La novela de Günter Grass que estuvo años en un cajón es un cañón contra el capitalismo actual
Se publica 'La estatua', una maravillosa pequeña novela inédita del alemán. Hablamos por cuestionario con su secretaria personal Hilke Ohsoling: "A menudo me sorprende la actualidad de sus textos"
En agosto de 2003, Centroeuropa se achicharraba bajo una ola de calor mientras bullían las protestas contra la invasión en Irak que habían lanzado EEUU y Reino Unido (con apoyo español). En esas circunstancias, en Vogterhus, una casa estival en la isla danesa de Mon, el reciente Nobel alemán —se lo habían dado en 1999— Günter Grass (1927-2015) escribía entusiasmado una historia que le rondaba desde que en 2001 había esbozado unos primeros dibujos. El 5 de agosto terminaría la primera versión y el 13 la mecanografiada con su Olivetti. Después decidió guardarla en un cajón donde permanecería casi dos décadas hasta que su secretaria Hilke Ohsoling —sin ella Grass jamás hubiera sido el Grass que conocemos— la encontró y se la llevó a los archivos del escritor. No sería publicada en Alemania hasta 2022 y ahora acaba de hacerlo en España. Justo cuando se cumplirán diez años de su muerte.
La historia que había obnubilado al autor de El tambor de hojalata nos ha llegado bajo el título de
Aunque haya sido publicada dos décadas después de su escritura, no es baladí la fecha y el contexto internacional en las que fue escrita. Es algo que solía ocurrir con Grass, uno de los grandes relatores del siglo XX alemán con todo lo que ese siglo tuvo para Alemania y para él mismo: no pasaron de largo sus famosas memorias Pelando la cebolla en las que confesaba que había servido a las SS con 17 años. Al final, en realidad, no es tan difícil que salga un pasado nazi entre cualquier alemán en aquellos años. El nazismo caló en buena parte de la sociedad. El escritor pediría perdón tiempo después —era un crío y después siempre fue un simpatizante del SPD, el gran partido de centro-izquierda de la Alemania federal— pero aquellas memorias hicieron correr verdaderos ríos de tinta. Casi debería alegrarse de que no le tocaran los tiempos de las redes sociales.
La estatua también iba a constar en un principio como una parte de sus memorias. Al fin y al cabo comienza contando una gira que realizó el escritor junto a su mujer por la RDA comunista en los años ochenta (y con todas las dificultades para conseguir los permisos). Sin embargo, cuando se topa con la estatua de Uta de Ballenstedt (1000-1046) en la catedral de Naumburgo todo cambia. Ella fue una de las fundadoras (mecenas) de aquella iglesia en el siglo XI y su escultura, realizada en el siglo XIII por un maestro de nombre desconocido, es una auténtica maravilla: su rostro bellísimo podría ser el de una modelo o actriz de hoy en día. Su gesto también es hiper moderno. No parece del siglo XIII sino del XXI. De ahí que haya enamorado a tantas personas a lo largo de la historia. Hay dos grandes curiosidades en torno a Uta de Naumburgo: para los nazis se convirtió en el rostro de la mujer aria, alemana (y por eso muchas mujeres se llamaron Uta en los años treinta); Walt Disney la llegó a convertir en su modelo para la madrastra de Blancanieves.
A partir de ahí Grass empieza a sacar conclusiones y se adentra en el terreno de la fantasía. Elucubra que pueda ser una mujer sometida (también sexualmente) a su marido Ecardo II de Meissen que aparece junto a ella, un posicionamiento que en una conferencia solo le defenderá otro gran escritor enamorado de la estatua, el italiano Umberto Eco (el resto da el consabido argumento de que si el pasado y el presente no son iguales etc). Y así la historia se va tejiendo oníricamente con un encuentro a cenar con la estatua convertida en una chica joven que hace precisamente de estatua delante de iglesias (de Milán, de Palermo) o de grandes centros del capitalismo (la Bolsa de Fráncfort, el Deutsche Bank). Y ahí… pasará algo.
Pero no lo vamos a desvelar al lector. Al contrario, aquí van algunos datos más de cómo se gestó esta pequeña novela, en qué situación se encontraba en ese momento Günter Grass. Y lo hacemos de la mano de su secretaria, su gran mano derecha, Hilke Ohsoling, que nos ha respondido a este cuestionario:
PREGUNTA. ¿Dónde y cuándo encontró usted el manuscrito de La estatua?
