Dos grandes expertos en educación: "La calidad media de la enseñanza no está bajando"

El debate sobre la educación es uno de los más intensos en la sociedad española. Discutimos constantemente sobre qué deberían estudiar los niños en el aula, la convivencia entre la escuela pública y la concertada, los horarios de clase o el nivel de exigencia más adecuado.

Juan Manuel Moreno es catedrático de Didáctica y Organización Escolar de la UNED y Lucas Gortázar es director del Área de Educación del Centro de Políticas Económicas de ESADE. Ambos han trabajado también para el Banco Mundial. Y acaban de publicar, en la editorial Debate, Educación universal. Por qué el proyecto más exitoso de la historia genera malestar y nuevas desigualdades. En él abordan todos estos temas, pero tratan sobre todo cuestiones más profundas que explican por qué, aunque la educación vive una enorme crisis de reputación, al mismo tiempo, las familias gastan grandes cantidades de dinero en ella. No es un libro sobre España; en él se analizan muchas cuestiones internacionales. Pero también dice mucho sobre nuestro país. Y lo hace reconociendo que estos debates están influidos por la polarización política.

PREGUNTA. En vuestro libro señaláis una paradoja de la educación universal. Por un lado, su éxito ha sido enorme: en países como España, la alfabetización alcanza casi el cien por cien de la población. Al mismo tiempo, al crecer el número de personas que reciben una educación, se generan nuevas desigualdades: antes, cuando poca gente accedía a la educación, y la mayoría era de clase alta, la distancia entre el mejor y el peor alumno era pequeña. Cuando hay millones y millones de estudiantes, en cambio, esta es mucho mayor.

RESPUESTA (Moreno). Ese es el embrión del libro y sí, es una paradoja. A mayor igualdad de oportunidades, mayor desigualdad de resultados. Es algo muy difícil de asumir, sobre todo para la izquierda. Pero nosotros proponemos mirarlo de otra forma. Déjame utilizar una metáfora: miles de personas corren la maratón de Nueva York, y a medida que cada año corre más gente, la diferencia entre la primera y la última es cada vez mayor. Pero está aumentando el número de los que corren, de los que llegan al final, sea cual sea su tiempo. La educación es una carrera en la que todo el mundo participa y puede tener éxito.

RESPUESTA (Gortázar): Lo que sucede en esta situación, en la que cada vez hay más gente con educación, pero con mayor diferencia de resultados, es que unos, a los que en el libro llamamos los “descontentos”, se alarman porque consideran que los resultados son muy bajos. Otros, a los que llamamos los “desencantados”, se enfadan porque creen que sigue habiendo demasiada desigualdad.

P. ¿Quién tiene razón?

R (Moreno). La educación forma parte de dos agendas: la del bienestar y la de la competitividad. Unos dicen: “quiero que mi hijo sea feliz”. Otros dicen: “quiero que mi hijo tenga un trabajo y se pueda emancipar”. Existe una gran tensión entre estas dos funciones, porque en tiempos de alta polarización política, como sucede ahora, la agenda del bienestar lleva la etiqueta de la izquierda, y la de la competitividad, la de la derecha. En España, cuando gobierna la izquierda, muchos creen que se regalan los aprobados, y que cuando gobierna la derecha la educación se fortalece y apuntala la exigencia académica. Todo esto por arte de magia, porque sucede con el mismo profesorado, que algunos creen que es como un mobiliario cuyo criterio cambia según quién gobierne. Esta apreciación demuestra lo viciado que está el debate.

R (Gortázar). Yo creo que la impresión de que baja el nivel educativo es fruto de un truco estadístico. En un país como España, hace cincuenta años, un 10% de la población iba a la universidad. El filtrado social era muy fuerte: podían ir los hijos de los funcionarios, los profesionales liberales, los líderes. Ahora bien, en un momento dado se empieza a incorporar gente que antes no estaba. Y entonces los profesores se llevan las manos a la cabeza.

"La calidad media del universitario ha bajado porque va a la universidad un montón de gente que hace cincuenta años no iba"

P. Resumís la situación con el ejemplo del catedrático que se queja de que cada año los alumnos leen menos o son más perezosos.

R (Gortázar). Eso no significa que la calidad de la educación haya empeorado. Significa que la calidad media del universitario ha bajado porque va a la universidad un montón de gente que hace cincuenta años no iba. Eso es todo. Pero si nos quedamos con los buenos de entonces y los buenos de ahora, nuestra tesis, al menos en el caso de España, aunque también seguramente en el de Europa, es que el número ahora es incluso mayor. Lo que pasa es que porcentualmente son menos y muchos de ellos ya no van, por ejemplo, a la Universidad de Salamanca: van a la Carlos III, a la Pompeu Fabra o a Oxford y al MIT. Resulta más fácil enseñar Filosofía del Derecho a 20 alumnos buenos que a 100 alumnos de los cuales seguro que la mitad no está a la altura de los del pasado. Pero la calidad media no está bajando.

