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Este es el autor de 2024 con su épica de la Guerra Civil: "La escribí porque nadie me la enseñó"
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Entrevista

Este es el autor de 2024 con su épica de la Guerra Civil: "La escribí porque nadie me la enseñó"

David Uclés es un chico de Jaén de 34 años que ha escrito 'La península de las casas vacías', uno de los grandes libros de este año que también ha funcionado muy bien en ventas. "No es un panfleto político, es la radiografía de un momento"

Foto: David Uclés mientras trabajaba en 'La península de las casas vacías' con todas las anotaciones en la pared. (Cedida por la editorial)
David Uclés mientras trabajaba en 'La península de las casas vacías' con todas las anotaciones en la pared. (Cedida por la editorial)

Hasta los 29 años, David Uclés (Úbeda, 1990) se ganaba la vida en la calle como músico. Cantaba chansón francesa con su acordeón y se paseaba por las calles de París, Toulouse, por Alemania, por Galicia… Había estudiado traducción, había intentado ejercer como profesor en colegios, pero no había funcionado. Además, en él latía también el alma de un escritor, del creador de una épica gigante: contar toda la guerra civil española con el estilo del realismo mágico más europeo, ese que está más cercano a un José Luis Cuerda que a un Gabriel García Márquez.

A ello se dedicó con denuedo desde los 19 años. A los 21 había escrito 500 páginas. La registró en el Registro de la Propiedad Intelectual, la envió a editoriales. No le contestaron. Fue un no tras otro. Pero nunca dejó el proyecto. Nunca dejó de reescribir la novela. La aparcaba, hacía otras cosas y volvía meses después. Y así durante quince largos años mientras su padre andaba cada vez más enfadado con él. "Me decía que estaba tirando mi vida por la borda", cuenta Uclés. Todo cambió con casi 30 años. Le dieron dos becas, la Leonardo y la Montserrat Roig. Y ahí decidió no parar de escribir, lo que saliera y como saliera. Y lo que surgió fue el novelón La península de las casas vacías (Siruela) casi 700 páginas que exploran la guerra con un ritmo y un estilo novedoso que hace que no puedas parar de leer. Es una de las grandes novelas de este 2024 y la ha escrito un chico de Jaén. Tres lustros han merecido la pena para tenerla en nuestras manos. Casi al final de este año hablamos con él por teléfono sobre esta gran historia.

PREGUNTA. La novela es, paradójicamente, una historia muy triste, pero llena de belleza.

RESPUESTA. Cartarescu decía que en el horror, el drama, también hay mucha belleza y opino igual. En la tragedia y el drama se puede pintar de una manera lírica y es lo que he intentado aquí con la guerra.

placeholder 'La península de las casas vacías', de David Uclés. (Siruela)
'La península de las casas vacías', de David Uclés. (Siruela)

P. El estilo es un enorme hallazgo que me recordaba muchísimo no al realismo mágico de García Márquez que a mí no me gusta mucho y no tiene nada que ver sino a Amanece que no es poco, de José Luis Cuerda. Es un absurdo muy español.

R: Sí, sí, mucha gente me ha dicho que si Cuerda estuviera vivo haría la película. Como una novela que quiere abarcar un mundo y encerrarlo en el mismo tomo hay amor, sexo, cocina, antropología y humor. Y el humor que tiene es el que a mí me hace gracia. Y creo que también es muy nuestro. De vez en cuando un toquecito de humor equilibra el drama. Pero el realismo mágico es mi estilo. Me gusta coger una imagen que reconoce el lector, desmontarla y volver a montarla de forma diferente, pero que se siga reconociendo.

P. Mientras leía la novela pensaba que esto ya no se ve tanto porque nos tomamos todo muy en serio… Tú te has atrevido a darle humor a la tragedia y en el fondo es que así es también la vida, ¿no? Pero nos hemos vuelto todos muy serios contando las cosas...

R. Sí, mucho más. Hay mucha corrección política, quizá en exceso y más individualización. Por muchas circunstancias somos una sociedad que hemos desaprendido a reírnos de nosotros mismos. Y eso siempre ha sido algo inmanente en el carácter español y se ha perdido un poco.

P. Me recordaba también a un tipo de literatura del siglo XX que tenía ese humor. Ahora la literatura es seria, melodramática, telenovelesca.

