El motivo por el que no puedes sacarte el 'Burrito Sabanero' de la cabeza: no es un villancico
El éxito navideño de los últimos años esconde casos de explotación y un secreto: un ritmo poco habitual que hace que queramos escucharla una y otra vez
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Todas las versiones del Burrito Sabanero que hay en Youtube suman más de 1.600 millones de reproducciones. Esto la sitúa entre las veinte canciones más escuchadas de la plataforma, a una distancia sideral de otros villancicos en español como Noche de Paz, que no llega a los 600 millones, o Los peces en el río, que se quedan en 200.
¿Cómo ha conseguido un villancico venezolano arrasar con los clásicos navideños del mundo hispanoparlante? La respuesta corta: porque no es un villancico.
Para la respuesta larga hay que irse hasta Caracas, concretamente al Coro Infantil Venezuela. En 1975, el músico Hugo Blanco, popular en España por su otro éxito, Moliendo café, volvió a acudir al grupo para que cantasen su villancico, Burrito de Belén. Lo había intentado tres años antes, junto al folclorista Simón Díaz, pero no había tenido el éxito esperado. Blanco estaba convencido de que, al ser una canción navideña, lo propio es que el vocalista fuera un niño.
"Pero no querían a todos los niños, sino que hicieron una pequeña selección de voces que se llamó La Rondallita", recuerda Aguasanta Márquez, directora del coro. "Eran una decena de niños con un vocalista, Ricardo Cuenci, que contó con los arreglos de Raúl Cabrera, el fundador de nuestro coro".
Éxito instantáneo. Aquella versión lo cambió todo: lanzó la carrera musical de La Rondallita, que llegó a tener hasta cuatro formaciones y grabar varios discos, y del coro, que empezó a sonar en las radios de todo el país. "El burrito es una bendición para nuestro coro. Nos ha hecho el más conocido de todo Venezuela y en ocasiones hemos podido incluso hacer giras internacionales, sobre todo a Puerto Rico, donde son unos fanáticos del Burrito de Belén", explica Márquez.
Los niños explotados
El niño Ricardo Cuenci, que tenía 8 años cuando grabó el burrito, nunca ha podido separarse de él. Hoy, con 57 años, recuerda aquellos años con dolor. "Fuimos niños explotados. Nos hicieron subir en avión, cuando todos le teníamos miedo, hicimos giras por muchos países con cientos de actuaciones... incluso teníamos que vender los discos por la calle, parando a la gente, y no llegábamos a los diez años".
Como tantas otras bandas infantiles de los 70 y los 80, los niños de La Rondallita fueron víctimas de una discográfica que se aprovechó de la necesidad para no retribuir su trabajo: "Estuve años con La Rondallita. Jamás firmé un contrato ni recibí un bolívar. ¡Cómo se nos iba a ocurrir! Éramos niños, no necesitábamos nada", dice Cuenci desde Caracas.
La Rondallita llegó a llenar estadios en Puerto Rico, República Dominicana y Estados Unidos. En aquellas giras coincidió con bandas análogas como Parchís o Menudo, liderada por un Ricky Martin preadolescente. De hecho, a Cuenci le llegaron ofrecer entrar en Menudo, que aún sigue publicando discos: "Yo era muy niño, no sabía ni lo que me estaban diciendo. ¿Se imagina que hubiera aceptado? Quizá ahora todavía estaría grabando y cantando, que es lo que siempre he querido", lamenta Cuenci.
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Se da la paradoja que su versión del Burrito acumula miles de millones de reproducciones en todas las plataformas y no para de sonar en la radio, pero ni él ni sus compañeros han visto un bolívar por ello, ni siquiera en concepto de royalties. En diciembre de 2022, Cuenci fue invitado al canal de Youtube Cata Musical, muy popular en Venezuela, para pedir ayuda. El que fue niño favorito del país, atraviesa problemas económicos y está desesperado por volver a la música después de haber probado en distintos oficios e incluso pasar por prisión.
