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11 días, 467 kilómetros y a hombros: así fue el cortejo fúnebre de José Antonio
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11 días, 467 kilómetros y a hombros: así fue el cortejo fúnebre de José Antonio

El escritor Paco Cerdà reconstruye en 'Presentes' el cortejo fúnebre del líder falangista desde Alicante hasta El Escorial en 1939 acompañado de las historias de los represaliados. Uno de los libros del año

Foto: El cortejo fúnebre de José Antonio Primo de Rivera a su paso por un pueblo (CC)
El cortejo fúnebre de José Antonio Primo de Rivera a su paso por un pueblo (CC)
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Fueron once días con sus diez noches. 467 kilómetros, desde Alicante hasta el monasterio de El Escorial. Con el ataúd a hombros y breves paradas en las que las mujeres entonaban el De Profundis y la gente de los pueblos les recibía con el brazo en alto. Así fue el cortejo de José Antonio Primo de Rivera, desde su fusilamiento en la cárcel de Alicante el 20 de noviembre de 1936 hasta que en el tercer aniversario de su muerte fue llevado desde esa prisión hasta ser enterrado el 30 de noviembre de 1939. Un suceso que apenas hoy se recuerda, pero que quedó grabado en un excelente documental de 14 minutos del NODO y que ahora el escritor Paco Cerdà recupera en el libro Presentes (Alfaguara), uno de los mejores de este año.

Cerdà, autor también de otro gran libro como es 14 de abril, llegó precisamente a esta historia gracias a este documental que le impresionó desde el primer visionado. Se percató de que aquello fue “la gran operación de construcción de un mito. Se puso en marcha toda la propaganda al servicio de construir el mito del cual se apropió Franco que es lo que siempre solía hacer”, cuenta Cerdá en una entrevista en la sede de la editorial en Madrid.

Porque, en realidad, para 1939 ni Falange era el partido que había creado el 29 de octubre de 1933 en el Teatro de la Comedia de Madrid ni la figura de José Antonio era tampoco la que había sido a comienzos de los años treinta. De hecho, en las elecciones de 1936 había sacado solo 46.000 votos, el 0,4%. Sin embargo, como apostilla el escritor, tampoco se puede decir que no fuera nadie. “No, eso tampoco. Era un abogado que durante dos años había sido diputado y desde las Cortes se había dedicado a desprestigiar la democracia y azotar a la República… Se pasó dos años cuestionando la democracia, con un discurso que decía que ni derechas ni izquierdas, no a los partidos políticos… Y aunque consigue pocos votos sí tenía mucha fuerza porque es el pionero del fascismo en España y consigue arraigar aquí modos que él admiraba en Mussolini”, describe Cerdà.

placeholder El escritor Paco Cerdà (JEOSM)
El escritor Paco Cerdà (JEOSM)

Eso sí, con una notable diferencia, según prosigue el escritor. “Hitler estuvo 24 años como líder del partido nazi y gobernando; Mussolini 21 como líder del partido fascista y gobernando; José Antonio solo estuvo tres años como líder, no gobernó y tuvo el 0,4% de votos… Por eso lo que me impresionó fue que sobre esa pobre figura construyeran el genio creador, la muerte que vive, el principio de la inteligencia, el artífice del imperio…”, comenta. En definitiva, el mito del mártir.

Por supuesto, a quien le interesaba esta creación era al propio Franco, que acababa de ganar la guerra y quería aglutinar bajo su paraguas a todas las fuerzas conservadoras. “Quería atraparlo todo para que todo el mundo conservador, desde los fascistas a los monárquicos, liberal, de derechas, militar, tradicionalista… Ahí tenía que estar Falange también. José Antonio vivo no servía, pero muerto servía mucho. Impresiona mucho la constricción épica de la figura y por otro lado, cómo podía estar en el reverso de tanta represión, pero incluso entre los suyos, ya que también hubo falangistas que murieron después de la guerra, todo estaba ocurriendo en esos 11 días. En noviembre la guerra había acabado, pero no había acabado. Quería explicar cómo esos 11 días cimentaron 40 años de dictadura”, sostiene.

El mito también lo crearon bastante los periodistas que seguían a esta comitiva fúnebre. Ahí estaban Álvaro Cunqueiro, Agustín de Foxá, Dionisio Ridruejo, Jiménez Caballero entre otros, articulistas que fueron los que crearon esa primera memoria histórica del José Antonio Presente, las cruces y las placas de los caídos. “Sí, la prensa hizo ese relato que durante un tiempo seducía a mucha gente porque era épico. En los periódicos de esos días la publicidad es lo que más verdad llevaba. Anuncios como Zurcidos a domicilio, esa era la realidad real, mientras se construía una realidad artificiosa, delirante de un imperio. Y esa es la dialéctica que impresiona. Cómo en un país devastado y en ruinas, mientras también está la dialéctica de la represión y la resistencia, se construye un gran mito. Esa es la operación de propaganda”, insiste Cerdà.

