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"La familia siempre será la gran verdad y el astillero donde todo se repara"
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ENTREVISTA

"La familia siempre será la gran verdad y el astillero donde todo se repara"

El escritor y periodista Pedro Simón publica 'Los siguientes' (Espasa), una novela sobre cómo cuidamos a nuestros mayores con la que cierra su trilogía sobre la familia

Foto: El escritor y periodista Pedro Simón. (Espasa)
El escritor y periodista Pedro Simón. (Espasa)

Pedro Simón (Madrid, 1971) está hecho de una madera especial. Lo lleva demostrando desde hace años a través de sus reportajes y columnas en El Mundo, pero es en sus novelas donde esa rara cualidad alcanza cotas más elevadas. Su nuevo libro lleva por título Los siguientes (Espasa) y pone colofón a una trilogía magnífica dedicada a la familia que arrancó con Los ingratos (centrado en la infancia y ganador del Premio Primavera de Novela 2021) y siguió con Los incomprendidos, protagonizado por unos adolescentes.

Los siguientes va de cómo se enfrentan los miembros de una familia a la inevitable decadencia y muerte de sus mayores. Como siempre, es imposible no sentirse reflejado en mayor o menor medida en las historias que narra Pedro Simón, al igual que es imposible no notar un nudo en el estómago al leerlas sobre el papel.
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PREGUNTA. Tus novelas son ficción, pero con frecuencia parecen más reales que las historias que escribes como periodista. En la última, Los siguientes, cuentas la historia de tres hermanos que se turnan para cuidar a su padre anciano y viudo. ¿Esa trama parte de situaciones personales?

RESPUESTA. Pues fíjate que de mis tres libros -Los ingratos, Los incomprendidos y Los siguientes- a priori este es el que menos tenía que ver conmigo, porque cuando lo escribí mi padre estaba bien, aunque ahora las circunstancias son otras. Pero sí, siempre escribes desde ti, abres tu trastero. Cuando escribes bajas a tu trastero y buscas cosas que tienes por ahí escondidas, metidas en cajas. Para mí sólo tiene sentido escribir una novela si te dejas la piel. Alguien dijo que la verdad y la belleza están muy juntas, y yo creo que es cierto. Cuando lees algo de verdad, cuando conoces a una persona auténtica, te genera inmediatamente atracción. Al menos a mí me pasa.

P. Dentro de una familia suele haber sentimientos encontrados. En Los siguientes tenemos por ejemplo a un hijo que quiere a su padre, pero que en cierta medida también le odia porque es responsable de que su hijo sea discapacitado psíquico, por el golpe que sufrió el niño al caérsele al abuelo siendo bebé.

R. En la familia está absolutamente todo, los grandes temas universales de la literatura están siempre ahí. En la familia está por supuesto el amor, pero también está el miedo, la culpa, la violencia, la soledad…. Todo. Los siguientes para mí es una novela que habla de las segundas oportunidades y de la redención dentro de la familia. Porque sí que creo que la familia a veces es como una especie de mentira. Todos lo hemos percibido, sobre todo cuando eres joven, cuando dices que estás harto de tu madre, que no quieres ser como tu padre, que no piensas vivir en ese barrio, que tienes una familia ridícula… Pero a medida que pasa el tiempo te das cuenta de que la familia es la gran verdad. No es la única verdad, pero es ese gran puerto/refugio al que vuelves de vez en cuando, incluso cuando tus padres ya no están presentes. Es muy curioso cómo el concepto de familia en un momento de nuestras vidas lo denostamos, seguramente porque queremos ir a otro lado, pero al final volvemos a él. Por eso hablo de la redención, porque esta novela habla de segundas oportunidades dentro de la familia y de la familia como ese gran astillero donde todo se puede reparar.

P. En Los siguientes hay a tres hermanos que se turnan para cuidar de su padre anciano, y que viven esa situación tanto como una carga como un gesto de amor.