R. Supongo que tiene ecos del siglo XX porque mis grandes escritores son de ese siglo ya que aúnan una estructura clásica. En este caso mi novela puede ser una épica. Pero también apuesta por la construcción, como decía Muñoz Molina, que le gustaba este proyecto porque quería coger la empresa antigua de los escritores de encerrar un mundo como hizo Proust, por ejemplo. Y es verdad que este último año ha habido mucha autoficción, sin menospreciarla, pero son ejercicios diferentes. Aquí tienes que construir un andamio completo, una estructura compleja más parecida a las novelas clásicas que a las modernas. Y en una época fluida y líquida como decía Bauman, que el lector se pare a leer un libro de 600 páginas a mí me hace muy feliz. Es una lectura de otro siglo.

"Hay mucha corrección política e individualización. Somos una sociedad que ha desaprendido a reírnos de nosotros mismos"

P. Y también me parece mucho más europea que latinoamericana. Bueno, es que no me parece nada latinoamericana. Es bastante europea.

R. Toda la razón. Cuando me hablan de García Márquez… es que no tiene nada que ver con eso, no se parece en nada, pero a Günter Grass muchísimo.

P. Sí, justo, es muy alemana. Tiene también cosas de Alfred Döblin y su Berlin Alexanderplatz

R. Sí, sí, porque la fantasía europea lo que ha hecho es coger una herida reciente de su país, narrarla con tintes oníricos, pero se reconoce la herida. Cuando lees Un lugar llamado antaño, de Olga Tokarczuk o Hijos de la medianoche, de Rushdie, aunque sea asiático, pero cogen un conflicto de su país y lo pintan de una manera fantástica, mientras que el realismo mágico latinoamericano es más barroco…

P. Sí, más colorido, florido, tropical…

R. Y no conectamos tanto quizá por no ser nosotros latinos… Me alegra cuando comparan esta novela con las europeas.

P. Para mí es totalmente europea. Y yendo a la temática, la Guerra Civil. Además, la novela no empieza exactamente por la guerra sino por una tragedia horrible que ya te deja el cuerpo frío y piensas, uf, dónde me voy a meter…

R. Ejerce de símil de lo que se va encontrar luego el lector, que es un país que va nacer muerto, una dictadura que ya nació muerta. Es como el destino que le llega a la familia, que todo se va a pintar de negro. No te hago espoiler, pero empieza y termina con un parto así que también tiene una cosa elíptica también, muy del Ulises, de Odiseo, de ir y volver.

P. Y predispone al lector a un cierto ánimo al coger la novela, porque se va a encontrar con muchos horrores de golpe. Las cosas parece que están normales y, de repente, a alguien que no te esperabas le pasa algo muy grave.

R. Es que así es la vida. Mira lo de Marisa Paredes, que estábamos todos en shock porque ha sido de la noche a la mañana. Y yo no podía hacerlo de otra manera porque la guerra, la vida entonces… era así. Los hijos se morían muy fácilmente. Una madre tenía que tener diez para que le sobrevivieran cinco. Entonces que muriera un recién nacido o un niño pequeño era normal. Hemos cambiado mucho también como sociedad y en ese sentido para bien.

"Con esta novela hace 20 años me hubieran crucificado, a pesar de que yo he retratado los hechos históricos con mucha honradez"

P. Entremos en la temática: la guerra civil. ¿Le tenías respeto al tema? Porque todavía en este país se hace algo sobre la Guerra Civil y hay revuelo…

R. La verdad es que estoy muy sorprendido y feliz de cómo todos los medios me han tratado. Y quienes han reseñado el libro lo han hecho de forma positiva. Yo me esperaba que no fuera así. Así que dice mucho del país porque no se han quedado con el árbol sino que han visto el bosque. El libro tiene mucho de antropología, de humanidad más que centrarse solo en la diatriba política como hasta ahora se estaba haciendo. Lo que pasa es que hay grupúsculos aislados muy polarizados que hacen mucho ruido. Y luego los cuatro representantes de estos que tenemos en el congreso que la utilizan como arma arrojadiza. Pero yo en la sociedad no veo esa polarización, entre mis amigos no la veo. Y creo que es debido a que han pasado 80 años. Los historiadores dicen precisamente que a partir de esa cifra la sociedad empieza ya a poder hablar de ese problema. Incluso si no está enterrado, como es nuestro caso. Yo creo que ha sido eso. Esta novela hace 20 años me hubieran crucificado, a pesar de que yo he retratado los hechos históricos con mucha honradez.

