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Timbrazo en casa del dramaturgo Alfonso Sastre: la verdad sobre la izquierda y ETA en Madrid
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ATENTADO CAFETERÍA ROLANDO

Timbrazo en casa del dramaturgo Alfonso Sastre: la verdad sobre la izquierda y ETA en Madrid

Eduardo Sánchez Gatell vivió muy de cerca los años en los que se concibió en Madrid el embrión de lo que luego sería ETA-militar. Lo cuenta en 'El huevo de la serpiente'

Foto: La cafetería Rolando tras el atentado de ETA que sufrió en 1974. (EFE)
La cafetería Rolando tras el atentado de ETA que sufrió en 1974. (EFE)

Abril de 1972, los etarras José Miguel Beñarán Ordeñana, alias Argala, e Iñaki Pérez Beotegui Wilson, deambulan por madrileño Barrio del Pilar, cerca de la Ciudad de los Periodistas buscando el domicilio de Semprún para atentar contra él ¿La casa de Jorge Semprún, miembro del PCE en la clandestinidad, buscado además por la Brigada Político Social franquista? ¿El mismo intelectual y revolucionario que es una obsesión desde el final de la Guerra Civil para el entonces ya súper comisario de la Brigada Roberto Conesa? No exactamente.

Más bien a quien buscan en ese momento es a su primo Alfredo Semprún —periodista de ABC—, con el objetivo, claro está, de asesinarle, que es a lo único que se dedica ETA desde su misma fundación en 1958. Ojo, que aún así Jorge, el que sería después ministro de Cultura con el PSOE en 1988, tampoco hubiera estado al margen de los odios de los colaboradores de ETA. Sigan leyendo que hay novedades.

Los etarras deambulan por ese barrio porque tienen la información de un confidente que les ha señalado los pisos de esa zona, así que se dedican a colarse en los portales de los edificios del barrio indagando en los buzones. Buscando los apellidos del periodista.

Así, según la versión que se conocía hasta ahora, Argala encuentra un nombre en el buzón pero no el de Alfonso Semprún. Lo que Argala encuentra escrito en un buzón es este nombre: Alfonso Sastre. Y decide, en ese mismo momento, el de unas pesquisas previas a un atentado, nada menos que llamar al timbre y presentarse. Ese timbrazo en la casa del dramaturgo de izquierdas, antifranquista, tendrá consecuencias funestas para lo que será la primera matanza indiscriminada de ETA en Madrid, el bombazo en la antigua Cafetería Rolando, en la calle Correo, atentado del que se cumplen ahora 50 años. Murieron 13 personas y hubo 70 víctimas por la metralla.

"Eso ocurrió así, es decir, Argala y alguien más de ETA [Wilson] estaban buscando por los buzones a Semprún y vieron el de Alfonso Sastre y se presentaron...".

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Lo explica por teléfono a El Confidencial Eduardo Sánchez Gatell, que publica esta semana El huevo de la serpiente. El nido de ETA en Madrid, (Betagarri Liburuak). Eso y muchísimo más, porque Eduardo Sánzhez Gatell era el íntimo amigo de Juan, el hijo precisamente de Alfonso Sastre y Eva Forest.

"A ver, lo de los buzones no es una vivencia mía, yo no estaba ese día, claro, pero me cuadra todo porque coincide con lo que yo sí sé, y es que pared con pared del piso de Alfonso Sastre y Eva Forest, vivía la hermana de Alfonso Semprún".

A partir de esa amistad, y de las raíces antifranquistas de su familia, fue reclutado con 18 años por los antifranquistas, exmiembros del PCE, los mismos que acabaron teniendo "una fructífera relación con ETA" gracias a ese maldito timbrazo en la puerta de ese piso del Barrio del Pilar. Tocó ese día el interruptor Argala, el mismo que accionaría después el detonador que haría saltar por los aires el coche de Carrero Blanco. Las memorias de Eduardo no son autojustificativas, aunque tengan también sus contradicciones, como se verá más adelante.

La historia de Argala en el piso de Sastre se completa con lo que cuenta Eduardo. Alguien se chivó de Semprún (Alfonso), aunque la que vivía allí era la hermana y la casualidad fue que ahí mismo también estaban Alfonso Sastre y Eva Forest ¿Pero quienes eran esos "intelectuales” antifranquistas hasta el punto de que Argala reconociera el nombre y se presentara, por esa casualidad, en su casa, mientras buscaba nada menos que el domicilio de un periodista para asesinarle, y que su vecinos, a partir de entonces, le ofrecieran apoyo para las matanzas de ETA?

placeholder El dramaturgo Alfonso Sastre, en una foto de alrededor de 1970. (Getty Images)
El dramaturgo Alfonso Sastre, en una foto de alrededor de 1970. (Getty Images)

"La verdad es que no sé a quién odiaban más Alfonso Sastre y Eva Forest, si al periodista-policía [Alfonso] o al intelectual-crítico [Jorge], creo que al segundo", tal y como cuenta en su libro Eduardo. Y sigue: "Jorge Semprún era una persona reconocida dentro de la izquierda, pero odiado por Eva y Alfonso a raíz de su participación como guionista en la película de Costa Gavras La Confesión, una denuncia de la represión en Checoslovaquia".

