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Alba, autora y guionista de La Bola de Cristal: "Un joven de hoy no es tan distinto al de los 80"
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Entrevista

Alba, autora y guionista de La Bola de Cristal: "Un joven de hoy no es tan distinto al de los 80"

Isabel Alba trabajó en el famoso programa de televisión, ha estado en proyectos de cine y tiene varios libros. En el último, 'Tortugas', se sumerge en la voz de una adolescente actual a través de audios del móvil y una cuenta en Instagram

Foto: La escritora y guionista Isabel Alba. (Cedida)
La escritora y guionista Isabel Alba. (Cedida)

Hija de la mítica Lolo Rico y hermana del escritor Santiago Alba Rico, Isabel Alba (Madrid, 1959) apenas era una veinteañera cuando entró a trabajar en el famoso programa La bola de cristal que había creado su madre y que cambió por completo el trato a los niños, adolescentes y jóvenes en los ochenta. La televisión consideraba, por fin, a toda la chavalería como seres pensantes y responsables pese a sus rabietas y sus hormonas disparadas. Y es algo que a día de hoy todavía no se ha olvidado. En aquellos años, Alba también trabajó en Barrio Sésamo, otro programa que persiste con fuerza en la memoria de esa generación. La Bruja Avería y Espinete son a día de hoy tan ADN de los ochenta como las victorias de Felipe González.

Después de otro montón de proyectos de cine y libros, mucho de aquello le ha quedado, puesto que cuarenta años después reivindica una mirada adulta hacia la generación más joven, la de hoy, ya que "no hemos cambiado tanto. Los adolescentes de entonces y los de hoy no son tan distintos. Son diferentes, pero tienen muchas cosas en común, y creo que hay que mostrar eso que hay en común", señala. Su discurso es claro: está totalmente en desacuerdo con la demonización que muchas veces se hace hoy de los más jóvenes, de su vaguería, abulia y falta de responsabilidad social.

Hemos quedado para charlar con ella en un café del barrio de Lavapiés aprovechando uno de sus viajes a Madrid desde Donosti, ciudad en la que vive desde hace décadas. Ha venido a presentar su última novela, Tortugas (Acantilado) en la que da voz a Sofía, una adolescente que se comunica a través de los audios de su móvil y de su cuenta de Instagram, lo cual es un hallazgo novelesco interesantísimo como lector. Los otros personajes son su amiga Luna (a través de las redes), su abuela Estrella y su madre Blanca, con quienes traza unos vínculos muy especiales. Y luego están los compañeros que la acosan en el colegio. Todo un universo que sirve para entender muy bien cómo es la generación actual que tiene entre 14 y 17 años. La escritora lo constata: ha sido todo un reto.

placeholder 'Tortugas', de Isabel Alba. (Acantilado)
'Tortugas', de Isabel Alba. (Acantilado)

"Sí, aunque siempre hay algo en común. Todos hemos pasado por la adolescencia. Siempre es un momento dramático, uno se siente perdido… Recuperé esa sensación. Lo difícil fue el lenguaje, que era vital, pero que yo no lo conocía", sostiene la escritora. Porque no hay nada más fugaz que el lenguaje adolescente. Hoy, por ejemplo, ya no dicen "guay" por no hablar de otras palabras que estaban en la cumbre lingüística juvenil hace veinte años.

"Para todo esto estuve en contacto con chicas adolescentes y con una profesora que trabaja con gente entre los 15 y los 16 años. Le pasé una lista de palabras y ella la consultó con ellos para que les dijera cómo las decían ellos con ejemplos (para situarlas con ejemplos). Fue un trabajo precioso, ya que se trataba de descubrir otras formas de hablar. Pero con cuidado para buscar un equilibrio y no pasarme de frenada", añade.

