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Así fue la (Re)conquista: la traición de Don Julián, Guadalete y la verdad sobre el Reino de Toledo
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Así fue la (Re)conquista: la traición de Don Julián, Guadalete y la verdad sobre el Reino de Toledo

Según la leyenda, el ultraje de la noble Florinda de Caba por parte del rey visigodo Rodrigo forzó a Don Julián a traicionar a los godos facilitando la invasión árabe…La realidad es que el Reino de Toledo ya estaba asociado con España

Foto: El lienzo representa el III Concilio de Toledo, celebrado el año 589, durante el reinado de Recaredo, quien abandonó el arrianismo y se convirtió al catolicismo.
El lienzo representa el III Concilio de Toledo, celebrado el año 589, durante el reinado de Recaredo, quien abandonó el arrianismo y se convirtió al catolicismo.

"Et aquí [Gibraltar] fue el primero lugar dó Tarif Abenzarca [Tarik] en el tiempo del rey D. Rodrigo pasó, et allí posó por non facer daño en Algecira, que era el conde Don Julián el malo, por cuyo consejo venieron los Moros en España…" La Crónica de Alfonso XI de Castilla recordaba ya en el siglo XV, la traición de don Julián que daría lugar a la invasión árabe de Tarik, y todo habría comenzado, según la leyenda y los romances, debido a que una mujer virtuosa, Florinda de Caba, fue ultrajada por el lujurioso rey visigodo Don Rodrigo.

Un invasión árabe que daría lugar a ocho siglos de Reconquista, —según algunas corrientes historiográficas actuales un término mal empleado—, que sin embargo explica con gran precisión lo que ocurrió en una Península en la que los reyes godos se autodenominaban ya como Regis Hispaniae —Reyes de España— y en la que el Regnum Gothorum fue habitualmente asociado a Spania, según explicó el medievalista Julio Valdeón Baruque en La Reconquista: el concepto de España, (Espasa).

La Reconquista o conquista de la península en su capítulo inicial contiene una historia de traición y ultraje exagerada, pero no por ello necesariamente falsa, y una realidad, la del reino visigodo de Toledo cuyas propias características habrían sido las causantes de la crisis que sobrevino a la muerte del rey Witiza, pero que al fin y al cabo era de hecho un reino cristiano unificado cuyo desmembramiento y posterior reunificación serían sin duda el embrión de España.

La Reconquista o conquista de la península en su capítulo inicial contiene una historia de traición y ultraje exagerada, pero no por ello falsa

Cuando se habla de la Reconquista a menudo se olvida el aspecto esencial de ese reino que para Julio Valdeón tuvo sin duda el dominio de todo el conjunto de la península Ibérica, "uno de los logros más significativos de su presencia en Hispania", pero que además es cristiano desde que en III Concilio de Toledo, en el 589 y bajo el reinado Recaredo y la presencia de 72 obispos se abandonara el arrianismo hereje para abrazar el cristianismo de los hispanorromanos. Se estudiaba con precisión nemotécnica la lista de los reyes godos, pero se olvidó, en cambio, la importancia que tuvo como reino cristiano arrasado por el Islam, de ahí el célebre término.

Los reyes visigodos del siglo VII y comienzos del VIII habían comenzado ya denominarse reges Hispaniae, que en castellano no es más que reyes de España por mucho que obviamente no significara entonces exactamente lo mismo que ahora, pero sí que "había un auténtico maridaje entre el concepto de España y el pueblo de los godos que no formaba parte ya de un desaparecido imperio romano de occidente y que se había constituido en un nuevo reino de forma similar a lo que había ocurrido en la Galia, que pasó a ser el reino de los francos de donde deriva el nombre de Francia", según explicaba el prestigioso medievalista Julio Valdeón Baruque.

Entonces, ¿cómo comenzó todo? En el romancero recopilado por Abel Hugo a principios del siglo XIX se cuenta lo siguiente sobre la hija de don Julián: "Entre las damas de la Reyna había una que se llamaba Florinda, conocida vulgarmente por el nombre de la Cava, que en lengua Arabe es lo mismo que mala muger; y porque los Moros aplicaron sin razón este injurioso epíteto a Florinda".

