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Si dices "Lalachus" tres veces, se te aparece una vaquilla blasfema
La colaboradora de La Revuelta hizo promoción del Grand Prix con la imagen de la vaquilla en forma de estampita. El truco era promocional, pero rápidamente se vio como un gravísimo atentado a la moral del siglo XVI
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Apenas vuelvo de vacaciones y ya tenemos a los Abogados Cristianos y Hazte Oír gastando un poco del tiempo que sobra en los juzgados para denunciar un tema de vaquillas y estampitas del Sagrado Corazón. La judicatura tiene que estar encantada con esto. Imagínate que vives enterrado en papel y llegan estos buenos samaritanos a dejar sobre tu cruz unos cuantos folios más.
Todo esto por el especial de Nochevieja de TVE. Cito a San Ignacio Varela: "que se monte una pelotera sectaria por las uvas en la tele no es que estemos polarizados, es que estamos gilipollas". Así fue la noche: en Antena 3 exhibían vestidos confeccionados con calostro junto a un exgordo, en Telecinco no sé qué salía, en Canal Extremadura tampoco, y en Televisión Española ofrecieron a Broncano junto a una reivindicación contra la gordofobia hecha mujer. Cada cual decide quién le mete doce uvas por el gaznate.
El escándalo saltó por unos segundos de Lalachus, que es una de las dos colaboradoras femeninas fijas en lo de David Broncano. La otra es Valeria Ros, para mí mucho más graciosa, pero que al público del programa le parece una fulana de tres al cuarto. Cada vez que sale Lalachus, las redes se ponen XXL a base de elogios, mientras que cuando sale Valeria llega a trending topic a base de insultos.
Por qué una colaboradora es tan apreciada y la otra tan vilipendiada es algo que no comprendo, ni tampoco sé por qué David Broncano, quien encuentra tantos momentos para lo autorreferencial y siempre comenta cómo van las cosas alrededor de su programa, no ha tenido tiempo para apaciguar a sus seguidores y afearles el odio que vierten contra su colaboradora Valeria Ros. Será porque no la llaman gorda.
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Esta diferencia de trato a las dos colaboradoras del programa la remarco porque aquí no existe una ética y nada depende del qué, sino del quién. Como prueba, sin ir más lejos, la polémica de la que hablo.
Lalachus, durante las campanadas, hizo promoción del Grand Prix con la imagen de la vaquilla en forma de estampita del Sagrado Corazón de Jesús. El truco era promocional y en todo caso sacralizaba un programa de la cadena, pero rápidamente se vio como un gravísimo atentado a la moral del siglo XVI.
Saltaron a gritar "blasfemia" en las redes un montón de tipos a los que yo he visto, con nombres y apellidos, quejarse de que ya no se puede decir nada. También se dolían otros tantos que condenaron el ataque a Charlie Hebdo, porque la blasfemia siempre se ha tolerado según el credo.
Cada vez que sale Lalachús, las redes se ponen XXL a base de elogios, mientras que cuando sale Valeria llega a trending topic a base de insultos
Ahora hay quien dice que Lalachus es nuestro Charlie Hebdo, pero yo lo veo como mi amiga Rebeca Argudo. Cada época tiene sus arévalos y nuestro Arévalo del siglo XXI, como pasa con los refritos de Disney, es ahora una mujer de Fuenlabrada con sobrepeso. Como Arévalo, hace Lalachus un humor para el pueblo llano, y, por tanto, sobrecargado de todos esos tópicos que un día te hacen célebre y al día siguiente son caspa pura. En tiempos posmodernos, todo a la vez.
En fin, como reacción a estas iracundias, el mismo progrerío que ha promocionado la extensión de los delitos de odio o que ha convertido en crimen el dudar de las creencias de los demás sobre su identidad de género, hablaba de libertad de expresión y condena a los que condenan. Los sentimientos son importantes o dejan de serlo según la papeleta electoral que los acompaña.
Luego está la circunstancia de que hay gente que es católica y no se ofende por tonterías, de la misma forma que hay gente que es de izquierdas y no se ofende por tonterías. Pero estos parece que no cuentan. Mejor los camiones de ganado.
Yo soy favorable a herir todos los sentimientos, pero lo digo porque no tengo. La PSOE sumada dice ahora que es una prioridad eliminar del Código Penal los delitos de ofensa a los sentimientos religiosos, sin darse cuenta de que el Sanchismo es puro sentimiento religioso, y de que no existe hoy fe más ridiculizable que esta.
Cada época tiene sus arévalos y nuestro Arévalo es una mujer de Fuenlabrada con sobrepeso
Ninguna simpatía con quienes se ofenden por Lalachus. Sentimientos heriditos otra vez, sea como sea. Firmes creencias violentadas por la aparición de un chiste. Cuando parece que lo woke al fin retrocede y que los ofendiditos por un chiste de gitanos o un comentario machista pierden su capacidad para transformar su bilis en titulares de prensa incendiarios, llegan los otros a montar un pollo por una vaquilla.
Esto me lleva a pensar que la ofensa ni se crea ni se destruye, solo se transforma. A medida que un grupo adquiere preponderancia y poder, sus gilipolleces y sentimientos heridos ocupan más espacio mediático. Es así de simple. Y me viene muy bien, porque ya tengo el trabajo hecho. Solo tengo que reciclar todos los artículos que hice contra los políticamente correctos para adaptarlos a los religiosamente correctos o los patrióticamente correctos.
En esto me parezco a los pajilleros de la indignación: prefiero cobrar y no trabajar en vez de esforzarme con algo creativo.
Apenas vuelvo de vacaciones y ya tenemos a los Abogados Cristianos y Hazte Oír gastando un poco del tiempo que sobra en los juzgados para denunciar un tema de vaquillas y estampitas del Sagrado Corazón. La judicatura tiene que estar encantada con esto. Imagínate que vives enterrado en papel y llegan estos buenos samaritanos a dejar sobre tu cruz unos cuantos folios más.