Tiburones, rinocerontes y otras burradas históricas en 'Gladiator II' (y Ridley Scott lo sabe)
Aunque el cineasta ya había sido criticado en el pasado por inventarse la historia, su nueva película está provocando que muchos expertos alcen la voz ante las inexactitudes
Cuando el año pasado Ridley Scott presentó su epopeya increíblemente larga, Napoleón, todo el mundo asistió profundamente sorprendido a un momento de la campaña de Egipto en el que a las tropas francesas no se les ocurre nada mejor que bombardear las pirámides de Giza. Algo bastante impactante para ver en pantalla grande, aunque históricamente poco preciso. Cuando la crítica de todo el mundo le preguntó a Scott por qué había decidido incluir esa escena en su película, el director británico se enfadó: "¡Ya sé que no destrozó las pirámides! Pero me apetecía contarlo", señaló.
Algo parecido está sucediendo con Gladiator II, que llega a nuestros cines el próximo viernes. La película se esperaba desde hace tiempo y venía cargada de expectación, porque durante años parecía que el proyecto iba a quedar en nada, y, por ahora, las críticas están siendo desiguales. El director ha decidido no seguir la historia original de Máximo Décimo Meridio y, en su lugar, se ha centrado en la de Lucio (Paul Mescal), sobrino de Cómodo (Joaquin Phoenix), el cual ve forzado a entrar en el Coliseo tras ser testigo de la conquista de su hogar por parte de unos emperadores tiránicos que dirigen Roma con puño de hierro.
Más allá del hecho de que Denzel Washington sea Macrino, que no era negro, (aunque sí bereber), es probable que la película de Scott no pasara un examen de historia. Tampoco sabemos si es lo que buscaba cuando filmó la superproducción palomitera. Eso no quita que algunos puristas no se sientan cómodos con los anacronismos, como ha sido el caso de los autores Luca Fezzi y Marco Rocco, que en un ensayo de Garzanti han decidido desmontar todos los errores y las inexactitudes tan clásicas de Hollywood.
Los autores señalan, por ejemplo, que la fórmula latina morituri te salutant, atribuida erróneamente a los gladiadores, en realidad aparece solo una vez: en un episodio que se remonta al reinado de Claudio y relatado por el biógrafo latino Cayo Suetonio Tranquillo. “Fue pronunciada por 19.000 presos, todos condenados a muerte y delincuentes comunes, antes de realizar una reproducción sangrienta de una naumaquia en el lago Fucino. Ni siquiera eran gladiadores", señalan.
La fórmula latina 'morituri te salutant', atribuida a los gladiadores, en realidad la dijeron 19.000 presos condenados a muerte
De hecho, cuando salió el tráiler, muchos expertos ya pusieron el grito en el cielo por los anacronismos que podían verse tan solo en los tres minutos de duración que duraba el anuncio de la película. En una de las escenas se mostraba a un gladiador a lomos de un rinoceronte africano, con silla de montar incluida, que ataca a Lucio (Paul Mescal), lo que desató bastantes críticas. La escena más polémica es, probablemente, la que muestra al Coliseo inundado de agua para escenificar una batalla naval (conocida como naumaquia) y también se pueden ver media decena de tiburones nadando alrededor de un par de barcos de guerra.
"Es una completa tontería hollywoodense, no creo que los romanos supieran lo que era un tiburón", señaló la doctora Shadi Bartsch, de la Universidad de Chicago, a The Hollywood Reporter. En cuanto a la parte del rinoceronte, no se quedó atrás: "Los rinocerontes son animales bastante horribles y no se les puede domesticar", aseguró el historiador Dan Snow en entrevista con The Telegraph. Y, aunque en una de las escenas se puede ver a un grupo de comensales romanos pasando un plato de cuerno de rinoceronte en polvo durante un lujoso banquete, parece que no hay ninguna prueba de que los romanos lo usaran como medicina o fines recreativos, y su uso más temprano se remonta a China en el siglo XVI.
Fezzi y Rocco aseguran en su ensayo que las peleas con animales eran muy improbables, pues unos atletas como eran los gladiadores (bien cuidados, entrenados durante años) no podían ser sacrificados de esta manera. Pelear con bestias era más propio de los condenados a muerte y, en general, los enfrentamientos eran mucho menos salvajes que los que se ven en Gladiator (y en Gladiator II). "Había venationes, espectáculos de caza que ofrecían al público una gama muy amplia de animales", señalan. "También conocemos exhibiciones de animales marinos muy exóticos, pero era algo así como una especie de zoológico o circo, no participaban en peleas".