Se estudiaba con precisión la lista de los reyes godos, pero se olvidó la importancia que tuvo como reino cristiano arrasado por el Islam

Para entonces, en 711 el rey de Toledo es Don Rodrigo, no por sucesión dinástica, que no existía en el reino visigodo, sino por elección: fue en el cuarto concilio de Toledo de 663 cuando se normalizó en el canon 75 el procedimiento a seguir en la sucesión al trono. "Los próceres de todo el pueblo y los obispos designarán de común acuerdo al sucesor del reino", señala José Ignacio de la Torre en Breve historia de la Reconquista, publicado en Nowtilus.

Es decir, que los reyes visigodos no tenían una sucesión dinástica, sino que eran elegidos lo que daba lugar también a periodos de crisis e inestabilidad entre la muerte de un rey y la elección del siguiente. Se creaban partidos o bandos que podían llegar a las armas y con el tiempo se buscaron fórmulas como la "asociación al trono o la corregencia que evitasen todo ese potencial caos a la muerte de un monarca".

Así, en en ese IV concilio se aprueba un decreto que regulaba la sucesión real, con el objetivo de poner fina a las interminables disputas que solía haber por el control de reino. "UtilIzando estas fórmulas, los reyes visigodos comenzaron a asociar al trono a sus propios hijos creando dinastías. El asociado al trono tras haber sido aceptado por la nobleza del reino, a la muerte del rey y al haber estado familiarizado desde tiempo atrás con los resortes del poder asumiría la corona haciendo que la transición entre ambos reyes fuese pacífica…".

En en ese IV concilio se aprueba un decreto que regulaba la sucesión real, con el objetivo de poner fin a las disputas por el control de reino

Es más, se especifica lo siguiente, dejando claro esa unidad visigoda que será la que se intentara retomar durante siglos de lucha en la península: "De ahora en adelante cualquiera que de entre nosotros, o de cualquier pueblo de España, que con alguna maquinación o manejo violare el juramento que hizo a favor de la estabilidad de la patria y del pueblo de los godos, y de la incolumidad del poder real, o intentare dar muerte al rey, o menoscabare el poder del reino, o con atrevimiento tiránico, sea anatema en presencia del Espíritu Santo y de los mártires de Cristo, y sea excluido de la Iglesia Católica, a la cual profanó con su perjurio, y extraño a toda comunión de los cristianos. Y no tenga parte con los justos, sino con el diablo y con sus ángeles sea condenado a las penas eternas, juntamente con aquellos que le ayudaron a tal conjuración, para que una misma pena de perdición enlace a aquellos a los que una malvada sociedad une en el crimen", indica el Decreto del IV Concilio de Toledo recogido por Julio Valdeón Baruque en La Reconquista: el concepto de España.

Pero esas sucesiones pacíficas en el trono se rompen sin embargo a la muerte del rey Witiza en el 710, por lo que se vuelven a abrir dos bandos distintos. Uno de ellos, el clan del rey, pretende que lo suceda su joven hijo Agila, pero existe una oposición que acaba imponiendo al duque y general don Rodrigo. Según explica José Ignacio de la Torre, "la nobleza, en colaboración con el alto clero y siguiendo el canon 75 del IV concilio toledano, concedió el trono a Don Rodrigo, quien parece ser que ya había tenido diferencias con el difunto rey y del que seguramente se esperaba que anulase algunas de las leyes más conflictivas de Witiza y de su padre Égica. El otro partido no aceptó de buen grado el nombramiento de Rodrigo por muy legal que hubiese sido, y parte del territorio peninsular, el controlado por los witizanos, mostró su disconformidad con el nuevo monarca, nombrando un nuevo rey, no sabemos si contemporáneamente a don Rodrigo o si fue posteriormente a su muerte", señala de nuevo José Ignacio de la Torre en Breve historia de la Reconquista.

