Harari: "Aún no es inevitable, pero podríamos acabar viviendo algo peor que Hitler o Stalin"
El autor de 'Sapiens' publica su nuevo y esperado ensayo, 'Nexus', en el que analiza cómo las redes de información han hecho y deshecho nuestro mundo a lo largo de la historia
Desde la publicación de 'Sapiens', Yuval Noaḥ Harari se ha convertido en el ensayista más influyente del mundo. Como si fuese un poderoso jefe de Estado, antes de hablar con él hay que firmar cláusulas de confidencialidad e intercambiar emails con el nutrido equipo que organiza su agenda. Su último libro, 'Nexus', sale ahora a la venta en todo el planeta y El Confidencial ha accedido a la primera ronda de entrevistas para charlar de un ensayo complejísimo en el que analiza la manera en la que las redes de información dominan el funcionamiento y la evolución de las sociedades. Y en el que explica cómo el proceso está siempre marcado por la tecnología. El libro nos lleva de los mitos de la Antigüedad hasta el gran desafío de nuestro futuro inmediato, la inteligencia artificial. Harari es de los que piensan que podríamos destruir nuestra civilización si no somos capaces de controlar lo que se nos viene encima.
PREGUNTA. En tu nuevo libro explicas que el principal papel de la información, más que representar la realidad existente, es forjar nuevas redes. ¿Nos lo puedes explicar?
RESPUESTA. La mayor parte de la información que compartimos los seres humanos no está destinada a encontrar la verdad, sino a crear un orden social. Si piensas en los libros más influyentes de la historia, como la Biblia, te das cuenta de que quizá no son los más veraces. Pero han sido extremadamente efectivos a la hora de crear una mitología compartida por miles de millones de personas. Cada red, para sobrevivir, necesita combinar algo de verdad con un mensaje seductor que permita un control social. Si quieres construir una bomba atómica, necesitas tener conocimientos de física. No puedes hacerla solo con fantasías o falsedades. Sin embargo, también necesitas lograr que miles de personas cooperen.
P. ¿Que se pongan de acuerdo para construirla?
R. Puedes ser el físico con más talento del mundo, puedes tener un Premio Nobel, pero no vas a poder hacerla tú solo, necesitas convencer a otras personas de que extraigan uranio, de que construyan reactores, etc. Tanto si se trata de Estados Unidos con el Proyecto Manhattan como del Irán contemporáneo, hay que combinar conocimientos físicos con un mensaje que movilice a miles, incluso a millones, de personas. Y ese mensaje para ser efectivo no se puede basar solo en datos y hechos objetivos, sino que tiene que incorporar también ficciones: fantasías, creencias... La historia humana es un baile entre estas dos necesidades conflictivas. No se puede renunciar a una cosa ni a la otra. De lo contrario, todo colapsa.
P. ¿Puedes darnos algún ejemplo de esas ficciones?
R. El dinero es una ficción, incluso las reglas del fútbol son una ficción, algo que hemos creado, que hemos inventado nosotros. Lo que sí podemos hacer es ser honestos al respecto, tal y como hacemos con las propias reglas del fútbol: nadie cree que emanen de un orden divino. Admitimos sin problemas que las hemos inventado nosotros. Y si algo sale mal o es mejorable, podemos cambiar esas reglas. Tanto la Constitución de Estados Unidos con los diez mandamientos son ficciones inventadas por humanos para organizar sociedades. La gran diferencia es que la Constitución americana reconoce su procedencia y nos da herramientas para corregir sus errores. Inicialmente apoyaba la esclavitud, pero creó un mecanismo que eventualmente permitió prohibirla. A los Diez Mandamientos, por el contrario, se les atribuye un origen divino, así que no hay forma de corregirlos. Aunque respalden la esclavitud, no hay mecanismos para cambiarlo.