Discursos peligrosos

Esta inmersión en el cosmos adolescente le hizo pensar también que toca reivindicar a los más jóvenes porque estamos en una época en la que "ese discurso de que si los jóvenes son más vagos que antes, no hacen nada etc., se ha agudizado. Siempre ha estado, porque ha habido una tendencia por parte de las generaciones mayores a la confrontación, a situarse en la nostalgia y decir que lo nuestro fue mejor y que esta gente no sirve para nada. Ese discurso es muy peligroso porque la nostalgia nos hace idealizar el pasado cuando todas las épocas han sido buenas y malas. Y lo que ha pasado ahora es que esto se ha agudizado. Por eso mi idea siempre ha sido: hay que defender a esta generación y hay que visibilizar lo que tienen en común con las otras generaciones. De hecho, esta es una historia de amor entre tres generaciones de mujeres. Esa era mi idea primigenia en un trasfondo como el que tenemos de crisis climática, discursos de odio, negacionismos… crear un oasis de tres mujeres [nieta, madre y abuela] cuyas relaciones están regidas por el amor", explica.

Además, añade, tampoco hay que irse muy lejos para encontrar esos puntos en común que hemos tenido todas las generaciones: "Todos somos seres humanos, la vida, la finitud… Y la memoria, eso que nos va pasando de unos a otros".

"Ese discurso de que si los jóvenes son más vagos que antes, etc. se ha agudizado. Y es muy peligroso porque idealiza el pasado"

Sin embargo, sí ve una diferencia fundamental con respecto a los adolescentes de hoy y los de los ochenta u otras épocas anteriores y es su poca fe en el futuro. El cine, la televisión, la literatura setentera y ochentera estaba llena de productos que nos hablaban de un futuro utópico: tendremos coches voladores, seremos inmortales, viviremos en Marte, se habrán acabado las enfermedades y seremos felices. Hoy esto ha desaparecido y el mundo se ve como algo que está abocado al desastre. "Claro, nosotros podíamos generar utopías porque teníamos futuro. Ahora es una generación que parte de la idea de que igual no hay futuro, igual nos extinguimos. Cómo generar esperanza cuando no sabes si vas a tener futuro", mantiene Alba.

Y, pese a ello, ahí está su compromiso con el planeta. Alba también se posiciona en contra de todos aquellos que critican las acciones de los jóvenes con respecto a la ecología. Al contrario, está de su lado. "Es que se les vilipendia mucho… Se dice que son unos irresponsables, pero tienen muchísimo compromiso. Y es gente jovencísima. De hecho, en esta lucha por el clima los que más presencia tienen son los más jóvenes y los más mayores. Eso me llama mucho la atención. Es la generación de los abuelos y de los nietos. Y eso es lo que también quería contar en el libro para visibilizarlo", argumenta.

La pandemia de los adolescentes

La novela está ambientada en parte durante el confinamiento. No es el primer libro de Alba sobre la pandemia. En el anterior, La ventana, la protagonista era una treintañera que la sufre, además, tras una ruptura. Ahora es una adolescente encerrada. Otro cuerpo y mente en ebullición."En la pandemia no escribí nada pero estaba obsesionada con la gente niña que pasó el confinamiento encerrada y luego se encontró de vuelta al instituto. Ese fue el germen del libro. Siempre había una nieta y abuela porque creo que quienes vivieron la pandemia de forma más traumática fueron niños y adolescentes y las personas mayores", manifiesta la autora, que piensa que no nos hemos detenido lo suficiente a reflexionar qué pasó en esa época, ya que fue bastante más de lo que creemos.

"Culpamos de la tendencia al negacionismo o la extrema derecha en los jóvenes solo a las redes y obviamos a la familia"

"Nos afectó mucho a todos y hemos hecho un mecanismo de defensa y lo hemos borrado. Pero llevamos el peso y creo que muchas de las cosas a las que nos estamos enfrentando ahora proceden de lo que fue la pandemia. Nos abrió a la realidad de la vida, nos mostró algo que siempre intentamos mantener alejado, que es la incertidumbre, la sensación de que la vida es un sinsentido y que puede pasar cualquier cosa. Ahí tenías la opción de aceptar la incertidumbre, que es muy duro, o buscar puntos de apoyo, y hubo esto último, lo que pasa que se buscaron en el lugar equivocado. Y ahí es cuando surgen las conspiraciones, los discursos de odioEn el 2019 se acabó un mundo y ha surgido otro. Y todavía andamos muy perdidos con qué es esto", indica. De hecho, insiste en que esta novela es también una defensa del pensamiento científico frente al negacionismo de axiomas que estaban completamente probados y asumidos.