Vamos, que en sus manos, las de Forest-Sastre, en realidad daba igual Alfonso, el de ABC, que su primo Jorge, el del PCE. Alfonso Sastre, nacido en Fuenterravía en 1926 pero criado en el Madrid de Chamberí ya durante la Guerra Civil, había sido detenido en la las protestas estudiantiles de 1956 y diez años más tarde lo fue de nuevo por su activismo antifranquista, tras haber estrenado algunas obras como Escuadra a la muerte, mientras que Eva Forest, Genoveva Forest Tarrat, con quien estaba casado desde 1955, era una ensayista, novelista y editora, nacida en Barcelona de familia anarquista y que durante los sesenta lideró una manifestación de mujeres en apoyo a los mineros asturianos por lo que estuvo detenida, al igual que su marido, por poco tiempo.

La radicalización de la pareja iba mucho más allá del PCE —según cuenta Gatell—, y su activismo antifranquista les hizo simpatizar pronto con el mundo abertzale en el que se gestó ETA. En ese contexto es donde aparece Eduardo, cuyos padres trataban a la pareja y cuyo hijo Juan se convirtió en su íntimo amigo:

"Yo me había planteado muchas veces escribir mis vivencias pero me desanimaba, y al final me dije: 'lo voy a escribir todo, aunque solo sea para los nietos, porque el día de mañana puedes acabar en los libros de historia como un criminal, y prefiero que la gente sepa", explica Eduardo a El Confidencial.

El objetivo de la izquierda radicalizada era desestabilizar cualquier proceso democrático que pudiera seguir a la caída del franquismo

Lo que sigue en sus memorias-vivencias es su captación en este grupo, a la izquierda del PCE, después de que Forest y Sastre lo abandonaran a principios de los 70 y cuyo objetivo, según sus palabras, es desestabilizar cualquier proceso democrático. La famosa dinámica acción-reacción. En su libro cita las palabras de Alfonso Sastre, que luego obtendría el Premio Nacional de Teatro en 1986, dos años antes de que fuera ministro de Cultura precisamente Jorge Semprún:

"Podría caer el franquismo pero para ser sustituido por una democracia burguesa con el apoyo de los revisionistas del PCE. La perspectiva democrática era el drama".

Lo que explica Eduardo es el odio de esa izquierda radicalizada y luego homenajeada, hacia el proceso democrático, y más aún su papel como "proxenetas de la violencia": "La idea de 'guerra', independientemente de su carácter, conduce inevitablemente a dos consecuencias, que en las conversaciones con Eva y Alfonso siempre aparecían, de un modo u otro: en primer lugar, lo que podríamos llamar 'disparar al uniforme', es decir no necesariamente a personas significadas sino a los 'soldados del otro ejército', y en segundo lugar, la idea de los 'daños colaterales', no utilizaban este término pero si, por ejemplo, hablaban de 'sacrificios necesarios entre el pueblo' y cosas semejantes. Visto con perspectiva, la idea siempre era la despersonalización de las posibles víctimas, vistas o bien como 'uniformes' o bien como 'daños inevitables'. En cualquier caso se hacía hincapié en la necesidad o, al menos, en la inevitabilidad de víctimas sin rostro", subraya Eduardo Sánchez Gatell en El huevo de la serpiente. El nido de Eta en Madrid.

placeholder Jorge Semprún, en una foto de 2008. (EFE)
Jorge Semprún, en una foto de 2008. (EFE)

PREGUNTA. En el libro explicas que te ves arrastrado a esta lucha antifraquista siendo muy joven, pero tú no matas a nadie ni participas directamente en ningún atentado.

RESPUESTA. No, bueno, pero yo ni siquiera justifico lo que yo hice, que no traía tiros. No lo justifico. No es una justificación, es una explicación. A ver, a Melitón Manzanas [la primera víctima de ETA en 1968] por muy policía torturador que fuera no había que asesinarle. Pero claro...

