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El humorista de la SER que parodia a sus oyentes: "Me río de lo que conozco bien"
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entrevista con Juan Carlos Ortega

El humorista de la SER que parodia a sus oyentes: "Me río de lo que conozco bien"

El hombre detrás de 'Las noches de Ortega' explica cómo hace su programa y lo que opina del humor político. Asegura que su espacio se inspira en la gente que tiene alrededor, que es bastante homogénea

Foto: El humorista Juan Carlos Ortega. (R. P.)
El humorista Juan Carlos Ortega. (R. P.)

Juan Carlos Ortega acaba de volver del dentista y habla como si tuviese la boca llena de tuercas. Pero como es la primera vez que escucho su voz real, no me doy cuenta hasta mitad de la entrevista. La vocalización con anestesia no es tan diferente, además, a la de algunos de los personajes de Las noches de Ortega, el programa que dirige y que ha pasado de la clandestinidad de la madrugada a convertirse uno de los más buscados y compartidos en Internet, gracias al formato pódcast. Hay diferentes teorías sobre cuál es el ingrediente que hace que el humor de Ortega sea tan especial. Reírse de los oyentes de la SER en la propia SER es ya algo bastante único.

PREGUNTA. En uno de los últimos episodios de tu programa, una de tus oyentes acusaba a El Confidencial de haber matado a su marido, un admirador de Pedro Sánchez que se ahorcó para no seguir sufriendo. Explícanos esto por favor.

RESPUESTA. Jajaja. Me gusta mucho llevarlo todo al extremo, exagerar. El gobierno señala a El Confidencial como la gran máquina de fango, como epicentro de los bulos. Así que me parece divertido llevarlo al extremo, al ridículo. Me pareció muy cómico que la gente se suicide por el disgusto de leer lo que un periódico publicó sobre el presidente.

P. ¡Peor! Sobre la mujer de Sánchez.

R. Claro, claro. A mí me divierten mucho esas personas escandalizadas hasta el llanto porque se dice algo de Pedro o de Begoña. Me vuelven loco esas cosas. De todos modos, te tengo que decir que realmente nadie se suicidó. Dicen que se mueren, pero luego no es para tanto.

placeholder Juan Carlos Ortega atiende a EC en su casa. (R. P.)
Juan Carlos Ortega atiende a EC en su casa. (R. P.)

P. Escuchándote, creo que te ríes de los periodistas, de sus oyentes y del ecosistema que rodea a la política… Te ríes más de todo eso que de la propia política.

R. Es que es mi principal fuente de inspiración, sí. Repetimos eso de que hay que reírse siempre de los de arriba. Pero yo creo que hay que reírse de los que tienes al lado. Yo me río de la gente que conozco de verdad. De la que no conozco no me hace gracia. Me inspiro en lo que me rodea y al final me veo obligado a reírme de personas que pertenecen a un tipo de izquierda. Porque estoy rodeado de ellas. Además, apenas conozco a gente de derechas. Y eso me fastidia mucho. ¿Cómo es posible esto? ¿Por qué no hay ninguno alrededor? Así que me rio de la gente que me rodea y me divierto señalando sus contradicciones y sus ridiculeces, que tienen muchas.

P. Es un programa que emite la SER para reírse de sí misma. Reírse de uno mismo es algo que casi siempre funciona, es muy efectivo.

R. Es verdad, aunque yo en mi programa creo que no me río realmente de mí mismo. Yo no soy así. Retrato a gente que me rodea, gente que respeto y tal pero…

"Si haces un humor que hace reír a aquellos de los que te ríes, lo estás haciendo bien"

P. No, no. Te lo decía desde el punto de vista corporativo. La SER riéndose de la SER. ¿No hace eso que el programa funcione mejor?

R. Eso funciona, sí. Lo más complicado es conseguir que los tuyos no se ofendan. Y hay que hacerlo bien para que no se ofendan. En mi opinión, si haces un humor que hace reír a aquellos de los que te ríes, lo estás haciendo bien. Si les haces reír, se desactiva el enfado, se desactiva todo el mal rollo. En mi medio jamás me han dicho nada, nadie se me ha cabreado. De verdad que no es peloteo, es que es así. De hecho, me ha subido el sueldo hace poco.

P. ¿Tu humor está diseñado a propósito para no encabronar a nadie?

R. Es que no se consigue nada haciendo rabiar a la gente. A muchos amigos que hacen un humor más agresivo les digo que no están logrando su objetivo. Si tú haces humor para acabar con el machismo, o con lo que sea, y tu método es burlarte cruelmente de lo que tú crees que es machista, vas a conseguir lo contrario. Se van a cabrear más y se van a poner a cavar trincheras. Para conseguir que un problema desaparezca hay que reírse de otra forma. Y si eres cruel la has cagado.