"No hemos visto nada todavía, la IA está en etapas muy iniciales de desarrollo"
P. Siempre subrayas que la historia no solo nos sirve para analizar el pasado, sino también el presente y el futuro. Y la historia, como señalas en tu libro, nos enseña que los seres humanos somos muy manipulables. ¿La inteligencia artificial (IA) nos está haciendo más manipulables?
R. La cooperación humana se basa por lo general en la creencia en ficciones. No se trata solo de la religión, también la economía. El dinero, como os decía antes, es solo una ficción: todos estamos de acuerdo en que un pedazo de papel al que llamamos billete vale tanto, y funciona. Las ficciones no son necesariamente malas, y se basan no tanto en nuestra capacidad de ser manipulados como en la de confiar en la imaginación. Hasta hoy, solo los humanos podían fabricar estas cosas imaginarias. Ningún animal en el planeta sabe siquiera que existe el dinero, como tampoco lo sabían los seres que durante miles de años comerciaron con bienes.
P. ¿Y qué ha cambiado?
R. Ahora, por primera vez, hay una entidad en el planeta que no es humana y que entiende el dinero mejor que nosotros. Hoy en día, gran parte del comercio mundial lo hace la IA, por ejemplo las transacciones de los mercados de cambio de divisas. La IA entiende los mercados financieros mejor que la mayoría de los seres humanos, es capaz de comenzar a crear nuevas estrategias financieras y dispositivos financieros completamente nuevos. Se puede llegar a un punto en el que nadie, ni el ministro de Economía, ni los banqueros, ni el presidente, ni nadie, entienda el sistema financiero. Porque solo la IA entenderá sus muy complejas operaciones. Es así como estas nuevas entidades están cambiando el poder de los humanos. Las IA no son herramientas en nuestras manos, son agentes autónomos que pueden tomar decisiones por sí mismos, pueden decidir qué comprar y pueden crear nuevos dispositivos financieros.
P. En el último año, se han conformado tres puntos de vista frente a la IA: están los catastrofistas, los optimistas y los que niegan que vaya a tener el impacto que se pronostica. Me gustaría que evaluaras brevemente estas tres posiciones.
R. De lo que deberíamos darnos cuenta es de que no hemos visto nada todavía. La IA está en etapas muy iniciales de desarrollo. Hace diez años, cuando publiqué
P. Todas las revoluciones tecnológicas tardan tiempo en imponerse.
R. Las máquinas de vapor se inventaron a finales del siglo XVII, comenzaron a usarse en las minas de carbón en Gran Bretaña en el siglo XVIII y empezaron a introducirse en fábricas y trenes solo a principios del siglo XIX. Aun así, si le decías a alguien en 1820 que la máquina de vapor iba a cambiar el mundo, te habría dicho que las máquinas de vapor llevaban ya existiendo 100 años y que solo se usaban en las minas de carbón. Luego la máquina de vapor cambió completamente todo a lo largo de un siglo: la economía, la sociedad, la geopolítica al crear imperios completamente nuevos… Desde el momento en que inventas algo en el laboratorio hasta que realmente cambia las realidades diarias de los seres humanos, lleva mucho tiempo.
P. ¿Son cada vez más rápidas?
R. Los cambios se aceleran, sí. Lo que la máquina de vapor tardó 100 años en conseguir para la IA serán 10 años. Las capacidades que la IA ya tiene hoy en día son suficientes para revolucionar los sistemas militares, financieros, el mercado laboral… Pero, como te decía, desde el momento en que inventas algo en el laboratorio hasta que tienes un dron completamente autónomo en el campo de batalla matando a personas, toma tiempo. Pero ya en la guerra en Oriente Medio (el conflicto entre Hamás e Israel), la IA está siendo usada no solo en sistemas de armas, sino también como sistema de inteligencia: cada vez hay más y más evidencias de que la IA está eligiendo los objetivos que bombardear, a quién matar. Se trata de una gran revolución militar. Si no vives en los lugares afectados, si vives lejos, puedes pensar que no está pasando nada, pero si tu casa es bombardeada porque una IA le dijo al ejército que debía hacerlo, eso es un gran cambio.
