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Juana Rivas ha vuelto ¿para rematar al feminismo español?
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Juan Soto Ivars

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Juana Rivas ha vuelto ¿para rematar al feminismo español?

¿Será Arcuri finalmente condenado? Conozco este caso con cierta profundidad y, con esta información en la mano, si tuviera que apostar, diría que la Justicia va a tumbarlo de nuevo

Foto: Protesta en defensa de Juana Rivas. (EFE)
Protesta en defensa de Juana Rivas. (EFE)
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Ni Roro, ni los gritos en el Elías Ahúja, ni mis artículos: el caso Juana Rivas podría ser la cosa más letal para el feminismo español desde que se tiene memoria. Las chicas de Irene Montero están cantando victoria estos días porque no ven la jugada a probable futuro. Así que están satisfechas. Satisfechas porque creen que un hombre efectivamente maltrataba a una mujer y sus hijos. Siempre es bueno que otra gente sufra para que tú tengas razón.

Se publican noticias, artículos y tuits triunfalistas. ¡Arcuri procesado! ¡Lo sabíamos! Y suben vídeos donde adaptan la realidad al viejo eslógan, como si no hubiera razones de peso, como mínimo, para la prudencia.

Venden la piel antes de cazar al oso. La Fiscalía italiana ha reabierto el caso Rivas tras una nueva denuncia del hijo mayor de la expareja, Gabriel, quien lleva desde los 16 años conviviendo con su madre y ahora tiene 18. A ella, Juana Rivas, la heroína, los servicios sociales italianos la definieron como una tenaz manipuladora de sus propios hijos. Pero lo último que se pierde es la esperanza.

¿Qué cambia la última noticia? Poco. Dado que en Italia no hay jueces de instrucción, sino que es la Fiscalía la que inicia los procedimientos, ahora Francesco Arcuri está investigado, como celebran las feministas, pero el juzgado podría volver a tumbar el caso en cuanto escuche a las partes y revisen el escrito del nuevo fiscal. Porque lo único que ha cambiado aquí es eso, el fiscal, que en su escrito de acusación recoge testimonios de Gabriel que ya se escucharon antes.

El hijo mayor del matrimonio dice que sabe que el hijo menor, que vive con el padre, está en peligro. Y que el niño no lo expresa, pero él casi puede oírlo. Dice que quiere ser su voz. Puede que sea cierto, pero puede que sea una simple proyección. El caso es que el hijo menor dijo que su madre le lavaba el cerebro y trataba de inducirle testimonios como el de su hermano.

¿Son genuinos los testimonios del mayor o se adivina en ellos el dictado de la madre, como al menos en una decena de ocasiones previas, y como expresó el testimonio del menor? El nuevo Fiscal da curso a la denuncia, pero decidirán los jueces, que conocen este caso de arriba abajo. ¿Qué podría pasar? ¿Será Arcuri finalmente condenado? Conozco este caso con cierta profundidad gracias al libro de Quico Alsedo ( Algunos hombres buenos, 2023) y, con esta información en la mano, si tuviera que apostar, diría que la Justicia va a tumbar la denuncia.

¿Son genuinos estos testimonios o se adivina en ellos el dictado de la madre, como al menos en una decena de ocasiones previas?

Pero no soy un fanático. Admito lo que ninguna feminista española aceptó cada vez que la Justicia negó la razón a Juana Rivas. Sí, esta vez Arcuri podría terminar condenado. De pronto, descubriríamos que todo lo que creíamos saber a partir de informes psicosociales pormenorizados y denuncias que jamás fueron a ninguna parte era la obra maestra de un genial manipulador. Podría ser.

Resumamos el caso. Arcuri y Rivas eran pareja y tuvieron un hijo. Después, tras una pelea en la que el parte de lesiones reconocía más daños en Arcuri que en Rivas, ambos se denunciaron mutuamente, pero él aceptó una sentencia de conformidad y renunció a su demanda contra Rivas porque ella se había quedado con Gabriel, de tres años. Esa sentencia de conformidad es lo que las feministas tergiversan, agarrándose a Arcuri como un maltratador condenado por violencia de género.

