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El gran sucesor de García Márquez alerta: "Si Europa no se despabila el futuro es muy negro"
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Entrevista a Juan Gabriel Vásquez

El gran sucesor de García Márquez alerta: "Si Europa no se despabila el futuro es muy negro"

Juan Gabriel Vásquez publica 'Los nombres de Feliza'. una gran novela sobre la escultora Feliza Bursztyn, quien murió de un infarto tras exiliarse en París por sus ideas. Una historia que cuenta cómo los hechos políticos nos atraviesan

Foto: Juan Gabriel Vásquez en el Hay de Cartagena en enero de 2023. (EFE/Ricardo Maldonado Rozo)
Juan Gabriel Vásquez en el Hay de Cartagena en enero de 2023. (EFE/Ricardo Maldonado Rozo)

Ya casi nadie se acuerda de Feliza Bursztyn, pero fue una de las grandes escultoras colombianas del siglo XX. Con una vida muy agitada que la llevó a rodearse de los grandes intelectuales de la época, como Gabriel García Márquez, que fue amigo suyo. También sus ideas de izquierdas la llevaron a exiliarse en París donde moriría de un infarto fulminante durante una cena a los 48 años. Era el 8 de enero de 1981. García Márquez era uno de los comensales.

El Nobel escribió que su amiga murió de tristeza en una columna que le dedicó y aquella frase obsesionó al escritor Juan Gabriel Vásquez desde que la leyó en 1996. Desde entonces Feliza ha estado en sus pensamientos, si bien se han cruzado otras muchas novelas y premios, pero por fin ha llegado Los nombres de Feliza (Alfaguara) donde nos habla de esta escultora, de sus múltiples vidas, sus fracasos y tristezas. Ya tiene el aplauso de la crítica y ahora toca el público español. Hablamos con él de ella y de otras muchas cosas a su paso por Madrid, ya que también es columnista y su opinión se tiene muy en cuenta en no pocos cenáculos. De hecho, también son unos cuantos los que ya le consideran el gran sucesor de García Márquez. “Fijo que no existe”, responde.

PREGUNTA. Siempre se dice que la literatura llega muchas veces más allá que la crónica periodística y una biografía ensayística, pero ¿cómo hacerlo para que no te salga una Wikipedia?

RESPUESTA. Ese es el riesgo. Escribimos novelas sobre personajes reales para contar lo que no puede contar una biografía, un libro de Historia o una buena crónica. Y ese es el mundo emocional de una persona. En este caso yo quería poner en escena ese acto de imaginación y por eso estoy como narrador en la novela, como personaje que hace preguntas y lleva a cabo una investigación, pero en cierto momento la voz de la novela deja de pertenecerme y se mete en la cabeza de Feliza Bursztyn. Quería poner en escena ese momento de imaginar al otro, ya que estamos atravesando un momento extrañísimo en el que eso parece que es condenable. Se le llama apropiación cultural y se prohíbe y condena que un hombre narra el mundo desde una mujer o que un hombre blanco narre el mundo de una mujer negra… Entiendo de dónde viene eso, pero me parece contrario no solo a lo que ha hecho la ficción desde su nacimiento sino a lo que ha permitido algunas de nuestras mejores conquistas sociales. La posibilidad de imaginar, de contar el mundo desde el punto de vista del otro es lo que nos ha permitido no solo conocer a la gente que nos rodea sino entender y valorar la diferencia.

placeholder 'Los nombres de Feliza', de Juan Gabriel Vásquez. (Alfaguara)
'Los nombres de Feliza', de Juan Gabriel Vásquez. (Alfaguara)

P. Me interesa esto que comentas… Hace unos días precisamente comenzaron a aparecer críticas a la película 'Emilia Pérez' por apropiación cultural, por no tratar bien la transexualidad… ¿Cómo y por qué hemos llegado hasta aquí?

