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La auténtica berrea: puedes creer a Santiago Posteguillo o la sincronizada
La crónica que ha hecho en el Senado, pausada y letal, es la de un Zola que estaba demasiado cerca del caso Dreyfus
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El viernes por la mañana, la niñería sincronizada aplaudía a David Broncano por acusar la noche antes a El Hormiguero, en prime time, de robarle invitados. Como ya no podían entrevistar a un motorista, pusieron en el programa que pagas tú imágenes de archivo de animales haciendo la berrea, mientras se decía que los artistas y el público de esta máquina de entretenimiento se iban a casa.
La entrevista en realidad sí se hizo, pero no se emitió. Y, según ha publicado El País a regañadientes, fue Dorna, la empresa que organiza el Mundial MotoGP, quien llamó al motorista para recordarle que hay un contrato con Atresmedia.
Lo mismo da. El experimento terminó funcionando como una fenomenal cortina de humo sobre la confesión de Víctor de Aldama, porque en España hay mucha gente que no es retrasada mental, pero cobra por parecerlo las 24 horas. Las redes hervían.
Aquella noche, temas de actualidad para hacer un programa de humor improvisado tenían de sobra, aunque el espectáculo de despecho fue un éxito. Broncano hubiera podido llenar el tiempo arrebatado por Motos con chistes sobre el chalet junto al putiferio de Ábalos en pandemia, los vuelos misteriosos a República Dominicana y los selfis de Sánchez con el corruptor, pero la parte de la parodia política siempre se la dejan a Silvia Intxaurrondo.
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En el programa de Intxaurrondo, a la mañana siguiente, se felicitaban de que alguien haya tirado al fin de la manta, pero no se referían a Aldama, sino a Broncano. La genial jugada se comentaba mucho también en Bluesky, que es un Twitter libre de fachas donde ha ido toda esa gente que se pone violenta cuando oye opiniones diferentes a la suya. La cosa abrió otros programas en la pública y dio para muchos comentarios en La Ser. Está claro que era el tema del día, porque la confesión de un delincuente, como Bárcenas, sobre los presuntos delincuentes del partido que nos gobierna, en este caso el PSOE, no debe ser tenida en cuenta.
Eso decían.
Pero no hay que agobiarse demasiado. El PSOE tiene motivos para la celebración pese al fango de la ultraderecha, esas noticias contrastadas que en la tele de todos llaman bulos. Celebración porque han logrado dos cosas: la primera, que la ultraderecha europea apoye el nombramiento de Teresa Ribera; la segunda, un encaje de bolillos con los partiditos ojetecentristas de izquierdas y derechas para un fin que comparten todos porque viven de esto: subir otra vez los impuestos.
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Subir los impuestos tras la certificación objetiva y mastodóntica de que si viene una riada te puedes ir yendo a tomar por el culo es, posiblemente, la muestra más letal de cinismo partitocrático que jamás hemos presenciado. Los que no solo viven a cuerpo de rey de tus impuestos, sino que convierten a sus amigos más inútiles en altos cargos de subsecretarías inventadas, dicen que lo que le das al Estado, el Estado te lo devuelve. Les falta añadir que lo hace muchas veces en forma de berrea.
Mirad, cuando todo se va a tomar viento, a mí me da por encerrarme a leer, y estoy leyendo un libro fabuloso,
No se refiere Gómez Bárcena a la DANA de Valencia, sino a la caída del imperio romano. Cuenta cómo el cronista Eugipio vio en el río, cerca de Batavís, los cadáveres de los legionarios acuchillados. Esos cuerpos arrastrados eran la constatación de que las instituciones habían muerto. La gente sintió la soledad más perturbadora: la que brota de una sociedad que ya no tiene cabeza.
Tras la DANA escribí que necesitamos una motosierra en manos del contribuyente. Ahora pienso que necesitamos un lanzallamas
Esa soledad letal es lo que transmiten los testimonios de los vecinos de Paiporta, Alfafar y otras localidades, que no vieron un uniforme y tuvieron que sacar los cadáveres de los coches: "nos han dejado solos", "nos sentimos solos", "estamos solos". Antón Losada, que es uno de los que se han ido de Twitter a Bluesky en busca de una democracia sin derecha, dijo en La Ser que esto es un bulo. Losada publicó un libro que se llama Piratas de lo público. No ha visto más piratas desde que dejó de gobernar el PP.
En marzo de 2020, un montón de gente astuta vio en la pandemia una oportunidad de negocio mientras el resto veía cerrarse el techo sobre su cabeza. Cumplimos religiosamente con restricciones que hoy sabemos absurdas, confiados a un inexistente comité de sabios, mientras los oportunistas se arrimaban a quien se tenían que arrimar para hacer pasta: los partidos políticos y las administraciones públicas parasitadas. Hoy en Valencia está pasando lo mismo. Lo sabremos en dos o tres años.
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Sobre la presencia del Estado, podéis creer a Losada o a Santiago Posteguillo, que estos días ha ido a hablar al Senado. Posteguillo es un autor de novela histórica al que la historia presente ha atropellado con sus ruedas de piedra. Cuando se desbordó el barranco del Poyo, resulta que Posteguillo estaba a cincuenta metros, en su casa. La crónica que ha hecho en el Senado, pausada y letal, es la de un Zola que estaba demasiado cerca del caso Dreyfus, o la de un Eugipio mirando al río.
Otros prefieren mirar la televisión financiada y hasta consideran que presta un servicio público.
Durante los primeros compases tras la DANA escribí que necesitamos una motosierra en manos del contribuyente. Ahora pienso más bien que necesitamos un lanzallamas. Los impuestos no paran de subir y no he oído a un solo médico, policía o profesor que diga que ahora trabaja mejor que antes. Sumad dos más dos. Es urgente.
El viernes por la mañana, la niñería sincronizada aplaudía a David Broncano por acusar la noche antes a El Hormiguero, en prime time, de robarle invitados. Como ya no podían entrevistar a un motorista, pusieron en el programa que pagas tú imágenes de archivo de animales haciendo la berrea, mientras se decía que los artistas y el público de esta máquina de entretenimiento se iban a casa.