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Stanley G. Payne: "Lo del auge del fascismo en Europa es un invento de la izquierda"
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Stanley G. Payne: "Lo del auge del fascismo en Europa es un invento de la izquierda"

Entrevistamos al historiador e hispanista estadounidense para hablar de fascismo, autoritarismo y la situación actual en España

Foto: El historiador e hispanista estadounidense Stanley G. Payne. (EFE)
El historiador e hispanista estadounidense Stanley G. Payne. (EFE)

A finales de la década de los años 50 la policía del régimen presentó a Francisco Franco un breve informe sobre las actividades de un joven estadounidense de apenas 25 años que había estado investigando en España sobre el falangismo a fin de completar una tesis doctoral. La policía desaprobaba las actividades de Stanley G. Payne, que a falta de algo parecido a un archivo sobre el periodo, que no existía, apoyó su trabajo en entrevistas personales.

La policía concluyó entonces —informe del año 1959— que Payne publicaría algo en EEUU y que sería negativo para el régimen, aunque no pidiera represalias o medidas contra él. No es probablemente la imagen que se tenga ahora del veterano hispanista. ¿Payne un peligro para el franquismo?

Lo cierto es que aquel trabajo cristalizó en Falange. Historia del fascismo español (1961), publicado en inglés por la Universidad de Stanford y traducido más adelante por la editorial española del exilio parisino Ruedo Ibérico, que ese mismo año publicó las obras seminales de la guerra civil española de otros dos hispanistas Hugh Thomas La Guerra Civil española— y Burnott BollotenEl gran engaño—.

Ahora, la editorial Espasa reedita en un momento crucial por las constantes alusiones al fascismo y a la ultraderecha en España y en Europa, su clásico Franco y José Antonio. El extraño caso del fascismo español. Historia de la Falange y el Movimiento Nacional (1923-1977). "Hay un absoluto histerismo con lo del auge del fascismo" explica a El Confidencial vía Zoom, "que es además sencillamente falaz, porque, por otra parte, el mayor peligro ahora mismo de autoritarismo en España— y remarca el término— es Pedro Sánchez".

"El mayor peligro de autoritarismo en España ahora mismo es Pedro Sánchez”

Cómo él mismo se encarga de señalar también en la introducción, la nueva edición no se trata evidentemente de aquel primerizo trabajo de los años sesenta, sino de un nuevo gran volumen fruto de varios años en la cúspide de su investigación que fue publicado en 1997 cuando nadie en España estaba preocupado por ningún auge fascista a pesar de las tradicionales movilizaciones del 20-N en la Plaza de Oriente, ya en su declive incluso entonces.

Payne se había ocupado de profundizar —más allá de su tesis universitaria— en esa historia plagada de trampas que resulta el movimiento revolucionario de Falange como él mismo define para explicar ese extraño caso del fascismo español que ya estaba en el título original: "El problema del falangismo es que contribuyó a la contrarrevolución en España luchando del lado de Franco, que era conservador y nada falangista".

Payne que abordaba aquella historia sacando a la luz todas las contradicciones sobre Falange que se derivaron de la Guerra Civil y el Franquismo y que había publicado ya su aclamado Historia del Fascismo, 1914-1945 (1980), es tajante en dos aspectos, no hubo fascismo igual en toda Europa —a diferencia del comunismo— y en España jamás tuvo realmente el poder, atado en corto por las fuerzas conservadoras de derecha incluidos el ejército y el propio Franco.

¿Auge del fascismo? Mentira según el hispanista. "Está el peligro de los populismos y el verdadero candidato del autoritarismo mundial es Vladímir Putin que es un producto típicamente ruso reaccionario, además de las semi dictaduras de América Latina".

PREGUNTA. Han pasado casi 30 años desde la publicación del libro y entonces el término fascismo no estaba presente en la política del momento y ahora sí ¿Qué ha pasado? ¿Hay realmente una vuelta la fascismo?

RESPUESTA. Hasta cierto punto ha habido un auge del populismo, pero no hay que exagerar tampoco porque esto no ha cambiado tanto el panorama político que sigue siendo en gran parte más o menos similar. Pero es que además veremos qué ocurre con los nuevos populismos porque hay toda clase de ellos y que claramente no tiene nada que ver con el fascismo. Esta cuestión de la vuelta del fascismo es obviamente falaz porque no tiene las mismas características del fascismo histórico de ningún modo. Actualmente, el peligro del autoritarismo en España viene de Pedro Sánchez, de las izquierdas, no proviene de ningún supuesto fascismo, o de un neofascismo que sencillamente no existe. Esto es la verdadera dificultad de la lectura actual política del pasado.

