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"Si los ricos siguen insensibles al sufrimiento de la sociedad se podría llegar a la violencia"
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ENTREVISTA a Guido Alfani

"Si los ricos siguen insensibles al sufrimiento de la sociedad se podría llegar a la violencia"

Guido Alfani, catedrático de Historia Económica en la Universidad Bocconi de Milán, analiza en su libro 'Como dioses entre los hombres' 1.200 años de historia de los ricos en occidente. Hablamos con él

Foto: Guido Alfani, catedrático de Historia Económica y autor de ''Como dioses entre los hombres. Una historia de los ricos en occidente'. (Cedida)
Guido Alfani, catedrático de Historia Económica y autor de ''Como dioses entre los hombres. Una historia de los ricos en occidente'. (Cedida)
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¿Para qué sirven los ricos? Esa es la pregunta que recorre las 580 páginas (más de un centenar de ellas de notas y bibliografía) de Como dioses entre los hombres. Una historia de los ricos en occidente (Ático de los Libros). Guido Alfani, catedrático de Historia de Económica de la Universidad Bocconi de Milán, recorre en ese magistral y profusamente documentado volumen 1.200 años de historia siguiendo los pasos y la percepción social de los ricos, a quienes los teólogos medievales señalaban públicamente ante el temor de que pudieran actuar "como dioses entre los hombres".

La respuesta que ofrece Alfani es rotunda: los ricos tienen sentido en la medida en que contribuyen al bien común, sobre todo en momentos de crisis. El problema, según este estudioso, es que hoy en día los ricos se muestran excepcionalmente avaros y reacios a prestar su ayuda a la sociedad. Y eso, advierte, podría tener consecuencias nefastas tanto para los ricos como para todos los demás. Al fin y al cabo, la historia nos enseña que cuando los ricos han eludido cumplir con ese papel se han desatado revueltas, actos de violencia e incluso revoluciones. Y podría ocurrir de nuevo.

PREGUNTA. Siempre ha habido ricos, pero ¿en qué momento empiezan a ser percibidos socialmente de modo negativo, como avaros y pecadores?

RESPUESTA. En el ámbito de la teología medieval hay un momento en el cual se comienza a reflexionar sobre los riesgos de que la gente común, los burgueses, se conviertan en ricos. Los nobles tenían acceso a recursos mucho mayores que los demás, pero se consideraba que era por designio divino y porque tenían a su cargo la protección de sus súbditos. Es cuando los plebeyos burgueses comienzan a enriquecerse cuando los teólogos se preguntan si eso está bien o si esos recursos debían de usarse para ayudar a los más pobres. Y la respuesta que da la teología de la Edad Media es que esos plebeyos que se enriquecen son todos pecadores porque son avaros.

P. Me ha sorprendido enterarme, leyendo su libro, que Tomás de Aquino decía que “en casos de extrema necesidad, todo es propiedad común”.

R. Hay un principio general por el que en momentos de crisis extrema todos los bienes son comunes, si hay que elegir entre morir de hambre o comerse los productos de la huerta del vecino es legítimo hacerlo. Pero el hecho de que encontremos esta reflexión sobre los ricos y sobre el uso de la riqueza en la Edad Media refleja que en algunas zonas de Europa comenzaban a surgir personas mucho más ricas de las que había en el pasado, personas que entre los siglos XI y XII aprovecharon las oportunidades de la llamada revolución comercial del medievo, cuando se abrieron las rutas comerciales de larga distancia. Los teólogos observaron ese cambio social, no les gustó en absoluto y trataron de contenerlo, de moderarlo e incluso de impedirlo. Pero obviamente no logran evitarlo y a finales de la Edad Media, en el siglo XV, ya no es posible decir que todos esos ricos son pecadores, porque se han vuelto demasiado numerosos y demasiado importantes también.

P. Durante prácticamente toda la historia, y en especial a partir de la Edad Moderna, los ricos cumplieron un importante papel social: contribuían al beneficio público con la mejora material de las ciudades y, sobre todo, eran un depósito de dinero al que recurrir en tiempos de crisis, hambrunas, epidemias como la peste negra y guerras.

R. Los ricos siempre han ayudado en momentos de graves crisis, muy claramente durante las dos guerras mundiales, durante todas las grandes guerras de la edad moderna.

