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Tony Blair regresa para aportar algunas lecciones a los líderes actuales. Son chocantes
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Tony Blair regresa para aportar algunas lecciones a los líderes actuales. Son chocantes

En su regreso a la actualidad, el exlíder laboralista expone sus conocimientos sobre cómo dirigir una sociedad, pero también subraya cuáles son los caminos para solucionar los problemas de las democracias

Foto: Tony Blair a su llegada a Brasil. (EFE/Andre Borges)
Tony Blair a su llegada a Brasil. (EFE/Andre Borges)
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La reaparición de Tony Blair en la esfera pública, gracias a la publicación de un nuevo libro, On leadership. Lessons for the 21th Century, ha generado expectación en Gran Bretaña por su contenido y por las circunstancias: un Gobierno laborista acaba de regresar al poder tras el Brexit instigado por el partido conservador. Pero también por la mirada ambivalente de la sociedad británica sobre su autor: le es simpático a muchos conservadores, que no olvidan aquella afirmación de Margaret Thatcher, según la cual su mayor logro había sido Tony Blair y su nuevo laborismo, y parte de las izquierdas le rechazan abiertamente a raíz de las políticas que desarrolló durante su largo mandato. Sin embargo, y puesto que el tiempo concede perspectiva, ha dejado de suscitar tantas filias y fobias, y mucha gente le observa con esa distancia con que se juzga a quienes ya no son parte de la política activa.

Sin embargo, Blair dista mucho de estar retirado. Le mantiene activo el Instituto Tony Blair para el Cambio Global, que da empleo a mil personas, trabaja con Gobiernos de todo el mundo y está presente, de momento, en 40 países. En breve llegará a los 50, afirma su fundador.

Parte de la tarea del Instituto es asesorar a Gobiernos y el contenido de su libro refuerza esa nueva función de Blair, ya que ofrece una serie de consejos prácticos sobre cómo liderar un país, desde cómo formar un equipo hasta cómo tratar con la burocracia pasando por los dilemas psicológicos que deben afrontar los gobernantes a la hora de tomar decisiones.

Pero más allá de sus recomendaciones, recogidas de su experiencia personal y de sus relaciones con otros dirigentes, el aspecto más interesante reside en su visión sobre el presente y el futuro de las sociedades actuales, tanto de las democráticas como de las que no lo son. Blair, como señala en el subtítulo de su libro, quiere ofrecer a los lectores (y a los líderes presentes y futuros) unas cuantas lecciones que sean útiles para este siglo.

1. Ilusión, energía y entusiasmo

Para Blair, un cambio en las democracias es indispensable, puesto que es una exigencia de la mayoría de los ciudadanos. La gente no está contenta y quiere que algo se mueva; no percibe que las cosas funcionen correctamente. Ese sentimiento daña especialmente a la democracia, ya que su legitimidad, insiste Blair, radica en demostrar que es eficaz. Sin embargo, Occidente está lleno de malos ejemplos, en los que reina "un círculo vicioso de costes más elevados, más impuestos y malos resultados". Como resultado, la sociedad no cree que los Gobiernos estén cumpliendo con sus obligaciones, lo que provoca el crecimiento del populismo.

Cualquier transformación significativa tiene en su centro, afirma Blair, a un líder fuerte

Aquí es donde el líder de verdad juega un papel fundamental. Es el que impulsa el cambio de manera decidida: el agente esencial. En los nuevos procesos, el líder debe tener una idea clara, entender que las transformaciones llevan tiempo y que es necesario acompañar el propósito de ilusión, energía y de entusiasmo. Sin trasladar eso a las poblaciones es mucho más difícil que los cambios se produzcan.

2. La importancia de centralizar

Cualquier transformación significativa tiene en su centro, afirma Blair, un líder fuerte, porque los votantes no van a seguir a una persona que consideren débil o que se asuste ante los retos. Pero esa solidez debe ser acompañada por las estructuras. En primer lugar, por las territoriales, ya que la capacidad de producir efectos se desdibuja con la dispersión. El ex primer ministro británico aseguraba a The Guardian: "Me encuentro con países a los que se les ha aconsejado, a menudo por instituciones internacionales bien intencionadas, que descentralicen todo su poder. Y lo que descubren entonces es que no pueden hacer que nada funcione. No hay palancas que accionar. Y en las regiones de los países en desarrollo no tienen la capacidad para hacerlo. Así que ese problema que podrían resolver se lo han dado para que lo solucionen a un montón de personas que no pueden resolverlo".

