¿Por qué Daniel Sancho no se fue de la isla tras el crimen?
El escritor y periodista Joaquín Campos ha plasmado en 'Muerte en Tailandia' su pormenorizada investigación sobre el asesinato de Edwin Arrieta a manos de Daniel Sancho. Publicamos un capítulo
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F82e%2F774%2F3ac%2F82e7743acacf2565bd5856c3fa0391e9.jpg)
Siempre me llamó la atención que tras cometer semejante atrocidad Daniel no se fuera de la isla escopetado. La burda defensa argumentó, en sus muchísimos errores de bulto, que la razón era que Daniel no solo no cometió el asesinato, sino que, al dejar el pasaporte a la hora de alquilar la moto como garantía, se demostraba que jamás premeditó su acción. Como era de esperar, Carmen Balfagón (abogada de Daniel Sancho) no solo no había alquilado jamás una moto en Tailandia, sino que ni siquiera había preguntado por esta banalidad antes de meter la pata hasta el cuello. Porque resulta que, sin entregar el pasaporte -y hablamos de turistas que las alquilan por unos días-, ninguna de las incontables tiendas que rentan motocicletas a lo largo y ancho del país le habrían permitido a Sancho realizar su operación. De todos modos, tras desayunar, pudo haber ido a entregar su moto, recoger su documento y haber salido corriendo. Lo tenía fácil. Muy fácil. Habría cogido el primer barco -por la mañana salen a menudo-, y ya en Koh Samui habría comprado un billete en el primer avión a cualquier destino -los hay internacionales, como a Singapur, o hacia Bangkok-, y si hubiera sido el vuelo hacia la capital de Tailandia, desde allí salen casi cada cinco minutos aviones fuera del país, y todo eso asumiendo que la policía podía estar ya sobre su pista.
Que Daniel se quedara en la isla demuestra que no solo planeó el asesinato y el descuartizamiento, sino que creyó haber perpetrado el crimen perfecto. Pero ni el crimen fue perfecto, ni la policía tailandesa era la más lenta ni, por supuesto, quedarse como si no hubiera ocurrido nada fue la mejor decisión. Miren, normalmente, cuando alguien comete un estropicio, sale corriendo, a la carrera, ya sea en casa con los padres cuando se es niño, en la escuela de adolescente y ya cuando uno es mayorcito durante unos días trata de pasar desapercibido y cambia hasta de bar. De ahí que su manera de actuar me hace pensar en que subestimó la eficacia de la policía tailandesa, admitiendo que nadie sospecharía de que él hubiese cometido semejante salvajada y sobrevaloró su capacidad de éxito. Como si llevara toda la vida descuartizando a seres humanos y diseminando sus partes entre contenedores de basura y el fondo del mar.
Porque los errores de Daniel fueron antológicos, y podríamos decir que no fue el mejor momento para cometerlos. Para empezar, se dejó un cuchillo con una gasa ensangrentada en la bolsa que olvidó en el hotel Anantara después del desayuno. Luego se fue a la playa de Haad Salad, justo a solo cuatrocientos metros de donde tiró al fondo del mar buena parte de los trozos de Edwin y a treinta del bungaló número 5 donde cometió la carnicería. No sé, hay que confiar mucho en uno mismo para no temer que, mientras estás paseando por la playa con una chica israelí a la que acabas de conocer, la gente que os rodea no se ponga a gritar porque ha aparecido flotando un trozo de un ser humano.
"Que se quedara en la isla demuestra que no solo planeó el asesinato y el descuartizamiento, sino que creyó haber perpetrado el crimen perfecto"
Pero apunten este dato: justamente cuando Daniel desayunaba y subía fotos a su perfil de la red social Instagram, a unos diecisiete kilómetros de allí —en el vertedero de la isla—, una trabajadora birmana, sin papeles, daba la voz de alarma: "Parecía un trozo de cerdo, pero era muy extraño", me dijo. Al mismo tiempo, Daniel colgaba en Instagram una foto bebiéndose un coco donde colocó una leyenda que no se inventó él, sino que es la habitual entre los defensores de las propiedades de este fruto: "Pon un coco a diario en tu vida y mantén alejado al doctor". Algunos han querido ver aquí un mensaje enrevesado para alguien, como anunciando que su plan ya había sido ejecutado. Pero es, repito, muy normal toparse con este tipo de mensajes entre los jóvenes -y no tan jóvenes- de hoy en día, en donde la misma frase se utiliza cuando consumes un coco, una manzana o un plátano.
