó a España a través de Borrás. (Todocolección)

"Los humanos tenemos un ansia grande de trascendencia, de llegar al infinito, de construirnos hacia arriba, de alzar la mano y coger el fruto prohibido: la ouija es uno de los caminos que te pueden tentar a saber más de lo que puedes. La iglesia prohíbe hablar con el Diablo, porque te van a enredar mucho más allá de lo que imaginas. Es otro nivel de manipulación del que conocemos entre los humanos. El Diablo es el padre de la mentira. Nunca se le debe preguntar nada al Diablo, porque vas a entrar en una espiral tan absorbente que te va a hacer añicos", dice Jara.

Sánchez-Oro tiene una versión más mundana de los efectos de la ouija. "¿Que si funciona? Pues igual que el tarot o el péndulo. Son instrumentos que te pueden ayudar a la introspección. Te pueden servir para reflexionar y ordenar tus ideas. Si lo aplicas como un oráculo, puedes componer determinados relatos a partir de esto, porque focalizas la atención y creas una falsa ilusión de comunicación. Además, numerosos estudios han demostrado que se puede llegar a un estado alterado similar a la hipnosis, que se magnifica cuando se hace en grupo. Lo que no sirve es para contactar con alguien que no esté en la habitación, ni vivo, ni muerto".

"La iglesia católica prohíbe que se entre en contacto con el Diablo, porque te va a manipular"

A partir del ataque católico, la ouija cambia para siempre. Empieza a utilizarse solo por las noches, como una actividad clandestina. "La iglesia lo resignifica como un objeto maléfico e incluso consigue que no creyentes le tengan respeto, o miedo, al juego. Esto es así porque los humanos tendemos al pensamiento mágico. En mis conferencias, a menudo subo a un par de padres al escenario y les pido que saquen las fotos de sus hijos de la cartera. Luego les doy dos alfileres y les pregunto si pueden clavarlos en los ojos del niño en la foto. Nadie quiere, pese a que no creen en el vudú y saben que eso no va a perjudicar a su hijo", dice el historiador.

"Este estigma, no obstante, es uno de los mayores favores que podían haberle hecho a la ouija", continúa Sánchez-Oro.

Los misterios de la Transición

El juego entra con fuerza en España, a la vez que las nuevas religiones —muchas de ellas hoy consideradas sectas—, con el aperturismo de la democracia. Llega como un objeto clandestino que ningún gran fabricante se atreve a comercializar hasta 1990, cuando Borrás, popular por sus juegos de magia, lanza una edición que hoy se considera de culto.

"La ouija crece en silencio durante los 80 y los 90, reestigmatizada por lo que se vino a llamar el Pánico Satánico, que no es más que la enésima locura colectiva de los estadounidenses. Durante unos años se extendió la idea de que se estaban utilizando niños para hacer rituales satánicos por todo el país. Era una paranoia que no tenía base alguna, si bien caló la idea en la sociedad de que este tipo de rituales se habían implantado en las clases altas", dice Sánchez-Oro. Una muestra nacional del Pánico Satánico se encuentra en la teoría de la conspiración más popular en el Caso Alcasser (1992), que sostiene que las niñas habrían sido asesinadas como sacrificio en una ceremonia homenaje a Belcebú. "Parece que fue ayer, pero en una creencia instalada en el catolicismo español. En el Congreso tuvimos a una diputada, Pilar Salarullana, que dirigió una comisión para el estudio de sectas y después ha escrito libros sobre las sectas satánicas, atribuyéndoles una influencia directa de Lucifer", apunta Sánchez-Oro.

placeholder Fotograma de la película Ouija, de 2014. (Universal Pictures)
Fotograma de la película Ouija, de 2014. (Universal Pictures)

Además del interés que siempre despierta lo prohibido, la estigmatización de la ouija tuvo otro efecto beneficioso. Dejó de ser una actividad que se realizaba por parejas a cualquier hora del día para instalarse en las noches de los grupos de adolescentes. Y es aquí donde encontró un nuevo filón en un mecanismo psicológico llamado ideomotor. Se trata de un efecto por el cual un sujeto realiza movimientos de forma inconsciente y que a menudo se interpretan como paranormales. Es por eso que cuando participan varias personas en una sesión de ouija, todos tienen la sensación de no haber empujado el indicador hacia las letras y, sin embargo, el resultado es coherente.

Pese a que el efecto es bien conocido por la ciencia desde hace décadas, en los 70 el profesor de secundaria Larry Bayiu llevó a cabo un experimento que se considera la prueba del 9 para demostrar la no presencia de espíritus. Ante la insistencia de sus alumnos de que nadie empujaba el puntero, les sometió al juego con una salvedad: las letras estarían tapadas. Así, los participantes no podrían ver cómo articular las palabras, pero eso no tendría que frenar a un ser de otra dimensión. Resultado: no se formó una sola palabra coherente.

En nuestro país, la ouija alcanzó su máxima popularidad en 1991, en el conocido como Expediente Vallecas. Estefanía Gutiérrez, de 17 años, falleció después de haber jugado a la ouija con sus amigos en el instituto. Poco después, la familia comenzó a experimentar fenómenos paranormales en la casa, que incluso quedaron registrados en un atestado policial. El informe, que ha dado para horas y horas de contenido a los programas de ocultismo, relata cómo los agentes vieron las puertas de un armario abrirse con violencia, así como golpes y ruidos sin explicación.

"Los hermanos fabricaron los sucesos paranormales del Expediente Vallecas"

En 2017, con motivo del estreno de la película Verónica, basada en los sucesos del piso de Vallecas, Sánchez-Oro y su compañero David Cuevas se propusieron reanalizar de nuevo todas las pruebas para ver cuánto de verdad había en la historia. "Entrevistamos a los hermanos y nos dimos cuenta de que la versión no solo había ido cambiando a lo largo de los años, sino que era diferente según a quién le preguntases", recuerda Sánchez-Oro. "En el atestado comprobamos que se atribuían a lo paranormal movimiento de objetos que en realidad siempre habían estado ahí y también descubrimos en el acta forense que la niña no había fallecido en circunstancias extrañas como se dijo, sino que había fallecido por un problema respiratorio derivado de su notable sobrepeso".

Al final, el único asidero al que se agarraba la autenticidad de la ouija, terminó por desmoronarse. "A base de preguntar y cuestionarlo todo, los hermanos nos acabaron confesando que fueron ellos los que perpetraron los sucesos paranormales que asustaron a la policía", zanja el historiador.

En las Navidades de 1967, dos juegos de mesa de Parker Brothers causaron furor entre los jóvenes. Uno era un oráculo al que podías preguntar qué tal te iría en el amor o si tu equipo ganaría el campeonato ese año. El otro consistía en desvalijar a tus amigos y familiares hasta dejarlos sin un céntimo y sacarles de la partida.

Religión
El redactor recomienda