Las mejores películas del 2024: nazis, cardenales más humanos que divinos y sueños de cancelación
Se acerca el fin de año y la crítica de 'El Confidencial' Marta Medina elige las películas que, para ella, han marcado este 2024
Instaurado como tradición al mismo nivel que tomarse las uvas y que el posado familiar de Isabel Preysler en la portada de la revista del saludo vuelve el balance anual de lo mejor del cine en 'El Confidencial'. 2024 ha sido un año poliédrico, disfrutón y en el que la brecha entre el cine de autor y el cine palomitero se ha hecho áun más grande: por primera vez en la historia, las catorce películas más taquilleras a nivel global son derivados, precuelas o secuelas. De Del revés 2 a Alien: Rómulus, de Twisters a Bitelchús, Bitelchús, vivimos en un perpetuo déjà vu.
En la liga autoral, 2024 se marcha con mucho sabor a ibérico; tanto en Venecia como en San Sebastián, dos de los festivales más importantes del mundo, los premios gordos han tenido virgulilla: por un lado Almodóvar con La habitación de al lado en el certamen italiano y, por otro, Albert Serra con Tardes de Soledad en la cita donostiarra. De Locarno ha vuelto la catalana Mar Coll con una mención especial para su Salve María. En la catedral del cine de Cannes se ha llevado la Palma Anora, una comedia de clase dirigida por Sean Baker, la mirada más humanista del indie -ya no tan indie- estadounidense. Ese, a grandes rasgos someros, es el resumen-anuario de los millones de fotogramas engarzados este año para deleite de sus ojos.
Como la crítica cinematográfica no es ciencia exacta, pero casi, a continuación los veintiún títulos -veintiuno, por que sí, ¿por qué no?- elegidos por El Confidencial para recordar el año. Como podrán comprobar, el sistema de medición de las estrellas es un punto de referencia variable.
21. Los que se quedan, de Alexander Payne
Qué mejor que una película navideña para abrir esta lista. Estrenada hace casi un año, esta dramedia nostálgica nos lleva a los tiempos de la juventud de su director, Alexander Payne, en un retrato de las élites americanas en los años setenta en el marco de una institución privada de la Costa Este. De esas élites -caprichosas, desconectadas- saldrán los gobernantes del mañana. Nominada a cinco oscars y ganadora de uno, el de Mejor actriz de reparto para Da' Vine Joy Randolph, Los que se quedan aporta una mirada agridulce y ácida a las diferencias de clase desde el punto de vista de un profesor frustrado interpretado genialmente por Paul Giamatti. Un clásico contemporáneo para estas fechas de polvorones.
20. Sangre en los labios, de Rose Glass
Uno de los títulos más esperados, el nuevo largometraje de Rose Glass tras su impresionante debut con Saint Maude (2019), Sangre en los labios, se presenta como el hijo bastardo entre Thelma y Luoise (1991) y Fargo (1996), un thriller lésbico e hipervitamitado protagonizado por Kristen Stewart y la culturista reconvertida en actriz Katy O'Brian como pareja salvaje, sensual y sexual. Película más disfrutable que memorable, Sangre en los labios explora la diferencia y "lo monstruoso" en un pueblo de Nuevo México a finales de los años 80 a partir del encuentro entre una campeona del fitness y la gerente de un gimnasio, hija del cacique del pueblo, interpretado por un Ed Harris desatado. Glass se centra primero en la relación tóxica y violenta de sus protagonistas para luego abrirse a una trama criminal con guiños a los hermanos Coen, todo ello a ritmo de electrónica ochentera.
19. Rivales, de Luca Guadagnino
Seguimos con Rivales, la película más juvenil, desenfadada y juguetona de Luca Guadagnino, que sufre en los últimos años un ataque de estajanovismo que le ha llevado a estrenar dos títulos muy diferentes este 2024. El segundo, seleccionado en Venecia, es Queer, una adaptación heterodoxa de la novela homónima de Burroughs. Enmarcada en la contienda tenística, Rivales se centra en el trío competitivo-sexual-amoroso de tres amigos -interpretados por Zendaya, Josh O'Connor y Mike Feist- a lo largo de varios años de carrera deportiva, desde que destacan como promesas del tenis hasta que logran dar el salto, con más o menos fortuna, a la categoría profesional. Mucho sentido del humor, mucha picardía, mucha paradoja y una reflexión -ligeramente agridulce- sobre las decepciones de la edad adulta son los grandes valores de esa comedia de match point.