Alfonso Mañas es uno de los más reputados expertos mundiales en gladiatura y autor de Gladiadores, bestias y condenados. Según cuenta a este periódico, para él no todo es negativo: "El cine es arte y debe tener libertad artística para contar las cosas como quiere. Si la gente quiere historia puede ver un documental. De todas formas, ambas películas captan muy bien la atmósfera de esos espectáculos, la emoción que sentimos nosotros al oír los cuernos que abren los juegos (en la pantalla) es la misma que sentían las gentes de entonces, y por eso atestaban las gradas de los anfiteatros, al igual que nosotros atestamos las de nuestros cines hoy. Y creo que Ridley Scott ha sabido mostrar la filosofía de la época, ambas películas captan bien que los hombres actuamos empujados por el destino, que al final era un concepto muy presente en la Antigüedad y se veía en obras como la Ilíada o la Odisea. Puede verse como una metáfora del momento actual: los personajes viven aplastados por el sistema y finalmente se alzan para intentar cambiar las cosas. La arena es la metáfora perfecta de la vida, así lo manifestaron Séneca o Cicerón".
Mañas explica que, de todos los espectáculos que podían verse en aquella época (desde ejecuciones a zoofilia, como cuentan Marcial y Apuleyo), el de gladiadores era el más light sin duda. "Todo se muestra rebajado porque es cine comercial. Y, de cualquier manera, Gladiator ya en sí era una ficción histórica total. Lo único real era que Marco Aurelio era el emperador y padre de Cómodo. Lo demás es todo inventado y ni Marco Aurelio murió asesinado por Cómodo (falleció de muerte natural por fiebres, probablemente peste), ni Cómodo murió luchando en la arena (lo estranguló un luchador en la bañera). También son fantasía pura otras cosas: no había combates entre hombres y babuinos ni los gladiadores pedían el indulto levantando dos dedos, por poner algunos ejemplos".
"La primera ya era ficción total: ni Marco Aurelio fue asesinado ni Cómodo murió en la arena"
El fenómeno de los gladiadores surgió con los ritos funerarios, según Livio, sobre el 264 a.C, al inicio de las Guerras Púnicas. Antes que nada, eran profesionales —esclavos en la mayoría de las ocasiones, a veces hombres y mujeres contratados para tal función. Grandes atletas—. Como dijo el propio Snow: "Eran el equivalente a estrellas del deporte muy bien pagadas, ya fueran futbolistas de primera división o luchadores de la UFC". Prosperaron por motivos políticos (aumentaba el prestigio de quienes lo organizaban) y servían para mantener a raya a la plebe en ciudades como Roma, que tenían un millón de habitantes. También tenía un aspecto pedagógico, aunque no hay que olvidar que las ejecuciones estaban más relacionadas con los mártires cristianos y los condenados a muerte, durante el mediodía. Las peleas reales en las que se enfrentaban estos profesionales se desarrollaban al caer la tarde.
Sabemos bien sus inicios pero no tenemos tan clara una fecha de declive, probablemente porque fue muy progresivo. La crisis económica del siglo III provocó que los juegos sufrieran un retroceso en el Este del Imperio del que nunca se recuperarían. A partir del siglo siguiente, comenzó a haber edictos imperiales que los limitaban. En los años 30 y 40 del siglo V, unas décadas antes de la caída del imperio, empezaron a menguar hasta desaparecer.
Pero Ridley Scott insistió antes del estreno de la película en que los edificios, la arquitectura y los barcos de guerra de la naumaquia eran increíblemente precisos. "No hemos exagerado ni usado demasiada fantasía", aseguró, alegando que solo habían hecho una pequeña trampa temporal en mostrar que los hermanos Geta y Caracalla habían sido los emperadores que sucedieron a Cómodo (cuando en realidad no fue así). Pero teniendo en cuenta que con las críticas de Napoleón, el británico simplemente le dijo a la gente que se "buscase una vida", quizá no está preocupado por los anacronismos actuales. ¿Es necesaria la excesiva dramatización para que funcionen estas producciones? Será el público el que tenga, como siempre, la última palabra.
Cuando el año pasado Ridley Scott presentó su epopeya increíblemente larga, Napoleón, todo el mundo asistió profundamente sorprendido a un momento de la campaña de Egipto en el que a las tropas francesas no se les ocurre nada mejor que bombardear las pirámides de Giza. Algo bastante impactante para ver en pantalla grande, aunque históricamente poco preciso. Cuando la crítica de todo el mundo le preguntó a Scott por qué había decidido incluir esa escena en su película, el director británico se enfadó: "¡Ya sé que no destrozó las pirámides! Pero me apetecía contarlo", señaló.