Hace dos siglos Alexis de Tocqueville en su clásico sobre la democracia en América explicaba que el peligro a largo plazo para su pérdida proviene de sus propias entrañas, de la democracia igualitaria frente a un estado muy centralizado —o que dice que es más igualitario— y que lo único que garantiza es el control del aparato del estado, esto es el verdadero peligro y no tiene nada que ver con el fascismo porque viene de otra dirección. En todo caso, el candidato mundial es Vladímir Putin, que no tiene nada de fascismo, que es algo típicamente ruso y reaccionario, más en concordancia con lo que fue el imperio zarista y que es parecido también a una dictadura latinoamericana en su modo de funcionar. Pero eso exactamente y es muy diferente al fascismo histórico que no tiene ninguna representación real ahora mismo.

Foto: Los diputados socialistas, Patxi López, Montse Mínguez y Begoña Nasarre, en el Pleno del Congreso este martes. (EFE/Zipi Aragón)

P. ¿Cómo es ese discurso sobre la vuelta del fascismo? ¿En qué consistió realmente?

R. Hay que entender que el fascismo histórico fue una expresión política absolutamente propia de su tiempo y su uso pretende pulsar emociones circunscritas a explicaciones o símbolos para desvirtuar otras opciones, pero no se puede resucitar eso artificialmente en otro siglo con otra cultura con otras estructuras y con otros desafíos políticos, es sencillamente imposible y no es verdad. El fascismo en sí mismo no es más que el espectro de una serie de movimientos nacionalistas a principios del siglo XX que además no conformó un fascismo único —a diferencia del comunismo que sí fue más genérico—. Había un fascismo italiano y luego un alemán enormemente diferente y a veces incluso enfrentado, porque el aspecto que mejor definía al fascismo era el ultranacionalismo muy imbuido por la propia cultura nacional en países muy diferentes por eso había tantas divergencias entre los fascismos, mientras que todos los comunismos se ajustaban más o menos al molde leninista-marxista, al molde ruso-soviético. Eso no pasó con el fascismo.

P. ¿En ese sentido, en el caso de España fue definitiva la característica católica?

R. Sí, una subdivisión en ese aspecto de los fascismos es que estuvieron muy imbuidos por la cultura religiosa nacional, donde la había, como fue el caso de España, Rumanía o Croacia, que eran católicos, mientras que aunque parezca raro tuvo poca influencia en Italia y por supuesto nada en Alemania. Esta característica implicó en España que fuera imposible trazar un totalitarismo en el falangismo español, ni tampoco una idea racista como ocurrió en Alemania, que es algo que remarcó José Antonio en los últimos meses de su vida.

P. La figura central de la historia fascista recae en José Antonio Primo de Rivera y en Franco, aunque el ideólogo puramente fascista habría sido en realidad Ramiro Ledesma Ramos ¿Qué mentiras se han contado sobre el falangismo español?

R. Sí, es verdad que el intelectual más intrínsecamente fascista en España fue Ramiro Ledesma Ramos y no José Antonio, porque este era un intelectual puro, no como el fundador de Falange Española. Por otra parte, la cuestión de José Antonio y el fascismo es complicada porque entonces era muy joven y estaba evolucionando como muchos jóvenes. Por ejemplo, él mismo ya en el año 36 entendía que había un gran peligro en imitar al fascismo italiano, en esas fórmulas fascistas, como era el estado totalitario. Y en cuanto al insurreccionismo, al uso de la violencia, ya en 1935 cuando existía una posibilidad de llevarlo a cabo, y más aún después, con la ilegalización de la Falange en 1936, José Antonio, había sido empujado en parte por el propio gobierno con sus políticas autoritarias en la administración del estado y realmente se encontraba en una situación más y más estrecha y más y más artificial. No sabemos qué hubiera pasado con José Antonio si hubiera vivido, pero no es nada descabellado que se hubiera movido a otra posición política.

P. Una de las ideas predominantes de la historia del falangismo y de la figura de José Antonio es que fue traicionado por Franco y su régimen ¿Es esto verdad?

R. Bueno es traicionado en cuanto a que es absorbido de alguna forma por las derechas y también hay que tener claro que los falangistas por sí mismos no utilizan la fuerza para tomar el poder, que es otra de las mentiras por las que me preguntabas antes, hay que recordar que el falangismo entonces era muy débil en España en tiempos de paz, en parte por la debilidad del sentimiento nacionalista que había. Esto cambió, sin embargo, porque apareció un gran público potencialmente fascista en España a partir de la gran crisis que supuso el colapso de la Segunda República y el estallido de la Guerra Civil.

