El Prado y el Reina Sofía exponen menos del 7% de sus obras, ¿qué ocurre con el resto?
El Museo del Prado exhibe tan solo un 5,5% de las obras de su catálogo, mientras que el Reina Sofía un 6,4%. Dos expertos en historia del arte explican los motivos por los que esto sucede
Desde Los fusilamientos de Goya hasta Las meninas de Velázquez, pasando por El jardín de las delicias del Bosco y Las tres gracias de Rubens, entre otros tantos. El Museo del Prado cuenta, sin duda, con la mayor colección de arte de España y una de las más importantes del mundo. Pero lo que se puede ver en sus pasillos y salas es una pequeña muestra de esta, de hecho tan solo un 5,5%. Su catálogo cuenta con un total de 36.714 obras, aunque únicamente 2.026 están expuestas.
Una parte de las obras que no se muestran al público en el edificio de Villanueva acaban almacenadas. Francisco J. R. Chaparro, doctor en Historia del Arte por la New York University, explica a este periódico que esto se debe a que El Prado no es tan solo un museo, sino un punto de convergencia de distintas obras de arte del país.
Algo similar ocurre con el catálogo del Museo Reina Sofía. De 11.933 obras que tiene, en el edificio Nouvel tan solo hay expuestas 769 (un 6,4%), según su propia web. Además, según J. R. Chaparro, este nació como centro de almacenaje de otros museos españoles que no tenían sede y al ser de arte contemporáneo está continuamente adquiriendo o recibiendo donaciones de piezas.
El historiador de arte resalta que en los espacios en los que se guardan estas obras hay una gran actividad por parte de conservadores y especialistas. "La palabra almacenaje cae en desuso porque evoca la idea de que se han dejado ahí olvidadas y es todo lo contrario", aclara.
Uno de los motivos por los cuales estas piezas no se muestran junto al resto de la colección es que, en la actualidad, muchos museos pretenden contar una historia a través de las obras expuestas. J. R. Chaparro cuenta que esto anteriormente no era así, sino que tenían un concepto más cercano al de una "galería a la ciega", pero desde la segunda mitad del siglo XX las tendencias museográficas han ido cambiando progresivamente hacia una reducción del número que se muestra.
Otra razón es que algunas piezas como fotografías o las realizadas en papel son mucho más sensibles a la luz. Por ello no pueden estar permanentemente a la vista.
"La palabra almacenaje cae en desuso porque evoca la idea de que se han dejado ahí olvidadas y es todo lo contrario"
La elección de las piezas exhibidas también depende de un criterio de calidad, pero según el historiador este no es absoluto. "Hay obras que pueden ser muy interesantes por su contexto, la historia que cuenta o lo que nos dicen", afirma. Un ejemplo de ello es la versión de la Mona Lisa del Prado, que se revalorizó tras revelarse que probablemente se realizó en el taller de Leonardo da Vinci, a la vez que la original.
José Riello, profesor de Historia del Arte en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), señala a El Confidencial que los criterios de ordenación de las colecciones dependen, por una parte, de los conservadores y, por otra parte, de la dirección del museo. "En algunas ocasiones lo que sucede es que las obras no se encuentran en perfecto estado de conservación y, por tanto, no presentan las calidades suficientes como para ser expuestas al público, en otras es porque están siendo objeto de estudios pormenorizados", menciona entre otras causas.
Además, Riello asegura que en las últimas décadas se han derivado los intereses a otras esferas que no son solo la de la calidad artística y que tienen que ver con la materialidad del objeto. Entre estos se encuentran también la representación de determinadas identidades no normalizadas y de géneros infravalorados o directamente ignorados. "Las obras que se exponen al público responden a una multitud de criterios que intentan, de alguna forma, dar respuesta a preocupaciones del presente", declara.
Una forma de poder ver esas piezas que no forman parte de la colección permanente son las exposiciones temporales. Un fenómeno que, aparte de permitir que estas obras se exhiban en estos museos, hace posible que tanto estas como algunas que sí suelen mostrarse lleguen a otros museos del resto de España.
El papel del Prado en la popularización de Velázquez
La importancia de los intereses del público y las preocupaciones presentes en el mundo del arte son, según Riello, algunas de las razones por las que Diego Velázquez tuvo una presencia bastante limitada hasta la fundación del Museo del Prado en 1819, en el que, desde un inicio, se exhiben obras de artistas españoles y gracias a ello Velázquez adquiere una gran relevancia. El proceso de popularización del pintor culmina en 1899 con la celebración en esta misma pinacoteca de una exposición con motivo del tercer centenario de su nacimiento.
Previamente, la obra de Velázquez estaba destinada fundamentalmente a las colecciones reales, debido a que tenía como cliente privado a Felipe IV. "Es justamente el Prado el que canaliza la importancia y la atención que recibe Velázquez por parte de artistas, esencialmente, y aficionados al arte cuando visitan España y particularmente Madrid", cuenta el profesor.
Desde Los fusilamientos de Goya hasta Las meninas de Velázquez, pasando por El jardín de las delicias del Bosco y Las tres gracias de Rubens, entre otros tantos. El Museo del Prado cuenta, sin duda, con la mayor colección de arte de España y una de las más importantes del mundo. Pero lo que se puede ver en sus pasillos y salas es una pequeña muestra de esta, de hecho tan solo un 5,5%. Su catálogo cuenta con un total de 36.714 obras, aunque únicamente 2.026 están expuestas.
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