No es 'Segundo Premio': la película rodada en Granada que retrata una gran catástrofe natural del siglo XX
Es una oda a una importante parte de la memoria cultural granadina
Se dice en Segundo premio, la reciente película de Isaki Lacuesta y Pol Rodríguez que también tiene Granada como protagonista, que aunque muchos creen que en Granada hay tanto artista por el agua de la sierra, en realidad es porque es la única ciudad del mundo que tiene nombre de bomba.
Zambra, la nueva apuerta del director José Sánchez-Montes, aborda otra manera de entender la explosión artística en la ciudad de la Alhambra, concretamente, en el Sacromonte, centrándose esta vez en personas que marcaron un antes y un después en el flamenco pero que, a causa de una gran catástrofe natural, no pasaron a la memoria colectiva con la magnitud que deberían.
Como indican el principio de la película, flamenco es una palabra con origen árabe que significa cante de trabajo. Algo especial sí que debe de haber en un barrio que se puso a cantar al compás de los martillazos de las fraguas, consolidando así un palo flamenco: el martinete. Y ese algo especial que existió, más antes que ahora, es lo que recopila Sánchez Montes en Zambra.
El director documenta, como el propio nombre indica, las zambras gitanas: unas fiestas y bailes que se incluían en el ritual de la boda. El Sacromonte y el Albaicín no habrían sido lo que son sin la aportación de la riquísima cultura y costumbres de sus vecinos gitanos, que hicieron del barrio un auténtico tesoro reconocido mundialmente. La película aborda también la cara oscura de este reconocimiento global: la gentrificación del barrio a manos de turistas extranjeros que piden silencio cuando los vecinos se juntan a cantar y bailar y que poco a poco están convirtiendo el barrio en un parque temático y alejándolo de su esencia.
Las riadas del 63
Sánchez - Montes repasa el crisol cultural que acogía el monte sacro de Granada durante el siglo pasado. Por una parte, con una voz muy reconocida en el mundo del flamenco granadino, el orihundo poeta granadino Curro Albaicín, que cuenta como fue crecer y criarse en el Sacromonte en el siglo pasado antes de la gran riada. Por otro lado, nos encontramos a Santi, hijo del célebre fotógrafo Jacques Leonard que pasó grandes temporadas fotografiando el Albaicín y el Sacromonte, fascinado por el realismo mágico que era el pan de cada día en este rincón.
Las riadas tuvieron lugar en 1963 y los más ancianos del lugar aún recuerdan como las lluvias fueron tan intensas y devastadoras que los cerros parecían andar. Las grandes lluvias arrasaron con las casas de miles de personas que abandonar sus hogares.
La catástrofe arrasó con una buena parte del entramado de caminos que comunican Granada con el Sacromonte. Lo que en las noticias se contaba como una catástrofe natural, fue también una hecatombe cultural en la que murió, en palabras de Curro Albaicín, una forma de vida. Una espectacular red de apoyo vecinal en la que se compartía todo: de la comida al flamenco (cosas que en el Sacromonte son necesarias casi por igual).
En esta película se recogen fragmentos filmados por el propio Sánchez - Montes en 1896, parte del espectáculo Recordando el camino, que da voz a multitud de bailaoras granadinas que eran auténticos iconos del Sacromonte y que fueron borradas del recuerdo con las riadas. De Ketama a Enrique Morente; y ahora, a Sánchez-Montes: este laberinto de caminos que llevan al monte sagrado ha inspirado a multitud de artistas. Las obras como Zambra, hacen que se mantenga en la memoria lo que el barro arrastró.
Se dice en Segundo premio, la reciente película de Isaki Lacuesta y Pol Rodríguez que también tiene Granada como protagonista, que aunque muchos creen que en Granada hay tanto artista por el agua de la sierra, en realidad es porque es la única ciudad del mundo que tiene nombre de bomba.