"Se puede llegar a un punto en el que nadie, ni el ministro ni los banqueros, entienda el sistema financiero, solo la IA entenderá sus operaciones"
P. ¿Crees que podremos ver grandes cambios políticos? ¿Podría una IA tomar el control del sistema y llegar a tener éxito donde Hitler y Stalin no lo tuvieron?
R. No creo que debamos preocuparnos en este momento. La IA no tiene la capacidad de dirigir un país, eso es ciencia ficción. Pero puede transformar la naturaleza de la política, por ejemplo, transformar la naturaleza de los regímenes dictatoriales. Dictadores como Hitler, Stalin o Franco siempre soñaron con poder espiar a todas las personas de su país todo el tiempo, para saber si la gente hacía algo que no deberían estar haciendo. Pero ni siquiera los regímenes más autoritarios podían espiar todo el tiempo a la población, ni siquiera la KGB podía espiar a cada ciudadano soviético las 24 horas al día, no tenía suficientes agentes ni analistas. Pero ahora, con la IA, es posible por primera vez en la historia crear un régimen de vigilancia total. Ya no necesitan agentes humanos para seguir y espiar a las personas, tenemos los teléfonos inteligentes, los ordenadores, las cámaras, los micrófonos… Ahora, por primera vez en la historia, un dictador podría espiar a todos y cada uno de los ciudadanos de su país las 24 horas del día. Este es un tremendo y muy peligroso cambio político. Si esto se hiciera realidad por alguien como, por ejemplo, Putin en Rusia o Maduro en Venezuela, podríamos tener regímenes totalitarios peores que los de Stalin, Hitler o cualquier otro dictador que hayamos visto en el siglo XX. Pero no estoy diciendo que eso sea inevitable. No es inevitable, podemos tomar medidas para prevenirlo, para detenerlo. Pero si la gente se pregunta qué cambios puede provocar la IA en el mundo, ese es un gran cambio: la capacidad de anular la privacidad y de espiarnos a todos todo el tiempo.
"Cada vez hay más y más evidencias de que en la guerra de Oriente Medio la IA está eligiendo los objetivos que bombardear, a quién matar"
P. En China le dan la vuelta al argumento. Dicen que la IA puede hacer que el socialismo funcione analizando las necesidades y expectativas de la población en tiempo real y maximizando el bienestar. Algo así como dirigir la mano invisible del mercado. ¿Cuál es tu opinión sobre esto?
R. Es difícil predecir el futuro, pero lo que sí sabemos es que en el siglo XX el comunismo fracasó en gran medida porque la planificación central no resultó ser eficiente. El Partido Comunista intentó centralizar todas las decisiones económicas, de modo que no fueran tomadas por empresas privadas o consumidores, sino por un centro único, ya fuera Moscú, Pekín, La Habana o el que fuera. Sin embargo, este sistema resultó ser menos eficiente que el modelo de las democracias que seguían los principios del libre mercado. El problema central era que, al concentrar toda la información de la Unión Soviética en Moscú y tomarse todas las decisiones desde allí, se dependía de seres humanos para analizar esa enorme cantidad de datos. Y los encargados en Moscú no eran capaces de procesar toda la información de manera efectiva, lo que derivó en decisiones equivocadas, imposibles de corregir y, en última instancia, en el colapso de la economía. Hoy en día, algunos defensores de la planificación centralizada socialista argumentan que el fracaso se debió a que eran humanos los que gestionaban toda esa información. Creen que, al inundar a los humanos con datos, inevitablemente colapsan, pero que una IA, al ser capaz de manejar grandes cantidades de información, se volvería más efectiva en ese rol.