R. Hay una razón comprensible y otra menos. La comprensible es la importancia que tienen para nosotros las historias que nos define y nuestro interés siempre de guardar un control sobre lo que se escribe. Las historias que contamos sobre nosotros mismos nos construyen, construyen nuestro mundo y por eso somos muy sensibles a los intentos por quitarnos el dominio de nuestro propio relato. Es parte de lo que ha hecho la literatura siempre, recuperar para los ciudadanos el derecho de contar nuestra propia historia frente a las fuerzas que nos roban ese derecho constantemente como los estados, las religiones etc. Pero hay otra razón menos comprensible y es una especie de paranoia identitaria en la que estamos metidos desde hace unos años en la que hemos convertido nuestra identidad en un identitarismo que nos encierra en coordenadas vitales cada vez más pequeñas y nos obliga a ver al otro como un diferente y negamos de plano la posibilidad de que el otro nos comprenda correctamente. Eso es tremendo para una sociedad democrática. Cuando vivimos metidos en pequeños fundamentalismos y vamos por el mundo juzgando a todos los demás y convencidos de que nadie fuera de mi pequeño nicho puede comprender quién soy y por tanto valorarme eso destruye el tejido social y tiene consecuencias políticas tremendas.

P. Eso me recuerda una frase tuya que me gusta mucho: cuanta menos ficción hay en un país, peor es su robustez democrática.

R. Sí, esto es difícil de probar, pero lo fácil de probar es lo contrario: cuanto menos abierta es una sociedad, cuanto más bascula hacia el autoritarismo o totalitarismos menor espacio hay para las ficciones. Se persigue a los escritores, se los encarcela, se los intimida y esto que nos parece remitir al estalinismo o el nazismo no se quedó para nada en esos momentos. Ahora Sergio Ramírez y Gioconda Belli están en Madrid porque han sido expulsados de Nicaragua y sus ciudadanías canceladas por un autócrata como Daniel Ortega. Y, ¿por qué? Porque cuentan historias.

"Hemos convertido nuestra identidad en un identitarismo que nos encierra en coordenadas vitales cada vez más pequeñas"

P. ¿Por qué no le damos tan poca importancia a esto? Pienso en que nos lamentamos mucho de censuras pasadas durante el nazismo, estalinismo u otros regímenes…, pero ¿y ahora? ¿Nos da todo igual?

R. Yo también me lo pregunto. Yo no sé por qué no hay una revolución popular por el hecho de que hayan atacado a Salman Rushdie con un ataque tan violento que le ocasionó la pérdida de un ojo y cuyo origen remoto es la escritura de una novela. No sé por qué no hay marchas de millones de personas que dice “esto no se puede”. Ni siquiera en su momento fue unánime la condena de esto. Con la primera fatwa hubo muchas personas y, para mi inmensa tristeza, entre ellas escritores que lo justificaron… Cuando el derecho que tenemos a imaginar y contar las historias como queramos es el derecho fundamental del que salen todos los demás. El derecho a votar como queramos, a la libertad de conciencia, de prensa, de expresión… Todo viene de una libertad que es narrativa y no estamos entendiendo mucho esto.

P. De hecho, el mundo está girando hacia el otro lado, hacia la constricción de esas libertades…

R. La censura en EEUU ya es cosa de todos los días y eso no le escandaliza a nadie. En las escuelas hay libros prohibidos. En la sociedad que se cree y se ha defendido siempre a sí misma como la más libre es falso. Es una sociedad de libertades pisoteadas constantemente y entre ellas la libertad más elemental de todas que es contar historias.

P. La investidura de Donald Trump es dentro de pocos días. Imagino que te preocupa.

R. Muchísimo. La primera presidencia de Donald Trump me había parecido un fracaso de muchas cosas, pero esta ya me parece una amenaza para mí, para ti y para todo el mundo porque el poder que ha acumulado un personaje tan nefasto antes tenía cortapisas. La democracia norteamericana tenía un sistema de pesos y balanzas que consiste en que al inmenso poder de un presidente se le opone el poder del congreso y de la justicia. Pero ahora tanto el Congreso como la Justicia están en el bolsillo de Trump. La Cámara de Representantes y el Senado tienen mayoría republicana y la Corte Suprema tiene mayoría ultraconservadora de jueces puestos por Trump. Es profundamente preocupante lo que puede hacer con este poder y no me parece nada sorprendente que ya esté haciendo estos reclamos escandalosos como tomarse Groenlandia o el canal de Panamá. Si Europa no se despabila podemos asomarnos a un futuro muy negro.

"EEUU es una sociedad de libertades pisoteadas constantemente y entre ellas la libertad más elemental de todas que es contar historias"

P. Enlazo aquí con la novela para no perdernos porque algo tiene que ver. Todo comienza con esa frase que dice que Feliza Bursztyn murió de tristeza. ¿Por qué la tristeza, la emoción negativa, es siempre tan atractiva?