P. Me recuerda a los videos de Pantomima Full. Todo el mundo se puede sentir identificado con alguna parodia, pero la mayoría se ríen.

R. Ellos hacen un humor hiperrealista, son el Antonio López del humor. Se ríe todo el mundo viéndolos, también la gente que se siente retratada. Eso es muy sano porque nadie se aburre y nadie se cabrea.

placeholder El escritorio del humorista. (R. P.)
El escritorio del humorista. (R. P.)

P. Hablemos de cómo haces tu programa. Alguna cosa me han contado. La gente se pregunta cuántos sois.

R. Jaja. De momento estoy yo solo. Trabajo aquí en casa, en el horario que elija. Grabo un poco, paro, luego sigo otro rato… La mecánica es esa. Grabo una voz, luego grabo otra… En el montaje lo encajo después todo. Pero es una cosa artesanal y muy solitaria. Tengo un ordenador normalito y un micro. Ahí lo monto.

P. Tienes varios personajes, pero casi siempre hay un anciano, un señor catalán con acento muy fuerte, etcétera. ¿Cómo funciona eso?

R. Lo que pasa es que me salen muy pocas voces. Yo sé hacer dos o tres voces graciosas de hombre y otras tantas de mujer. Para que se diferencie un poco, pongo acentos regionales. Si de repente aparece un acento gallego o catalán, es para diferenciarlo del anterior, porque el fondo de mi garganta tiene un registro muy limitado.

P. Hay algunos sketches que se repiten. Uno de mis preferidos es cuando alguien sale en el programa contando que se está reuniendo con Pedro Sánchez para pensar cómo actuar contra el poder.

R. Cuando veo a Pedro Sánchez diciendo que hay que plantar cara al poder... ¿Pero en qué quedamos? La izquierda no se da cuenta de lo contradictorio que resulta, les parece normal. Es fascinante. Como eso de que el gobierno quiere controlar a los medios. Yo pensaba que el asunto funcionaba al revés. Son cosas que me fastidian y me entran ganas de llevarlo a la comedia. Sobre todo por lo que te decía antes, porque a mi alrededor todo el mundo piensa de la misma manera. Así que me gusta imaginarme a mis amigos escuchando los programas. No sé, quizá les hace pensar.

"Puedo transmitir muy bien lo que opino con el humor, pero no sé hacerlo de otra manera"

P. ¿Argumentar con los chistes?

R. Yo tengo una ventaja y una desventaja. Puedo transmitir muy bien lo que opino con el humor, pero no sé hacerlo de otra manera. No me explico bien nunca. Cuando me preguntan qué opino de algo, les pido que escuchen el programa. ¿Qué opino de Begoña Gómez? Pues hice un programa de eso, escúchalo que ahí está mi opinión camuflada en el humor. Si tengo que explicarlo con un sujeto y un predicado, no me sale bien.

P. La izquierda ha usado tradicionalmente el humor como un arma política. Hay mucha sátira de izquierdas, a menudo muy buena. No solo en España, sino que es algo universal. Mientras, la derecha de vez en cuando lo intenta, pero no le dedica mucho esfuerzo. Ojo, no digo que no haya humoristas de derechas, pero creo que hacen política con sus chistes. ¿Qué opinas?

R. Estoy de acuerdo. Yo creo que hay un tópico muy antiguo y que ha calado mucho, según el cual la derecha no puede hacer humor porque el humor, por definición, es criticar al poder y al sistema, que a su vez es conservador. Si uno tiene la imagen, yo pienso que errónea, de que el poder es siempre conservador y de derechas, entonces obviamente el humor ha de ser de izquierdas.

"Eso del humor canalla me da rabia. La palabra misma es espantosa"

P. ¿Y no es así?

R. Es que el humor no tiene que criticar al poder, sino el consenso. Si el consenso es de izquierdas, como pasa con muchas cosas, pues la provocación es reírse de eso. Y luego es que hay gente de izquierdas haciendo un tipo de humor que creo que no tiene ninguna gracia porque critican un mundo que ya no existe. Creen que están criticando al poder, pero se ríen de cosas que no son dominantes. A veces se ríen de cosas que ni existen.

P. ¿Algo así como ser un revolucionario que reclama precisamente lo que ya existe?

R. Sí, como ponerse violento con algo que no tiene importancia. No me hace ninguna gracia, la verdad.

P. Estaba pensando en Ricky Gervais al oírte hablar, que no creo que se pueda definir como un humorista de derechas. Como decías, critica el consenso, que a menudo está apuntalado con ideas de izquierdas.