Cuando, en agosto de 2023, visité ambas islas tratando de buscar información al comienzo de este trabajo, hablé primero con la encargada del vertedero, para convencerla de realizar una entrevista en un programa de Cuarzo Producciones, para el que trabajaba, y después, por mi propio interés para vender reportajes a los diarios. Como me gané su confianza, conseguí charlar con la joven que aquella mañana del 3 de agosto de 2023, al abrir la bolsa de basura, se topó con el tronco de Edwin. Otro asunto que no tuvo en cuenta Sancho fue que en Tailandia no solo no se recicla en casa, sino que en los vertederos se separa a mano todo lo que les llega. Por un lado, almacenan los plásticos; por el otro, papel y cartón; a la izquierda de aquel vertedero entre pura jungla, el vidrio -casi todas botellas de cerveza- separado por colores; y finalmente la incineradora, que es donde calcinan todo lo orgánico. Por suerte, el tronco y una pantorrilla de Edwin no acabaron abrasados.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Fa18%2F0aa%2F2cf%2Fa180aa2cfae32d6a48ef8de4024bde13.jpg)
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Fa18%2F0aa%2F2cf%2Fa180aa2cfae32d6a48ef8de4024bde13.jpg)
Tras el desayuno, Daniel quedó con una mujer israelí con la que contactó a través de Tinder y que venía acompañada por una amiga. Según contó esta última a una televisión de España, Sancho les pareció un buen tipo y no tuvieron ni la más mínima sospecha de algo turbio. Fue con su colega con la que hizo mejores migas; y tanto fue así que se fueron juntos a dar un masaje. Aclarar que, aunque Tailandia sea mundialmente conocida por sus "finales felices", tras masajear a sus clientes, la zona de Haad Salad, en la isla de Phangan, no está, para nada, enfocada a ese tipo de sensaciones. Parece ser que también bebieron algo. Sin embargo, hay una parte curiosa que se extrae de las declaraciones de esa mujer hebrea, porque Sancho le comentó: "Me voy a casar pronto". ¿Pero con quién? Daniel, al parecer, tenía novia en Madrid desde hacía muchos años, pero otras fuentes indicaron -seguramente interesadas en separar a esa mujer del carnicero de Koh Phangan- que hacía unos meses que habían roto. Sea como fuere, Daniel habló de boda mientras el tiempo corría en su contra. La policía turística, que sin duda no es la más experta para estos asuntos, trataba de desentrañar el jeroglífico que se les presentaba ante ellos: un tronco humano y una pantorrilla dentro de una bolsa de supermercados Big C. Un nuevo error de Daniel.
Durante ese día, con Daniel se comunicó Darling Arrieta, que, desesperada, lo encontró a través de Instagram entre los contactos de su hermano. Como coincidía que ambos habían subido imágenes desde Tailandia, le quedó claro que Sancho debía de saber qué estaba ocurriendo. Edwin, al no dar señales de vida y estar con los dos teléfonos apagados, había creado un malestar evidente entre su familia y los pacientes que tenían cita con el doctor y que, por primera vez desde que el cirujano ejercía, no apareció en la consulta. Y aquí Daniel también cometió otro grave error. El tercero. No tuvo en cuenta que Darling o alguien próximo a Edwin podía localizarle a través de las redes sociales. O estaba demasiado seguro de sí mismo o era un vago redomado, al no haber pensado qué pasos debía dar tras matar y descuartizar. Sin coartada, lo primero que le dijo Daniel a Darling fue que Edwin y él habían estado la noche anterior en las Fiestas de la Luna Llena y que, tras tomarse unas setas alucinógenas, Sancho le perdió de vista. "Lo perdí en la playa. No sé nada de él desde la pasada noche", añadió. No hacía más que cavar su propia tumba.