P. Pero luego tú justificas en el libro que esos etarras fueron engañados, lo que pasa es que tú no mataste a nadie…

R. Lo que quiero explicar en el libro es que hay un discurso, que aparece con frecuencia todavía en la izquierda abertzale, que es el de: "Bueno, nosotros hemos terminado con la violencia. Hemos pedido perdón [sic] tal y cual, pero pero los otros no [policías, militares etc]. Y yo digo es: "Vuestros muertos, en el sentido de los que formaban parte de vuestras filas, también son responsabilidad vuestra, también son vuestra responsabilidad. No va a ser la responsabilidad del Estado de Derecho. La responsabilidad es vuestra". Eso es lo que les quiero decir: "Vosotros tenéis la culpa. Desde la chica [terrorista] que voló en Torrevieja manipulando un explosivo que iban a poner en las playas, o el otro que lo mató la policía. Todos esos chicos son los que habíais convencido de uniser a vosotros".

Volvamos a 1974. A Eduardo lo pone Eva Forest a vigilar a Semprún (Alfonso) en el Barrio del Pilar, por si aparece por allí. Pero resulta que estaba de viaje. Hubo más intentos:

"El tercer intento de acabar con Semprún también fracasó, afortunadamente. El atentado no se produjo, pero eso no me exime. Fue la vez que más cerca estuve de participar en una acción semejante, y si no fue así y solo era una de las ceremonias iniciáticas de Eva da lo mismo, porque yo lo creía y lo hice. Lo he pensado muchas veces. Actué mecánicamente, como si eso formara parte de "mis funciones" en el grupo, funcionarialmente, podría decirse. Muchos testimonios de exterroristas se refieren así a sus actos, como algo que estaba dado por descontado cuando se forma parte de una organización de este tipo. Se puede aplicar sin dudarlo la categoría de Hanna Arendt de la "banalidad del mal". Esa violencia que en muchos órdenes de la vida vemos escudarse en la "obediencia debida" o en la superioridad de los fines perseguidos, una especie de "obediencia debida" mística, alentada por el redentorismo del que estábamos imbuidos».

placeholder Imagen del boquete que provocó el atentado contra Carrero Blanco. (EFE)
Imagen del boquete que provocó el atentado contra Carrero Blanco. (EFE)

Lo que si tuvo éxito eran las charlas de Alfonso Sastre en su casa a las que acudía arrebolado el propio Beñarán, Argala, mientras se preparaba el atentado de Carrero Blanco, que tuvo éxito, y después el de la Cafetería Rolando. Pusieron la bomba allí porque iban muchos policías, tal y como justificaría cínicamente ETA después. Un año antes casi toda la izquierda había brindado por la muerte de Carrero Blanco. Muchos lo siguen haciendo. Eduardo matiza: "A mí es que me da igual asesinar a un Guardia Civil que a un camarero de un bar o a Melitón Manzanas, lo explico en el prólogo. Es una salvajada igual lógicamente».

Lo de la Cafetería Rolando fue la primera matanza con la colaboración de ese grupo de Forest y Sastre. Luego ya en democracia y con amnistía mediante continuaron, Hipercor, Casa Cuartel Vic…La lista es larga.

P. ¿La izquierda actual ha blanqueado a Bildu después de toda ese pasado de violencias y muertes?

R. A ver, nosotros, los demócratas, todas las fuerzas democráticas —y me remito al Pacto de Ajuria Enea que firman no sé si AP, UCD, PSOE, PNV, hasta Eusko Alkartasuna—, firman todas ellas un acuerdo que hay que releerse y en el que se dice sistemáticamente, como se repetía por todas partes, que lo que tiene que hacer la izquierda abertzale, que tiene derecho a defender sus posiciones, es hacerlo por mecanismos democráticos e institucionales y normalizados. Se puede pactar con ETA para disolverla, para acabar con el terrorismo. Pero no se puede pactar ninguna concesión política. ¿Estamos de acuerdo? Y lo que me pone enfermo es lo del régimen del 78 ¿Qué régimen si era una democracia pactada por todos con el papel esencial del PCE, no esa sopa de siglas a su izquierda que sólo quería y quiere desestabilizar?

Eva Forest y Alfonso Sastre fueron condenados por participar en los atentados de Carrero Blanco y de la Cafetería Rolando. Y luego está, que además debieron vender a todos los colaboradores.

Abril de 1972, los etarras José Miguel Beñarán Ordeñana, alias Argala, e Iñaki Pérez Beotegui Wilson, deambulan por madrileño Barrio del Pilar, cerca de la Ciudad de los Periodistas buscando el domicilio de Semprún para atentar contra él ¿La casa de Jorge Semprún, miembro del PCE en la clandestinidad, buscado además por la Brigada Político Social franquista? ¿El mismo intelectual y revolucionario que es una obsesión desde el final de la Guerra Civil para el entonces ya súper comisario de la Brigada Roberto Conesa? No exactamente.

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