P. La educación, contáis, también se ha convertido en una cuestión de estatus. Queremos que nuestros hijos tengan un estatus elevado y conformamos nuestras ideas sobre la educación en torno a esa aspiración.

R (Moreno). Al mismo tiempo que vivimos una crisis de confianza pública en la educación, en la que el desencanto y el descontento afectan a la izquierda y la derecha, a nivel global y nacional, se está produciendo una carrera educativa, una aceleración de la competición entre las personas, las familias y los países. Al mismo tiempo que la gente dice que la educación es una catástrofe, está gastando cada vez más en ella.

R (Gortázar). Y esa competición y ese aumento del gasto tienen lugar sobre todo en los países asiáticos, en los que la educación pública obtiene siempre los mejores resultados. En Corea y Japón, que son los dos países que obtienen los mejores resultados en el Informe PISA, las familias se gastan fortunas.

"Al mismo tiempo que la gente dice que la educación es una catástrofe, está gastando cada vez más en ella"

P. En esa competición no solo participan los colegios privados o las universidades de élite globales, sino lo que llamáis “la educación en la sombra”, un negocio enorme que, según señaláis, a veces genera incluso corrupción.

G (Moreno). Sí, es el gran mercado de las clases particulares, que está estallando. La inversión es cada vez mayor entre la clase media de países como China e India. Es una competición absolutamente desaforada.

P. Tanto, que China ha prohibido ese negocio.

R (Moreno). Sí, ha llevado a cabo un ataque frontal contra todas las empresas de educación online que estaban cotizando en Wall Street, con volúmenes de negocio verdaderamente impresionantes. A eso ha conducido esa ansiedad de estatus, que se concentra básicamente en preparar el examen de acceso a las mejores universidades, públicas o privadas.

R (Gortázar). Esto, a su vez, genera una competición entre los países por tener mercados universitarios globales. Los cataríes y saudíes están comprando catedráticos en Occidente; se ha generado una enorme corrupción en el sistema de revista académicas. Tras China, el país que más publica en una famosa revista científica “depredadora”, Sustainability, es España: se utilizan fondos públicos de investigación para escalar en la carrera académica.

P. Y, al mismo tiempo que gastamos fortunas, explicáis, nos quedamos sin profesores.

R (Moreno). Hay una parte del mundo en la que la demografía va más rápida que la expansión educativa, y en la que existen unos déficits de profesorado brutales. Y otra parte del mundo en la que las escuelas se están quedando sin niños, pero en la que también hay déficit de profesores por las malas condiciones laborales, los bajos salarios, o porque encuentran trabajos mucho mejores en otros sectores del mercado laboral. De modo que en el mundo emergente y en el desarrollado hay falta de profesores, pero por razones distintas. Así que la crisis no está en la calidad, sino en el profesorado, en los recursos humanos clave del sistema educativo.

"Los cataríes y saudíes están comprando catedráticos en Occidente"

P. Muchas veces el debate sobre la educación gira en torno a cuestiones como la memorización, la presencia de la filosofía o los libros clásicos, el currículum… Tengo la impresión de que a vosotros eso os preocupa menos que las cuestiones más estructurales.

R (Moreno). Estas cuestiones están bastante mal planteadas. Aprender es memorizar. Memorizar es como respirar. Ahora bien, en la vida necesitas respirar, pero también hacer otras cosas. Con la memorización sucede lo mismo. Leer a los clásicos me parece estupendo. Mi padre podía traducir la Eneida de Virgilio del latín, pero cuando iba al banco no sabía la diferencia entre una hipoteca a tipo fijo y una a tipo variable y le colaban las preferentes. Mis hijos no traducen a Virgilio, pero cuando entran en un banco no les hacen lo que le hacían a mi padre. Yo, que estoy entre esas dos generaciones, ¿qué prefiero que se enseñe en la escuela? Obviamente yo quisiera las dos cosas. Pero si tengo que elegir una, prefiero la educación financiera.

P. Quizá ahí haya también un sesgo de clase o elitismo. Tal vez una familia rica piense: “Que al niño le enseñen latín, que el funcionamiento de las finanzas ya se lo enseñaré yo”. Mientras que una familia más desfavorecida piensa que Virgilio ya no sirve para ascender socialmente.

R (Gortázar). Es un debate en el que la gente no asume que esto es un dilema, que tiene algo de suma cero. En lo que llamamos las batallas curriculares sobre los programas educativos, y cualquier debate acerca de la educación, hay cuestiones relacionadas con el mantenimiento o el cambio de statu quo social.