"Compañías como Microsoft, Apple o quienes desarrollan IA deberían invertir una parte de su presupuesto en hacer que la IA sea segura"
P. ¿Pero tú qué opinas?
R. Yo soy escéptico. Es cierto que la IA es mucho más eficiente que los humanos a la hora de procesar grandes volúmenes de información, pero también comete errores y tiene sesgos. No es infalible. Y el gran problema con un régimen totalitario es que, si el centro comete un error, no hay un mecanismo de autocorrección, lo que lleva a que esos errores se amplifiquen. En los mercados libres, si una empresa adopta una política fallida, esa empresa colapsa y otra con una política mejor puede tener éxito. De manera similar, en las democracias, si un gobierno adopta una política equivocada, los votantes pueden reemplazarlo en las elecciones. Este es el mecanismo de autocorrección que hace que las democracias sean resilientes. En un régimen totalitario, si dependes de la IA para tomar todas las decisiones importantes y la IA comete un error, ¿cómo lo corriges? Es poco probable que gobiernos autoritarios, como los de Putin o Maduro, admitan errores abiertamente y estén dispuestos a cambiar de rumbo.
P. ¿Cómo podemos evitar que acaben protegiendo únicamente los intereses de quienes programan la máquina?
R. La pregunta clave es, ¿quién determina qué es bueno para todos? En estos regímenes, un pequeño grupo de personas decide cuál es el objetivo común, y eso suele ser problemático. ¿Cómo sabes realmente lo que la gente quiere si no permites que todos expresen sus ideas y sentimientos? En estos contextos, las personas pueden tener miedo de expresar sus verdaderas opiniones por temor a ser castigadas. Como resultado, no sabes lo que realmente piensan.
P. Hablemos también sobre las democracias liberales, porque en tu libro explicas muy claramente que dependen de la información. ¿Sería posible que, con todas estas nuevas tecnologías de la información, terminemos teniendo democracias sólo en apariencia? ¿Democracias en las que la gente sigue yendo a votar, pero que son en realidad regímenes autoritarios basados en el control y la manipulación de la información?
R. Sí. Las elecciones por sí mismas no garantizan una democracia. Hay ejemplos, como el de Rusia, donde se celebran elecciones, pero eso no significa que haya una democracia real. Sabemos, según la mayoría de los informes, que la oposición podría haber ganado las elecciones en Rusia con una abultada mayoría, pero el gobierno manipuló los datos y anuló los resultados. Que se celebren elecciones no garantiza que haya una democracia. En esencia, la democracia es una conversación continua, no una ceremonia que se limita al acto de votar. Es un proceso continuo de diálogo entre las personas. En contraste, una dictadura es cuando una sola persona dicta lo que debe hacerse. La democracia, por el contrario, es un grupo de personas dialogando entre sí. En la antigüedad, solo era posible tener democracias en una escala muy pequeña, como en pequeñas tribus o ciudades-estado como Atenas, porque no había forma de mantener una conversación a gran escala. Vemos ejemplos de democracias a gran escala solo en la era moderna, tras el auge de los periódicos, que fueron fundamentales para el surgimiento inicial de la democracia. Luego, con la llegada de la radio y la televisión, la democracia se volvió más inclusiva porque más personas podían participar en la conversación sobre los sucesos del día. Cada vez que hay una nueva revolución en la información, la democracia se ve sacudida, porque está construida sobre la base de la tecnología.