R. Porque tiene preguntas. La alegría no. No ves a nadie feliz y te quedas preocupado pensando, por qué estará tan feliz. Pero la tristeza nos genera preguntas, crea lugares oscuros en nuestra psiquis y queremos averiguar de dónde sale porque quisiéramos averiguar cómo evitarla en cierto momento. En la insatisfacción, la frustración, la tristeza, en los fracasos está el material de la literatura y siempre lo ha estado porque son las emociones que producen inquietud, incertidumbre y dudas. Decía un escritor francés, Montherlant, que la felicidad escribe con tinta blanca, es decir, no deja rastro, pero nuestro lado más oscuro produce literatura porque esta nace de nuestras preguntas e inquietudes.

P. La insatisfacción y tristeza que sentía Feliza venía también de acontecimientos políticos y sociales que le tocó vivir. Yo pensaba en cómo el contexto en el que vivimos también nos influye emocionalmente. ¿Estamos frustrados, insatisfechos y buscamos salidas políticas en estas opciones extremas? En definitiva, ¿vivimos en un mundo que está triste y de ahí liderazgos como el de Trump u otros que tenemos en Europa o América Latina?

R. No lo sé… Creo que vivimos en un mundo crispado. Es una crispación hasta cierto punto artificial y provocada por cosas que no están en nosotros. Las redes sociales nos producen crispación y la producen porque hay gente interesada en que lo haga. Las redes sociales no son neutrales. Son mecanismos muy bien diseñados por gente que sabe mucho de esto para capturar tu atención y generar adicción. Y han descubierto que eso se genera sobre todo con emociones negativas. Las emociones tristes que decía Spinoza. La ira, la rabia, los celos, la envidia, la ansiedad, la inquietud, el odio, el miedo… Son emociones tristes y está comprobado que te enganchan más que lo contrario. Hay gente como Elon Musk, como Zuckerberg, que capitanean esfuerzos muy sofisticados por irritarte, molestarte y enemistarte con alguien, porque eso se monetiza.

placeholder El escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez en Hay Festival. (EFE/Ricardo Maldonado Rozo)
El escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez en Hay Festival. (EFE/Ricardo Maldonado Rozo)

P. Y es curioso que en la época de Feliza, esos años sesenta, setenta, ella es de izquierdas y sí, hay una lucha, pero es real contra dictadores como Batista en Cuba, aunque luego aquello derivara en otra cosa… También lucha contra un marido que la prohíbe ser artista… Quiero decir, puedo entender su insatisfacción, su frustración… Ahora nos irritamos por todo, hasta por cuestiones irreales, pero increíblemente amplificadas.

R. Por eso digo que es una irritación artificial que está siendo manipulada y utilizada por los poderes políticos para sus propios beneficios. Es muy distinto del mundo en el que creció Feliza, en el cual cuando ella muere ya había ocurrido el caso Padilla en Cuba, que fue un punto de quiebre para la Revolución, pero era relativamente comprensible que una intelectual de izquierdas siguiera defendiendo lo que estaba pasando en Cuba a pesar de sus errores. Hoy y desde hace muchísimos años ya no lo es. Cuba es una autocracia que ha provocado cantidad de sufrimiento para sus ciudadanos que coarta sus libertades y donde los derechos humanos se violan todos los días y es una situación innegable salvo para fanáticos y sectarios. La novela también quiere capturar un momento en el que esas contradicciones de la izquierda latinoamericana estaban muy vivas todavía y Feliza era un personaje tan personaje por su personalidad poliédrica y contradictoria de una mujer que era burguesa, pero convencidamente de izquierdas, aunque se negó siempre a militar. Ni en el Partido Comunista ni en las guerrillas que salían por todas partes en la Colombia de esos años. Es una mujer que persiguió una sola obsesión que fue construirse a sí misma y defender su propia idea de lo que ella debía ser.

P. Más anarquista que otra cosa.

R. Así la describe un amigo de ella. Y sí, en cierto sentido era una libertaria que no admitía cortapisas a sus decisiones y pagó un precio por ello.

P. Es una novela que habla mucho de la libertad, de la búsqueda de la libertad.

R. De ser libre contra fuerzas que te lo impiden.

"Hay gente como Musk, Zuckerberg, que capitanean esfuerzos sofisticados por irritarte y enemistarte con alguien, porque se monetiza"

P. Ella también venía de una familia judía que se exilió de Europa con el nazismo… Es otra circunstancia de su vida que determina además el éxodo perpetuo en el que vivirá siempre.

