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Las cinco mejores obras de teatro de 2024: de la Guerra Civil española a una dacha en Rusia
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Las cinco mejores obras de teatro de 2024: de la Guerra Civil española a una dacha en Rusia

'1936', de Andrés Lima, cumplió con las expectativas, y el 'Vania x Vania', de Pablo Remón, nos arrasó. Temporada de obras larguísimas y mucha, mucha guerra

Foto: Javier Cámara en 'Vania 2', una de las grandes obras de este año (Teatro Español)
Javier Cámara en 'Vania 2', una de las grandes obras de este año (Teatro Español)
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El final de año guardaba una de las obras más esperadas, y las cumplió expectativas. 1936, de Andrés Lima, ha sido uno de los montajes del año para los grandes aficionados al teatro, tanto por la parte más formal y escénica como por el texto y la argumentación. Y sí, un tema (increíblemente) provocador. Pero para eso está el teatro.

Tuvimos también otra gran apuesta hacia marzo con la tour de force de Pablo Remón con Vania x Vania, el doblete de la versión que hizo de Tío Vania de Chéjov. Y le salieron las dos redondas. Una más paródica y humorística, la otra más desnuda y más chejoviana, pero las dos para pasar una excelente tarde —otras cuatro horazas, este ha sido el año de las obras larguísimas— de teatro.

La Compañía Nacional de Teatro Clásico nos deslumbró con los alevines de La Joven Compañía, que en realidad de alevines nada, y estrenaron El monstruo de los jardines, de Calderón de la Barca con una versión de Iñaki Rikarte pacifista, musical, sesentera y muy simpática. El verso entraba como el agua. Y sí, otra obra sobre las guerras, la testosterona y sus fatales consecuencias. Este año ha habido —hay— muchas guerras.

Este ha sido el año de las obras larguísimas (las tres horas ya son casi normales) y mucha, mucha guerra

Esta lista se cierra con una gamberrada. Las que monta siempre el Club Caníbal con sus radiografías sobre lo más cutre, corrupto y chusco de esta España nuestra. En Instrucciones para sobrevivir en lo oscuro le daban a la Corona, la Iglesia y los políticos populistas. Nada que no veamos cada día. Zafiedad en estado puro.

Se quedan fuera porque no son de este año otros enormes montajes que hemos tenido la suerte de que fueran recuperados, como Breve historia del ferrocarril español, que se merecería ir de una vez a una sala grande; y los clásicos de Kulunka como André y Doriné, Solitudes y Forever. Son cuatro obras gigantescas.

Por cierto, todo lo que hay aquí son producciones de teatros públicos (estatales y madrileños):

1. '1936', de Andrés Lima (Centro Dramático Nacional)

Llegó con una expectación enorme. Días antes de su estreno, a finales de noviembre, ya estaban todas las entradas agotadas. Tenía muchas aristas golosas. Por un lado, la temática: la Guerra Civil, la República en manos de Andrés Lima y con otros dramaturgos como Albert Boronat, Juan Mayorga y Juan Cavestany. Aires de Animalario. Por otro, el elenco, encabezado por actores muy reconocidos por el público, pero también por la crítica como Blanca Portillo, Willy Toledo y Alba Flores.

Y las expectativas se cumplieron. Lima ha creado una obra orgánica, holística, trágica, total de la guerra centrándose sobre todo en cómo se acabó con la República. El espectador vive un auténtico viaje de cuatro horas hacia el final de una noche que nunca llega. Porque Lima, como no podía ser de otra manera conociendo su trayectoria, también deja el mensaje político: esto no se acabará hasta que los muertos salgan de las cunetas y sean bien enterrados por sus familiares. Es la gran obra del año y está bien que así sea.

2. 'Vania 2', de Pablo Remón (Teatro Español/Matadero)

La obra (junto con su primera versión, que también aparece en esta lista) con la que se ha consagrado definitivamente Pablo Remón. Esta versión del clásico de Chéjov, Tío Vania, recrea muy bien ese hastío vital y el dolor del desamor del que ya habló el ruso hace más de cien años. Porque hay sentimientos, emociones y vivencias que nunca cambian ni lo harán.