P. El caso más extremo quizás sea el de JP Morgan, ¿no?

R Sí. JP Morgan salvó a su patria, a Estados Unidos, del colapso financiero en 1907, un poco como hizo Cósimo de Medici en Florencia en 1434, de hecho ambos fueron considerados salvadores de la patria. La historia de JP Morgan es famosa: en un momento dado en 1907 existía el temor de que la gente fuera a los bancos a retirar todo su dinero e hiciera colapsar el sistema. JP Morgan convoca en su biblioteca privada en Nueva York a un grupo de financieros y les dice que no pueden salir de allí hasta que encuentren una solución al problema, y la encuentran. Se coordinan, movilizan sus recursos financieros y lograr restituir la confianza en el sistema. Los periódicos convierten a JP Morgan en un héroe que ha salvado a la patria. El problema es que Estados Unidos en 1907 no era como Florencia en el siglo XV, era una democracia moderna, y esa demostración del poder financiero también se vuelve sospechosa y gente de todo el espectro político comienzan a preguntarse qué pasarían si ese pequeño grupo de superricos que ya controlaban la economía del país decidieran controlar también la política. Cuando JP Morgan logra salvar él solo a Estados Unidos de la crisis financiera, con la ayuda de otros gracias a su capital en relaciones personales además de capital financiero, se hace visible el poder del dinero, del llamado Money Trust, y hay una reacción: se crea una comisión parlamentaria de investigación del Money Trust, en 1913 se crea el sistema de la Reserva Federal, para impedir que Estados Unidos tenga que pedir a particulares que salven al país durante las crisis financieras, y se intensifican las acciones antitrust. Cuando hablamos de la lucha contra los carteles y los monopolios que comienza en las primeras décadas del siglo XX, nosotros, los historiadores económicos, a menudo nos olvidamos decir que esto no solo tenía un objetivo económico -evitar los monopolios porque estos perjudican a los consumidores- sino que también había un claro objetivo político: separar el dinero del poder político para evitar que los ricos puedan controlar la política.

placeholder Portada de 'Como dioses entre los hombres', de Guido Alfani.
Portada de 'Como dioses entre los hombres', de Guido Alfani.

P. Los tiempos han cambiado. Ahora Elon Musk, uno de los hombres más ricos del mundo, ofrece hasta un millón de dólares al día a los votantes republicanos registrados en los estados clave…

R. Sí. La irrupción de Elon Musk en la campaña electoral estadounidense nos debe hacer plantearnos exactamente las mismas preguntas que se plantearon en tiempos de JP Morgan. ¿Qué ocurre si el hombre más rico del mundo decide entrar directamente en la campaña electoral invirtiendo decenas de millones de dólares? Está claro que Musk no es un elector como los demás, es un superrico, y eso le convierte en un superelector. El problema es que una democracia en teoría se distingue porque todos sus ciudadanos tienen los mismos derechos. ¿Podemos seguir hablando de democracia si ocurren cosas como esta?

P. Ustedes, los italianos, fueron probablemente los primeros en mezclar en la época contemporánea riqueza y poder político de la mano de Silvio Berlusconi, ¿no?

R. Cuando Berlusconi se convirtió en primer ministro por primera vez en 1994 era el hombre más rico de Italia, y llegó a ser el 20º más rico del mundo. En ese momento era realmente un superrico, y a eso se añadía además que su enorme fortuna se concentraba en medios de comunicación y publicidad. En Italia se ha debatido durante décadas si era lícito que alguien así entrara en política. El problema es que en una democracia no se puede impedir a un superrico que sea candidato político, porque supondría no cumplir con el precepto de que todos somos iguales en derechos. Pero el hecho de que Berlusconi alcanzara el poder político usando sus medios de sus campañas de publicidad nos planea un problema práctico: ¿si una democracia moderna deja de funcionar como una democracia se convierte en otra cosa, en una especie de oligarquía del dinero?

P. ¿Y cuál es la respuesta?

R. En Italia esa pregunta todavía no la hemos respondido, no sabemos exactamente cómo gestionar ese problema. Yo no creo que Berlusconi entonces o ahora Donald Trump hubieran podido ser elegidos primeros ministros en cualquier país occidental en la década de los 1970. Los votantes en aquella época habrían tenido enormes reservas ante la idea de que el dinero entrara con tanta fuerza en la política. Algo ha cambiado. Hoy la sociedad occidental en su conjunto es mucho más tolerante que en el pasado respecto a la participación directa de los superricos en política.

"La crisis de la política tradicional ha permitido el desembarco de los super ricos como políticos"

P. Donald Trump, otro empresario rico, podría convertirse el próximo 5 de noviembre en presidente de Estados Unidos por segunda vez. ¿Qué ha cambiado para que ahora la sociedad acepte ver a super ricos ejerciendo importantes cargos políticos?

R. En muchos países, y sin duda ese ha sido el caso de la Italia de Berlusconi, la riqueza económica ha encontrado un espacio, el espacio creado por la crisis de la política tradicional y el deseo de novedades, y ese espacio ha sido conquistado por los superricos o al menos por personas que se apoyan en superricos, como sería el caso en Francia de Sarkozy y de Macron. Macron, por ejemplo, tiene una relación estrecha con Bernard Arnault, el hombre al frente de LVMH, el mayor holding de artículos de lujo del mundo. Por un lado, la crisis de la política tradicional ha permitido el desembarco de los superricos como políticos.