P. De hecho, igual que te sale la matanza de Badajoz, sale Paracuellos. O los asesinatos en la cárcel Modelo de Madrid.

R. Y en el pueblo se sufre por lo que hacen los anarquistas. La novela refleja todas las barbaries de todos los colores. No soslayo nada. Luego ya que el lector haga su balance, que vea de qué lado se cometieron más injusticias y por qué valores y moral luchó cada bando. Para eso ya el lector, que es muy inteligente, no me necesita a mí. Yo quería hacer la función de un fotógrafo. Mostrar mucho, pero juzgar poco. La novela no es un panfleto político, es la radiografía de un momento. Por lo menos es lo que he intentado.

placeholder El escritor David Uclés posa en la Plaza del Pósito de Jaén. (EFE/José Manuel Pedrosa)
El escritor David Uclés posa en la Plaza del Pósito de Jaén. (EFE/José Manuel Pedrosa)

P. Pero, ¿qué hace un chico nacido en 1990 escribiendo sobre la Guerra Civil? ¿No era un tema pasado ya? O de generaciones anteriores…

R. No era mi propósito. Yo quería escribir un Macondo íbero, la intrahistoria de mi familia durante los años treinta porque mi abuelo me contaba historias que ocurrían en su infancia. Pero siete años después de empezar dije, esto no te lo publica nadie, haz lo que tú quieras. Y pensé, voy a investigar qué pasó durante la guerra y cuando empiezo a leer ensayos, digo, pero madre mía, si pasaron tantas cosas que en sí ya son realismo mágico… Así que a mitad de camino me vino la idea ambiciosa de decir: no tengo editor, no me espera nadie, no hay ninguna novela que cuente toda la guerra de este país… pues hazla tú, que no tienes prisa.

P. ¿Se hablaba de la guerra en tu casa?

R. No, porque no había nada de lo que hablar. No había ninguna ley del silencio como en otras familias porque no tuvimos ningún trauma que debiéramos heredar, que sepamos. Y simplemente no se hablaba porque en los colegios no se le enseñó a mi madre, ni a mí ni a mi hermana por lo tanto no se hablaba. Yo la primera vez que me puse a leer sobre la guerra fue a los 25, 26 años. Y fue por voluntad propia porque nadie me lo había enseñado. Y me interesaba porque es un tema que sigue candente.

"La novela refleja todas las barbaries de todos los colores. No soslayo nada. Luego ya que el lector haga su balance"

P. Estamos en un año en el que hay obras de teatro, hay películas, tu novela… La Guerra Civil, además, creo que con perspectivas diferentes a lo que se ha hecho otras veces. Tu misma novela con esa pátina del realismo mágico lo es. Como si hubiera una conversación distinta sobre la guerra.

R. Sí, sí, 1936… Mira, lo que yo he investigado es que de la Guerra solo se habló en zonas muy, muy de izquierdas. En el País Vasco, por ejemplo, sí hubo escuelas que la enseñaron, pero por norma general no se enseñaba. Y en muchas familias imperó la ley del silencio porque los bisabuelos y abuelos lo pasaron tan mal… es que era un trauma y no querían. Tenían miedo. Y no olvidemos que luego hubo 40 años en los que imperó el miedo hasta el final. Hasta una semana antes de morir Franco hubo una orden de cinco fusilamientos. Que muchas veces pensamos que en el tardofranquismo no hubo muertos y sí, hubo mucha represión y censura. Y ese miedo lo heredamos hasta 1975, y más, hasta el inicio de la democracia. E incluso en la democracia hubo un Golpe de Estado. Que no habíamos salido de una y nos íbamos a meter en otra.

P. Volviendo al libro, en tu novela es muy interesante la voz del narrador porque los personajes hasta hablan con él.

R. Tampoco era consciente… No estaba preparado. Fue surgiendo. Y lo necesitaba porque narrar toda una guerra con tanta batalla si no hay un narrador que se manifiesta y que le dice al lector, oye, que la Batalla del Ebro te la cuento yo, o las Trece Rosas, que ocurrieron en el 40, te lo cuento antes para que lo conozcas… Es un narrador que me ha permitido eso y pasármelo bien porque hablo con Franco, con Unamuno o con los personajes… Si son 15 años de trabajo por lo menos que me lo pasara bien porque tampoco sabía si iba a publicar todo esto. Hace un año pensaba que esto se quedaba en el cajón para siempre.

P. Y fíjate dónde estamos hoy. Por cierto, leyendo el libro se ve una España realmente polarizada, muchísimo más que hoy en día. Había muchísima gente afiliada a partidos políticos, organizaciones sindicales.... Después de todos estos años de trabajo, ¿qué España es para ti esa que acabó abocada al 36?