El mensaje caló en la población, que está donando dinero para que Cuenci grabe un disco. Su caso también ha llegado al poder político: "Me he reunido una vez con el ministro de Cultura, Ernesto Villegas, que me ha prometido ayudarme en lo que le sea posible. Le hice entender que fuimos unos niños explotados y, poco a poco, voy a intentar que todos los miembros de La Rondallita seamos compensados", indica Cuenci.
El mundo se rinde a la orquídea
Tras conquistar Puerto Rico y República Dominicana, el Burrito Sabanero de Cuenci y La Rondallita llegó a Colombia y México. De ahí saltó a Estados Unidos y el resto de latinoamérica, donde ha sido versionado por artistas de la talla de Elvis Crespo, Juanes o Carlos Baute. A España llegó hace unos años, pero no ha sido hasta estas navidades que ha terminado de explotar el fenómeno, en parte por la versión que acaba de lanzar David Bisbal y que interpretó esta semana en la Puerta del Sol junto a la presidenta Ayuso. Sorpresa: todo el mundo se sabía la letra.
En Venezuela se sienten orgullosos de que este tema haya traspasado fronteras, ya que hace referencia a dos elementos tradicionales. "Habla de la Gran Sabana, que es una joya natural que está al sur del país, y al cuatrico, un instrumento presente en la música folclórica del país", dice Aguasanta Márquez. El cuatrico, diminutivo de cuatro, es un instrumento venezolano de cuatro cuerdas, similar a una guitarra pero algo más pequeño. "El cuatro se utiliza para acompañar en la mayor parte de los género de la música venezolana, como el joropo, el vals, el merengue... está presente en todo el país, es la base armónica de la música tradicional", explica desde Venezuela el músico y profesor Alis Cruces. "La mención en el Burrito es entrañable, porque dice que se lleva su cuatrico en el burro para cantar villancicos".
"Pero es que el Burrito de Belén, por letra, es un villancico, pero no sigue las estructuras musicales de los aguinaldos, que es como aquí llamamos a los villancicos", afirma Aguasanta Márquez, "El Burrito es lo que aquí llamamos una orquídea, un estilo musical que utilizó mucho Hugo Blanco y que resulta mucho más pegajoso que el de los aguinaldos de siempre".
En 2021, la revista norteamericana Billboard incluyó al Burrito Sabanero dentro de su lista de las 100 canciones más famosas de la Navidad en el mundo. Todo un hito, en tanto que Billboard no suele encontrar hueco para canciones que no estén interpretadas en inglés. La revista destacaba del Burrito, sobre sus demás virtudes, "el ritmo galopante de la composición".
La culpa es de un ritmo tradicional, la orquídea, que nos rompe los esquemas. Es un villancico que te invita a bailar, algo distinto a todos los que conocemos. "La orquídea es un ritmo muy alegre, en efecto muy pegajoso, ese es el secreto de su éxito", explica Alis Cruces. "A este ritmo también lo conocemos como la salsa venezolana y es un compás binario que puede ser en 2/4 y en 4/ lo hace fácil de medir y fácil de bailar, lo que no es habitual en un aguinaldo. Es uno de los ritmos que más adeptos han ganado en los últimos años, está de moda".
"¡Y el tuki tuki del coro!", dice Aguasanta. "Eso fue un arreglo que se hizo en nuestra versión y que ha funcionado de maravilla, todas las versiones lo tienen, porque hace la canción aún más pegajosa". Por último, Cruces le da la razón a Hugo Blanco: "El hecho de que fuera una canción grabada por niños hizo que llegase a todos los colegios del país. Recuerdo haber aprendido la canción desde muy pequeño, todos los venezolanos hemos crecido cantándola".
Antes de acabar de escribir este reportaje, Ricardo Cuenci envía un mensaje desde Venezuela. "Dígale a sus lectores que voy a lanzar una nueva canción basada en el Burrito Sabanero que saldrá en pocos días. Dígales que Ricardo Cuenci no estaba muerto, solo de parranda". Dicho queda.
Todas las versiones del Burrito Sabanero que hay en Youtube suman más de 1.600 millones de reproducciones. Esto la sitúa entre las veinte canciones más escuchadas de la plataforma, a una distancia sideral de otros villancicos en español como Noche de Paz, que no llega a los 600 millones, o Los peces en el río, que se quedan en 200.