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La buscadora de familiares de genocidas del primer franquismo
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La buscadora de familiares de genocidas del primer franquismo

Loreto Urraca se enteró en 2008 de que su abuelo era un policía que había formado parte del aparato represor y lo contó en el libro 'Entre hienas'. Ahora da charlas en busca de familiares de victimarios

Foto: Refugiados vascos en el campo de concentración Argeles-Mer en Francia, el 15 de abril de 1939 ('L'Independant', Auguste Chauvin/Creative Commons)
Refugiados vascos en el campo de concentración Argeles-Mer en Francia, el 15 de abril de 1939 ('L'Independant', Auguste Chauvin/Creative Commons)

En el año 2008, la vida de Loreto Urraca (Madrid, 1964) dio un vuelco. Por un artículo en la prensa se enteró de que su abuelo, Pedro Urraca, con el que tampoco había tenido demasiada relación, había sido policía durante el régimen franquista. Pero además no uno cualquiera sino que había tenido la misión de perseguir y detener a los exiliados republicanos en Francia tras la Guerra Civil. Urraca (el abuelo), ya había muerto (en 1989) y su nieta se dispuso a investigar todo lo posible sobre su figura. De ahí salió la web pedrourraca.info, con todos los archivos e informes sobre la actividad del policía, y en 2018 Entre hienas (Funambulista), un libro que noveliza la historia de Urraca a partir de los documentos reales.

Todo esto ya está contado. Salió en diferentes reportajes en prensa en los últimos años. El cazador de rojos, titularon algunos. Sin embargo, la labor de investigación de la nieta no ha parado y tiene más testimonios preparados, ya que ha expandido su trabajo hacia otras personas que, como su abuelo, también formaron parte del aparato represivo de la dictadura durante los primeros años, los más duros. Se trata de trazar un mapa personal de “los genocidas”, como así los llama, que hicieron que el régimen apuntalara sus pilares durante los años cuarenta.

Sobre ello habló hace unas semanas en el espacio Memorias Erinnerungen. 9 Encuentro hispano-alemán de cultura. Deutsch-Spanische Kulturbegegnung organizado conjuntamente por el Instituto Cervantes y el Goethe de Alemania, y también para El Confidencial. Se presenta como la portavoz del colectivo “Historias desobedientes, familiares de genocidas por la Memoria, la Verdad y la Justicia”, aunque se ríe un poco cuando se le señala si es una asociación. “¡Pero si somos un grupo de whatsapp! Somos personas que nos hemos conocido de manera casual gracias a las publicaciones. En España somos muy pocos, en Argentina son 150”, comenta.

"Nuestro objetivo es denunciar a nuestras propias familias, pero adherirnos a todas las reclamaciones de colectivos de víctimas"

Es una muestra, asegura, de las dificultades que en nuestro país tiene todavía el asunto de la Memoria Histórica, por mucho que se hable de él o se instrumentalice, ya que en este caso son los familiares de los victimarios. “Nuestro objetivo es denunciar a nuestras propias familias, pero adherirnos a todas las reclamaciones de colectivos de víctimas. Lo que pasa es que el Estado todavía no ha reconocido como tal a las víctimas del franquismo por lo que no han tenido derecho a ninguna reparación. Nosotros, que somos familiares de los victimarios, estamos de lado de las víctimas”, sostiene.

El suyo no es el lado más sencillo de la historia. No es nada fácil eso de “denunciar a nuestras propias familias”. Urraca afirma que ella empezó sola tras conocer todo lo que había hecho su abuelo. Descubrió que había asociaciones de familiares de victimarios parecidas en Francia y Alemania, pero nada en España. También había surgido un colectivo poderoso en Argentina que estaba a su vez en Chile, Uruguay y Paraguay. Precisamente, fue la parte argentina la que contactó con ella. “Encontré ahí a mi familia, en esas personas que estaban en un proceso similar de enajenación de nuestras propias familias denunciando que en ellas hay un perpetrador”.

placeholder La investigadora Loreto Urraca durante las charlas en el Cervantes. (Instituto Cervantes)
La investigadora Loreto Urraca durante las charlas en el Cervantes. (Instituto Cervantes)

No obstante, una vez más se topó con las diferencias que había entre otros países y España. “Ellos son primera generación y yo segunda. Ellos habían tenido muy buenas relaciones familiares, pero en mi caso no, yo solo había conocido a mi abuelo en mi juventud y nunca supe lo que había sido. Pero no había lazo afectivo por lo que la ruptura no fue traumática, para ellos sí. Por otro lado, en Argentina hubo juicios que determinaron que esas personas eran criminales. Aquí no por lo que es más difícil terminar de creerse que esa persona es un criminal. Es esa impunidad la que nos diferencia”.