"La IA puede transformar la naturaleza de la política. (...) Con la IA es posible por primera vez en la historia crear un régimen de vigilancia total"
P. ¿Y qué efecto puede tener la IA en las democracias?
R. La pregunta ahora, con el auge de la IA y los algoritmos en las redes sociales, es ¿qué está pasando con la conversación democrática? El desarrollo más peligroso es que muchas voces no humanas están participando en esa conversación. Gran parte de lo que vemos en las redes sociales son bots y algoritmos que propagan teorías de la conspiración, noticias falsas y fomentan la indignación. Imagina un grupo de personas dialogando entre sí —eso es la democracia— y que, de repente, un grupo de bots entran en la conversación y comienzan a gritar, sin que sepamos quién es un bot y quién es una persona real. El discurso se rompe. Y no es algo donde podamos aplicar fácilmente medidas de control. Pero podríamos, por ejemplo, prohibir que las IA y los bots se hagan pasar por seres humanos. La situación actual en plataformas como Twitter (ahora X), donde muchas de las voces que escuchamos son producidas por bots, debería ser regulada. Está bien que una IA exprese algo, pero debemos saber que no es un ser humano el que lo dice, sino un bot. De lo contrario, no podemos mantener una conversación democrática genuina.
P. En tu libro mencionas varios principios que pueden aplicarse a las democracias para garantizar su supervivencia. ¿Podrías hablar brevemente sobre algunos de esos principios?
R. Uno de los principios ya lo he mencionado: es la importancia de mantener una conversación constante entre los seres humanos y evitar que las IA se hagan pasar por personas. Esto es crucial para preservar la autenticidad en nuestras interacciones. Otro principio clave es no permitir que toda la información se concentre en un solo lugar, ya sea en manos del gobierno o de una corporación, porque eso conduce inevitablemente a la dictadura. Otro principio es que la información personal debe ser utilizada para nuestro beneficio y no para manipularnos. Por ejemplo, cuando un médico tiene acceso a información privada, está obligado por su deber profesional a usar esa información exclusivamente para nuestro bienestar, sin poder venderla o usarla en nuestra contra. Ese mismo principio debería aplicarse a las grandes empresas tecnológicas: no deben poder utilizar nuestra información en nuestra contra, ni venderla a terceros. Además, si aumentamos la vigilancia de arriba hacia abajo, también debemos aumentar la vigilancia de abajo hacia arriba. Si el gobierno o corporaciones como Facebook saben más sobre nosotros, nosotros deberíamos tener mayor acceso a información sobre ellos. Podemos utilizar la tecnología para exponer la corrupción gubernamental o las prácticas corporativas injustas, lo que ayuda a mantener el equilibrio de poder. En las democracias actuales, los gobiernos tienen mucha más información sobre los ciudadanos que hace un siglo, pero siguen siendo democráticos porque, al mismo tiempo, los gobiernos son más transparentes. Mientras mantengamos este equilibrio, la democracia se mantendrá fuerte.
P. El año pasado Pedro Sánchez te recibió en La Moncloa. ¿De qué hablasteis? ¿El presidente del Gobierno español es optimista o catastrofista con respecto la IA?
R. Yo personalmente no me considero ni catastrofista ni optimista. Creo que la IA tiene un enorme potencial, tanto positivo como negativo. Por un lado, puede ayudarnos a crear los mejores sistemas de salud del mundo, prevenir accidentes de tráfico y protegernos del cambio climático. No estoy a favor de detener todo el desarrollo de la IA. Pero, a diferencia de los optimistas o los aceleracionistas, soy muy consciente de que también conlleva riesgos y amenazas. Lo que yo propongo, y no puedo hablar por vuestro presidente, es que necesitamos invertir más en seguridad y regulación para asegurarnos de que podamos aprovechar el potencial positivo de la IA mientras prevenimos los posibles escenarios adversos. Esto es algo que ya hacemos con otros productos. Por ejemplo, a menudo escucho a personas comparar la IA con los automóviles, argumentando que, aunque los automóviles causan accidentes de tráfico, seguimos fabricándolos. Y eso es cierto. Pero también es cierto que no permitimos que los automóviles circulen sin medidas de seguridad y sin regulaciones estrictas sobre cómo deben operar. Deberíamos abordar la IA del mismo modo.
