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Las trombas de agua preocupan a los editores: entre la resignación y el "desastre"
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TORMENTA EN LA FERIA DEL LIBRO

Las trombas de agua preocupan a los editores: entre la resignación y el "desastre"

Las previsiones son que las lluvias fuertes continúen toda la semana en Madrid y los editores de fuera de la ciudad ya temen que les desbarajusten toda la inversión realizada

Foto: Las lluvias persistirán al menos toda la semana en la Feria de Madrid. (EFE/Javier Lizón)
Las lluvias persistirán al menos toda la semana en la Feria de Madrid. (EFE/Javier Lizón)

Ayer por la tarde cayeron entre 10 y 30 litros de agua por metro cuadrado en Madrid. Fue una lluvia torrencial, tropical, costarricense. No una tormenta de verano. La Aemet subió la alerta al tono naranja, es decir, peligrosilla. En media hora, se anegaron túneles de metro y tren y se colapsaron autopistas. Mientras, en el parque de El Retiro, dos toldos para proteger de la sombra en el recorrido de la Feria del Libro se rompían por la acumulación del agua. Los visitantes se marchaban en desbandada. Y los libros se quedaban ahí, solos, expuestos a la tromba. No fue lo peor. Las previsiones no dan tregua y habrá lluvia torrencial hasta, al menos, la semana que viene.

“Las previsiones son muy malas y esto está siendo ya un pequeño desastre”, comenta a El Confidencial Víctor Sáenz, editor de Pepitas de la Calabaza, un sello independiente radicado en Logroño que ha publicado libros como Yeguas exhaustas, de Berta Collado o El tigre y la guitarra, de David López Canales. “El efecto tormenta es increíble. Si esto sigue, vamos a echar una feria desastrosa”, prosigue.

Aunque la lluvia afecta a todos los libreros y editores que han acudido a la feria madrileña, su caso, como ocurre con el resto de editores que proceden de fuera de Madrid, es uno de los más damnificados, ya que los costes por participar en la feria madrileña son mayores. Para empezar, desde lo que se paga por la caseta. Un editor de fuera, aunque pertenezca al gremio de Madrid, paga 3.160,48 por una caseta de tres metros mientras que para la editorial madrileña el precio es de 2.873,16 euros. Los libreros, a su vez, pagan 1.786,94 euros. Para los de fuera a estos costes se unen los de desplazamiento, alojamiento y demás dietas.

"El efecto tormenta es increíble. Si esto sigue, vamos a echar una feria desastrosa"

“Tenemos unos gastos que hay que sufragar. Yo tengo que vender un mínimo todos los días y no lo estamos haciendo. Las inclemencias del tiempo están siendo un sufrimiento”, manifiesta Víctor, quien, además, alerta de que con las tormentas que vienen “pueda haber un altercadillo, ya que hay toldos que ya se han roto por el peso del agua y pueden pillar a una persona debajo”.

Miedo comedido

Por supuesto, nadie apunta a ningún responsable. “No, claro, que haya esta lluvia no depende de nadie”, señala el propio Víctor. Y los hay que se muestran más resignados, como Carlos Rod, editor de La Uña Rota, de Segovia, un sello especializado en teatro y poesía que publica a Luisa Castro, Ángela Segovia o Angélica Liddell. “Es que este es el riesgo de no hacerlo dentro de un pabellón. Cuando llueve, no se puede hacer nada, y creo que lo que hay que hacer es adaptarnos. Por otro lado, la lluvia es necesaria. Es mala suerte que haya sido ahora, sí, pero, si hubiera sido en otro momento, le hubiera tocado a otro. Hay que aceptarlo y tener en cuenta que, si queremos que se haga en El Retiro, esto puede ocurrir”, manifiesta.

Rod reconoce, eso sí, que “las ventas están siendo más bajas que en las mismas fechas del año pasado”. Y que la gente, en cuanto empieza a llover, se va y no vuelve. Pero no cree que este sea el mayor de los dramas. “Bastantes problemas tenemos ya. Peor sería que hubiera viento, porque entonces te cierran el parque y, si con lluvia vendes 15 libros, con viento no vendes nada”, sostiene con una lógica aplastante.

placeholder La feria el pasado viernes. (EFE)
La feria el pasado viernes. (EFE)

Para Laura Sandoval, de la editorial asturiana Hoja de Lata, con títulos como Tea Rooms, de Luisa Carnés, las consecuencias de la tromba se quedan a medio camino entre la opinión de Víctor y la de Carlos. Por un lado, sí confiesa que “nos preocupa un poco, sobre todo porque no se ve fin”. Y que la tarde del domingo las ventas ya fueron “flojitas” por la desbandada de la gente. Sin embargo, no quiere caer en el catastrofismo porque, en general, las ventas no les han ido tan mal de momento. “Nos da miedo porque el próximo finde es el más fuerte siempre de la feria, pero todavía no está siendo una catástrofe. Así que digamos que hay un miedo comedido, pero no catástrofe”, mantiene.

"Nos da miedo porque el próximo finde es el más fuerte siempre de la feria, pero todavía no está siendo una catástrofe"

Daniel Osca, editor de la barcelonesa Sajalín —con títulos de novela negra y callejera como el reciente Ciudad muerta, de Shane Stevens—, se apunta al carro de la prudencia. “La lluvia nos perjudica, pero tampoco podemos hacer mucho. Claro, el primer finde llovió y te asustas y esperas el desastre porque, si esto es un finde solo, vale, pero como ya sean dos… Y si son tres ya…”, sostiene. Si son los tres, tiene claro que apenas le va a dar para cubrir los gastos. No obstante, por ahora prefiere mantener la esperanza de que el tiempo mejore y que sigan vendiendo bien a Stevens, como ocurrió el primer fin de semana. “Sí, sí, al final siempre hablamos del calor, pero es mejor un poco de calor a la lluvia”, manifiesta. El problema es que los datos de la Aemet no están mucho por la labor: se avecina tormenta.

Ayer por la tarde cayeron entre 10 y 30 litros de agua por metro cuadrado en Madrid. Fue una lluvia torrencial, tropical, costarricense. No una tormenta de verano. La Aemet subió la alerta al tono naranja, es decir, peligrosilla. En media hora, se anegaron túneles de metro y tren y se colapsaron autopistas. Mientras, en el parque de El Retiro, dos toldos para proteger de la sombra en el recorrido de la Feria del Libro se rompían por la acumulación del agua. Los visitantes se marchaban en desbandada. Y los libros se quedaban ahí, solos, expuestos a la tromba. No fue lo peor. Las previsiones no dan tregua y habrá lluvia torrencial hasta, al menos, la semana que viene.

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