Un Paul McCartney disfrutón que se divierte con el público de Madrid (y nosotros con él)
"Hola España, buenas noches Madrid. Estoy muy feliz de estar aquí de nuevo", dijo el Beatle tras sonar los primeros temas de su concierto en el Wizink en el que evocó la mejor esencia de sus compañeros Los Beatles. Lloramos y bailamos
Empezó el concierto con casi veinte minutos de retraso, pero en cuanto apareció el Beatle se hizo el silencio y sonaron los primeros acordes de Can't buy my love. Y el público estalló/estallamos en masa. Aquí era esto lo que se había venido a ver. Le siguió sin parar el éxito de Wings, Junior's farm. "Hola España, buenas noches Madrid. Estoy muy feliz de estar aquí de nuevo ", soltó entonces Paul McCartney con la voz un poco rota y todavía algo fría. Pero lo hizo en español. El público, de muy distintas edades (por allí estaba también el ministro Óscar Puente) ya estaba dentro. Era mi primera noche con un Beatle y tenía una pinta espectacular. No lo sabía aún, pero aquello iba a ser un despliegue memorable y emotivo de la mejor esencia de los Beatles.
Como ya ha sucedido en otros conciertos de la gira, tras este arranque continuó con más éxitos de Wings como Letting go. "Esta noche voy a tratar de hablar un pelín español, but mostly in english", continuó.
De vuelta a los Beatles, Drive my car con imágenes de coches de carreras detrás, que encadenó con Get you into my life, que mostraba a los cuatro de Liverpool convertidos en dibujos animados en la pantalla.
No lo sabía aún, pero aquello iba a ser un despliegue memorable y emotivo de la mejor esencia de los Beatles
Simpático y disfrutón, encaró Come on to me al que le siguió Let me roll it (Wings) con un Paul más acorde con el calorcito del público ya en chaleco y sin chaqueta y con la guitarra en vez de con el bajo con el que salió a escena. Y ahí guitarreó como un rockero. Iba la cosa yendo mejor y salió Getting better con imágenes de una Europa destruida en la que, sin embargo, crecen las flores. ¿Mensaje europeísta?
El músico al piano
Al piano, el éxito de Wings Let em in y las bandas de música de acompañantes en el vídeo. "Escribí está canción para mi hermosa esposa Nancy (Shevell), ella está aquí con nosotros está noche", señaló de nuevo en español para presentar My Valentine, una de sus últimas canciones. Aquí coló un videoclip de hace unos años con Natalie Portman y Johnny Depp.
Dos canciones que sonaron perfectas: Nineteen hundred and eighty five (Wings) y, tras unas risas que casi se echó él solo ("naturalmente, amigos", dijo para sí mismo) entonó maybe i'm amazed.
Batería Beatles
Con casi una hora de concierto nos lanzó la primera batería de canciones puramente Beatles seguidas. Primero, la fantástica y rapidísima I've just seen a face del disco Help que comenzó antes con un oeoeoeooe por parte del público y McCartney a la guitarra española. Estaba encantadísimo.
"En Liverpool había cuatro chicos y esta fue la primera canción que grabamos los Beatles", señaló antes de tocar la simpática In spite of all the danger de los que todavía entonces se llamaban The Quarrymen y que el público coreó con ganas. Le quedó estupenda aunque no sea la mejor canción del mundo.
Siguió contando cómo acabaron en Londres en los estudios de Abbey Road y grabaron Love me do. Y después todo el mundo a bailar con Dance tonight.
Íntimo (y muchas lágrimas)
Blackbird sonó íntima con Mccartney un poquito falto de voz, pero excepcional sobre una plataforma elevada. Con 82 años y estas ganas se perdona todo. Y el público así lo hizo. Y aquí más de uno empezó ya a llorar. Porque esto también iba a ir de unas cuantas lágrimas
"Escribí esta canción para mi gran amigo John, Juan", presentó conmovedor, pero también risueño todavía subido a la plataforma y con la guitarra acústica. Se trataba de Here today, en el que se puede escuchar un "I love you", que le emocionó porque "you are Here today". El amigo que desapareció hace 45 años y que aún es inolvidable. McCartney nos tenía cogidos por el pescuezo.
