¿Paz o República? Una historia nueva de la guerra (mundial) de Augusto contra Marco Antonio
La campaña del que luego sería emperador contra el reino helénico de Cleopatra fue una guerra civil y también mundial, porque participaron otros actores. Ganó Augusto, pero ¿a qué precio?
En la batalla de Accio (31 a. C) el mundo romano se partía en dos con su dimensión no solo de combate entre Oriente y Occidente —el que representaban respectivamente los antiguos triunviros Octavio Augusto y Marco Antonio, tras haberse repartido el gobierno de ambas—, era además el punto de inflexión definitivo entre la posibilidad de mantener una República decadente, que se había gobernado por ese triunvirato —al que habría que añadir a Marco Lépido— y cuyos senadores habían entregado el poder ya a Octavio. El momento decisivo que facilitaría el Principado implantado por Augusto, después de haber mantenido el senado, pero ostentando todos los poderes en la práctica.
¿Una dictadura? No en lo formal, aunque es exactamente de lo que se había acusado ya a Julio César antes de fuera acorralado en la escalinata del Senado y asesinado a puñaladas: de haber tomado una deriva autoritaria, dictatorial. Pero para ese momento la República había abandonado la democracia y se deshacía ya entre guerras civiles. Primero las que protagonizaron Julio César y Pompeyo, en el primer triunvirato, después la que tuvo lugar entre su sobrino Octavio Augusto y su propio lugarteniente y amigo Marco Antonio. Sería la definitiva.
Una guerra que en realidad se justificó con la campaña de Augusto contra el reino helénico de Cleopatra en Egipto y que además implicaría a otros actores. En Egipto estaba Cleopatra y con ella Marco Antonio, que había emulado a su amigo y jefe Julio César. Una guerra civil y también mundial, porque participaron otros actores, y que ganó Augusto para inclinar Roma definitivamente hacia el modelo imperial, un imperio con el que llegaría la paz ¿A qué coste y con qué consecuencias?
El historiador italiano Giusto Traina, que publica ahora
Es la novedad sobre una historia sobre la que en teoría se conoce todo y que, aun así, no deja de tener diferentes interpretaciones según sus expertos. Tal y como hace Giusto Traina, profesor de la Sorbona, que se sumerge, entre otras cuestiones, en la crucial relación de Marco Antonio y Cleopatra —una pareja insuperable, tanto la ficticia como la real—, que fue la chispa que acabó por incendiar la Guerra Civil, que definiría Roma y que se resolvería en esa Batalla de Accio.
Marco Antonio y sus designios para la herencia familiar con los hijos en común que tuvo con Cleopatra —y también, con el hijo de la egipcia y Julio César, llamado Cesarión—. Marco Antonio y su orientalismo. Marco Antonio y la supuesta teoría de que quería crear un imperio romano alternativo en Oriente. Marco Antonio y la traición. ¿Paz o República? La batalla propagandística que desplegó Augusto fue brutal.
"La batalla propagandística que desplegó Augusto fue brutal"
Ni siquiera está claro que Marco Antonio hubiera respetado esa República, pero sí se sabía, en cambio, cuál era el proyecto de Octavio Augusto, probablemente el dictador cuyo proyecto autoritario tuvo más éxito y fue más longevo y estable que ninguno otro en la historia, según afirma su biógrafo Adrien Goldsworthy, autor de
Antes de Augusto había inestabilidad en Roma -su tío Julio César había dejado incompleta la conquista de los Balcanes y había guerra con los partos-, pero a partir de su Principado llegó la Pax Romana y una línea dinástica cuya sucesión fue más estable y menos truculenta que aquellas con las que nos deleitó Robert Graves en sus clásicos
Según Traina, la ruptura entre Marco Antonio y Octavio era inevitable y el relato jugó un papel muy importante, relato que dominó desde el comienzo en Roma Augusto. Así, por ejemplo, la cuestión del matrimonio de Marco Antonio con la "extranjera" Cleopatra, y las acusaciones de romper con las leyes romanas en pos de su propio imperio tuvieron una importancia capital. Tal y como explica Giusto Traina: "el objeto de discordia reside en un célebre fragmento de Suetonio que cita una epístola de Antonio en tono áspero pero tratando de mantener la relación con Augusto. El texto está traducido en estos términos: '¿Qué te ha hecho cambiar? ¿Es porque me acuesto con una reina? Es mi esposa". Traina explica que lo último se tiene que interpretar en realidad como una pregunta "¿Es mi esposa acaso?".
Así, además de la alianza con Egipto, Octavio presentó a Antonio en Roma como un hombre totalmente sometido a Cleopatra, bajo la influencia del alcohol y la droga, poco preocupado por su papel de representante de Roma e incluso dispuesto a trasladar la capital a Alejandría. Para rematar, se apoderó del testamento de Marco Antonio, que leyó de forma ilegal, y después publicó, puesto que en las disposiciones estaban el futuro reparto de Oriente y donaciones a los hijos de Cleopatra.
No contravenían ninguna ley romana porque eran reinos exteriores, pero le sirvió a Augusto para presentarle como un traidor en el Senado. Se preparaba la guerra contra Cleopatra, es decir, la verdadera guerra civil, en la que se implicarían otros personajes. Marco Antonio contaba con Sadalas en Tracia o los jefes Anatolios como Deyótaro Fidelfo y el rey de Mauritania Bogud, mientras le enviaban tropas Polemón del Ponto, Amintas (rey de los gálatas y de los licaonios), Atrasvades de Media, Herodes de Judea. Muchos desertaron pronto.
Octavio arengaba a sus tropas diciéndoles que iban a combatir contra "alejandrinos y egipcios esclavos de una mujer y no de un hombre". La batalla decisiva fue naval y tuvo lugar en Accio, donde la flota de Marco Agripa al servicio de Augusto superó a la de Marco Antonio. Giusto Traina rechaza la versión extendida de que el error en la batalla de Marco Antonio fue el de confiar en la flota de trirremes, naves de gran poderío, pero mucho más lentas que las embarcaciones de Agripa, tal y como se narró en la vulgata oficial de Augusto, elaborada a posteriori.
Las dos flotas habrían sido prácticamente idénticas en composición, pero más numerosa la de Augusto. Además, las naves egipcias de Cleopatra iniciaron una retirada estratégica que confundió a las de Marco Antonio. Aunque técnicamente lograran romper el bloqueo de la flota de Octavio, y se podrían apuntar la victoria, fue el principio del fin. Octavio recuperó el control de Oriente y el propio ejército de su rival tras amnistiar a sus partidarios. Marco Antonio y Cleopatra huirían a Alejandría, donde se suicidaron para no ver un mundo gobernado por Augusto.
En la batalla de Accio (31 a. C) el mundo romano se partía en dos con su dimensión no solo de combate entre Oriente y Occidente —el que representaban respectivamente los antiguos triunviros Octavio Augusto y Marco Antonio, tras haberse repartido el gobierno de ambas—, era además el punto de inflexión definitivo entre la posibilidad de mantener una República decadente, que se había gobernado por ese triunvirato —al que habría que añadir a Marco Lépido— y cuyos senadores habían entregado el poder ya a Octavio. El momento decisivo que facilitaría el Principado implantado por Augusto, después de haber mantenido el senado, pero ostentando todos los poderes en la práctica.