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Encuentran una túnica en una tumba que podría haber pertenecido a Alejandro Magno
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Encuentran una túnica en una tumba que podría haber pertenecido a Alejandro Magno

Un grupo de expertos asegura que una prenda encontrada hace años en una tumba en Grecia en realidad fue del conquistador, hasta que murió y entonces pasó a su tío

Foto: Imagen de una escultura de Alejandro Magno. (iStock)
Imagen de una escultura de Alejandro Magno. (iStock)

Cuando Alejandro Magno murió en el 323 a.C. en Babilonia, dejando detrás el imperio más grande conocido hasta la fecha y su helenización posterior, la odisea de trasladar su cuerpo hasta su Macedonia natal debió ser complicada. En algún punto, la leyenda y la realidad se entremezclan y sabemos que el cuerpo nunca llegó a su destino porque Ptolomeo, uno de los generales del macedonio, decidió exponerlo en Egipto. Ahí estuvo durante mucho tiempo, hasta la Antigüedad tardía, pues sabemos que muchos emperadores romanos acudieron a verlo y cometer diferentes tropelías. Octavio Augusto le rompió la nariz y Calígula saqueó su coraza. Caracalla fue, presuntamente, el último en ver su cuerpo, hasta que en algún momento se ordenó sellar la tumba y se perdió en el tiempo, como tantas otras tumbas de héroes legendarios.

En el caso de Alejandro Magno, además, contaba Mary Renault que cubrieron su cuerpo de especias y piedras preciosas y lo depositaron en un féretro de oro. Se construyó encima un templo dorado impresionante con columnas jónicas de oro y un techo abovedado de joyas preciosas, y también le colocaron un paño mortuorio bordado en oro. Podemos imaginarlo, pero nada más. Aunque ahora los restos de una prenda de una antigua tumba en Grecia podrían aportar nuevas pistas, según señala un nuevo estudio.

Hallada en una tumba que, según muchos estudiosos, perteneció a Filipo II (padre de Alejandro), se encuentra junto a otras tumbas en las que, se cree, también estarían enterrados otros miembros de la familia real de Alejandro. Sin embargo, el nuevo estudio señala que en realidad no se trataría de la tumba de Filipo II, como se creía hasta ahora, sino de su medio hermano Filipo III (también conocido como Arrideo).

La túnica era considerada sagrada porque solo a Alejandro Magno se le permitía usarla. Sin embargo, no todos los académicos están de acuerdo con este nuevo estudio, pues señala Live Science que algunos, incluso, consideran que no se trata de una túnica.

La tela de algodón fue parte de una túnica que usó Alejandro y que, después de su muerte, pasó a manos de Arrideo y fue enterrada con él

Como tal, la prenda fue encontrada en 1977 en un cofre de oro en una tumba cerca de la ciudad de Vergina (antigua capital de Macedonia), en lo que hoy es Grecia. La tumba contiene dos esqueletos que, supuestamente, son los de Arrideo y su esposa Eurídice. Tras la muerte de Alejandro, Arrideo se convirtió en el rey de su imperio hasta que comenzaron las guerras de los diádocos, puesto que según los registros históricos aseguran que Arrideo tenía algún tipo de discapacidad mental y no estaba capacitado para gobernar. Fue asesinado en el 317 a.C.

Fuentes del estudio sostienen que, tras la muerte de Alejandro, esta túnica fue entregada a Arrideo y, tras su muerte, fue enterrada con él. Las pruebas que lo respaldan son, entre otras, el arte en las paredes de las tumbas, el estudio de los esqueletos o el análisis de los registros antiguos. Eso es lo que explicaría que la prenda es un sarapis o túnica, hecha de tres capas. Entre las dos capas de algodón hay una capa flexible de un mineral llamado huntita. El púrpura era usado por los reyes en el mundo antiguo y el algodón se cultivaba en Persia, pero no en Grecia, durante la época de Alejandro. Los registros históricos antiguos indican que "el algodón fue introducido en Grecia y Europa por el ejército de Alejandro después de la conquista del Imperio persa".

La pintura en la pared de la tumba —un grupo ilustrado de cazadores— muestra a Alejandro vistiendo una túnica similar a la encontrada

Otros textos antiguos afirman que el rey de Persia vestía una túnica hecha de algodón y huntita y que Alejandro usó una túnica como esta después de conquistar Persia. Además, la pintura en la pared de la tumba —un grupo ilustrado de cazadores— muestra a Alejandro vistiendo una túnica similar a la encontrada. Otra razón por la que se cree que la prenda no pertenecía a Filipo II es que el rey era tuerto, pero ninguno de los esqueletos en la tumba tiene indicación de tal herida.

Sin embargo, el estudio viene con controversia y, como decíamos, no todos los expertos están de acuerdo con la tesis que defiende. Algunos han asegurado que no hay evidencia de que fuera una túnica y que, para algunos excavadores, parecía más un trozo de bufanda. Athanasia Kyriakou, directora del proyecto de excavación de la Universidad Aristóteles de Tesalónica en Vergina, también criticó el estudio diciendo que estaba lleno de errores. Otros, sin embargo, han señalado que hay argumentos lo bastante sólidos como para poder afirmar que probablemente se trataba de una prenda que usaba el emperador macedonio. Solo queda esperar hasta que se establezcan nuevas conclusiones.

Cuando Alejandro Magno murió en el 323 a.C. en Babilonia, dejando detrás el imperio más grande conocido hasta la fecha y su helenización posterior, la odisea de trasladar su cuerpo hasta su Macedonia natal debió ser complicada. En algún punto, la leyenda y la realidad se entremezclan y sabemos que el cuerpo nunca llegó a su destino porque Ptolomeo, uno de los generales del macedonio, decidió exponerlo en Egipto. Ahí estuvo durante mucho tiempo, hasta la Antigüedad tardía, pues sabemos que muchos emperadores romanos acudieron a verlo y cometer diferentes tropelías. Octavio Augusto le rompió la nariz y Calígula saqueó su coraza. Caracalla fue, presuntamente, el último en ver su cuerpo, hasta que en algún momento se ordenó sellar la tumba y se perdió en el tiempo, como tantas otras tumbas de héroes legendarios.

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