R. Había un crisol de muchísimas ideologías diferentes. No solo izquierda y derecha. Había bastante de centro. Y mucha más polaridad que hoy en día. Hoy no hay porque estamos mucho más individualizados y no nos movilizamos políticamente ni nos manifestamos ni nada. Eso era más positivo antiguamente. Lo malo es que al final si lo resumes mucho las ideas políticas se pueden resumir en dos, los ricos y los pobres. Y entonces los ricos eran muy ricos y muy pocos y los pobres eran muy pobres y muchos. Ahora lo hemos equilibrado porque hay una clase media que es la mayoría en el país, pero hasta llegar ahí en todos los países pasa algo. Y en nuestro caso tuvimos un Golpe de Estado, una Guerra Civil y una dictadura.

"Entre el capitalismo, la individualización y la clase media no pasará una guerra, pero si hay una quiebra internacional a ver qué ocurre"

P. Hay quien dice que ahora en España sería difícil un conflicto porque pese a la polarización y trifulcas hay una mayoría que vive bien o al menos sin gravísimos problemas de pobreza. Cosa que no ocurría en los años treinta.

R. Claro, entre eso, el capitalismo, la individualización filosófica y la clase media no va a pasar una guerra. Ahora, si quiebran Europa, EEUU puede que haya un declive internacional y cada país sacará sus propios fantasmas. Ahí no me extrañará que haya conflictos de tipo civil. No una guerra, pero sí que las cosas que no se solucionan pues luego se utilizan como arma arrojadiza. Y en este país somos muy dados a hablar sin conocer y a querer tener razón sin saber del tema en lugar de escuchar al que sabe un poco más. No me extrañaría que algún conflictillo hubiera a futuro si hay un declive a nivel internacional, pero no una guerra.

P. Tú has contado la guerra muy a estampas, a viñetas. Es líneal y no lo es.

R. Es muy visual, se podría leer casi cualquier episodio suelto y cualquier lector lo podría disfrutar. Yo soy un escritor de imágenes y por eso estoy deseando que algún cineasta me proponga la adaptación porque creo que en este caso no sería tan complejo. En eso sí que me separo de los escritores del siglo XX porque estos lo que hacen es desarrollar muy bien los personajes, pero yo no, te los pongo ahí y no te digo ni cómo piensan ni cómo sienten a priori sino que lo vas a ir descubriendo. Y eso es lo que hace el cine. Soy hijo de tiempo y hoy en día la atención la tenemos más corta y unos episodios de tres páginas son más asequibles que uno de veinte en el que te cuento cómo piensa Odisto [el protagonista]. También me ayuda fragmentar la novela porque narrar tres años enteros de un país si no los fragmentas mucho me pierdo hasta yo.

placeholder El escritor David Uclés en Jaén (EFE José Manuel Pedrosa)
El escritor David Uclés en Jaén (EFE José Manuel Pedrosa)

P. Por último, tu novela también lanza un mensaje a aquellos adolescentes y jóvenes que están comprando el discurso de la dictadura buena…

R. Hay una cosa que les pasa a los adolescentes que se llama anomia, que es un concepto filosófico que consiste en que a la vida eres tú el que tiene que buscarle un sentido… Y muchos jóvenes lo que hacen es apuntarse a un equipo de fútbol o grupos de música, tribus urbanas, un ideal político… Los adolescentes tienen mucho de eso. Y, por desgracia, somos un país que podría ser más lector todavía. Y hay personas que no han leído, que no tienen el razonamiento crítico o empatía hacia el otro… y se agarran a cosas para fortalecer su pobre identidad. Y estos grupúsculos explotan esto. Ellos construyen su identidad a base de destruir la del contrario. Y siempre va a haber gente así, lo que hace falta es que las instituciones sean fuertes y no permitan que tengan representación política y se prohíban.

Hasta los 29 años, David Uclés (Úbeda, 1990) se ganaba la vida en la calle como músico. Cantaba chansón francesa con su acordeón y se paseaba por las calles de París, Toulouse, por Alemania, por Galicia… Había estudiado traducción, había intentado ejercer como profesor en colegios, pero no había funcionado. Además, en él latía también el alma de un escritor, del creador de una épica gigante: contar toda la guerra civil española con el estilo del realismo mágico más europeo, ese que está más cercano a un José Luis Cuerda que a un Gabriel García Márquez.

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