18. El brillo de la televisión, de Jane Shoenbrun
Extraña y sugerente como una ouija catódica, El brillo de la televisión es el tercer largometraje de Jane Schoenbrun, cineasta de Nueva York. Inspirada en la conexión que generaron entre adolescentes series generacionales como Buffy, cazavampiros -serie creada por Josh Whedon, que más tarde asaltaría la banca hollywoodiense con varias entregas de Vengadores-, Schoenbrun retrata la amistad secreta entre dos marginados de un instituto, que encuentran solaz en comentar los capítulos de The Pink Opaque, una serie en la que las protagonistas resulven casos gracias a sus poderes telepáticos. Sus percepciones entre la realidad y la ficción se irán desdibujando al tiempo que el influjo de la televisión vaya dominando sus vidas.
Una propuesta surrealista e inquietante que atrapa gracias a lo desdibujado de su trama y a su propuesta visual hipnótica de oscuridad y luces de neón. Desde su estreno en el Festival de Sundance, El brillo de la televisión ha contagiado el boca a boca y se perfila como una de las favoritas de los Independent Spirit Awards, que premian las películas más arriesgadas del cine alternativo estadounidense.
17. Segundo premio, de Isaki Lacuesta y Pol Rodríguez
Una biografía apócrifa sobre el grupo granadino de música indie Los Planetas sin mentar una sola vez a Los Planetas. Isaki Lacuesta y Pol Rodríguez dirigen este drama musical sobre la amistad, el impulso artístico y los cantos de sirena de la fama y sobre cómo los últimos repercuten en los dos primeros. Con un reparto de actores desconocidos -e incluso noveles- encabezado por Daniel Ibáñez y Cristalino y la fotografía sedosa de Takuro Takeuchi, Segundo premio -elegida por la Academia de cine para representar a España en los Oscar- reimagina la trayectoria de un grupo de música de mucho éxito repentino justo en el principio de lo que entonces ellos creían como el fin: la marcha de May (Stéphanie Magnin), su bajista. Más difícil que llegar al éxito es mantenerse en él, drogas, groupies y egos mediante, y así lo refleja una película lleva de ternura y de buenas ideas que mete al espectador de lleno en el proceso creativo y destructivo de un grupo de rock.
16. El aprendiz, de Ali Abbasi
Pasó sin pena ni gloria por el Festival de Cannes y por la taquilla -ya no sólo española, sino internacional- a pesar que contaba con todos los ingredientes polémicos para hacer ruido. El director sueco de origen iraní Ali Abbasi se lanzó en brazos de Hollywood con otra biografía apócrifa, la de Donald Trump, precisamente en el año de las Elecciones Generales que han devuelto al magnate al Despacho oval. Rodada como un thriller de finales de los setenta, con muchísimo gusto, un ritmo trepidante y muy mala leche, Abassi explica la mitología del próximo presidente de Estados Unidos, y narra lo que podríamos llamar -en contraposición con el viaje del héroe-, el viaje del villano.
Poco se ha hablado también de las interpretaciones de Jeremy Strong como Roy Cohn, el abogado sin escrúpulos que ayudó a Trump a trampear las leyes y escalar a la cima, Maria Bakalova como Ivana Trump y Sebastian Stan como el propio Trump, a los que esperemos la Academia no ignore en esta temporada de premios. Abbasi retrata a un Trump más bien cándido al que el siniestro Roy Cohn -cerebro detrás del trumpismo- toma bajo su tutela para compertirse en el empresario más poderoso de Nueva York, a pesar de sus deudas y chanchullos con la ley.
15. Anora, de Sean Baker
La última Palma de Oro demuestra la tendencia del Festival de Cannes en los últimos años de premiar películas más accesibles y abiertas al público mayoritario, como El triángulo de la tristeza (2022), de Ruben Östlund, y Anatomía de una caída (2023), de Justine Triet. Uno de los directores más humanistas y comprometidos socialmente del cine independiente estadounidense, Sean Baker, desnuda de romanticismo hollywoodiense -aunque no del todo- a su propia Pretty Woman, una joven stripper de origen ucraniano llamada Anora (Mickey Madison) que conoce una noche a su príncipe azul: Ivan (Mark Eydelshteyn), el hijo díscolo de un oligarca ruso que se muda a Estados Unidos para estud... pegarse la vida padre.
La meritocracia queda muerta y enterrada en esta dramedia romántica de clases con un Sean Baker más tarantiniano que nunca en su retrato tragicómico de la mafia albanesa de Nueva York. Personajes entrañables y poliédricos, tan adorables como detestables, en una película sobre el determinismo social y cómo la zanahoria económica que propone el sistema impide a sus personajes encontrar algo similar a la felicidad.
