Tragedia Shakespeariana: el único teatro en español de Londres baja el telón
Sus fundadores, Jorge de Juan y Paula Paz, alegan falta de ayudas y los problemas para aprobar los proximos presupuestos generales para continuar con el Teatro Cervantes, el proyecto que montaron en 2016
Corría el año 1986 cuando Jorge De Juan se plantó en Londres haciendo autostop desde su Murcia natal para ver Hamlet en el emblemático Old Vic. Fue allí cuando compartió su sueño con el legendario Derek Jacobi: "Quiero abrir un teatro en español en la cuna de Shakespeare". Le tomaron por iluso. Pero su camino se cruzó con el de Paula Paz y en una aventura quijotesca, el actor y la directora de escena crearon un escenario situado bajo los arcos de un puente ferroviario que acoge ahora restaurantes con encanto al sur del Támesis.
El Teatro Cervantes abrió sus puertas en 2016 en el barrio de Southwark, apenas a unos metros de The Globe, dedicado al autor de Romeo y Julieta, y del propio Old Vic. Jorge de Juan (Cartagena, 1961) y Paula Paz (Madrid, 1989) consiguieron, lo más complicado, consolidarse como una referencia de la promoción de la cultura española y latinoamericana en la capital británica. Pero ahora han tenido que bajar el telón del primer y único teatro en español en el Reino Unido al no haber hallado recursos económicos para seguir en funcionamiento. El propio Shakespeare utilizaría el término tragedia para describir este fin del universo lorquiano en la capital británica.
Los cofundadores y directores aseguran que "solo un milagro de última hora" podría evitar el cierre. "Si hubiera una llamada mañana, ni siquiera pasado mañana, podría a lo mejor solucionarse", recalcó De Juan. En concreto, son 200.000 euros anuales, como mínimo, la cantidad que necesitarían para seguir en funcionamiento, principalmente para cubrir los gastos que supone mantener la infraestructura de un íntimo y mágico espacio con alrededor de cien butacas.
Son 200.000 euros anuales la cantidad que necesitarían para seguir en funcionamiento, principalmente para cubrir los gastos
Ambos reconocieron que han sido años difíciles para la industria cultural, especialmente por el Brexit y la pandemia, por lo que la subsistencia se convirtió en una "pelea diaria" en la que contaron con el apoyo de algunas instituciones y personas. Destacaron la labor de Acción Cultural Española, que aportó una financiación anual de en torno a los 80.000 euros, así como la de Arts Council England y el Southwark Council. Pero los problemas del Gobierno español para aprobar los presupuestos generales del Estado han supuesto la última estocada, ya que los proyectos como estos que estaban a la espera de las ayudas no han podido resistir la demora.
En los últimos siete años, han pasado 106 obras, conciertos y eventos. Se ha atraído a más de 11.000 estudiantes y profesores de español de 611 colegios y 47 universidades del Reino Unido, Irlanda y Bélgica. Paz insistió en que no entienden cómo puede ser posible que el apoyo necesario "no haya llegado a tiempo". Por su parte, De Juan subraya "que no era tan complicado mantenerlo abierto, pero se han juntado una serie de elementos que no lo han permitido". "Podían haber entrado varias instituciones con muy poquito dinero cada una para haberlo solucionado", subrayaba mirando con nostalgia las llaves de un teatro que ya no puede abrir.
El teatro ya está cerrado. El anuncio se tuvo que realizar en el espacio cultural de Canada Water, justo en el mismo sitio donde empezó todo con la representación de Historia de una escalera y Eloísa está debajo de un almendro a través de una organización sin ánimo de lucro llamada Spanish Theatre Company. "Lo llenábamos todo. Constatamos que había gran apetito por el teatro español, así que nos lanzamos a crear el teatro", señala Paz.
Con la ayuda de cinco albañiles que venían de Moriles (Córdoba) cada vez que se reunía algo de dinero, construyeron un recinto por el que han desfilado grandes nombres de la dramaturgia española actual (Juan Mayorga, José Sanchís Sinesterra) y clásica (García Lorca, Lope de Vega).
"Un soldador de Murcia que vino un día con su bocadillo a ver el local nos hizo la escalera. Estábamos todos muy ilusionados. Poníamos los sacos de cemento para visualizar cómo quedarían las sillas … Lo recuerdo como si fuera ayer", asegura emocionado De Juan.
Su producción, en español y en inglés, en un íntimo espacio de cien butacas que tenían los nombres de aquellos que aportaron su granito de arena, logró aplausos, buenas críticas y premios ante el exigente público londinense.
Construyeron un recinto por el que han desfilado grandes nombres de la dramaturgia española
Pasaron clásicos como ¡Ay Carmela! y Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín, que se representó por primera vez en el Reino Unido justo después de la Segunda Guerra Mundial. Fue un éxito, pero también escandalizó al público burgués, siendo fuertemente censurada entonces. La directora de teatro Joan Littlewood recalcó que "las obras de Lorca tratan de la terrible barrera entre los sexos que existía en su país y que tal vez no sea desconocida aquí… Sin duda, el primer impacto de cualquier obra de arte es perturbador e incluso destructivo: debemos arriesgarnos a que esto sea desagradable si no queremos que nuestra cultura se atrofie".
Paz liberó todo ese potencial en la producción de finales del año pasado. Para la cofundadora es complicado quedarse solo con un momento. "Hay muchos, pero ahora se me viene a la cabeza la representación de la zarzuela Black El Payaso, que la compañía llevó hasta otro teatro de Londres, algo más amplio. Poder traer la lírica española al público británico fue algo muy especial", asegura. "Aunque tampoco se me borrarán de la memoria las caras de todos esos alumnos atrapados por las funciones que habían venido a presenciar", añade. Por su parte, De Juan destaca su orgullo por haber "podido trasladar el universo lorquiano al Reino Unido".
Una pareja de jubilados británicos acudió a absolutamente todas las representaciones. Él, que sabía algo de español, iba traduciendo como podía a su mujer. La pareja se queda ahora sin teatro. La cultura española se queda en Londres sin un faro.
Corría el año 1986 cuando Jorge De Juan se plantó en Londres haciendo autostop desde su Murcia natal para ver Hamlet en el emblemático Old Vic. Fue allí cuando compartió su sueño con el legendario Derek Jacobi: "Quiero abrir un teatro en español en la cuna de Shakespeare". Le tomaron por iluso. Pero su camino se cruzó con el de Paula Paz y en una aventura quijotesca, el actor y la directora de escena crearon un escenario situado bajo los arcos de un puente ferroviario que acoge ahora restaurantes con encanto al sur del Támesis.
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