R. Siempre me han interesado los personajes que están en un lugar que no es el suyo. Hay una palabra arcaica que ya no se utiliza en inglés que es “inquilino”. Para nosotros es moneda corriente, pero en inglés “inquilin” significa animal que vive en el lugar de otro. A mí estos animales siempre me han interesado y Feliza es uno de ellos. Una persona que nace fruto de un exilio de sus padres y muere en el exilio fruto de una situación política siendo al mismo tiempo una mujer obsesivamente colombiana. Siempre le tuvo un apego especial a su país. Esa relación ambigua con el país y su exilio forzoso me interesó siempre.

P. Y ella al principio dice, soy colombiana porque el barco en el que iba el amigo de mis padres atracó en Colombia, pero podría haberlo hecho en Maracaibo o Buenos Aires. También pensaba eso y me remitía a Paul Auster que siempre decía que todo al final depende del azar y que casi poco podemos hacer…

R. Eso lo inventé porque pensé que era algo que una persona como Feliza podría haberlo pensado, podría haber sido fuente de preocupaciones para ella. Cuando la persona que era su marido leyó esa novela me dijo, efectivamente ella vivió con esa idea en la cabeza. Fue colombiana como podría haberlo sido de cualquier otra parte porque todo dependía del azar de la historia y los exilios y la fuerza de la política que nos moldea.

P. Quería preguntarte también por García Márquez porque también es fundamental en esta novela. Por cierto, ¿cómo llevas que se te haya nombrado su sucesor?

R. Fijo que no existe [risas]

P. A mí, sin embargo, me parece que tu estilo, que me gusta muchísimo, no tiene mucho que ver con el suyo… ¿qué peso ha tenido para ti García Márquez y qué peso tuvo en esta novela?

R. La obra de García Márquez ha sido muy importante para mi vocación. Tal vez la primera vez que se empezó a formar en mi cabeza la idea de querer ser novelista fue con la lectura de Cien años de soledad cuando tenía 16 años. Pero también he dicho siempre que la idea de que un escritor tenga que definirse según la obra del gran escritor que lo ha precedido en su país es un malentendido que nace de la idea de que la influencia literaria es involuntaria. Como si el hecho de caer dentro de las fronteras colombianas me cayera encima el realismo mágico. Yo creo que no es así y que el escritor escoge sus influencias porque tiene una noción de sus obsesiones y va buscando los maestros que tienen las herramientas para contarlas. Y mis demonios, mi mundo no se podía contar con las claves de García Márquez por lo que esa presencia no fue pesada ni negativa ni aplastante. En esta novela uno de los retos fue convertirlo en personaje igual que los otros. Tratar de que no fuera el novelista más importante en la historia latinoamericana sino el amigo de Feliza Bursztyn.

"Nos hemos olvidado de los ataques que recibió García Márquez y ahora está ocurriendo el fenómeno contrario que es una canonización"

P. Eso es lo que parece y te voy a decir que, no quiero que suene peyorativo, pero parece un personaje antiguo. Muy de esa época. Con las ideas que defendía, con la forma de actuar…Eso, de otra época, nada contemporáneo.

R. Está muy bien eso porque era lo que yo buscaba, instalarlo como ciudadano y como persona privada, amigo de sus amigos. Alrededor de García Márquez la mitología en Colombia es tanta y tan omnipresente que esto era importante, bajarlo de su pedestal. Estuve buscando fotos de él de esa época para saber hasta qué tipo de calcetines usaba. No tiene ninguna importancia, pero eso me ayudaba a mí a pensar en él como un ser humano y no en el novelista más influyente de la lengua.

P. ¿Quién era para ti ese García Márquez que cenaba con Feliza Bursztyn? Estaban ya a punto de darle el Nobel…

R. Sí, y era un escritor de una importancia literaria fuera de duda, pero también política. Tan grande que fue perseguido por sospechas de sus alianzas con los movimientos revolucionarios de izquierdas. Pero la novela cuenta a García Márquez en dos momentos, en el que empieza a publicar libros, que es en los mismos años en los que Feliza se está descubriendo a sí misma como escultora. Y lo conoce después de la publicación de El coronel no tiene quien le escriba. De hecho es la pareja de Feliza en esa época, Jorge Gaitán Durán, quien publica esta novela en su revista Mito. Y luego el año 81 que es cuando salen los dos al exilio. Y cuando sale García Márquez alguien lo acusa en Colombia de haber fingido todo esto como manera de hacerle publicidad a su nueva novela que era Crónica de una muerte anunciada, para poder vender todos los ejemplares que se habían impreso. Y cuando uno va a verlo se da cuenta de que se hizo una primera edición de un millón de ejemplares.

