Es noticia
Marcelino Orbés, el mejor payaso del mundo que se suicidó arruinado en un hotel de Nueva York
  1. Cultura
con una pistola

Marcelino Orbés, el mejor payaso del mundo que se suicidó arruinado en un hotel de Nueva York

Hace cien años, Charles Chaplin y Buster Keaton hablaban maravillas de Marcelino Orbés, este 'clown' nacido en Huesca que conquistó al mundo entero. El día en que murió, tan solo tenía seis dólares en el bolsillo

Foto: Marcelino Orbés.
Marcelino Orbés.

Medía un metro 60, llevaba un traje usado y no hablaba, solo utilizaba la mímica. Era tremendamente infeliz pese a que su trabajo era hacer reír a otros. Y, durante un tiempo, fue considerado el mejor payaso del mundo. Marcelino Orbés falleció hace casi 97 años en un hotel de mala muerte en Nueva York, llevándose consigo todos los secretos de su increíble vida y cayendo irremediablemente en el olvido, hasta que el periodista Mariano García Cantarero, que se dedicaba a recuperar noticias que habían sido publicadas a principios de siglo en Heraldo, comenzó a investigar en torno a la identidad y el lugar de nacimiento de este misterioso payaso.

Porque Marcelino Orbés, en otro tiempo, fue conocido simplemente como Marceline. Sus primeros pasos nos trasladan a Jaca (Huesca), donde nació un 15 de mayo de 1873, aunque siendo bien niño ya encaminó su destino al mundo del circo incorporándose en la troupe de los Martini, donde empezó poniendo sillas y haciendo acrobacias. Cuentan que en una ocasión el rey Alfonso XII fue a verles y Marcelino le salvó la vida, evitando que un elefante le aplastara. Le mandaron a palacio y le entregaron una condecoración por su valentía.

De todo ello y mucho más habla el documental Marcelino Orbés, el mejor payaso del mundo, que intenta entender cómo una figura tan famosa a principios del siglo pasado, surgida en nuestro país, no tenga ningún reconocimiento actual. Su director, Germán Roda, nos atiende al teléfono para contarnos su fascinación en torno a Marcelino: "Me llamó la atención que nadie conociera su existencia, ahora nos cuesta mucho entenderlo porque vivimos una época de sobreinformación. A nivel narrativo también era una historia increíble: el auge y caída de un tremendo artista".

"No hablaba, daba silbidos, no sé cómo conseguía encandilar a 18.000 personas en el escenario, que al final es como el Wizink Center entero"

Después de investigar sobre Marcelino, Mariano García Cantarero escribió un libro con el mismo título que el documental, que es en el que se inspiró Roda para llevarlo a cabo. "Fue Mariano quien descubrió que había nacido en Jaca y también su existencia, así que fue la fuente de información principal para el documental, pues formó parte del proyecto". Para interpretar a Marcelino, Roda pensó en Pepe Viyuela, que curiosamente también llevaba mucho tiempo pensando en producir por su cuenta un documental sobre el payaso: "Pepe es clown, igual que Marcelino, y es pequeñito como lo era él. Cuando le llamé me dijo que tenía en su despacho colgado desde hacía años un recorte del artículo sobre el libro de Mariano, era como si estuviera esperando esa llamada, fue como el destino. Además, los dos referentes cinematográficos de Pepe justo eran Buster Keaton y Charlie Chaplin, dos personas que conocieron a Marcelino y dijeron que era el mejor".

placeholder Pepe Viyuela como Marcelino. (Cedida)
Pepe Viyuela como Marcelino. (Cedida)

Marcelino abandonó España en 1892, cuando aún no había cumplido los 19 años, para comenzar su periplo en Bélgica. Empezó a trabajar en algunos de los circos más importantes de Europa (Lockhart, Carré, Hengler...), consiguiendo convertirse en uno de los payasos que más hacían reír al público de la época. Los payasos suelen ir en pareja, el Augusto es el encargado de poner orden, mientras que el Carablanca se basa en Baco, es el desorden. A veces hay un personaje excéntrico que puede trabajar solo porque tiene ambos payasos dentro y provoca sus propios accidentes: este tipo de payaso era Marcelino.

"El payaso triunfa cuando fracasa en escena", cuenta Roda. "Tú te ríes cuando lo está pasando bien y mal. Mira siempre al público a su misma altura, no es dañino, lo hace todo de corazón... eso llega, conmueve, lo ves como un igual. Lo más impactante de Marcelino es que ni siquiera necesitaba decir nada, daba silbidos, no sé cómo conseguía encandilar a 18.000 personas, que al final es como el Wizink Center entero. Creo que se explica con su físico que era como el de un medallista olímpico de estos que te hacen ocho mortales, era un auténtico atleta". Así trabajó con otros que tenían unas características físicas parecidas pero que, sin embargo, han conseguido pasar a la historia como figuras inmortales: Houdini o el propio Chaplin, que cuando era un niño conoció a Marcelino y le causó tan grata impresión (volverían a coincidir en el futuro) que incluso habla de él en sus memorias.