Poco a poco, gracias al libro, la web y las charlas, se le fueron acercando otras personas que tenían una situación similar en España. La mayoría, nietos o sobrino nietos de falangistas de las zonas rurales que saben que su familiar formó parte de la represión. “Es que en los pueblos es donde hubo una gran represión. Todavía hoy para las familias resulta difícil. Hay algunas que ponen en el tablón de anuncios del ayuntamiento “pido perdón”. Y otras no dicen nada”, comenta Urraca.

"En Argentina hubo juicios que determinaron que eran criminales. Aquí no por lo que es más difícil creerse que esa persona es un criminal"

No decir nada es lo habitual por aquello de la impunidad, reafirma la investigadora. Y porque, obviamente, si se denuncia algo así puede suponer un cisma familiar. Y ya hace mucho tiempo de casi todo. “Muchos prefieren convivir con ello y dejarlo estar. Luego hay otras familias que aunque no tengan relación con esa persona o no la hayan tenido, también prefieren quedarse así. Es que el hecho de que no haya habido juicios y el franquismo en España haya calado hasta los huesos, favorece todo esto. Leemos que hay 30.000 desaparecidos en Chile y nos asombramos, pero, ¿cuántos hubo en España durante el primer franquismo?”, se pregunta. Porque, insiste, lo peor ocurrió aquellos primeros años. “Fue ese primer franquismo fascista y colaborador con los nazis y los fascistas de Italia. Tras la II Guerra Mundial empezó a ser aceptado por el Gobierno de EEUU y se tenían que congraciar con el mundo occidental. Además, que ya se había reprimido a mucha gente, dentro y fuera, y a los que no, los habían matado. No es que quedara ya mucha gente”.

Qué pasa cuando lo cuentas

¿Y qué pasa cuando sí se da el paso de hacer público el testimonio? La reacción, en primer lugar, es con mucha cautela. Por ejemplo, Urraca habla de un par de casos. Uno son los familiares de un juez y una directora de hogar de niños huérfanos, de quienes hallaron pruebas de participación en el aparato represivo, sobre todo el primero. “Encontraron un expediente laboral en el que iba encontrando plaza según fue avanzando el bando de los sublevados durante la guerra. Durante muchos años han tenido muchas dudas, porque también tenían mucha afectividad hacia esas personas”, sostiene. Otro es el hijo de un comisario de la Brigada Político-Social de Barcelona de quien siempre conoció su labor. “Siempre fue muy crítico con su padre, pero ahora además cuenta el testimonio en público y se ha puesto en contacto con familiares de víctimas de su padre”.

A Urraca le gustaría contar las historias de las víctimas de los victimarios en un libro. Comenzando por las de su abuelo. Sobre todo aquellas personas más desconocidas que no fueron grandes figuras políticas, sino gente más de a pie. “La idea es rendir homenaje a las víctimas de Pedro Urraca, las que organizaron el exilio en Francia y que son más desconocidas. Son biografías que muestran cómo funcionaba el aparato represivo entre Vichy, los nazis y los franquistas, personajes que han tenido un papel organizador importante".

"En todas las charlas que damos siempre vienen jubilados, gente de más de 70 años y con alguna motivación personal"

Mientras tanto, va avanzando con este colectivo de desobedientes del que ahora solo forman parte diez personas. “Es que es un trabajo que ha empezado tarde. En todas las charlas que damos siempre vienen jubilados, gente de más de 70 años y con alguna motivación personal. Hay que formar en colegios e institutos para alertar de que cualquier totalitarismo, sea de izquierdas o derechas, va a anular sus libertades, las que tanto han costado ganar. Aceptando cualquier totalitarismo populista eso se pierde. Hay que trabajar en educación para intentar no repetir esos errores, como la guerra”. Para que se sume mucha más gente a su proyecto facilita el correo del colectivo: historias.desobedientes.es@gmail.com

En el año 2008, la vida de Loreto Urraca (Madrid, 1964) dio un vuelco. Por un artículo en la prensa se enteró de que su abuelo, Pedro Urraca, con el que tampoco había tenido demasiada relación, había sido policía durante el régimen franquista. Pero además no uno cualquiera sino que había tenido la misión de perseguir y detener a los exiliados republicanos en Francia tras la Guerra Civil. Urraca (el abuelo), ya había muerto (en 1989) y su nieta se dispuso a investigar todo lo posible sobre su figura. De ahí salió la web pedrourraca.info, con todos los archivos e informes sobre la actividad del policía, y en 2018 Entre hienas (Funambulista), un libro que noveliza la historia de Urraca a partir de los documentos reales.

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