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Treinta años del polígrafo en televisión: una historia de navajazos, censura y... el Mossad
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Treinta años del polígrafo en televisión: una historia de navajazos, censura y... el Mossad

Pocos trucos le han funcionado tan bien a la televisión como el polígrafo. Basta con juntarlo con un famoso y automáticamente aparecerán millones de espectadores

Foto: Julián Lago, presentador de 'La Máquina de la Verdad' entre 1992 y 1994. (Mediaset)
Julián Lago, presentador de 'La Máquina de la Verdad' entre 1992 y 1994. (Mediaset)
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Las próximas semanas serán las últimas de Sálvame Deluxe. Con el espacio de Jorge Javier Vázquez, se irá buena parte de la grosería y la mezquindad que reinan en la parrilla televisiva, pero también uno de los formatos más veteranos y exitosos: el polígrafo. Desde aquella noche de febrero de 1993, cuando un novato Julián Lago se puso frente a las cámaras de Telecinco para presentar al país La máquina de la verdad, la dichosa máquina no ha dejado de aparecer en televisión, siempre cosechando salvajes cuotas de pantalla.

Hay algo en el polígrafo que nos vuelve locos.

Foto: Julián Lago y Antonia Dell'Atte dándolo todo.

La idea surgió, como no podía ser de otra manera, de Valerio Lazarov. Tras convertirse en el realizador estrella de la televisión europea en Televisión Española, Silvio Berlusconi lo fichó en 1980 para que dotase de una identidad visual propia a Canale 5, pero Il Cavaliere vio potencial en el rumano y dos años después estaba dirigiendo el programa más visto de la cadena y presidía su consejo de administración.

En 1989, cuando Berlusconi se dispuso a abrir su televisión en España, inmediatamente pensó en Lazarov. Delegó en él todo el poder: Lazarov era consejero delegado, director general, realizador, asesor y director de programas en la primera Telecinco. Ante tal absurda acumulación de competencias, Valerio respondió creando una televisión excesiva que, no obstante, consiguió atraer la atención de los españoles. No llevaba un año de emisiones cuando la calle comenzó a conocer el canal como Teleteta y los italianos, paradójicamente, le pidieron a Lazarov que bajase un poco el pistón con los bikinis.

De ese propósito de enmienda nace La máquina de la verdad, un programa de investigación donde un invitado se enfrenta a las preguntas de varios periodistas con el polígrafo de por medio. Sin tetas. El formato, que venía de Italia, se estrenó con seis emisiones del programa original dobladas, que confirmaron que tenía tirón entre los españoles. De modo que en marzo del 93, Lazarov reunió a un dream team del periodismo político (Jiménez Losantos, Del Pozo, Galiacho, Jiménez Arnau...) y puso a Julián Lago, que nunca había hecho televisión, al frente del invento.

La máquina de la verdad comenzó con el profesor Edward Gelb al cargo del polígrafo. Gelb vivía en Los Ángeles y había que pagarle todas las semanas vuelo y alojamiento en España, algo que preocupaba a Vasile, que veía cómo su programa estrella se estaba convirtiendo en un pozo negro de dinero. Es en este momento cuando surge la figura clave del polígrafo en España: José Antonio Fernández de Landa. Policía, antiguo miembro del GEO y apasionado de la tecnología, Fernández de Landa trabaja en esos años para una empresa de seguridad israelí cuyo jefe, Haim Víctor Cohen, había traído el polígrafo a España.

Un espía entre mamachichos

"Me puse en contacto con Telecinco para decirles que no había necesidad de traer a Gelb todas las semanas, que aquí también teníamos polígrafo", explica Fernández de Landa. "Así que nos contrataron a mí y a mi jefe para hacer varios programas. Fue sorprendente verle en televisión, porque mi jefe era del Mossad".

Foto: Paolo Vasile. (EFE)

Así fue como el proyecto redentor de Berlusconi y Lazarov terminó con un espía israelí monitorizando el humor de Antonia Dell'Atte mientras le preguntaban por su vida sexual con Alessandro Lecquio. "Y, claro, eso no podía suceder. Al poco tiempo llamaron a Cohen de la embajada de Israel para ordenarle que dejase la televisión, porque no veían bien que uno de sus agentes estuviese involucrado en aquello", dice Fernández de Landa, "así que me quedé yo solo al frente. Julián Lago me pidió que siguiese yo y le dije que sí, pero que antes tenía que formarme en el uso del polígrafo".