R. Sí, sí. Es lo contrario de eso del humor canalla, que a mí me da rabia. La palabra es espantosa y suele ser lo más convencional y lo más antiguo del mundo. No tiene nada de canalla. Luego es que cuando alguien dice que es de derechas, la gente pregunta con mucha preocupación que por qué. Yo muchas veces digo que sí, que soy de derechas, aunque no lo sea. ¿Por qué debería justificarme? Es sospechoso tener que justificarse. También me cabrea cuando la gente dice que bueno, que Ortega en el fondo es de izquierdas. Pues mira, no lo sé. No querría yo darle esa satisfacción a los que me rodean, a la gente que conozco, no querría hacerles creer que en el fondo pienso igual que ellos. A lo mejor no lo pienso, ¿eh?

P. A ti te escucha mucha más gente en pódcast que en la radio, ¿no? Creo que pasa mucho con programas de madrugada, pero no sé cómo ha sido esa transformación.

R. Ha sido muy gradual. Cuando yo empecé a hacer el programa, hace diez años, el pódcast era insignificante. Poco a poco, la gente ha empezado a meterse en plataformas y la audiencia en pódcast ha pasado de ser el uno por ciento a ser el 99 %. Para mí es magnífico. Lejos de matar a la radio, creo que el pódcast le da una vidilla brutal. Yo ahora repaso varios programas cada día. Escucho a Àngels Barceló en mi cadena, pero luego me escucho a Carlos Alsina, que por cierto me encanta. Voy picando de uno y otro lado. Antes era impensable, así que ahora oigo más radio ahora que antes. A nosotros nos está pasando al revés que en televisión, donde los chavales jóvenes miran vídeos de YouTube, pero no ven la tele.

placeholder Foto: R. P.
Foto: R. P.

P. ¿Tiene que ver con el producto que hacen la mayoría de las televisiones?

R. Puede ser. Yo tengo un hijo de 15 años ya, las cosas que mira en Youtube no tienen color con lo que se hace en la tele. Hacen unas cosas que nunca jamás se ha hecho en cuanto a ritmo, calidad, entretenimiento. No me extraña que los chavales pasen de Saber y Ganar.

P. Es un tema que empieza a ser aburrido, pero no tengo muy claro qué piensas al respecto. ¿Eres partidario de poner límites al humor o de lo contrario?

R. Yo siempre digo que estoy a favor de la libertad de expresión sin restricciones. Es que creo que si le das total libertad a un cómico descubres cómo es realmente. Hay cómicos que nunca irán más allá de cierto límite si piensan que eso puede traerle problemas, de manera que no podríamos saber quiénes son realmente. Gracias a que pueden decir lo que quieran te das cuenta de hasta qué punto son gilipollas. Ellos tienen todo el derecho a decir lo que les venga en gana, como lo tengo yo a opinar que son unos hijos de puta.

"Hay que decir lo que te apetece. Da igual, porque todos estaremos muertos pronto"

P. El discurso público es hipócrita por definición. Si hablas para agradar a cien personas vas a tener que dejar fuera algunas cosas, pero no tantas como si hablas para mil. Si tu audiencia son millones, es casi imposible que no suene artificioso. Aun así, hay quien opina que el nivel de hipocresía está en máximos. ¿Tú estás de acuerdo?

R. Por definición, siempre hay más hipocresía cuando más gente te escucha. Eso es verdad. Además, ahora cualquier cosa es susceptible de ser vista, oída o leída por gente que ni siquiera estaba en tu público. Por miedo a que lo que dices o haces llegue a un colectivo al que puede molestar, uno se acaba cortando. Y eso se puede traducir como hipocresía. Yo siempre he optado por ser valiente. Pero no en plan heroico, sino más bien infantil. Digo lo que se me viene a la cabeza pensando que no tiene importancia. Tú dilo y ya está, que da igual. A veces creemos que una opinión nuestra puede provocar un terremoto. Pero no. Es solamente una opinión. Por eso aconsejo siempre a mis compañeros decir lo que les venga en gana. Total, nos vamos a morir todos dentro de poco. Tú, yo, la gente que nos lee, la gente que nos escucha... Todos estaremos muertos pronto. Tener presente la muerte ayuda mucho.

Juan Carlos Ortega acaba de volver del dentista y habla como si tuviese la boca llena de tuercas. Pero como es la primera vez que escucho su voz real, no me doy cuenta hasta mitad de la entrevista. La vocalización con anestesia no es tan diferente, además, a la de algunos de los personajes de Las noches de Ortega, el programa que dirige y que ha pasado de la clandestinidad de la madrugada a convertirse uno de los más buscados y compartidos en Internet, gracias al formato pódcast. Hay diferentes teorías sobre cuál es el ingrediente que hace que el humor de Ortega sea tan especial. Reírse de los oyentes de la SER en la propia SER es ya algo bastante único.

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