Remón imprime muchísimo humor en esta dramedia realista —mucho más realista que sus anteriores obras— y algo paródica cuyo peso lleva con increíble fuerza Javier Cámara (que también está estupendo) en esa dacha rusa no lejos de San Petersburgo (de un pueblo castellano). Y no le van a la zaga Israel Elejalde, Manuela Paso, Juan Codina, Marta Nieto y Marina Salas. Otro reparto de superlujo. Una versión magnífica de una obra que aborda la vida, esa que pasa, nos guste o no y que, como le dice el médico a Iván/Vania, no vamos a tener otra, por mucho que queramos. Así que… más vale que nos riamos.

3. 'Vania 1', de Pablo Remón (Teatro Español/Matadero)

La primera versión del Vania de Remón —hubo espectadores que se vieron las dos seguidas, más de cuatro horitas— es la más Remón de las dos. Minimalista y desnuda. Aquí ni hay casa, ni hay dacha, ni hay vodka, ni hay Mahous, aunque también hay de todo eso. Es una versión que contemporiza más al clásico y donde en vez de música de verbena se baila a Bowie y su Modern Love. Y tiene un punto que recuerda a la fantástica película Vania en la calle 42 que dirigió Louis Malle poco antes de morirse en 1995.

El montaje era como un ensayo donde los actores leen el texto. Cada vez que tienen texto se levantan de la silla y cuando no, se sientan y a veces dando la espalda al público. Eso consigue que se adentren más en lo que creó el propio Chéjov. Aquí hay mucho menos humor y mucha menos parodia. A mí se me hizo más fluida la segunda, pero no son pocos los espectadores que anteponen esta versión. En cualquier caso, ambas a Remón le quedaron sensacionales. Si no hubiera sido por Lima, en la recta final hubieran sido las obras de 2024.

4. El monstruo de los jardines, de Iñaki Rikarte (CNTC)

La Joven Compañía de Teatro Clásico es una de las grandes noticias de este año. Con este montaje se ganaron al público (y les caerán premios). La versión que hizo Iñaki Rikarte —que también ha triunfado recientemente con los Kulunka— fue fantástica convirtiendo esta tragedia de Calderón de la Barca en una dramedia musical que aborda cómo reclutar a un joven para la guerra (otra vez la guerra, cualesquiera que sean, vuelve a salir por este listado).

La Joven Compañía pone aquí a disposición del espectador numerosos recursos de la actualidad con esas ruedas de prensa de políticos que no nos cuentan todas las verdades, y del cine: la transformación de Aquiles en Astrea la hemos visto en comedias musicales de los sesenta, al igual que otras escenas que son reflejos del cine bélico. Nos lo pasamos muy bien viendo esta obra que, desde luego, se encuentra entre las mejores del año.

5. Instrucciones para sobrevivir en lo oscuro, de Club Caníbal (Teatro Español/Matadero)

Los Club Caníbal siempre hacen gamberradas, pero están muy bien hechas. Se han metido con la Corona, se han metido con las fiestas populares, con El Corte Inglés, con un equipo de paralímpicos lleno de jetas y en esta ocasión lo hicieron con los poderes clásicos del Estado que tanto le gustaban al carlismo —Dios, patria y rey— y alguna bofetada para gañanes y negacionistas del cambio climático. Aquí se atrevieron incluso con La Manada: si no has pillado en alguna fiesta popular es porque “no has encontrado un buen portal”. Y te hacen reír y, en la mayoría de las veces, quedarte con cara de idiota. Eso es teatro del de aplaudir.

El mayor resbalón es que lo zafio, en ocasiones, queda realmente zafio y no hay tampoco apenas un resquicio para que alguien ponga un poco de luz y sentido común en todo lo que está pasando. Para Club Caníbal, España entera está como las maracas. Lo que pasa es que, probablemente, muchas veces tengan razón.

El final de año guardaba una de las obras más esperadas, y las cumplió expectativas. 1936, de Andrés Lima, ha sido uno de los montajes del año para los grandes aficionados al teatro, tanto por la parte más formal y escénica como por el texto y la argumentación. Y sí, un tema (increíblemente) provocador. Pero para eso está el teatro.

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