Cuando Chaplin era pequeño coincidió con Marcelino. Le causó tan grata impresión que habla de él en sus memorias

Marcelino se instalaría después en Londres (comenzaría a trabajar en el Hypodrome, en pleno distrito teatral) y se convertiría en una estrella. Su primer matrimonio, con Louisa Johnson, no fue feliz y toda su vida le perseguirían la soledad y el desamor, en contraste con el éxito que cosechaba en el escenario. En torno a 1905 Londres comenzó a quedarse pequeño, y decidió marchar a Nueva York (la leyenda cuenta que los niños de Londres fueron a despedirle al puerto, llorando porque se marchaba). Se instaló entonces en la capital del mundo del entretenimiento, para trabajar también en el Hypodrome. De hecho, fue así como García Cantarero pudo ir hilvanando los hilos del rompecabezas que componía su vida: a través del cotejo de su identidad en los archivos de la Isla de Ellis, donde llegaban los inmigrantes.

En Nueva York alcanzó la plenitud: no solo llenaba los teatros, sino que las obras se escribían para él. Además, se enamoró perdidamente de Ada Holt, una de las bailarinas del inmenso cuerpo de baile que componía el Hypodrome, con la que terminó casándose. "Generas una adrenalina tan fuerte cuando sales al escenario, por lo que recibes del público que es muy difícil asumirlo", explica Roda. "Te enganchas a eso y no puedes vivir. Es como una droga. Él terminaba y se iba a casa a vivir de alguna forma el mono, debía ser duro".

Podría haber tenido un final feliz si no hubiese sido por una serie de malas decisiones. En 1913 su espectáculo (El show de Marceline) fue una ruina y se hizo cargo de todos los gastos de la compañía. Montó un restaurante que se llamaba Marcelino, el cual fracasó. Su relación con Ada se resintió, comenzaron las primeras críticas... y llegaba el cine. El mundo estaba cambiando y él se quedaba atrás. Tenía una cláusula con el Hypodrome que no le permitía trabajar con nada más.

"Creía que el circo iba a estar para siempre y que el cine iba a ser una cosa pasajera"

"Sin duda el no pasarse al cine fue la causa del declive", cuenta el director. "Era la época en la que llegaron un aluvión de suicidios y depresiones por el paso del mudo al sonoro. En el año 27 se estrena El cantante de jazz, la primera película sonora, y es el año en que se suicida. Creía que el circo iba a estar para siempre y que el cine iba a ser una cosa pasajera porque si se hubiera metido de lleno habría sido una estrella. Le pasó lo mismo con su situación familiar, al ser una persona desarraigada no tuvo un grupo de amigos o familia que le aconsejaran que no invirtiese en el restaurante o que se dedicase al cine. No tenía un entorno que le ayudara y eso fue clave en su vida. Al final aquí se juntaron dos cosas que suceden siempre: que uno no se sepa vender y que su país no haga nada por rescatarle. Entonces la gente desaparece".

La estrella del pagliacci se apaga, está arruinado, sin amigos ni pareja. Un 5 de noviembre de 1927 empeña un alfiler con forma de herradura que le daba buena suerte y así compra una pistola. Se aloja en el entonces llamado Hotel Mansfield y se suicida: "No lo puse en el documental y es muy macabro, pero en realidad se pegó dos tiros", cuenta Roda. "El primero falló, quizá porque no apuntó bien o porque en el último momento se arrepintió y apartó la cabeza... entonces dio en la pared y la policía se encontró el agujero".

La noticia del suicidio apareció en The New York Times y The Washington Post. Marcelino fue enterrado en el Cementerio de Artistas de Kensico y al funeral asistieron 80 personas. La corona de floras más vistosa se la envió Chaplin. Su tumba no tiene lápida. Cuando murió, solo tenía seis dólares en el bolsillo.

Medía un metro 60, llevaba un traje usado y no hablaba, solo utilizaba la mímica. Era tremendamente infeliz pese a que su trabajo era hacer reír a otros. Y, durante un tiempo, fue considerado el mejor payaso del mundo. Marcelino Orbés falleció hace casi 97 años en un hotel de mala muerte en Nueva York, llevándose consigo todos los secretos de su increíble vida y cayendo irremediablemente en el olvido, hasta que el periodista Mariano García Cantarero, que se dedicaba a recuperar noticias que habían sido publicadas a principios de siglo en Heraldo, comenzó a investigar en torno a la identidad y el lugar de nacimiento de este misterioso payaso.

Cine
El redactor recomienda