La insurrección del desnudo agita el Museo Carmen Thyssen
Una magnífica exposición de pintura española (1870-1970) irrita a unos pocos mojigatos y reivindica la vitalidad de un género que provocó recelos y censura durante siglos
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F284%2Fc81%2Fe94%2F284c81e9449280c39043e441f80a9b87.jpg)
El tercer piso del Museo Carmen Thyssen de Málaga se ha convertido accidentalmente en el cuarto oscuro. Y no porque escasee la luz, ni mucho menos, en la planta superior de Palacio de Villalón, sino porque algunas excursiones escolares y algunos particulares recelan de la exposición inaugurada hasta el 9 de marzo: Desnudos, cuerpos normativos e insurrectos en el arte español.
Suena a transgresión y a pecado el adjetivo insurrecto, pero la autocensura de los colegios y de los particulares identifica más bien un ejercicio de puritanismo y mojigatería que discrepa de la normalidad con que transcurren las visitas. Proliferan por la ciudad de Málaga los carteles que anuncian el “escándalo”. Y se demuestra que el cuarto oscuro está en la cabeza de los inquisidores, incluidos aquellos que hace más de un siglo observaron con estupor el autorretrato de Aurelia Navarro (1882-1962). No ya porque se pintara a sí misma emulando La Venus del espejo de Velázquez, sino porque la mera idea de una mujer artista y desnuda redundó en la irritación de sus coetáneos. Se hizo monja la Navarro. Abjuró de la sociedad hipócrita y reaccionaria que anteponía la discriminación a las libertades.
La perspectiva del tiempo concede más ternura que indignación respecto a los espectadores que eluden ahora la tercera planta del Thyssen malagueño. Pueden reconocer los tesoros del arte español que jalonan la colección particular de la baronesa, de Zurbarán a Regoyos. Y pueden apreciar la muestra que evoca la huella de Sorolla en Andalucía, pero las restricciones moralistas les impiden apreciar el primor académico de Picasso cuando era un artista figurativo; el homenaje de Dalí a las Señoritas de Aviñón; el retrato de Zuloaga a su amante (la Oterito), la mística de Chillida en un insólito busto o el erotismo explícito -y ambiguo- de Joan Miró.
Tiene mucho interés la exposición por los artistas reunidos en el piso superior del Museo Carmen Thyssen -de Gutiérrez Solana a Eduardo Arroyo- y porque el recorrido de 1870 a 1970 sirve para reconstruir la relevancia de un género -el desnudo- que ha titubeado en la historia del arte español, a no ser que el subterfugio de la mitología permitiera sortear la presión de la censura.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Fce5%2Fe00%2Fe65%2Fce5e00e65ff2ac1655952ed383a1467e.jpg)
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Fce5%2Fe00%2Fe65%2Fce5e00e65ff2ac1655952ed383a1467e.jpg)
Lo explican con detalle los comisarios de la exposición, Bárbara García y Alberto Gil, en atención a los visitantes: “La libertad para rebelarse contra siglos de desnudos pudorosos y académicos, de ver más allá de la sola anatomía del cuerpo, desencadenó, en definitiva, entre los movimientos de renovación y vanguardia españoles –especialmente en los años veinte y treinta– un imparable cambio de paradigma en el que lo carnal se impuso a lo ideal y que destapó las posibilidades más interesantes y excitantes del desnudo. El cuerpo contemporáneo se convirtió entonces en un fértil territorio artístico de exploración y autoconocimiento”.
Se ha consolidado el Museo Carmen Thyssen en el itinerario de los museos malagueños. Lo demuestra la afluencia de visitantes (203.000 en 2024). Y lo prueba la vitalidad cultural en el casco histórico, más todavía cuando la función original del Palacio de Villalón (siglo XVI) que aloja la colección era un centro comercial -Almacenes Álvarez- que se malogró con el tiempo.
En 2026 caduca el contrato de cesión de la colección, aunque la solidez del proyecto alienta la expectativa de una renovación hasta 2041
Fue en 2011 cuando pudo reconstruirse en condiciones el palacio renacentista. Y es en 2026 cuando caduca el contrato de cesión de la colección de la baronesa, aunque la solidez del proyecto y la inercia virtuosa de la institución predisponen la expectativa de una renovación hasta 2041.
De hecho, los arqueólogos y los técnicos están involucrados en el subsuelo del propio museo para exhumar los restos de una villa romana. La domus en cuestión se remonta al siglo II después de Cristo. Y fue operativa hasta el siglo IV, incluida una fuente monumental entre cuyas cualidades artísticas destaca la finura de la policramía. Está la pintura en los cimientos del Museo Carmen Thyssen, como si fuera el embrión de su porvenir. Y como la referencia iconográfica que comunica la penumbra del sótano -el verdadero cuarto oscuro- con el paraíso al desnudo de la tercera planta.
El tercer piso del Museo Carmen Thyssen de Málaga se ha convertido accidentalmente en el cuarto oscuro. Y no porque escasee la luz, ni mucho menos, en la planta superior de Palacio de Villalón, sino porque algunas excursiones escolares y algunos particulares recelan de la exposición inaugurada hasta el 9 de marzo: Desnudos, cuerpos normativos e insurrectos en el arte español.