Los consejos de expertos que no pertenezcan a un partido son muy importantes a la hora de implantar las mejores políticas

En segunda instancia, el poder pasa también por la centralización en el Gobierno. La función pública es un problema, ya que suele funcionar mal, y las medidas que los líderes toman para arreglarla no suelen surtir efecto. Pero ese problema se puede mitigar, como hacen cada vez más Gobiernos occidentales, con la incorporación de expertos externos. Blair utiliza el caso de Singapur, que cuenta con el asesoramiento a 1.600 ingenieros para impulsar la innovación tecnológica, para subrayar la importancia de los consejos de especialistas que no pertenecen a un partido o a un Gobierno de una ideología concreta, a la hora de implantar las mejores políticas.

3. Globalización e inmigración

Las transformaciones geopolíticas no son tan relevantes, en la medida en que, si bien están generando modificaciones, es improbable que EEUU abandone militarmente a Europa, incluso si gana Trump, o que China decida dar pasos adelante en el camino de la confrontación. Tampoco cree que el populismo esté causado por la globalización, es decir, por la creación de nuevos y abundantes perdedores que estén buscando otros caminos políticos. Blair insiste en que el mundo seguirá en la aceleración global y que lo imprescindible es capacitar a la gente para desenvolverse en el nuevo contexto. Los procesos inmigratorios obligarán a que se tomen decisiones difíciles, pero su solución es clara: a favor de la inmigración y a favor de su control.

4. La tecnología, decisiva

En resumen, en un entorno internacional menos amenazador y más estable de lo que se suele subrayar, aparece un descontento con la eficacia de los Gobiernos. Este tampoco está causado por ese declive económico de las clases medias y populares occidentales, sino con la sensación de que la dirección política de la sociedad no cumple. Hace falta un cambio, y Blair lo sitúa en lo que identifica como el centro de toda disrupción, la transformación tecnológica y, en especial, la inteligencia artificial.

Los problemas que sufre esta sociedad paralizada podrán solucionarse gracias a la inteligencia artificial, afirma Blair

Blair la percibe con un particular entusiasmo, ya que cree que su potencial es enorme. Es el camino de salida para una sociedad paralizada por unos sistemas de salud públicos colapsados, por una justicia penal disfuncional y por unas infraestructuras que necesitan actualizarse (y cuya renovación es ralentizada por políticos y planificadores); y eso sin contar con los problemas que causan la falta de relación entre ingresos y gastos. Todo esto, según Blair, puede arreglarse gracias a la eficiencia que la IA aportará.

Las políticas públicas que se implanten estarán asesoradas por la IA y su gran cantidad de datos disponibles, lo que permitirá evaluar y anticipar, y tomar así las mejores decisiones con un coste mucho más barato. Para llegar a este punto, es necesario capacitar a las personas, insistir en que no perciban a la IA como una enemiga que les robará los puestos de trabajo, y contar con líderes que sean capaces de explicar los cambios que se están viviendo en el mundo real y que aporten una narrativa que entusiasme.

5. El amigo Bob

Si se pone todo esto en relación, lo que Blair propone es lo siguiente: hacen falta líderes fuertes que lideren un cambio profundo, que se apoyen en un poder centralizado y en consejeros expertos de fuera de la Administración, que tengan capacidad de dirigir a la sociedad hacia un nuevo horizonte, y que apuesten no por transformaciones estructurales, sino por adoptar la tecnología como solución de futuro. Esa mezcla de líderes fuertes, poder centralizado, menor gasto e IA es una posición difícilmente distinguible de la que sostienen los grandes magnates de la tecnología; esos que, como Elon Musk, parecen estar amenazando a la democracia. Es llamativo que un líder laborista, que aboga por la democracia y combate el populismo, tenga un plan para el futuro que se parezca en muchos extremos a los de aquellos que dice combatir.

Además, las predicciones de Blair sobre los fabulosos usos de la IA chocan con otras posiciones, como las del hedge fund Elliott, que afirman que su utilidad y rentabilidad distan mucho de lo prometido. Quizá, en última instancia, Tony Blair haya dejado de hacer lobby para un tipo llamado George (Bush) y su trabajo ahora sea hacerlo para un tipo llamado Bob.

La reaparición de Tony Blair en la esfera pública, gracias a la publicación de un nuevo libro, On leadership. Lessons for the 21th Century, ha generado expectación en Gran Bretaña por su contenido y por las circunstancias: un Gobierno laborista acaba de regresar al poder tras el Brexit instigado por el partido conservador. Pero también por la mirada ambivalente de la sociedad británica sobre su autor: le es simpático a muchos conservadores, que no olvidan aquella afirmación de Margaret Thatcher, según la cual su mayor logro había sido Tony Blair y su nuevo laborismo, y parte de las izquierdas le rechazan abiertamente a raíz de las políticas que desarrolló durante su largo mandato. Sin embargo, y puesto que el tiempo concede perspectiva, ha dejado de suscitar tantas filias y fobias, y mucha gente le observa con esa distancia con que se juzga a quienes ya no son parte de la política activa.

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