Así fueron los últimos días de los habitantes de Pompeya: caos y desesperación por culpa del Vesubio
Nadie podía presagiar lo que estaba a punto de ocurrir, pero la erupción del Vesubio borró Pompeya del mapa
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- La persona "más desafortunada de Pompeya" no murió como se creía: un estudio resuelve el misterio 2.000 años después
- No, no fue solo la erupción del Vesubio lo que destruyó Pompeya (y este esqueleto es la prueba)
En octubre del año 79 d. C., los habitantes de Pompeya despertaron a un día que parecía normal, sin imaginar que sería el último para muchos de ellos. La ciudad, ubicada cerca del Vesubio, había experimentado temblores leves en los días anteriores, pero nadie imaginó el peligro que se avecinaba. Para mediodía, un rugido atronador marcó el inicio de la erupción, con una columna de gases y cenizas que se alzó varios kilómetros en el cielo. El caos comenzó a apoderarse de las calles mientras las primeras piedras pómez empezaban a caer, generando pánico entre los ciudadanos.
Algunos pompeyanos optaron por refugiarse en sus hogares, creyendo que estarían a salvo. Esta decisión, sin embargo, resultó mortal cuando los techos comenzaron a ceder bajo el peso acumulado de los materiales volcánicos. Otros intentaron escapar por las calles abarrotadas o buscar refugio en templos y edificios públicos, pero pronto quedaron atrapados. En el foro, trabajadores de una panadería fueron sorprendidos en pleno trabajo, dejando un horno lleno de pan carbonizado que sería descubierto siglos después como un testimonio silencioso de aquel día fatídico.
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Al caer la noche, el desastre alcanzó su clímax. Las columnas eruptivas del Vesubio colapsaron, liberando nubes ardientes de gases y cenizas que descendieron a gran velocidad, destruyendo todo a su paso. Estas nubes, conocidas como flujos piroclásticos, alcanzaron temperaturas extremas, incinerando a quienes no habían logrado huir. En la ciudad vecina de Herculano, las altas temperaturas causaron la muerte instantánea de sus habitantes, mientras que en Pompeya, las excavaciones revelan intentos desesperados de personas y animales por escapar.
En las primeras horas del 25 de octubre, nuevas oleadas de nubes piroclásticas acabaron con cualquier posibilidad de supervivencia. Las construcciones de la ciudad, ya debilitadas, se desplomaron, enterrando a los últimos habitantes bajo toneladas de ceniza. Para el atardecer, Pompeya había desaparecido por completo del mapa, sepultada bajo una capa volcánica que la conservaría intacta durante siglos. Aunque la ayuda llegó relativamente rápido, fue insuficiente para rescatar a los supervivientes, dejando un saldo devastador en la región.
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Los restos arqueológicos encontrados en Pompeya ofrecen un retrato conmovedor de sus últimos momentos. Cuerpos petrificados por las cenizas revelan las posiciones de quienes intentaron escapar, buscar refugio o proteger a sus seres queridos. Las calles, templos y casas quedaron congelados en el tiempo, brindando a los arqueólogos una oportunidad única para reconstruir la vida cotidiana y los instantes finales de una ciudad romana en medio del desastre.
Gracias a los relatos de Plinio el Joven, quien presenció la erupción desde Miseno, se conserva un testimonio directo de los eventos. Su descripción del cielo oscurecido por la ceniza y el caos en Pompeya ha sido fundamental para entender el impacto de la tragedia. A lo largo de los siglos, el estudio de Pompeya no solo ha desentrañado detalles sobre la erupción, sino también sobre la sociedad romana de la época, preservada en un momento de vida y muerte.
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En octubre del año 79 d. C., los habitantes de Pompeya despertaron a un día que parecía normal, sin imaginar que sería el último para muchos de ellos. La ciudad, ubicada cerca del Vesubio, había experimentado temblores leves en los días anteriores, pero nadie imaginó el peligro que se avecinaba. Para mediodía, un rugido atronador marcó el inicio de la erupción, con una columna de gases y cenizas que se alzó varios kilómetros en el cielo. El caos comenzó a apoderarse de las calles mientras las primeras piedras pómez empezaban a caer, generando pánico entre los ciudadanos.