14. American Fiction, de Cord Jefferson
Ni siquiera se estrenó en España en cines, sino que fue directamente a Amazon Prime, pero la ópera prima del periodista y escritor Cord Jefferson, basada en la novela Erasure de Percival Everett, fue una de las sorpresas de la pasada temporada de premios, con el Oscar a Mejor guión adaptado. American Fiction sigue los pasos de un escritor afroamericano frustrado (Jeffrey Wright) , que cuenta con el respeto modesto de la crítica y de los compañeros de profesión, pero no con el respaldo de las cifras de ventas. Cansado del ostracismo comercial y celoso por los éxitos de una escritora también afroamericana cuya literatura considera estereotípica y vulgar, nuestro protagonista decide escribir con seudónimo una sátira repleta de clichés que acaba reventando un mercado editorial dirigido por blancos que empujan su propia idea preconcebida de la negritud.
13.Volveréis, de Jonás Trueba
Premiada en la Quincena de Cineastas del pasado Festival de Cannes, en Volveréis Jonás Trueba vuelve a centrarse en la pareja y en la creación artística, esta vez a partir de la ruptura de sus protagonistas, Ale (Itsaso Arana) y Álex (Vito Sanz), tras quince años de convivencia. Ambos proponen cerrar su relación con una gran fiesta ritual a la que invitarán a todos sus amigos, que reaccionan a la propuesta siempre con el deseo que da lugar al título. Con una estructura en espiral y una mirada autorreferencial en la que la película se ríe de sí misma, Jonás Trueba firma su comedia más accesible y, a la vez, encantadora, que ha sido elegida como una de las diez películas del años por la prestigiosísima publicación francesa Cahiers du Cinema.
12. Nina, de Andrea Jaurrieta
Llena de cine, de ideas y de referencias -de Hitchcock a Cassavetes-, el segundo largometraje de Andrea Jaurrieta es un festín para el cinéfilo. Una película de venganza, un western sin caballos, un thiller, un coming-of-age de madurez; una fábula de terror, Nina bebe de todos los géneros, los mezcla y los subvierte para cuestionar el consenso social sobre el consentimiento sexual. La narrativa tradicional masculina en torno al amor entre un hombre maduro y una adolescente -casi niña- se disputa desde la perspectiva silenciada, la de esa misma niña, cuando ya es adulta.
Y lo que encontramos no es el relato de la aventura excitante e ilícita, sino una historia de abusos que marca a la protagonista. Con una Patricia López Arnáiz combativa y con en nervio agarrotado en el gatillo y el primer gran papel en el cine de Aina Picarolo, Nina secuestra al espectador con una tensión medida al milímetro en un film en el que la directora y guionista le da la vuelta a códigos aparentemente inocentes para desvelar su trasfondo perverso. Una de las películas españolas del año.
11. Longlegs, de Oz Perkins
Centrado exclusivamente en el cine de terror y fantástico, Oswood Perkins, el hijo de Anthony Perkins -el protagonista de Psicosis, 1960-, se ha cosntruido una carrera como director respetado, aparte de como actor. Su ópera prima, La enviada del mal (2015), ya dejaba entrever sus dejes de estilo con una historia de culto demoníaco cuyo gran punto de giro se encuentra en la estructura temporal de la narrativa. Casi diez años después, Perkins se consagra con otra película de culto demoníaco, Longlegs, en la que rescata a Maika Monroe (It Follows, 2013) como una suerte de Clarice Starling con poderes sobrenaturales, y en la que Nicolas Cage interpreta a uno de los villanos más desconcertantes y memorables de su carrera.
10. El mal no existe, de Ryosuki Hamaguchi
Ganadora del Premio Fipresci en el Festival de Venecia de 2023, El mal no existe parte de una trama mínima -la oposición de un pueblo japonés a la construcción en sus inmediaciones de un glamping, un camping de lujo- para resumir los grandes males del turbocapitalismo moderno: "El río siempre fluye de arriba abajo", resalta el anciano Suruga, el jefe de distrito, "todo lo que suceda río arriba [en el glamping], afectará abajo [es decir, a nosotros]". Su director, Ryûsuke Hamaguchi, que va camino de convertirse en el cineasta nipón vivo más importante, retrata de manera sosegada y desde la oposición pacífica las dinámicas de destrucción de la conexión equilibrada de los humanos con la naturaleza.