RESPUESTA. Günter Grass trabajó con diferentes técnicas para el proyecto de La estatua. Yo conocí una litografía que fue impresa todavía cuando Günter Grass vivía. También hizo dos grupos de niñas de terracota, que fueron fundidas en bronce, y un solo grupo de terracota, un poco más grande, que también fue fundida en bronce y que se llama "Mujer con capucha alada". Descubrí que existen textos cuando hojeé página por página un volumen manuscrito de "Pelando la cebolla", ya que el manuscrito fue adquirido para la colección de la Casa Günter Grass en Lübeck. El volumen manuscrito también contenía una página mecanografiada por Günter Grass con su Olivetti. Busqué específicamente páginas adicionales de esta versión mecanografiada y las encontré entre los manuscritos de poesía en los que estaba trabajando Günter Grass en ese momento, es decir, en 2002/2003.
P. ¿Por qué se ha publicado diez años después de su muerte?
R. Primero leí el manuscrito y lo copié. Con este ejemplar, el miembro de la junta directiva de la fundación pudo convencer a Gerhard Steidl de que la historia debería publicarse. Así surgió la publicación única del cuento La estatua. No puedo asegurar que si el señor Grass hubiera vivido más hubiera querido imprimir el manuscrito.
La secretaria personal de Grass: "No puedo asegurar que si el señor Grass hubiera vivido más hubiera querido imprimir el manuscrito"
P. Usted conoció muy bien al escritor. ¿Qué pretendía exactamente con esta pequeña novela? La escribió en 2003, aquel fue el año de la guerra de Irak y solo habían pasado dos años del 11S…
R. A menudo tuve la impresión de que las historias en la imaginación de Günter Grass le salían como solas, sin querer. Porque si quería comunicar algo, pronunciaba un discurso o escribía un texto político. Pero, para él las novelas, las obras de ficción eran más bien como niños. De hecho, hablaba ocasionalmente de estar embarazado de un texto. Él decía que los cuidaba, pero al final la influencia es limitada. No obstante, si lees atentamente La estatua puedes aprender mucho sobre su autor. Como dejar que el personaje de Uta experimente muchas cosas en esta historia.
P. La he leído y para mí es una novela muy feminista contra el capitalismo. ¿Está usted de acuerdo?
R. Esa es una posible interpretación de este texto.
"Me encuentro con muchas personas que se preguntan qué opinaría Grass hoy. A menudo me sorprende la actualidad de sus textos"
P. Han pasado diez años de la muerte de Grass. ¿Cómo es el recuerdo que se tiene del escritor en Alemania? ¿Es muy leído?
R. En los últimos tiempos he comprobado que muchas personas se preguntan qué habría dicho Grass de acontecimientos actuales. Por supuesto, el trabajo de un artista se vuelve un poco más tranquilo cuando él ya no está presente. Sin embargo, a menudo me sorprende la actualidad de sus textos. El hecho de que ya existan varias traducciones de La estatua me hace sentir optimista sobre su figura. Además, también hay una segunda edición del volumen en Alemania. ¡Creo que ambos hechos pueden tomarse como prueba de que Günter Grass todavía es muy leído!
P. ¿Hay más manuscritos inéditos del escritor que podamos leer algún día?
R. Los manuscritos de Grass están disponibles en varios archivos: en Berlín, en Sulzbach-Rosenberg, en Göttingen y en Lübeck. Y sí, creo que es posible que más adelante se encuentren historias inéditas. No tendrán el alcance de una novela, pero sí como el de La estatua.
En agosto de 2003, Centroeuropa se achicharraba bajo una ola de calor mientras bullían las protestas contra la invasión en Irak que habían lanzado EEUU y Reino Unido (con apoyo español). En esas circunstancias, en Vogterhus, una casa estival en la isla danesa de Mon, el reciente Nobel alemán —se lo habían dado en 1999— Günter Grass (1927-2015) escribía entusiasmado una historia que le rondaba desde que en 2001 había esbozado unos primeros dibujos. El 5 de agosto terminaría la primera versión y el 13 la mecanografiada con su Olivetti. Después decidió guardarla en un cajón donde permanecería casi dos décadas hasta que su secretaria Hilke Ohsoling —sin ella Grass jamás hubiera sido el Grass que conocemos— la encontró y se la llevó a los archivos del escritor. No sería publicada en Alemania hasta 2022 y ahora acaba de hacerlo en España. Justo cuando se cumplirán diez años de su muerte.