Sin embargo, es muy importante remarcar que esa lucha, ese levantamiento contrarrevolucionario, está dominado de principio a fin por los militares, no por los falangistas, ni tampoco por las derechas, que es una de las grandes mentiras que se vierten sobre el periodo. El jefe de ese Frente Nacional, de ese movimiento antirrevolucionario, fue Franco, no José Antonio, esto es algo evidente, y Franco no era falangista.

Además, estaban políticamente en ese momento en una posición absolutamente secundaria, hay que entender que los falangistas se llamaban así mismos revolucionarios y buscaban una serie de cambios en la estructura social y económica, mientras que el resto de la gran alianza de las derechas, dominadas, no lo olvidemos por los militares y Franco no, así que estas fuerzas derechistas e incluso de centro, estrechan absolutamente, dejan un espacio muy limitado a las pretensiones revolucionarias de los falangistas. Naturalmente, estaba también la cuestión de que los falangistas originales eran ya una minoría del movimiento: había más camisas nuevas que viejas y estos estaban más adoctrinados, alienados por la retórica de Franco. No pudo ser de otro modo, dado el equilibrio de fuerzas.

Estaba también la cuestión de que los falangistas originales eran ya una minoría del movimiento: había más camisas nuevas que viejas

P. ¿Esto es lo que explica el 'extraño caso del falangismo español'?

R. Es una de sus características, como el problema fundamental del falangismo, que se autodenominaba a sí mismo como revolucionario, y que estaba contribuyendo al bando contrarrevolucionario, al bando netamente conservador. La Guerra Civil no era más que la lucha entre los revolucionarios de izquierdas contra los antirrevolucionarios conservadores de derechas y con ellos, los falangistas que aspiraban también a un tipo de revolución social, esto es a grandes rasgos lo que constituyó "el extraño caso del fascismo español".

P. Aun así, ¿no hubo una contribución esencial durante el franquismo por parte de Falange con políticas sociales, como vivienda, sanidad o el control de la educación? Dispusieron de ministerios..

R. Bueno, lo primero es que había un gran ejercicio de retórica por parte de Franco, que buscaba una modernización y a veces utilizaba la palabra revolución, pero en realidad era un derechista y no tenía ningún espíritu revolucionario y no quería nada de eso. Así que no era más que una falange transformada. No exactamente dirigida, pero sí controlada por el general. Todo este aspecto se ajustaba en gran parte al nivel retórico, al nivel del discurso, y solamente se hicieron algunas reformas, aunque es cierto que resultarían fundamentales, como por ejemplo el sistema de Seguridad Social, que, por otra parte, eran reformas que no son ninguna revolución exactamente, sino muy parecido a lo que se desarrollaba en muchos otros países. Así que la verdadera revolución nacionalsindicalista era una imposibilidad con Franco. Se limitaba en gran parte al nivel de la retórica y no de los cambios fundamentales, políticos y sociales.

placeholder El hispanista estadounidense Stanley G. Payne. (EFE/J.J. Guillén)
El hispanista estadounidense Stanley G. Payne. (EFE/J.J. Guillén)

P. ¿Influyó el falangismo en la concepción de España?

R. Franco fue un gran modernizador, de eso no cabe duda. Llevó a cabo la modernización de las estructuras económicas de España, pero el progreso y la reforma y la transformación modernizan, que es una cosa, mientras que una verdadera revolución a fondo, como se podía esperar de un movimiento fascista, es otra. La amalgama de varias fuerzas diferentes que supuso el franquismo, la combinación de varios colores y varios puntos de vista, es lo que se puede llamar la síntesis peculiar franquista. Y dentro de eso Falange hizo su contribución. Pero por una cuestión de reformismo social, sobre todo de reformismo social y no de revolución. Es el caso de la vivienda, sí, o de los sindicatos. Contribuyó a la reforma, pero no a la revolución total de estructuras, porque fue una imposibilidad, sencillamente, dentro del movimiento semi pluralista de Franco, que un régimen autoritario, semi pluralista, no totalitario.

P. ¿Hay entonces más bien un cierto auge del autoritarismo?

R. Cada vez hay más poder del Estado, más peso del gobierno, a pesar de la existencia de una economía de mercado. Lo que se vive en Occidente es la orientación cada vez más fuerte al poder de ese poder estatal, de un aumento de la función del gobierno que dispone de la mayoría de los recursos económicos y eso no está conduciendo a derivas también cada vez más autoritarias…

A finales de la década de los años 50 la policía del régimen presentó a Francisco Franco un breve informe sobre las actividades de un joven estadounidense de apenas 25 años que había estado investigando en España sobre el falangismo a fin de completar una tesis doctoral. La policía desaprobaba las actividades de Stanley G. Payne, que a falta de algo parecido a un archivo sobre el periodo, que no existía, apoyó su trabajo en entrevistas personales.

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