"Fue la gran operación de construcción de un mito. Se puso en marcha toda la propaganda al servicio de construirlo y se apropió Franco"

Ocurrió con las mujeres. El entierro fue el creador de esa nueva mujer del régimen, de luto, plañidera, casada, con hijos y en su hogar. Es la que se veía llorando tras el féretro. Y la que impulsó precisamente la hermana de José Antonio, Pilar, que paradójicamente no tuvo nunca nada que ver con esa mujer tradicional. “Es una figura muy interesante porque dirigió la organización femenina más grande de la historia de España y predicó un modelo de mujer antitético a lo que ella era. Ni se casó ni tuvo hijos, para ella el hogar no era el mundo de la mujer porque tuvo una fuerte presencia pública, era una mujer ambiciosa, con dotes de liderazgo importantes, una mujer valiente para desafiar al régimen e incomodarlo porque se consideraba la albacea de la memoria de José Antonio y de la Falange original. Y lo curioso es que durante la guerra ella defendía un tipo de mujer revolucionaria. La mujer falangista no era la margarita de los tradicionalistas, no era las modosas vestidas de enfermeras que van a atender. No, eran mujeres duras, aquí no estaban solo para socorrer, sino para hacer la revolución que es lo que predicaba la Falange”, resalta el escritor. Primo de Rivera se cargó a las Sinsombrero de la República, llevó el beaterío a la mujer cuando estaba casi más cerca de las primeras que de las últimas.

Cortejo en zona republicana

Una de las características importantes del cortejo de José Antonio fue que pasó por las zonas que habían sido más leales a la República hasta el final. No pasó por lugares como Sevilla, nacional de primera hora, sino por sitios como Almansa, donde en 1936 tres de cada cuatro electores habían optado por el Frente Popular y donde acudían a divertirse al teatro para ver a actores como Miguel de Molina, después represaliado. Y era esta gente la que tuvo que salir brazo en alto a recibir al feretro cuando la guerra apenas había concluido.

“Imagina qué terror tendría esa gente al salir al camino para levantar el brazo cuando pasara la comitiva… Porque es que esos mismos días se estaba produciendo una represión brutal. El entierro también es un viaje histórico porque se ve la memoria que dejó la guerra en cada uno de esos pueblos. Enuno mataron a un cura, en otro al alcalde… Es que esos mismos días todavía estaban ejecutando a alguien en las tapas del cementerio. La guerra todavía no había terminado”, insiste Cerdà que recuerda, por ejemplo, la figura de su bisabuelo, concejal en Paterna de un partido de centro que, sin embargo, fue detenido en abril de 1939, llevado a la cárcel y finalmente ejecutado en 1943. “No tenía delitos de sangre, pero es que no podía quedar nadie… Mi abuelo, su hijo, que tiene 99 años todavía lo recuerda y no me habla mucho de eso por el trauma que tiene”.

placeholder José Antonio Primo de Rivera durante un mitin (CC)
José Antonio Primo de Rivera durante un mitin (CC)

De hecho, en el libro, que se titula Presentes, hay muchas historias reales de los que mientras este cortejo avanzaba sufrían la represión. Desde personas que estaban en campos de concentración a escritoras como Elena Fortún o miembros del Batallón de Trabajos Forzados, los rojos sospechosos que tuvieron que reconstruir el país y a los que los niños temían por llevar rabos y cuernos. “Ese es el relato que les contaban a los niños…”, rememora Cerdà. También está la historia del verdadero amor de Antonio Machado, Pilar de Valderrama, una mujer casada, burguesa, en realidad, de las ganadoras de la guerra, pero que vio como el conflicto acababa con su amor… Y también está la historia de un requeté que pierde la vida, de un fascista mutilado… La posguerra, dice Cerdà, “fue la continuación de la guerra pero con otros medios, más cruel y más callada y más sanguinaria”. Y durante la cual se creó el mito de José Antonio.

Fueron once días que, como recalca Cerdà, sirvió al régimen franquista para crear el mito con el que “vivir de las rentas durante cuarenta años. Y será el humus ideológico que permitirá desviar la mirada de los otros, de los muertos, los represaliados y los encarcelados”.

No quiere el escritor, no obstante, hablar del pensamiento de la Falange hoy en día y de lo que queda, porque según dice, ya en 1942 no quedaba nada de lo que había sido la Falange original sino lo que a Franco le interesó. Y hoy “queda un eco completamente distorsionado de lo que fue el original de Falange y la figura de José Antonio. Fue un gran personaje, desconocido, muy complejo, interesante sus postulados y prácticas. Lo que no queda son los ideales, las creencias que trascendían lo individual para sumarse a algo superior. José Antonio decía que vale más una ilusión que una realidad. Ahora no estamos en ese mundo, estamos en lo ilusorio, lo fake. Han pasado 85 años de todo aquello y creo que una lección que ha de quedar es la del poder y el peligro de la palabra, cómo se puede construir una realidad falsa sobre la nada por un interés personal”.

Presentes es, sin duda, uno de los libros del año.

Fueron once días con sus diez noches. 467 kilómetros, desde Alicante hasta el monasterio de El Escorial. Con el ataúd a hombros y breves paradas en las que las mujeres entonaban el De Profundis y la gente de los pueblos les recibía con el brazo en alto. Así fue el cortejo de José Antonio Primo de Rivera, desde su fusilamiento en la cárcel de Alicante el 20 de noviembre de 1936 hasta que en el tercer aniversario de su muerte fue llevado desde esa prisión hasta ser enterrado el 30 de noviembre de 1939. Un suceso que apenas hoy se recuerda, pero que quedó grabado en un excelente documental de 14 minutos del NODO y que ahora el escritor Paco Cerdà recupera en el libro Presentes (Alfaguara), uno de los mejores de este año.

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