R. Es que puede ser las dos cosas. No hay manuales para cuidar, no hay normas, no hay una ética hegemónica que te diga que eso está bien o eso está mal. Creo que lo profundamente humano es que durante todo ese proceso, que es muy duro y que puede ser largo, sientes absolutamente todo. Es esa cosa que dice Carmen al principio de la novela: 'El primer día que tuve que limpiarle el culo a mi padre, me mentí diciéndome que era igual que cuando se lo limpiaba a mi hijo'. Es normal que ella sienta reparo, que sienta pena, que sienta asco. Todo ello, por supuesto, embadurnado de amor, pero lo otro también está ahí. Si no estuviera, estaríamos ante una persona angelical, y yo no me la creería. Yo creo que no hay nadie que no lo pase mal cuidando a ancianos, por mucho amor que le pongas los cuidados de la gente mayor siempre son material muy inflamable. El otro día me dijo una cosa mi amigo Carlos que me dejó flipado, me contó cómo se siente cada vez que va a la residencia a ver a su madre. Me dijo que iba muy poco, pero que cuando va siente como si estuviese delante del escritorio de Windows, fuese a la papelera de reciclaje, hiciese doble clic y viera que allí está el archivo de su madre junto con otros archivos. Me dijo Carlos que tenía la sensación de que había metido a su madre en una papelera de reciclaje, que se la había quitado de la vista. Estaba absolutamente abatido y yo trataba de animarle, pero entiendo esa imagen de la que me hablaba, porque hay algo de verdad en ello. Por mucho amor que se le ponga, los cuidados siempre nos generan frustración porque sientes que podrías haber hecho más ya.

placeholder Portada de 'Los siguientes', la novela de Pedro Simón que cierra su trilogía sobre la familia.
Portada de 'Los siguientes', la novela de Pedro Simón que cierra su trilogía sobre la familia.

P. ¿Crees que hoy en día, en este mundo cada vez más individualista, se trata cada vez más de esquivar los cuidados?

R. Pues fíjate, yo creo que no. A lo mejor en lo colectivo sí es así, pero creo que en lo individual no, porque uno siempre quiere poder dormir bien por la noche, poder sentirse bien. Además, hay algo que tiene que ver con la sangre y que hace que, de forma inconsciente, te arrimes a ese familiar que necesita cuidados, porque cuando cuidas a tu padre o a tu madre un poco te cuidas a ti, estás invirtiendo en el tú que serás. Creo que al cuidar de tus padres hay algo de anticipación de lo tuyo, porque tú eres el otro también, eres el siguiente.

P. En general estoy de acuerdo con lo que dices. Pero también creo que hay gente desalmada que tiene a su madre o a su padre completamente abandonados y es capaz sin embargo de dormir a pierna suelta…

R. Seguramente, pero yo no los conozco, mis amigos no son así. Yo veo lo que hacen mis amigos, lo que hace Antonio con su madre, lo que hace Gustavo con su padre. Será que he elegido bien a mis amigos, pero a mi alrededor hay gente que cuida de sus padres. Habrá mucho hijo de puta desalmado, claro que sí. Pero al final, en la soledad de tu habitación, uno sabe si has sido hijo de puta o no con tu padre o con tu madre. Nadie te lo va a recriminar, pero tú sabes si lo has sido, y eso es tremendo.

"Al final, en la soledad de tu habitación, uno sabe si has sido hijo de puta o no con tu padre o con tu madre. Nadie te lo va a recriminar, pero tú sabes"

P. Todos sus libros muestran cómo la vida cotidiana está llena de grandes decisiones, de decisiones éticas a pequeña escala.

R. Sí, sin ninguna duda. Es eso que decía Borges de que cualquier biografía, por larga y complicada que sea, consta de un sólo instante en el que un hombre sabe para siempre quién es. Y es verdad. Es ese momento en el que decides si dejas el trabajo para estar con tu padre o con tu madre, si es que puedes hacerlo, claro, o si no lo dejas; ese momento en el que decides si te implicas o te escaqueas, si te remangas o te haces el despistado, si te involucras o te pones a echar cuentas pendientes… Y uno tendrá que apechugar con lo que decida, siempre va a saber lo que es, lo que has sido. En un solo día creo que caben 80 vueltas al mundo y hay que tomar decisiones de cosas muy pequeñas pero que pueden marcar mucho, muchísimo. Es una ética de andar por casa, que no sale en los periódicos ni en ninguna red social, pero tú sabes, sabes lo que has hecho y lo que estás haciendo.

P. Tu libro, me parece a mí, también plantea de alguna manera a quien quieres más, si a tu padre o a tu hijo. ¿Estás de acuerdo?