Estábamos poniéndonos tristones y nostálgicos y con la emoción en toda la garganta. Era el momento de recordar a sus compañeros con Now and then, la última canción recuperada con la IA. Y que en concierto suena fantástica. Aparecieron imágenes de Los Beatles desde que eran unos niños mezcladas con un Mccartney actual. Y ahí se volvió a emocionar dándole las gracias a John por haber escrito la canción. Se apoyó en la mesa del teclado, se llevó la mano al corazón y resopló. Y resoplamos.
Paso a otra más simpática y divertida: Lady Madonna con la que siempre se van los pies y tocada con unos teclados de lo más psicodélicos. Y mírale qué bien se lo pasa y nosotros con él.
Oooh yeah, gritó y el público respondió. Y remato: that's enough. Y a continuación, ensalada de éxitos de Wings y Beatles. Cogió el bajo y atacó el enérgico Jet. "La próxima es del Stg pepper album": Being for the benefit of mr Kitel, con todos esos giros de la psicodelia por la que también pasaron los Beatles. LSD en las pantallas.
El homenaje emotivo a George Harrison se dio con Something, que empezó acústica y después electrificó con imágenes del Beatle fallecido hace unos años. Y una lágrima se nos escapó a todos (otra más porque ya no era la primera). Y a él casi también. Menos mal que después vino la divertida Ob-la-di ob-la-da, la efusiva Band on the run y la redonda Get back y nos puso a todos a bailar. Que sí, Paul, que nos lo estábamos pasando muy bien. Y además con las fotos de los Beatles más contentos que nunca detrás. Que salió hasta Yoko Ono y estaba bien.
Traca final
Pero quedaba fuelle aún. La maravillosa Let it be (porque habrá alguna respuesta) que encendió las linternas de todos los móviles del Wizink. No sales indemne de eso. No extrañó (aunque algún sustillo pegó) que luego aparecieron hasta fuegos en el escenario con el Live and Let die de la saga Bond. Más londinense no podía ser lo que estaba pasando en el escenario. Tralla buena, Paul. Después olía hasta a quemado.
Y vámonos otra vez a que se nos encoja el corazón: Hey,Jude. Porque don't be afraid. Nunca.Le quedaban esos ocho minutazos del nananananana que cantó hasta el último segurata del Wizink. Y eso parecía el final, porque es cuando se fueron y se despidieron. Pero no, todavía quedaba carrete.
Le quedaban esos ocho minutazos del nananananana de 'Hey, Jude' que cantó hasta el último segurata del Wizink
Ondearon una bandera española, una británica y la arcoiris de los derechos LGTBI y Mccartney pasó a entregarnos la última tanda de Los Beatles más rockeros: I've got a feeling, que cantó junto a John Lennon gracias a la tecnología, Stg pepper lonely Hearts club y Helter skelter. Y ya para terminar, las tiernas Golden slumbers, Carry that Weight y The End. Estábamos todos alucinados, emocionados y conmovidos. Habíamos llorado, habíamos reído y habíamos bailado.
Un concierto memorable en el que funcionó todo: el escenario, el sonido, las luces (maravilloso), la banda y, claro, Paul Mccartney. Un genio disfrutón que a sus 82 años nos evocó con toda la fuerza a sus amigos Los Beatles, los más grandes. "Nos vemos en la próxima!", dijo poco antes de que estallara un chorro de papelitos rojos y amarillos. Y ahí ya sí que concluyó todo. ¡Viva!
Empezó el concierto con casi veinte minutos de retraso, pero en cuanto apareció el Beatle se hizo el silencio y sonaron los primeros acordes de Can't buy my love. Y el público estalló/estallamos en masa. Aquí era esto lo que se había venido a ver. Le siguió sin parar el éxito de Wings, Junior's farm. "Hola España, buenas noches Madrid. Estoy muy feliz de estar aquí de nuevo ", soltó entonces Paul McCartney con la voz un poco rota y todavía algo fría. Pero lo hizo en español. El público, de muy distintas edades (por allí estaba también el ministro Óscar Puente) ya estaba dentro. Era mi primera noche con un Beatle y tenía una pinta espectacular. No lo sabía aún, pero aquello iba a ser un despliegue memorable y emotivo de la mejor esencia de los Beatles.