Fernández de Landa invirtió gran parte de su capital en viajar a Israel y hacerse experto en el uso de la máquina, solo para descubrir, a su vuelta, que La máquina de la verdad estaba sentenciada. Al coste desorbitado en invitados, periodistas y expertos en poligrafía, se sumaron varios roces con la Justicia que terminaron por sentenciarlo. Cuando desapareció, La máquina de la verdad era el programa más visto de Telecinco y uno de los más populares de España.

placeholder José Antonio Fernández de Landa. (Cedida)
José Antonio Fernández de Landa. (Cedida)

El expolicía se vio con título y sin programa, pero Lazarov, a quien despedirían meses después de Telecinco, sabía que el formato era rentable y estaba dispuesto a explotarlo. "Lazarov me llevó primero a Rumanía y luego a Italia y Líbano, en todos los sitios funcionaba La máquina de la verdad", dice Fernández de Landa, cuyo rostro es más conocido en el resto de Europa que aquí.

Los dos mil fueron los años dorados del polígrafo. Superado el susto judicial del primer intento, varios programas empezaron a llamar a Fernández de Landa para contratarle; pero ya no era un formato de medianoche con políticos y narcotraficantes, sino su evolución liviana para la sobremesa: "En 2004, hice La hora de la verdad, que funcionó estupendamente, pero no era lo mismo. Era demasiado sórdido, se me hacía duro estar ahí. Era mucho menos profesional que el programa de Julián Lago, que tenía invitados de primerísima línea", explica.

"Que yo me he estado cuatro horas encerrado en una habitación del Palace pasándole el polígrafo a José Amedo... Los periodistas de La máquina de la verdad eran la leche, me pasaban unos dosieres de los personajes gordísimos, de los que teníamos que sacar las 20 mejores preguntas. Pasar de ahí a este rollo de si has engañado a tu marido con Fulanito... Mira que en Italia se hace una televisión de cachondeo, pero no son tan, tan descarados como aquí".

Para disgusto de Fernández de Landa, que siempre se ha señalado como el único profesional de España, el polígrafo nunca volvería a tomarse en serio en televisión. Después llegó Dónde estás corazón, de Jaime Cantizano, y luego En Antena, un vespertino con Jesús Mariñas, ambos en Antena 3. "En ese momento, por 2007, es cuando las cadenas privadas se dan cuenta de que el polígrafo es una mina de oro y desde Telecinco me ofrecen un megacontrato para que me vaya con ellos. Pero Boomerang, la productora para la que yo trabajaba, me igualó el sueldo y me dio dos años de contrato, así que me quedé".

Telecinco siguió con su plan de recuperar el polígrafo. Lo hizo con El juego de tu vida, un programa que rompería los audímetros con preguntas como "¿te has dado placer sexual con un vegetal?", "¿crees que gente como tu madre no debería existir?" o "¿alguna vez dijiste en tu colegio que tu padre tomaba semen todas las mañanas?". "Para llevar el polígrafo, pusieron a un portugués que no tenía ni idea, él mismo ha reconocido que es un autodidacta, que aprendió leyéndose un libro... Aquí es cuando empecé a preocuparme por el prestigio del polígrafo en España", recuerda el ex-GEO.

El huracán Conchita

La llegada del polígrafo a las sobremesas consiguió enganchar al formato a muchas amas de casa. Una de ellas, Conchita Pérez, se presentó una tarde de febrero de 2007 en el hotel donde Fernández de Landa estaba dando una formación. "Recuerdo que se presentó allí, con muchas joyas, y me dijo que me veía en la televisión y que le gustaba mucho lo que hacía. Quería que le hiciese un polígrafo para demostrar no sé qué problema que había tenido con la Policía, pero yo le aconsejé que lo dejase estar y la llevé en coche a su casa", recuerda Fernández de Landa.

"Me contó que estaba metida en el negocio del petróleo, aunque luego descubrí que su padre había tenido una gasolinera y ella la había heredado", dice. "El caso es que no necesitaba dinero, eso es verdad, y me ofreció financiarme una academia de polígrafo, que es algo que yo ya había pensado y que tenía todo el sentido, porque la televisión empezaba a acabarse".

