Quincy Jones, el genial productor de Sinatra y Michael Jackson (y autor de 70 bandas sonoras)
Nieto de una antigua esclava, fue una de las más icónicas personalidades del mundo de la música: genio del jazz y ejecutivo discográfico de éxito, entre otras cosas. Triunfó en todo lo que hizo
El mundo de la música pierde hoy a uno de sus más personajes más rutilantes y polifacéticos: fue músico, arreglista, ejecutivo discográfico y productor. Tuvo buena estrella en casi todo ello: lejos del camino doloroso que tuvieron que transitar muchos de sus colegas afroamericanos, Quincy Delight Jones —nieto de una antigua esclava, hijo de un bateador de beisbol— dejó su Chicago natal para trasladarse a Seattle con su familia, y de ahí a Boston, donde cursó sus primeros estudios como músico en la Berklee College.
Pero su biografía se empieza a poner interesante en los años 50, donde por dos veces está donde hay que estar: primero en Nueva York —donde se codea con los grandes del jazz como Thelonius Monk, Miles Davis, Charlie Parker, Ray Charles y Dizzy Gillespie—; luego en París, donde estudia con Olivier Messiaen y con Nadia Boulanger, posiblemente la docente más reconocida en la historia de la música, crucial en la vida Astor Piazzolla, Leonard Bernstein, George Gershwin, Daniel Barenboim y Philip Glass, compañeros de Jones algunos de ellos.
De vuelta a América en los 60, el panorama musical tiene tanto para ofrecerle como él a la música: su destreza a la trompeta y el piano se plasman en magníficas sesiones propias y ajenas, y en obras que dejan ver su habilidad en la fusión en cortes como Soul Bossa Nova, que adorarán hasta el día de hoy DJs del mundo entero. No hay coleccionista de jazz ajeno a discos como How I feel about jazz y Birth of a band (1959). A Jones se le debe reconocer también la popularidad de la bossa nova en Norteamérica, pues él produjo en 1962 el histórico concierto Bossa Nova USA, con presencia de João Gilberto, Antonio Carlos Jobim, Luiz Bonfá y Sérgio Mendes.
Aparte de todo esto hay al menos dos hitos mayúsculos marcan su vida. Uno es entrar en contacto con Frank Sinatra, a quien arregla y produce en It Might As Well Be Swing, disco de 1964 que contiene la clásica Fly Me to the Moon, que además de sonar en todo cocktail bar que se precie fue la primera canción tocada en la luna durante la misión del Apolo 11. Sinatra at the Sands, grabado en directo en el Sands Hotel de Las Vegas en el 66 junto a la Count Basie Orchestra, es otro de sus grandes discos junto a La Voz (quien, por cierto, apodó “Q” al productor).
El otro hito, claro, es su trabajo con Michael Jackson. Cuando Jones le conoce, Michael Jackson ya era famoso en todo el mundo gracias a los Jackson Five. Pero Jones vio en él algo que nadie más había detectado: su versatilidad y capacidad de trascender géneros. Está fuera de toda duda su importancia en la trilogía formada por Off The Wall, Thriller y Bad: Quincy fue la mano derecha de Jackson, el que materializó sus fantasías musicales, quien más de cerca le vio —literalmente— mutar. No fue prolífico como productor después de aquellos trabajos, seguramente por haber subido a los cielos sus honorarios: ¿a quién te asocias después de grabar esos discos?
Como compositor de bandas sonoras también alcanzó gran notoriedad: ahí están películas como El prestamista (Sidney Lumet, 1964), A sangre fría (basada en el famoso libro de Truman Capote; 1967, Richard Brooks), La huida (Sam Peckinpah, 1972) y El color púrpura (1985, Steven Spielberg), además de series tan remarcadas como Ironside y The Cosby Show (para nosotros La hora de Bill Cosby).
Quincy Jones triunfó en todo lo que hizo. Estuvo 80 veces nominado a los Grammys, ganando 28
Quincy Jones, ya se ha dicho, triunfó en todo lo que hizo; fue sinónimo de éxito y brillo. Basta con ver su famoso logotipo: brillo, lujo, sofisticación. Estuvo 80 veces nominado a los Grammys, ganando 28.
En su ámbito privado, Quincy Jones fue noticia durante los años 90 al convertirse en pareja de Nastassja Kinski, hija del volcánico Klaus Kinski; actriz precoz, ex de Polanski y, en cierto sentido, otro juguete roto como Jackson.
Deja huérfanos —e inmensamente ricos, aunque solo sea por las regalías de los discos de Michael Jackson— a seis hijos de otras tres parejas. También deja huérfano al mundo de la música, que en 2013 le reconoció, a través del Rock ‘n’ Roll Hall of Fame, como uno de los músicos de jazz más influyentes del siglo XX. Jones se pierde unos resultados electorales en los que, seguro, apostaba por Kamala Harris.
El mundo de la música pierde hoy a uno de sus más personajes más rutilantes y polifacéticos: fue músico, arreglista, ejecutivo discográfico y productor. Tuvo buena estrella en casi todo ello: lejos del camino doloroso que tuvieron que transitar muchos de sus colegas afroamericanos, Quincy Delight Jones —nieto de una antigua esclava, hijo de un bateador de beisbol— dejó su Chicago natal para trasladarse a Seattle con su familia, y de ahí a Boston, donde cursó sus primeros estudios como músico en la Berklee College.