Sin grandes gestos y con una voz íntima y delicada, a través de la relación de un padre con su hija pequeña, El mal no existe reniega de las estructuras básicas prefabricadas del cine para apostar con una escritura mucho más libre y sugerente, dividiendo cada acción en dos puntos de vista, con una propuesta fotográfica que pasa del naturalismo absoluto al onirismo y en la que el tiempo se expande y se contrae y la interpretación se deja en manos del espectador.
9. En la alcoba del sultán, de Javier Rebollo
Javier Rebollo se ha embarcado en su propia fantasía árabe con este cuento de amor al cine inspirado en la historia real de Gabriel Veyre, aventurero y camarógrafo pionero de los hermanos Lumière, que retrató el exotismo México, Marruecos e Indochina, entre otros mundos fabulosos. Casi emulando al francés, Rebollo se ha empapado del espíritu explorador en esta extravagancia encantadora y luminosa rodada en los bellísimos paisajes del Magreb y que reflexiona sobre el cine como artefacto mágico y fantasmagórico capaz de malear el tiempo, de revivir a los muertos y de conceder el don de la inmortalidad. Entre Pasolini, Godard y Wes Anderson, En la alcoba del sultán nos traslada a una época en la que todo estaba por descubrir y, sobre todo, el cine.
8. The Sweet East, de Sean Price Williams
Ópera prima de Sean Prince Williams, director de fotografía de algunos de los trabajos de los hermanos Safdie, seleccionada también en la Quincena de los cineastas y una revisitación de Alicia en el País de las Maravillas trasladada a la América esquizofrénica de hoy, aquella que alimenta las teorías conspiranoicas del Pizzagate, la idea del gran reemplazo y la venta de armas en las máquinas de vending. Con un ritmo frenético y lenguaraz y un descaro y frescura inhabitual más allá del cine indie, The Sweet East es un viaje psicotrópico de mano de una Alicia carismática y perversa, Talia Ryder, llamada a convertirse en una estrella.
7. La estrella azul, de Javier Macipe
La película que nadie sabía que necesitaba. La ópera prima de Javier Macipe sobre Mauricio Aznar, el verdadero genio creativo detrás del himno Apuesta por el rock 'n' roll, popularizado por Héroes del Silencio, es un canto a la pureza artística fuera de las dinámicas de mercado, a los pequeños saberes, a la belleza y a la conexión entre personas a través de la sensibilidad. Poco hay que decir de La estrella azul más allá de que, como espectadores, se dejen sorprender por una historia contada desde las entrañas, desde los considerados perdedores por los valores de hoy, pero que se acercan más a lo inefable y lo inasible de la vida que cualquier disco de platino fotocopia del anterior.
6. El baño del diablo, de Veronika Franz y Severin Fiala
Un film de terror rodado con la rigurosidad de un drama histórico, El baño del diablo es el candidato a los Oscar por Austria y el ganador del último Festival de Sitges. Cuarta codirección de Veronika Franz junto a Severin Fiala -tía y sobrino, como curiosidad-, esta historia basada en hechos reales traslada al espectador al Austria rural del siglo XVIII a través de la historia de Agnes (Anna Plaschg), una joven que se muda al pueblo de su marido tras contraer matrimonio. Lejos de casa, aislada en un entorno hostil y sin poder tener hijos, Agnes va sumergiéndose en una oscuridad lodosa y desesperada que la lleva a retar los límites del perdón divino. Radical y sin concesiones, El baño del diablo es una película incómoda y exigente que se queda pegada a las tripas sobre la opresión de la mujer en una cultura dominada por la religión, los prejuicios y la superchería.
5. Cónclave, de Edward Berger
Probablemente la película con mayor vocación comercial de la lista, un divertimento pulp elevado a categoría de gran cine gracias al buen hacer de su director, el alemán Edward Berger -lo conocimos internacionalmente gracias a su Sin novedad en el frente-, que refuta la idea extendida de que en el país teutón el kitsch es el gusto hegemónico. Berger parte de una novela de Robert Harris para construir un thriller vaticano lleno de intrigas y de puntos de giro envuelto en la fotografía elegantísima de Stéphane Fontaine y la música minimalista de Volker Bertelmann.
Quizás el más redondo de los títulos oscarizables, con un reparto en el que Ralph Fiennes, Stanley Tucci y Sergio Castellitto compiten por el foco, Cónclave utiliza la excusa de un ídem para desvelar el lado más humano y falible de una institución supuestamente divina: hay muy poco de piedad cristiana en la carrera por la casulla papal.