"Me dijo que estaba en el negocio del petróleo y resulta que tenía una gasolinera"

Mientras Fernández de Landa se pensaba el negocio, Pérez le acompañaba a todos los sitios. Incluso se coló en la formación de unos policías paraguayos con la excusa de que debía saber bien cómo se hacía la prueba de cara a intentar vender los cursos en un futuro. "Me extrañó, pero la dejé participar porque tampoco me molestaba. Cuál es mi sorpresa cuando veo que, a los pocos días, ha creado una página web donde se ofrece como poligrafista profesional".

"Ahí entendí que solo quería utilizarme para montarse un negocio por su cuenta", dice Fernández de Landa. Conchita Pérez explica a este periódico que no puede hacer ningún tipo de declaración por contrato hasta la cancelación de Sálvame, que se producirá a finales de este mes. "Conchita después le hizo lo mismo a Jorge Javier: iba a verle al teatro, le esperaba después de los programas... Hasta que consiguió que se hicieran amigos y le metiese a hacer el polideluxe en Sálvame", relata el expolicía.

El 11 de febrero de 2011 es otra de las fechas señaladas para el polígrafo. Esa tarde, conocida como El Belenazo, Conchita sometió a Belén Esteban a la máquina de la verdad ante una audiencia despendolada. El programa fue un éxito para todos menos para Fernández de Landa, cuyo ojo experto descubrió la trampa: "Me fijé en el videowall, donde en teoría se estaban mostrando las gráficas de los sensores, y me di cuenta de que era el vídeo que viene con la demostración del polígrafo. Vamos, que no estaban haciéndole la prueba a Belén, sino que Conchita iba diciendo si las respuestas eran falsas o verdaderas según lo que le dijesen por el pinganillo".

placeholder Belén Esteban y Conchita Pérez, en 'Sálvame'. (Mediaset)
Belén Esteban y Conchita Pérez, en 'Sálvame'. (Mediaset)

Fernández de Landa incluso demandó al programa por el engaño, algo que le sirvió para regresar a la cadena: "Me ofrecieron un programa, Enemigos íntimos, a cambio de quitar la denuncia. Allí estuve hasta que lo cancelaron. Querían que siguiese en la cadena, pero ya con pinganillo, como Conchita, algo a lo que siempre me he negado".

El polideluxe de Conchita ha sido una de las secciones más vistas de Sálvame durante la última década. Su éxito radica en que no hay preguntas ni respuestas anticlimáticas, sino que todo está guionizado con un objetivo claro: limpiar o señalar a un invitado. No es ningún secreto: el propio Jorge Javier Vázquez reconoció, en una entrevista con Sandra Barneda, que en su programa "no se pasaba la prueba del polígrafo, sino del polideluxe, que es otra cosa".

Foto: Conchita Pérez, poligrafista de 'Sálvame Deluxe'

No obstante, el nuevo formato también tiene consecuencias legales. En 2017, Sálvame ofreció a Mónika Vergara, hija de la periodista Mayka Vergara, un asiento en su tertulia con la condición de que antes debía pasar por el polígrafo. El test dijo que mentía en varias cuestiones y Vergara se enfureció, aduciendo que las acusaciones eran infundadas. Llevó el asunto a los tribunales y se puso en manos de Fernández de Landa para demostrar que el polígrafo de Telecinco era falso. "Pedimos los gráficos para mandarlos a chequear a Israel, pero Conchita dijo que los había perdido en una mudanza, junto a su portátil, pese a que la ley la obliga a custodiar esos documentos durante tres años", dice el experto.

Fernández de Landa y Conchita Pérez, las dos familias del polígrafo, llevan 15 años viéndose en los tribunales. En este momento, tienen 14 causas abiertas por injurias, calumnias y delitos contra el honor de las personas. Un triste final para un aparato que ha dado tantas noches de gloria a la televisión española. "Sálvame ha hecho mucho daño al polígrafo. Yo estoy dispuesto a volver a la televisión si alguien me presenta un formato digno, donde se pueda demostrar la potencia del polígrafo, pero no de la forma en la que se usa ahora", concluye Fernández de Landa.

Las próximas semanas serán las últimas de Sálvame Deluxe. Con el espacio de Jorge Javier Vázquez, se irá buena parte de la grosería y la mezquindad que reinan en la parrilla televisiva, pero también uno de los formatos más veteranos y exitosos: el polígrafo. Desde aquella noche de febrero de 1993, cuando un novato Julián Lago se puso frente a las cámaras de Telecinco para presentar al país La máquina de la verdad, la dichosa máquina no ha dejado de aparecer en televisión, siempre cosechando salvajes cuotas de pantalla.

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