P. ¿Cómo se hace eso?
R. De la misma forma que una gran empresa automotriz invierte el 20% de su presupuesto en el desarrollo de la seguridad del automóvil, compañías como Microsoft, Apple o quienes desarrollan IA, deberían invertir una parte significativa de su presupuesto en hacer que sea segura. Los gobiernos también deben implementar regulaciones estrictas sobre lo que la IA puede y no puede hacer. Escucho a personas en lugares como Silicon Valley decir que no hay problemas y que están encontrando formas de controlarla, pero esto es como aprender a conducir un automóvil sin aprender primero a frenar. Necesitamos encontrar formas de asegurar que podemos controlar la IA antes de expandir sus enormes capacidades.
P. Ese es un gran un desafío, especialmente para las autoridades europeas. La UE quiere regular la IA, pero la industria asegura que si creamos demasiadas regulaciones no seremos competitivos y nos adelantarán los chinos y los estadounidenses.
R. No necesariamente. Todo depende de cómo se implementen las regulaciones. Es cierto que algunas regulaciones podrían sofocar a la industria, pero otras podrían ser beneficiosas. Volvamos al ejemplo de los automóviles. Imaginemos que los estadounidenses o los chinos producen automóviles sin frenos, y que los fabricantes de automóviles europeos acudieran luego a la Unión Europea o a los gobiernos de España o Alemania diciéndoles que no quieren regulaciones que exijan frenos en sus automóviles porque los competidores no los tienen. Pero la realidad es que la gente quiere automóviles con frenos porque son más seguros. Por lo tanto, gracias a las regulaciones de la UE, los automóviles europeos serían más seguros y ofrecerían mejor protección a la privacidad y los intereses de las personas. La idea de que la regulación siempre va en contra de los intereses de la gente es incorrecta. Piensa en el miedo que muchas personas tenían durante la pandemia de COVID-19 a tomar medicamentos y vacunas en los que no confiaban. El mayor activo de las compañías farmacéuticas europeas, como en España, es que la gente confía más en un medicamento producido por una compañía española que por una rusa. Durante la pandemia, muchas personas preferían confiar en las vacunas europeas porque las consideraban más seguras. Esto muestra que las regulaciones pueden fortalecer la confianza y, al final, beneficiar a la industria en lugar de perjudicarla.
"El problema clave es que israelíes y palestinos tienden a negar el derecho del otro a existir"
P. Soy consciente de que esto no forma parte de tu libro, pero siendo el intelectual israelí más conocido y respetado, me gustaría preguntarte qué opinas sobre la situación actual en tu país. ¿Está la democracia israelí en riesgo?
R. Estamos enfrentando una crisis monumental, tanto externa como interna. Por un lado, tenemos la tragedia en Gaza y la amenaza real de una guerra regional, y por otro, una crisis interna que comenzó antes del conflicto. El gobierno nacional ha intentado acumular un poder ilimitado, socavando la independencia de la Corte Suprema y los medios de comunicación. Lo que la gente debe entender es que Israel no tiene una única voz. Cientos de miles, millones de israelíes están saliendo a las calles, incluso ahora durante la guerra. Cada semana, miles de personas se manifiestan para mostrar su descontento con las políticas actuales de su gobierno. Esperamos poder cambiar este gobierno y reemplazarlo por uno que defienda la democracia en Israel y luche por la paz, tanto con los palestinos como en todo el Medio Oriente. Y no creo que esta sea una esperanza vana, porque la paz es posible. No hay razones objetivas para este conflicto tan devastador. Hay suficiente tierra, agua, comida y energía para todas las personas que viven entre el Mediterráneo y el río Jordán.
