Así fue la primera misión humanitaria de la historia: la organizó España hace dos siglos
El médico Francisco Javier Balmis y la enfermera Isabel Zendal fueron figuras clave en esta histórica expedición que llevó vacunas por todo el mundo
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Recientemente, la sociedad española se ha movilizado para ayudar a los afectados por la DANA, poniendo de manifiesto una vez más el espíritu solidario de numerosos voluntarios del país. Sin embargo, hace más de dos siglos, España fue ya pionera en lo que se considera la primera misión humanitaria de la historia, una expedición sanitaria que llevó la vacuna contra la viruela a América y Asia, cambiando para siempre la historia de la medicina y de las misiones internacionales de ayuda.
Se cumplen 201 años de aquel 30 de noviembre de 1803, fecha en la que zarpó la expedición desde el puerto de La Coruña a bordo de la corbeta María Pita. Bajo el mandato del rey Carlos IV, se organizó una misión de carácter filantrópico con el objetivo de llevar la vacuna de la viruela a los territorios de ultramar de la Corona española. El rey aprobó y financió la iniciativa para una vacunación masiva de niños, después de que su hija, la infanta María Teresa, falleciese a causa de la viruela.
La expedición, que pasaría a la historia como la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna (y comúnmente conocida como Expedición Balmis), fue el primer esfuerzo organizado de vacunación masiva en el mundo. Esta misión se dirigió a zonas de América, el Caribe y Asia, en un contexto de crisis sanitaria por la viruela, una enfermedad que había matado a millones de personas a lo largo de los siglos y que había generado una gran preocupación en Europa.
Balmis, el impulsor
El médico Francisco Javier Balmis, que fue quien presentó el plan al rey, tuvo la responsabilidad de ser el encargado de dirigir esta audaz empresa, que representaba un reto sin precedentes: mantener viva la vacuna de la viruela durante largos viajes transatlánticos. Para ello, Balmis ideó una estrategia única, en la que niños huérfanos fueron utilizados como "reservorios humanos" para trasladar la vacuna de un brazo a otro a medida que la expedición avanzaba, en lo que se convirtió en una proeza logística y científica. Acompañado por su colega José Salvany y por la enfermera Isabel Zendal, Balmis emprendió un viaje de dos años y medio que marcaría un antes y un después en la medicina global.
Isabel Zendal desempeñó un papel fundamental en la expedición. Como enfermera de la misión, supervisó la aplicación de la vacuna a lo largo de la travesía, asegurándose de que los niños huérfanos recibieran las inoculaciones correctamente y que la cadena de vacunación no se interrumpiera. En un contexto de enorme sacrificio y adversidad, Zendal destacó por su valentía y competencia, y su labor quedó registrada en la historia como uno de los pilares de la misión.
La expedición partió desde España con un grupo de 22 niños huérfanos y alcanzó el continente americano, donde se estableció una red de vacunación en el Caribe, Puerto Rico y México. Posteriormente, la expedición se dividió en dos grupos: uno se dirigió hacia el Caribe y América Central, mientras que el otro, bajo la dirección de Salvany, continuó su camino hacia Asia. La travesía fue extremadamente difícil, pero la misión consiguió llegar a destinos tan lejanos como Filipinas, Macao y Cantón, llevando la vacuna y extendiendo la inmunización contra la viruela.
Este esfuerzo pionero no solo atendió una emergencia sanitaria, sino que también reafirmó la influencia de la Corona española en sus dominios ultramarinos. De hecho, la expedición no solo llevó la vacuna, sino que también estableció la base para la creación de Juntas de Vacunación, instituciones dedicadas a gestionar la distribución y administración de la vacuna en los territorios de ultramar. Estos organismos permitieron que el legado de la expedición perdurara, contribuyendo al control de la viruela durante los años posteriores.
La expedición también fue una muestra de cooperación global en tiempos de crisis sanitaria, mucho antes de que la solidaridad internacional se convirtiera en un tema central en las crisis de salud pública modernas. Aunque la expedición no estuvo exenta de dificultades y críticas, la expansión de la vacuna en estos territorios permitió reducir la mortalidad por viruela, lo que también tuvo un impacto positivo en las economías locales, que se habían visto gravemente afectadas por las altas tasas de mortalidad.
Hoy en día, la Expedición Balmis sigue siendo un hito en la historia de la medicina. No solo fue la primera campaña de vacunación masiva, sino también el primer esfuerzo global por combatir una pandemia mediante la ciencia y la cooperación. Esta misión sigue siendo un símbolo de la capacidad humana para enfrentarse a los retos más grandes, y los nombres de Francisco Javier Balmis y sus compañeros siguen siendo reconocidos por su contribución al bienestar mundial.
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Recientemente, la sociedad española se ha movilizado para ayudar a los afectados por la DANA, poniendo de manifiesto una vez más el espíritu solidario de numerosos voluntarios del país. Sin embargo, hace más de dos siglos, España fue ya pionera en lo que se considera la primera misión humanitaria de la historia, una expedición sanitaria que llevó la vacuna contra la viruela a América y Asia, cambiando para siempre la historia de la medicina y de las misiones internacionales de ayuda.