placeholder Retrato imaginario del rey Witiza, de Manuel Iglesias y Domínguez. (Museo del Prado)
Retrato imaginario del rey Witiza, de Manuel Iglesias y Domínguez. (Museo del Prado)

Así que es en ese contexto en el que el reino está resquebrajado en dos, en el que batallan los partidarios de Witiza con los de Don Rodrigo, esa enfermedad de los godos que se denominó Morbus Gothicus y que ya había dado lugar en los siglos anteriores a luchas internas como las de Leovigildo y su hijo Hermenegildo o a las del rey Suitila, en el que surge la historia de Florinda de Cava, la traición de los witizianos y la invasión del bereber Tarif Ibn Malik: "Florinda o la Cava hija del Conde D. Julián, Señor de los más principales de España Gobernador de Ceuta (…) Tuvo la disgracia de agradar al Rey; pero tuvo valor para resistirse a sus continuadas instancias. Este desprecio encendió más la pasión, pero mudándola el nombre sin quitarla la substancia, hizo que pasase a furor el que era antes galanteo. En fin, logró el rey valiéndose de la violencia, lo que no había podido conseguir por el cortejo ni por el ruego", —Abel Hugo, Romancero e historia del Rey de España Don Rodrigo, postrero de los godos, en lenguaje antiguo—.

El rey Rodrigo habría violado pues a Florinda, la hija del conde Don Julián, gobernador de Ceuta y ésta se lo cuenta a su padre que es quién tiene encomendado el trato con los sarracenos de la época. La ira de Don Julián contra el rey Rodrigo habría provocado que colaborase con Tarik para la invasión de la península vía el estrecho de Gibraltar colaborando o no con los partidarios de witizianos.

Para Juan Eslava Galán sin embargo, el conde don Julián "es una figura de contornos mal definidos: parece que era el jefe de los cristianos bereberes Gumara establecidos en la región de Tánger y que había conseguido cierta independencia de los poderes dominantes en la zona del Estrecho, los visigodos a un lado y los bizantinos al otro. Otros autores creen que era godo y lo hacen gobernador de Ceuta o de Cádiz", —Juan Eslava Galán, Califas, guerreros, esclavas y eunucos. Los moros en España

"El fin del reino visigodo viene a coincidir en el tiempo con el surgimiento de Pelayo como caudillo y el principio de la monarquía asturiana"

Con el apoyo de Don Julián y parte de la nobleza goda una primera avanzadilla de unos 400 hombres atravesó el estrecho de Gibraltar en el verano del 710 y con los informes favorables de esa primera incursión y otras que siguieron a modo de razias, el Wali o gobernador Musa Ibn Nusayr preparó la verdadera invasión que se retrasaría hasta el 711 debido a su envergadura. Al mando del gobernador de Tánger Tariq Ibn Ziyad cruzaron de nuevo el estrecho por Gibraltar mientras don Rodrigo seguía inmerso en las luchas internas por el control del reino de Toledo hasta que debido a las noticias reúne a su ejercito para expulsar a los musulmanes.

Como es conocido las tropas de ambos ejércitos se encuentran junto al río Guadalete en donde al final los partidarios de Witiza abandonan el campo de batalla dando la ventaja a Tariq que obtiene una victoria total desmembrando el ejército visigodo y su reino. Curiosamente, según apunta Julio Valdeón "el fin de los últimos retazos del reino visigodo viene a coincidir en el tiempo con el surgimiento de Pelayo como caudillo y el principio de la monarquía asturiana".

"Et aquí [Gibraltar] fue el primero lugar dó Tarif Abenzarca [Tarik] en el tiempo del rey D. Rodrigo pasó, et allí posó por non facer daño en Algecira, que era el conde Don Julián el malo, por cuyo consejo venieron los Moros en España…" La Crónica de Alfonso XI de Castilla recordaba ya en el siglo XV, la traición de don Julián que daría lugar a la invasión árabe de Tarik, y todo habría comenzado, según la leyenda y los romances, debido a que una mujer virtuosa, Florinda de Caba, fue ultrajada por el lujurioso rey visigodo Don Rodrigo.

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