4. La quimera, de Alice Rohrwacher
Después de Lazzaro Felice (2020), la italiana Alice Rohrwacher regresa con otra fábula política al puro estilo pasoliniano. La quimera es una fantasía extemporánea tanto diegética como extradiegéticamente. Es decir, ni la directora ni sus personajes pertenecen a su tiempo, sino que viven en una burbuja al margen, una burbuja de saberes arcanos y placeres antiguos. El protagonista de La quimera, a quien interpreta Josh O'Connor -dos grandes papeles este año-, es un ladrón de tumbas inglés que regresa de la cárcel en busca de su novia, que ha abandonado el pueblo. La cineasta consigue unificar lo material y lo mágico en una película delicada y cálida, tan llena de personalidad como las narices grecolatinas.
3. La bestia, de Bertrand Bonello
En su último trabajo para la gran pantalla, el francés Bertrand Bonello, cineasta francotirador ajeno a cualquier moda y con una voz personalísima, ha decidido rodar la necrológica del amor romántico entre el hombre y la mujer. A traves de dos personajes -interpretados por Léa Seydoux y George MacKay- que se reencuentran a lo largo de diferentes épocas, La bestia retrata la evolución de las relaciones afectivas entre hombres y mujeres, desde la pompa y circunstancia decimonónica hasta un futuro en el que será difícil distinguir al humano de la inteligencia artificial.
2. Dream Scenario, de Kristoffer Borgli
Nacido en Noruega y con una larga y prolífica carrera en el circuito del cortometraje, Kristoffer Borgli se ha convertido en el último niño bonito de Hollywood. Su próxima película, The Drama, con Zendaya y Robert Pattinson de protagonistas, no había terminado de rodarse cuando ya sonaba como uno de los grandes éxitos del próximo año. Su pista de despegue hacia la primera línea de la industria ha sido Dream Scenario, una comedia surrealista con dejes de terror sobre la cancelación en la que Nicolas Cage, que interpreta a un profesor de Entomología, se ve envuelto en una trama onírica desconcertante. El sentido del humor y de la sorpresa han convertido el segundo largometraje de Borgli en culto instantáneo, con un Nicolas Cage nominado al Globo de Oro y en uno de sus grandes papeles desde su última resurrección.
1. La zona de interés, de Jonathan Glazer
La mayor parte de las películas viven lo que sobreviven en las carteleras o en las novedades de las plataformas. Muy pocas, como es el caso de La zona de interés, trascienden su propia naturaleza cinematográfica como obras de arte más allá de la pantalla. Por su temática, por su forma y por la capacidad de representar lo inefable, de, estar conectado con su propio tiempo y a la vez ser independiente de él, de las modas, de lo previsto. El británico de origen judío Jonathan Glazer incide en la idea de la banalidad del mal a partir de la novela homónima de Martin Amis, que sigue las rutinas de la familia Höss y de su patriarca, Rudolf, uno de los comandantes a cargo del campo de exterminio de Auschwitz.
En La zona de interés, la mayor parte de la acción trascurre en la casa de los Höss, separada del genocidio por un simple muro de ladrillo. Glazer y su director de fotografía, Lukasz Zal, llenaron la localización de cámaras, como en un Gran Hermano, para que los actores no interpretasen pensando en el plano, sino que intentasen reproducir las rutinas de una familia "normal" de la Alemania nazi. En los paisajes bucólicos y la más inane de las cotidianidades se va colando, sin poder evitarlo, el horror, mientras los Höss ignoran activamente aquello que ocurre al otro lado del muro. Y con ellos, el resto del mundo. Y su análisis sobre la capacidad del ser humano de autoexculparse de la complicidad criminal no se circunscribe a un lugar y una época concretos, sino que apuntan a ese engaño que nos hace repetir colectivamente "Nunca más" mientras en otras partes del mundo, como Palestina o Líbano, las otroras víctimas se convierten en verdugos. Dicho esto por el propio director en su discurso de aceptación del Oscar a Mejor película internacional.
Instaurado como tradición al mismo nivel que tomarse las uvas y que el posado familiar de Isabel Preysler en la portada de la revista del saludo vuelve el balance anual de lo mejor del cine en 'El Confidencial'. 2024 ha sido un año poliédrico, disfrutón y en el que la brecha entre el cine de autor y el cine palomitero se ha hecho áun más grande: por primera vez en la historia, las catorce películas más taquilleras a nivel global son derivados, precuelas o secuelas. De Del revés 2 a Alien: Rómulus, de Twisters a Bitelchús, Bitelchús, vivimos en un perpetuo déjà vu.