¿Estamos seguras de que esa sentencia define a un peligroso maltratador? Juana Rivas no lo estaba tanto, puesto que tras el rifirrafe judicial decidió que le apetecía conocer Camboya y dejó a su hijo con Arcuri. Luego, a su regreso de Asia, la pareja se reconcilió, tuvieron un segundo hijo y convivieron en Italia hasta que Rivas se fue de viaje a Granada con los críos y no volvió. Y ahí es donde toda España conoció el caso, solo que pasado por la máquina morada de distorsión de la realidad.

¿Estamos seguras de que esa sentencia define a un peligroso maltratador? Juana Rivas no tanto

"Juana está en mi casa" fue la respuesta de la calle en un país dominado por la fiebre identitaria, cuando la Justicia reclamaba a Juana Rivas la devolución de los niños al padre. Ella se hizo asesorar por feministas y terminó mal. Recorrió los medios de comunicación gritando que sus retoños estaban en un grave peligro, estuvo en el Senado en un inenarrable proceso bufo de las feministas contra la prensa, pero todas las denuncias de Rivas contra Arcuri cayeron en saco roto.

Alguien podría decir que en Italia hay muchos machistas con toga, pero la Justicia de aquel país se tomó muy en serio el caso. Durante seis meses, los forenses y servicios sociales estudiaron a Arcuri y los dos críos. Luego estuvieron varios años bajo observación en Carloforte, con visitas a la casa dos veces por semana, y la conclusión siempre fue la misma: la convivencia era buena, ergo Rivas mentía y el hijo mayor denunciaba bajo su influencia. Informes psicosociales independientes la describieron como una madre que trataba de inducir en los niños sus propias ideas sobre el padre.

Esto posiblemente funcionó. Los niños de una pareja que se odia y se ataca de esta forma rara vez terminan bien. El mayor, quien ahora ha denunciado a su padre con sintaxis calcada a la de su madre, se inclinaba más hacia ella; el menor, que vive con Arcuri en la actualidad, hacia el padre. Repito: los servicios sociales, los forenses y los peritos jamás han observado maltrato y la descripción menos generosa de Arcuri ha sido "un hombre impulsivo".

Los niños de una pareja que se odia y se ataca de esta forma rara vez terminan bien

Sin embargo, lo que a todas luces parecía la historia de una familia destruida por la pésima relación entre los padres y, en especial, por la manía de la madre de poner a los hijos contra su expareja, se había convertido en un caballo de batalla del feminismo. Algo había que hacer, y cuando la justicia española condenó a Rivas a cinco años de prisión por sustracción de menores, el feminismo hizo por salvarse, de modo que Irene Montero empezó a hablar de madres protectoras y se dio el indulto parcial a Rivas y a otra señora condenada, María Sevilla.

Como se conmutó la suspensión de la patria potestad de Rivas por trabajos para la comunidad (¡ah, patriarcado!), hace dos años el hijo mayor volvió a vivir con ella. Y tras este tiempo en su compañía, el chico ha lanzado esta nueva denuncia, que la nueva fiscalía italiana toma en consideración. Repito: yo no pongo la mano en el fuego por Arcuri, pero me sorprendería mucho que una condena surja del material que llevó una y otra vez al archivo y la absolución.

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Da igual. Sea cual sea el desenlace, el caso de Juana Rivas me parece el jaque mate para uno de los mirlos blancos de nuestra miope perspectiva de género: la idea supersticiosa de que la alienación parental no existe. Si Rivas tuviera razón, eso demostraría que el hijo menor de la pareja ha sido manipulado por el padre. Si tuviera razón Arcuri, eso demostraría que el hijo mayor ha sido manipulado por Rivas.

Esta segunda posibilidad, en la que yo mismo pongo mis fichas de casino, es letal, pues prueba de forma empírica lo que ya sabemos: que existen las víctimas de una violencia monstruosa, que existen los machistas, pero también que hay mujeres que mienten sobre el maltrato y no solo son capaces de emplear el falso testimonio para destruir a sus exmaridos, sino que son capaces de utilizar a los niños como munición. Veremos.

Ni Roro, ni los gritos en el Elías Ahúja, ni mis artículos: el caso Juana Rivas podría ser la cosa más letal para el feminismo español desde que se tiene memoria. Las chicas de Irene Montero están cantando victoria estos días porque no ven la jugada a probable futuro. Así que están satisfechas. Satisfechas porque creen que un hombre efectivamente maltrataba a una mujer y sus hijos. Siempre es bueno que otra gente sufra para que tú tengas razón.

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