P. ¿Qué más ha provocado que ahora aceptemos sin pestañear ver a los ricos desempeñando cargos políticos?

R. En mi opinión se ha difundido una ideología que es más favorable al gran enriquecimiento personal e, implícitamente, más tolerante con que haya una alta desigualdad. Tal vez no directamente, pero sí de manera implícita. Yo creo que el origen de ese cambio está en las propuestas políticas de los partidos de derechas y de centro-derecha que comenzaron con las reformas de Ronald Reagan en Estados Unidos y de Margaret Thatcher en el Reino Unido a principios de los años 80, y que redujeron el papel de intermediación del Estado, redujeron también la carga fiscal y, sobre todo, redujeron la progresividad en la recaudación fiscal, lo que en mi opinión claramente favoreció que las desigualdades crecieran mucho más fuertemente. Luego tuvo lugar, en los años 90, la desregulación del sector financiero, y eso de nuevo permitió el surgimiento de grandes fortunas. Los ricos comenzaron a verse entonces como una suerte de modelo a seguir, a imitar y al que aspirar. Y eso ha hecho que incluso los votantes más tolerantes a la entrada directa de los superricos en política. La pregunta que por ahora no podemos responder es si algunos de estos superricos no han actuado para favorecer ese cambio de percepción. Es una pregunta inquietante cuya respuesta no está clara, pero que debería hacernos reflexionar dado que todos los días observamos a superricos que quieren influir en política, en las leyes y regulaciones que se adoptan en un país y no solo en materia tributaria. Y hoy logran influir en las políticas mucho más de lo que lo hacían en el pasado. Además, hay otra cosa interesante…

P. ¿Cuál?

R. En un momento dado, cuando trascendió que Tim Walz podía ser el potencial candidato a vicepresidente de Kamala Harris, algunos en Estados Unidos se preguntaron si era lo suficientemente rico para ser vicepresidente. Y eso deja traslucir un cambio, como si solo los ricos -y en particular los empresarios ricos que prometen gobernar tan bien el Estado como sus empresas, cosa que está por ver porque se trata de realidades muy diferentes- fueran capaces de realizar el trabajo político. En mi opinión, es una pieza más del rompecabezas que nos lleva a pensar que la riqueza seguirá siendo cada vez más importante en la política, al menos en los próximos años.

"Hoy los super ricos logran influir en las políticas mucho más de lo que lo hacían en el pasado"

P. Los superricos hoy lo son más que nunca, acumulan fortunas mucho mayores que en el pasado. Sin embargo, han renunciado a su papel tradicional de ayudar al resto de la sociedad en las situaciones de grave crisis. Lo hemos visto con la crisis de Lehman Brothers primero y con la del covid-19 después…

R. Así es. Hemos pasado de una situación como la de hace un siglo, en la que un financiero privado como JP Morgan salvó las finanzas públicas, a la contraria, a ver los bancos salvados con el dinero público, como ha ocurrido en la última crisis financiera. En ninguna de todas las crisis del siglo XXI -la gran recesión que comenzó en 2004, la crisis de 2007 y 2008, la crisis de la deuda soberana, la crisis del covid y la guerra en Ucrania- los ricos han contribuido más. Desde la sociedad hubo llamamientos para que estos superricos contribuyeran más, pero luego los Gobiernos no hicieron nada o casi nada en ese sentido. España sí hizo algo en esa dirección, puso en marcha impuestos temporales para los grandes activos, pero ha sido prácticamente la única intervención de este tipo en occidente. A pesar de los muchos llamamientos que ha habido en ese sentido desde la sociedad, incluso en Estados Unidos, en la práctica no se ha hecho nada.

P. ¿Y por qué? ¿Por qué los Gobiernos se resisten a subirle los impuestos a los superricos cuando existe esa demanda social?

R. Ni siquiera lo han hecho los Gobiernos de centro izquierda. Y la sospecha que surge es que ni siquiera los Gobiernos de centro izquierda lo hacen porque también ellos tienen que lidiar con grupos de presión que les exigen que traten de evitar subirle los impuestos a las grandes fortunas. De ese modo, los superricos no han contribuido a paliar las últimas crisis, simplemente porque no han querido hacerlo de manera espontánea y porque tampoco se les ha obligado a hacerlo, ni siquiera durante las peores crisis y ni siquiera de manera temporal. No podemos demostrar que la riqueza ya dicta la política, pero surgen fuertes sospechas en ese sentido. Todo sugiere que los superricos y las grandes fortunas tienen un control mayor sobre la política que en el pasado, y ese control les permite influir en las políticas que se adoptan, evitando en particular que se pongan en marcha nuevos impuestos para gravar a los más ricos.