"O estaba demasiado seguro de sí mismo o era un vago redomado, al no haber pensado qué pasos debía dar tras matar y descuartizar"
Daniel, a pesar de haber compartido muchos días con Edwin, ni siquiera se percató de que él estaba en contacto permanente con su familia y sus pacientes. Y pensaría, muy chulo, que no necesitaba ninguna coartada. Tras la voz de alarma dada por la hermana de Arrieta, una amiga de Edwin, Viviana Ordosgoitia -que junto a Darling visitó los platós de televisión en España-, se puso en contacto con Daniel, preocupada por el silencio de su amigo.
Se sabe que Daniel y Viviana comenzaron a chatear y que ante la insistencia de la colombiana consiguió que él se planteara buscarle. Hablaron de visitar el hospital de la isla, por si hubiera resultado herido, o de ir a la comisaría a presentar una denuncia por su desaparición. Y entonces Daniel, después de dejarle varios mensajes a Arrieta preocupado por su ausencia, tuvo la genial idea de acudir a la policía y denunciar la desaparición. Da la sensación de que, tras la mutilación, Daniel no tuviese ningún plan y que nunca se lo hubiera planteado, porque entró en comisaría con una herida en el antebrazo izquierdo y otra en el dedo anular de su mano derecha, ambas cubiertas por apósitos, además del mordisco en un hombro, tapado por la camiseta que vestía. Y la policía ya sabía que un blanco había muerto y que su asesino tuvo que comprar algo en el Big C.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F9ee%2F271%2Fa14%2F9ee271a14378de378ff3051db7cc737b.jpg)
Al principio de sus pesquisas le acompañaba la amiga israelí, aunque en realidad iban a la fiesta del día después de la Luna Llena y él le pidió que se detuvieran un minuto en la policía para saber si había alguna noticia de Edwin. Otra coartada sacada de la chistera en el último segundo. Y sí, ese 3 de agosto, un día después de la masacre, Sancho entró libre en aquella jefatura de policía de donde ya solo volvería a salir detenido y esposado. Fueron sus últimos instantes en libertad no se sabe hasta cuándo. Otros agentes acompañaron a la chica a su hotel. Durante ese día y el siguiente siguieron intercambiándose mensajes, hasta que Sancho fue detenido formalmente y le envió el último antes de que le confiscaran el teléfono: "Mi vida ha acabado hoy para mí", le aseguró.
De todas formas, Daniel estuvo casi dos días tratando de evitar las evidencias con las que los agentes de Koh Phangan le confrontaban. A unos policías turísticos, que ya disponían de varios trozos de Edwin aparecidos en el vertedero y la playa de Haad Salad, además de una bolsa con un cuchillo y una gasa ensangrentada, les había tocado la lotería, ya que la persona que estaban buscando se había presentado en comisaría por propia iniciativa, aunque no fuera para entregarse.
"Acabó claudicando y reconociendo los hechos ante la policía, asegurando que compró los cuchillos para asesinar y descuartizar a Arrieta"
Durante casi cuarenta y ocho horas Daniel luchó por salir de allí. Pero las preguntas, primero, y las evidencias, después, le acorralaron de tal manera que, tras el cansancio y la aceptación de la nueva realidad, acabó claudicando y reconociendo los hechos ante la policía, firmando la declaración correspondiente y asegurando que compró los cuchillos para asesinar y descuartizar a Edwin Arrieta. Y claro, en ese momento que en España no era más que un agosto tranquilo, informativamente hablando, donde todas las vacas sagradas de los platós andaban tostándose al sol de las playas mediterráneas o poniéndose aún más kilos de bótox en sus rostros, todo saltó por los aires.