R. No lo había visto así, pero creo que tienes razón. Supongo que al final el padre y el hijo se parecen mucho: hay un momento en que surge la figura del abuelo/niño, en el que el abuelo se parece mucho a su nieto, a tu hijo. Y uno mismo también se ve ahí, es la carrera evolutiva. Cuando tienes a una persona mayor delante, es como el spoiler de lo que tú vas a ser. Y por eso nos incomoda tanto la vejez, nos molesta, nos agobia: porque nos hace aventurar cómo seremos. ¿Yo seré así? ¿Yo tendré este mal genio? ¿Yo estaré así de triste? ¿Yo tendré esa depresión? O al revés: ¿Yo daré tanta luz a pesar de todo? ¿Yo seré así de generoso en mis últimos días? Es complicado, porque además yo creo que las vidas que tenemos no se parecen mucho, pero sí que se parecen las muertes. Si nos planteáramos cinco formas en las que vamos a morir, es muy probable que no nos equivocáramos y que efectivamente muriéramos de alguna de esas formas. Te sabes todos los finales de la novela, y da igual que cojas el camino A, el B o el C, no mola ninguno, y por eso la vejez genera tanta ansiedad.

"Las vidas no se parecen mucho, pero las muertes sí que se parecen"

P. Las mujeres tradicionalmente siempre han sido las que han cuidado, y a día de hoy lo siguen siendo. La mayoría de las cuidadoras son mujeres.

R. Nos creemos muy modernos como sociedad, pero nueve de cada diez cuidadores de familiares siguen siendo mujeres. Hablamos mucho de políticas de género, que si el Me Too, que si la igualdad, que si ministerios… Pero nueve de cada diez cuidadores son Cármenes, no son Gabrieles ni Daríos. Y eso es una barbaridad, claro. Todavía en 2024, si naces mujer tienes un sello indeleble que te va a acompañar toda la vida.

P. Y con lo que ello conlleva, porque como decías cuidar es muy duro…

R. Claro que lo es. De hecho el cuidador se tiene que cuidar, porque si no puede acabar fatal.

P. La vejez significa en muchos casos soledad. Recientemente, con ocasión del Día Mundial Para la Prevención del Suicidio, leía que es entre los varones de más de 80 años donde se concentra el mayor número de personas que se quitan la vida. Tremendo, ¿no?

R. Tremendo. Cuando empecé a pensar en esta novela, me planteé que en lugar del Antonio, el viudo, hubiese una viuda, Alicia. Pero finalmente decidí que el viudo fuese un hombre, porque creo que hay más intemperie en torno a un hombre que se queda solo después de haber estado décadas con su mujer que al revés. A un hombre viudo de esas edades yo lo veo quebrado, como un pajarillo que se ha caído del nido, inerme, mientras que en las mujeres viudas veo más robustez, más independencia, las veo menos demandantes, las veo que actúan todavía como pegamento de la familia. Y por eso elegí que fuera un hombre viudo, porque me interesaba generar ese ambiente de animalillo caído.

"Hay mucha historia extraordinaria dentro de lo ordinario, creo que todos podríamos ser protagonistas de una novela"

P. Decías antes que tus novelas surgen de rastrear en tu trastero personal. ¿No tienen también mucho de periodístico, en el sentido de que reflejan a la perfección ciertas realidades que todos conocemos?

R. Sí, sin ninguna duda. Yo creo que hay mucha historia extraordinaria dentro de lo ordinario, creo que todos podríamos ser protagonistas de una novela o de un reportaje. Tú también, sólo tendrías que contarme aquella parte de tu vida que crees que da para una novela, que seguramente no te da la gana hacerlo, pero tú sabes cuál es. Y casi siempre es una historia relacionada con el dolor, con algo que nos quita el sueño… Allí donde hay una herida hay una cicatriz y hay una novela, siempre, siempre. No hay nada más universal que el dolor, todos tenemos algo que nos da por culo cuando estamos en la cama tratando de dormir.

P. Y la familia es el gran motor en crear amor y dolor, porque la gente a la que queremos es también la que más nos duele.

R. Yo creo que la familia es la cicatriz más grande, la marca más grande que nos queda, el gran arañazo que te cruza el cuerpo y que nunca te va a abandonar. Porque, para bien o para mal, uno termina siendo lo que es por culpa de su familia, a causa de su familia. Siempre, cuando te levantes y te mires al espejo, lo que vas a ver delante eres tú, un trozo de tu familia.

Pedro Simón (Madrid, 1971) está hecho de una madera especial. Lo lleva demostrando desde hace años a través de sus reportajes y columnas en El Mundo, pero es en sus novelas donde esa rara cualidad alcanza cotas más elevadas. Su nuevo libro lleva por título Los siguientes (Espasa) y pone colofón a una trilogía magnífica dedicada a la familia que arrancó con Los ingratos (centrado en la infancia y ganador del Premio Primavera de Novela 2021) y siguió con Los incomprendidos, protagonizado por unos adolescentes.

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