"Los superricos no han contribuido a paliar las últimas crisis, no han querido hacerlo de manera espontánea y tampoco se les ha obligado"

P. La razón que dan muchos gobiernos para evitar esos impuestos a las grandes fortunas es decir que si se pusiera en marcha muchos superricos harían las maletas y abandonarían el país llevándose su capital. ¿Sería así?

R. Esa afirmación puede ser en parte cierta, aunque tendría que demostrarse, en tiempos normales. Pero en una situación de grave crisis no creo que se mantuviera. Si durante el covid un primer ministro hubiera salido en televisión diciendo que nos enfrentábamos a una crisis inesperada de la que nos costaría muchísimo salir y anunciando un impuesto temporal para los ricos durante un año, no creo que estos hubieran huido del país llevándose su dinero. Creo que la mayoría de los ricos de occidente habrían sentido que tenían que ayudar y se habrían sentido moralmente obligados a hacerlo. Y, sobre todo, si hubieran escapado con sus capitales la condena social habría sido fortísima e incluso habría conllevado consecuencias económicas, así que no imagino que durante el covid hubieran huido. Sin embargo, ni siquiera en ese contexto se pidió a los ricos que contribuyeran más.

P. Los ricos, por su parte, se defienden diciendo que contribuyen al bien social haciendo donaciones. Pero hacer donaciones no es lo mismo que pagar impuestos, ¿verdad?

R. Para empezar, sabemos que hay casos en los que las donaciones son una manera de pagar menos impuestos. A través de una fundación se puede mantener control sobre el modo en que se administran los recursos que se dan en donación y sobre los que no se pagan impuestos, y a la vez acumular influencia e información, lo que también tiene un valor económico. Ese es el lado oscuro de las donaciones. Pero hay otro aspecto inquietante, y es el tipo de contrato social al que responden las donaciones. Cuando alguien dona, elige las causas. Y eso no es lo mismo que contribuir a la comunidad a través de los impuestos y que luego sea la sociedad, a través de sus instituciones representativas, la que decida cómo utilizar esos recursos. El que sea el rico el que decida a qué causas debe destinarse su dinero se parece más a un modelo oligárquico que a uno democrático.

"Si los ricos no cumplen con su función de ayudar a la sociedad en tiempos de crisis, se verá como un problema y se creará inestabilidad"

P. Como señala en su libro, cuando en el pasado los ricos han sido avaros y se han mostrado insensibles a la difícil situación de la mayoría de la sociedad ese comportamiento ha provocado disturbios, revueltas abiertas, a veces incluso revoluciones y, con frecuencia, actos de violencia directa contra los ricos. ¿Cree que en estos momentos podemos ver situaciones de ese tipo?

R. Esperemos que no, pero eso es exactamente lo que históricamente ha ocurrido cuando los ricos se han mostrado insensibles al sufrimiento de las masas. Si los ricos no cumplen con su función original de ayudar a la sociedad en tiempos de crisis, se verá cada vez más como un problema y creará inestabilidad. Una posible solución a esa inestabilidad sería una oferta política diferente que hiciera que los ricos contribuyeran. Si los ciudadanos de una democracia comenzasen a votar por ciertas propuestas, sería posible hacer eso.

P. ¿Y si eso no ocurre?

R. Si eso no ocurre, en un contexto creo en el que vemos un aumento continuo de las desigualdades y en el que las crisis se suceden casi sin interrupción, me temo que podríamos llegar a un punto en el que la sociedad se vuelva realmente inestable y potencialmente incluso violenta. Los Millonarios Patrióticos, un grupo de superricos estadounidenses que apoya que las grandes fortunas paguen más impuestos, lo han dejado muy claro: hay que elegir entre impuestos o la horca, el utensilio que usan los campesinos para recoger la paja y que han usado tradicionalmente para sus revueltas.

P. ¿Tienen miedo los ricos?

R. Si no miedo, al menos sí conciencia de que hay un problema real. Pero los superricos no son todos iguales, son diferentes individuos y cada superrico es distinto. Algunos de ellos suponen un problema y podrían potencialmente dañar los sistemas democráticos, pero estoy seguro de que algunos no son así.

¿Para qué sirven los ricos? Esa es la pregunta que recorre las 580 páginas (más de un centenar de ellas de notas y bibliografía) de Como dioses entre los hombres. Una historia de los ricos en occidente (Ático de los Libros). Guido Alfani, catedrático de Historia de Económica de la Universidad Bocconi de Milán, recorre en ese magistral y profusamente documentado volumen 1.200 años de historia siguiendo los pasos y la percepción social de los ricos, a quienes los teólogos medievales señalaban públicamente ante el temor de que pudieran actuar "como dioses entre los hombres".

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