Defensa de las redes sociales

Otra cosa que le espanta a esta escritora es la crítica facilona a las tecnologías, incluidas las redes sociales. No dejan de aparecer ensayos sobre cómo les están afectando y siempre para mal. Todo esto le molesta porque parece que fuera algo con lo que los adultos no tuvieran nada que ver. Como si el mal uso solo fuera culpa de los chavales. En la novela otea todo ese discurso porque hay situaciones de bullying con los móviles (como si fueran los aparatos los culpables).

"Sí, a mí no me gusta criminalizar a las redes. La tecnología en sí no es mala, depende de cómo se use. Pasa con los descubrimientos científicos, que se pueden usar para el bien y para el mal, pero al difundirse tan ampliamente las cosas se generan bulos. Y al bullying lo que le pasa es que es más intenso, se da fuera y dentro del aula y es más anónimo que antes", comenta añadiendo también el lado bueno de las redes: "Nos dan oportunidades para que las personas nos acerquemos, nos juntemos y generemos amistades, colectividades… Además, tendemos mucho a culpar del bullying o la tendencia al negacionismo o la extrema derecha en los jóvenes solo a las redes y hay que tener en cuenta el vínculo con la familia porque todo lo que les está llegando a los adolescentes les llega también a los adultos y en muchos casos también se transmite a través de la familia".

placeholder La escritora y guionista Isabel Alba. (Cedida)
La escritora y guionista Isabel Alba. (Cedida)

En definitiva, a ver si no (solo) van a ser las redes y son los discursos que el chaval escucha en su casa a la hora de comer. "Claro, estamos obviando que tenemos responsabilidad sobre todas nuestras acciones. Y asumir, como personas adultas, esa responsabilidad. Y creo que sí que hay un cierto infantilismo social con eso de decir, es que son las redes… No, la única manera de construir un futuro es asumiendo nuestra responsabilidad y actuando en consecuencia", resume la escritora.

Tortugas es una novela delgadita, de pocas páginas, con una estructura hiper atractiva a partir de audios de móviles y transcripciones de diálogos en Instagram que toca temas bastante interesantes. Hay otro que ahora también está en el aire, pero para hablar de él es mucho mejor haber leído el libro. Por eso, con esto nos despedimos y nos vamos del café, no sin antes hacer un alegato por la fuerza de la cultura. Como el que se hizo en los ochenta con todos esos programas televisivos. "¡Y ahora tenemos más herramientas para la lucha, no menos! Siempre se ha dicho, los libros van a desaparecer, el cine… pero es todo mentira. Lo que tenemos ahora es la posibilidad de disfrutar de muchas más cosas y también de luchar desde muchos más lugares", zanja. Hay espíritus reivindicativos que nunca se acaban.

Hija de la mítica Lolo Rico y hermana del escritor Santiago Alba Rico, Isabel Alba (Madrid, 1959) apenas era una veinteañera cuando entró a trabajar en el famoso programa La bola de cristal que había creado su madre y que cambió por completo el trato a los niños, adolescentes y jóvenes en los ochenta. La televisión consideraba, por fin, a toda la chavalería como seres pensantes y responsables pese a sus rabietas y sus hormonas disparadas. Y es algo que a día de hoy todavía no se ha olvidado. En aquellos años, Alba también trabajó en Barrio Sésamo, otro programa que persiste con fuerza en la memoria de esa generación. La Bruja Avería y Espinete son a día de hoy tan ADN de los ochenta como las victorias de Felipe González.

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