Perfume que aún huele y mucho champán: los objetos más raros encontrados en el Titanic
Desde 1994, una empresa estadounidense está autorizada a extraer los objetos del barco, aunque con algunas condiciones, como que siempre han de permanecer juntos y conservarse adecuadamente
Escondidas en un almacén totalmente secreto, del que muy pocos conocen su verdadera ubicación (lo único que se sabe a ciencia cierta es que está en algún lugar de Atlanta en Georgia, Estados Unidos), se encuentran almacenadas las que en otro día fueron pertenencias de aquellos pasajeros que viajaron en el Titanic. Las estanterías están repletas de miles de objetos que pudieron rescatarse de las profundidades del mar y que ahora no pertenecen a nadie, son simples testigos mudos de uno de los accidentes más famosos de todos los tiempos.
Porque cuando el colosal Titanic se hundió en las profundidades del Atlántico en la noche del 14 al 15 de abril de 1912, parecía imposible pensar en las leyendas fetichistas que nacerían en torno a él. James Cameron tiene buena parte de culpa de nuestra obsesión por el célebre barco hundido, pero es innegable que sigue despertando interés. Tanto es así, que la BBC ha tenido la oportunidad de rescatar algunas de esas pertenencias para mostrárselas al gran público, y guardan una historia fascinante detrás sobre sus dueños o sus razones de ser.
Un bolso de piel de caimán
La empresa RMS Titanic INC, que tiene los derechos de salvamento del barco y a lo largo de los años ha recuperado hasta 5.500 objetos del lugar del naufragio, tiene una selección que exhibe por todo el mundo. La curiosidad más sorprendente del bolso es que haya sobrevivido durante décadas en las profundidades del Atlántico Norte. Pertenecía, según se pudo saber, a una pasajera de tercera clase llamada Marian Meanwell. Dentro del bolso había una documentación que la mujer necesitaba para su nueva vida en Estados Unidos, incluida una carta de recomendación escrita a mano de su antiguo casero en Londres, en la que se afirmaba: “Siempre hemos considerado que la señorita Meanwell es una buena inquilina y puntual en los pagos”.
Perfumes (que aún huelen)
También viajaba en segunda clase un vendedor de perfumes llamado Adolphe Saalfed, que guardaba más de 90 pequeños frascos que sobrevivieron a la catástrofe. Y, lo más sorprendente, aunque están sellados, su aroma es tan potente que todavía puede olerse, incluso después de décadas en el fondo del mar. Al parecer, Saalfed consiguió sobrevivir, pero siempre tuvo un cierto sentimiento de culpa por haberlo hecho y, para cuando se encontraron sus pertenencias, ya había fallecido.
Una botella de champán
No es nada inusual. Hay muchas botellas en el fondo del océano, así como ollas y cacerolas, porque el Titanic se partió en dos en una zona que estaba cerca de las cocinas. A bordo viajaban miles de botellas de champán, pues al fin y al cabo el Titanic era uno de los transatlánticos más lujosos de todos los tiempos, y la idea era que los pasajeros de primera clase se encontrasen satisfechos.
Objetos que muestran la diferencia de clases
Cualquiera que haya visto la película de James Cameron, tiene bastante claro que las diferencias de clases en el barco eran abismales, tanto en el día a día como a la hora de escapar durante el naufragio. Esto también se observa en las tazas y platos que se han rescatado del hundimiento y que muestran las marcadas distinciones. La vajilla de primera clase tenía intrincados patrones de guirnaldas coloreadas y había mucha plata. La historia era diferente para los pasajeros de tercera clase, pues estaba destinada a ser mucho más estable y soportar un manejo más brusco.
La empresa ha desatado una polémica al manifestar su deseo de recuperar el equipo de radio Marconi, que retransmitió las llamadas de socorro
Un tribunal estadounidense le concedió a RMS Titanic Inc el derecho en 1994 de recuperar legalmente los objetos del lugar del hundimiento. Deben hacerlo bajo condiciones estrictas: los objetos siempre han de permanecer juntos y conservarse adecuadamente. Recientemente, la empresa desató una polémica al manifestar su deseo de recuperar el equipo de radio Marconi, que pertenece al propio barco y fue el que transmitió las llamadas de socorro la noche del naufragio.
Escondidas en un almacén totalmente secreto, del que muy pocos conocen su verdadera ubicación (lo único que se sabe a ciencia cierta es que está en algún lugar de Atlanta en Georgia, Estados Unidos), se encuentran almacenadas las que en otro día fueron pertenencias de aquellos pasajeros que viajaron en el Titanic. Las estanterías están repletas de miles de objetos que pudieron rescatarse de las profundidades del mar y que ahora no pertenecen a nadie, son simples testigos mudos de uno de los accidentes más famosos de todos los tiempos.
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