P: ¿Un millón? ¡Eso ya no lo tiene ni un super bestseller!

R: Eso ya no pasa por lo que te da una idea de la dimensión de García Márquez en el mundo colombiano. 1.040.000 ejemplares en la primera edición.

placeholder El escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez en un debate del Festival Centroamérica Cuenta en Santo Domingo (República Dominicana). (EFE/Orlando Barría)
El escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez en un debate del Festival Centroamérica Cuenta en Santo Domingo (República Dominicana). (EFE/Orlando Barría)

P. ¿Y cómo está hoy la figura de García Márquez en Colombia?

R. Ya pasó por el largo purgatorio político al que le sometió la sociedad colombiana, que lo ha condenado siempre por sus convicciones de izquierdas y por su apoyo a la Revolución cubana, que tiene muchos grises y a mí también me produce muchas incomodidades, pero que siempre he entendido. Pero todo eso ya es parte del pasado y la sociedad colombiana se lo ha perdonado, y ya nos hemos olvidado todos de los ataques que recibió y las persecuciones y ahora está ocurriendo el fenómeno contrario que tampoco puede ser positivo que es una suerte de canonización. Y está en nuestras conversaciones todos los días porque sale su novela póstuma, la serie sobre Cien años de soledad

P. ¿La has visto?

R. No.

P. ¿Y la novela la has leído?

R. La leí y me pareció una novela tardía de un escritor cansado, pero también una novela muy valiosa, mucho mejor que Memorias de mis putas tristes que fue la última, con lo cual siempre defendí que se publicara. Yo quiero que me den el derecho de juzgarla en lugar de mantenerla en una caja fuerte donde tampoco se iba a quedar porque la piratería existe, así que prefiero una edición cuidada y bellísima como la que se ha hecho.

"Me hubiera gustado que Petro hubiera tomado la posición de Boric, que ha dicho: "Desde la izquierda les digo que esto es una dictadura"

P. No quiero terminar sin preguntarte también, a modo de pincelada, por Venezuela porque además tiene frontera con Colombia. Antes te decía si te preocupaba la llegada de Trump… ¿y lo que está ocurriendo en Venezuela?

R. Claro… Lo de Venezuela es gravísimo. La deriva dictatorial de varios años del régimen de Maduro que ya se ha instalado en esta deriva represiva… que se ha robado las elecciones mediante la fuerza militar y el amedrentamiento policial y que es tremendamente grave para toda América Latina porque es parte de esas autocracias como Cuba y Nicaragua, que son inmensos aparatos de violación de los derechos humanos, persecución de la disidencia y destrucción de una democracia. Y son además creadores de pobreza, de sufrimiento. Y eso es grave para Colombia que tiene una frontera de 2000 kilómetros y que ha recibido a millones de venezolanos que salen huyendo de ese país destruido. Es muy preocupante y por eso soy tan crítico con las ambigüedades del presidente de mi país, Petro, que ha tolerado demasiado los desmanes de Maduro, que critica duramente cualquier cosa que le parezca un atentado contra la democracia cuando se produce por parte de la derecha, pero si es por parte de Maduro o incluso Ortega su posición es mucho más suave… O incluso defensiva. Me hubiera gustado que Petro hubiera tomado la posición de Gabriel Boric [presidente de Chile] que ha dicho, “desde la izquierda les digo que esto es una dictadura”. Eso es profundamente útil y clarividente, lúcido y sensato. Y esa es la posición de un demócrata y no la está tomando el presidente de mi país y es una lástima.

Ya casi nadie se acuerda de Feliza Bursztyn, pero fue una de las grandes escultoras colombianas del siglo XX. Con una vida muy agitada que la llevó a rodearse de los grandes intelectuales de la época, como Gabriel García Márquez, que fue amigo suyo. También sus ideas de izquierdas la llevaron a exiliarse en París donde moriría de un infarto fulminante durante una cena a los 48 años. Era el 8 de enero de 1981. García Márquez era uno de los comensales.

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