En los medios tailandeses, entre ellos el diario en inglés Bangkok Post, salió la noticia de que en la isla de Phangan habían aparecido restos humanos que, según las sospechas, podrían pertenecer a un ciudadano extranjero. Más tarde se informó de que la policía de la isla tenía a un ciudadano español bajo investigación, que no detenido. Entonces es cuando a la agencia EFE le llega el pasaporte de la persona a la que investigaban, pero, por razones sorprendentes -son una agencia de noticias, ni más ni menos-, se guardó la nota. Y todo se va desvelando, pero de una manera contenida, ya que aún era solo sospechoso. Pero, esa misma noche, medios siameses revelaron la identidad de Daniel Sancho. Incluso la agencia de noticias Europa Press sacó la noticia sin haber caído en la cuenta de quién era hijo y nieto. Al día siguiente, la agencia EFE, tras confirmar desde la comisaría de Koh Phangan que Sancho había sido detenido como el principal sospechoso, accionó, sin lugar a dudas, el botón de la bomba atómica, ya que no hubo medio en España que no publicara el notición. Pero resulta curioso que al principio, tras saber la identidad del sospechoso, EFE esperara. El delegado en Bangkok es Ramón Abarca, que a partir de aquí tendrá bastante importancia en este caso y sus recovecos.
Lo que sí quedó claro es que la onda expansiva de la noticia movió los cimientos de la agenda prevista para ese agosto de 2023. Tanto fue así que hasta me llamaron para ir a contarles mi punto de vista. Fue Sandra Barneda en su ya desaparecido programa La última noche, de Cuarzo Producciones. Desde lo de Segarra yo estaba en silencio, ignorando todas las propuestas -que superaron la treintena- que me habían hecho durante los últimos años. Pero esta vez cedí. Y allí fui a contarles -por dinero- que no había otra posibilidad que la pena capital. Eran los primeros días de agosto de 2023. Y de allí me dirigí a Tailandia.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Fcb3%2Fc55%2F020%2Fcb3c55020a5704ff3c0110a71262dc24.jpg)
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Fcb3%2Fc55%2F020%2Fcb3c55020a5704ff3c0110a71262dc24.jpg)
El 7 de agosto, Daniel Sancho, finalmente, es recluido en la cárcel de la vecina isla de Koh Samui. A partir de ahí, tras los primeros enviados especiales, la afluencia de los medios fue impresionante. Al poco tiempo se detonó la segunda bomba: tras cambiar de abogado, se modificaron las dos primeras declaraciones en las que Daniel admitía que él había sido el autor material de los hechos.
*Joaquín Campos (Málaga, 1974) es escritor y reportero y reside en Asia desde 2007. Fue uno de los primeros periodistas en llegar a la isla de Koh Phangan para cubrir el asesinato y descuartizamiento del cirujano colombiano Edwin Arrieta a manos del joven español Daniel Sancho. Durante meses ha investigado y entrevistado a decenas de personas para dilucidar qué ocurrió excatamente el día del crimen, los meses previos y también después. El resultado es '
Siempre me llamó la atención que tras cometer semejante atrocidad Daniel no se fuera de la isla escopetado. La burda defensa argumentó, en sus muchísimos errores de bulto, que la razón era que Daniel no solo no cometió el asesinato, sino que, al dejar el pasaporte a la hora de alquilar la moto como garantía, se demostraba que jamás premeditó su acción. Como era de esperar, Carmen Balfagón (abogada de Daniel Sancho) no solo no había alquilado jamás una moto en Tailandia, sino que ni siquiera había preguntado por esta banalidad antes de meter la pata hasta el cuello. Porque resulta que, sin entregar el pasaporte -y hablamos de turistas que las alquilan por unos días-, ninguna de las incontables tiendas que rentan motocicletas a lo largo y ancho del país le habrían permitido a Sancho realizar su operación. De todos modos, tras desayunar, pudo haber ido a entregar su moto, recoger su documento y haber salido corriendo. Lo tenía fácil. Muy fácil. Habría cogido el primer barco -por la mañana salen a menudo-, y ya en Koh Samui habría comprado un billete en el primer avión a cualquier destino -los hay internacionales, como a Singapur, o hacia Bangkok-, y si hubiera sido el vuelo hacia la capital de Tailandia, desde allí salen casi cada cinco minutos aviones fuera del país, y todo eso asumiendo que la policía podía estar ya sobre su pista.