P. ¿Cuál es a tu juicio el principal problema que impide esa convivencia pacífica entre israelíes y palestinos?
R. El problema clave es que ambos lados, tanto israelíes como palestinos, tienden a negar el derecho del otro a existir. La realidad es que, entre el Jordán y el Mediterráneo, viven más de 7 millones de palestinos que no tienen otro sitio al que ir, y que tienen derecho a vivir aquí con dignidad, prosperidad y seguridad. Al mismo tiempo, hay más de 7 millones de judíos en esta tierra, la mayoría de los cuales nacieron aquí, que también tienen derecho a existir aquí con dignidad, prosperidad y seguridad. Aunque esto pueda sonar simple, es sorprendente cómo muchas personas se niegan a reconocerlo. En ambos lados escuchas a personas afirmar que esta tierra les pertenece exclusivamente, negando la existencia o el derecho a existir del otro. Incluso hay personas en países lejanos, a miles de kilómetros de distancia, que niegan el derecho a existir de los judíos o de los palestinos. Cada guerra es, en parte, un intento de eliminar a un pueblo, algo que ha ocurrido durante siglos. Debemos ser capaces de sostener la idea simple de que hay dos pueblos en esta tierra, no solo uno. A pesar de todos los desafíos, no hay un obstáculo insalvable para crear, por ejemplo, dos estados, Israel y Palestina, que coexistan pacíficamente uno al lado del otro. Es cierto que es una tierra pequeña, pero, de nuevo, hay suficiente territorio, comida, agua y energía para todos. Esto no está ocurriendo en este momento, pero todavía tengo esperanza de que las personas cambien su forma de pensar. No necesitas cambiar el mundo exterior, sino la realidad dentro de las mentes de las personas. Y entonces, la paz será posible.
"Millones de personas creen que Dios nos dio esta tierra solo para nosotros. Y creen que los demás no tienen derecho porque Dios no quiso"
P. Tu libro plantea una gran pregunta: ¿Por qué somos la especie más sabia de la tierra y, al mismo tiempo, la más destructiva, capaz de provocar una catástrofe ecológica y tecnológica? ¿Qué respuesta te das?
R. El problema no es la naturaleza humana. El problema es la información que compartimos. La mayoría de las personas no están locas, no son psicópatas. La mayoría de las personas son bastante buenas. Pero si les das mala información, tomarán malas decisiones. Tomarán decisiones destructivas. Así que el problema es la información. Y como dije al principio, la raíz del problema es que es más fácil generar información para crear un orden que para crear grandes redes de cooperación. Es más fácil hacerlo con ficción, fantasía y mitología que con la verdad. Usamos estas técnicas, pero luego estas mismas mitologías nos llevan a tomar decisiones destructivas y estúpidas. Voy a terminar retomando la pregunta sobre Israel. ¿Por qué estamos peleando? Por mitologías. Muchas personas, millones de personas, creen que Dios nos dio toda esta tierra solo para nosotros. Y creen que los demás no tienen derecho a estas tierras porque Dios no quiso. En el corazón del conflicto de Israel se mantiene enraizada la mitología. Es un buen ejemplo sobre el tipo de espada de doble filo que usamos. Es más fácil reunir a millones de personas alrededor de una mitología que mediante ecuaciones físicas. Puedes construir cualquier cosa alrededor de mitologías, pero luego nos llevan a hacer cosas terribles y a sufrir por ello.
Desde la publicación de 'Sapiens', Yuval Noaḥ Harari se ha convertido en el ensayista más influyente del mundo. Como si fuese un poderoso jefe de Estado, antes de hablar con él hay que firmar cláusulas de confidencialidad e intercambiar emails con el nutrido equipo que organiza su agenda. Su último libro, 'Nexus', sale ahora a la venta en todo el planeta y El Confidencial ha accedido a la primera ronda de entrevistas para charlar de un ensayo complejísimo en el que analiza la manera en la que las redes de información dominan el funcionamiento y la evolución de las sociedades. Y en el que explica cómo el proceso está siempre marcado por la tecnología. El libro nos lleva de los mitos de la Antigüedad hasta el gran desafío de nuestro futuro inmediato, la inteligencia artificial. Harari es de los que piensan que podríamos destruir nuestra civilización si no somos capaces de controlar lo que se nos viene encima.
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