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Chelsea Hotel: la catedral neoyorquina de la contracultura ahora es un hotel para pijos
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HISTORIA

Chelsea Hotel: la catedral neoyorquina de la contracultura ahora es un hotel para pijos

El inmueble, epicentro durante más de 100 años de la cultura estadounidense y por donde han pasado infinidad de escritores, cineastas, músicos y artistas, reabrió el año pasado

Foto: Andy Warhol, acompañado de varios amigos, en El Quijote, el restaurante español junto al Chelsea Hotel. (David McCabe/Hotel Chelsea)
Andy Warhol, acompañado de varios amigos, en El Quijote, el restaurante español junto al Chelsea Hotel. (David McCabe/Hotel Chelsea)
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Es un imponente edificio de ladrillo rojo de 12 plantas, levantado en 1884 en estilo barroco victoriano y situado en el número 222 W de la neoyorquina calle 23, entre las avenidas Séptima y la Octava. Fue concebido por el arquitecto Philip Hubert, devoto seguidor de los principios del socialista utópico francés Charles Fourier, el padre del cooperativismo.

El inmueble, el más alto de Nueva York hasta 1902, surgió como una especie de experimento. Era una cooperativa de viviendas para acoger a familias, pero no solo eso. Algunos de los apartamentos se reservaron para fontaneros, electricistas y demás operarios que habían trabajado en la construcción del edificio, y otros para gente del mundo de la cultura y del espectáculo: escritores, actores, músicos… Los 15 pisos de los áticos se destinaron a estudios para artistas.

placeholder El edificio del Chelsea Hotel en Nueva York. (Irene Hdez. Velasco)
El edificio del Chelsea Hotel en Nueva York. (Irene Hdez. Velasco)

Sin embargo, aquella quimera fracasó. La cooperativa quebró y en 1907 el inmueble se transformó en un hotel. Pero no en un hotel cualquiera, no. El lugar siguió manteniendo, e incrementando con el paso de los años, su halo artístico, transformándose en un auténtico hervidero de creatividad. Hablamos del Chelsea Hotel. De la catedral de la bohemia, del gran santuario de la contracultura.

Generaciones y generaciones de escritores, músicos, artistas y cineastas han encontrado refugio e inspiración entre los muros de este edificio. La lista de clientes del Chelsea a lo largo de sus más de 100 años de historia es realmente interminable: Mark Twain, Jackson Pollock, Dylan Thomas, Arthur Miller, Bob Dylan, Allen Ginsberg, Janis Joplin, Leonard Cohen, William S. Burroughs, Jack Kerouac, Robert Mapplethorpe, Patti Smith, Sid Vicious, Rufus Wainwright, Julian Schnabel… Y más, muchísimos más.

Sin embargo, todo eso ya es historia. El Hotel Chelsea ahora se ha convertido en un hotel convencional, en un hotel para pijos que pagan unos 300 euros por noche a cambio de dormir entre los muros de ese legendario edificio y tratar de contagiarse de su mítico pasado (para poder luego instagramearlo, claro está).

placeholder El cartel luminoso del Chelsea Hotel y la entrada del restaurante Don Quijote. (Irene Hdez. Velasco)
El cartel luminoso del Chelsea Hotel y la entrada del restaurante Don Quijote. (Irene Hdez. Velasco)

Al principio, cuando en 1907 el Hotel Chelsea abrió sus puertas, era un hotel de lujo. Pero, con el pasar de los años y la falta de mantenimiento, fue decayendo estrepitosamente hasta hacerse casi decrépito. Sus precios fueron bajando y bajando, y la dirección incluso aceptaba obras de arte como pago. Algo que con el paso del tiempo se demostró un gran acierto, vista la cotización que alcanzaron las obras de varios de sus inquilinos.

El establecimiento comenzó a aceptar huéspedes para estancias largas y, sobre todo, no hacía miramientos con su clientela. Patti Smith, reina del Chelsea Hotel durante años desde sus aposentos en la habitación 204, ha destacado en varias ocasiones que, si el edificio de la calle 23 se convirtió en refugio de la generación del rock and roll, no fue solo por su mágico tirón y por ser un potente caldo de cultivo creativo, sino también porque los músicos, con su aspecto desaliñado y su fama de indeseables, tenían grandes dificultades para encontrar algún otro hotel en el que alojarse.

En el Chelsea ese problema no existía.

El escritor y dramaturgo Arthur Miller vivió allí entre 1960 y 1968, y allí escribió entre otras El precio y Después de la caída. Dylan Thomas ocupó durante años la habitación 205, a la que muchas noches llegó tambaleándose después de pasar por la White Horse Tavern, un bar cercano en el que solía beber como una esponja. La noche del 3 de noviembre de 1953, regresó al Hotel Chelsea jactándose de haberse metido entre pecho y espalda 18 whiskies, uno detrás de otro. El dueño del White Horse aclaró después que Thomas en realidad no se había bebido ni la mitad. Pero el poeta, que ya para entonces estaba bastante machacado, vio cómo su salud se deterioraba gravemente en los días posteriores a su bravuconada. Fue ingresado en el Hospital St. Vicents, donde falleció el 9 de noviembre de 1953.

placeholder La foto de Patti Smith realizada por Robert Mapplethorpe que ilustró la portada de su disco 'Horses'.
La foto de Patti Smith realizada por Robert Mapplethorpe que ilustró la portada de su disco 'Horses'.

Thomas Wolfe pasó en el Chelsea los últimos años de su vida. Arthur C. Clarke escribió allí 2001: Una odisea del espacio. Los tres reyes de la generación beat —léase Allen Ginsberg, William S. Burroughs y Jack Kerouac— vivieron varias veces en el Chelsea. Cuenta la leyenda que fue en este hotel donde Burroughs escribió El almuerzo desnudo y Kerouac, varios pasajes de En la carretera... De hecho, se cuenta que quien acuñó el término generación beat fue el inquilino de la habitación 828, Herbert Hencke, inmortalizado por Kerouac en En la carretera como Elmo Hassel .

Otros artistas que vivieron allí fueron el guitarrista de los Rolling Stones Brian Jones, que ocupó la habitación 206; Bob Marley residió en la 211; Jim Morrison hizo suya la 722; Jimi Hendrix estuvo en la 430; Jerry Garcia en la 620; Joni Mitchell era el inquilino de la 323, y Bob Dylan el de la 211. En esa habitación, Dylan escribió Sad eyed lady of the Lowlands, y, años después, volvió al Chelsea para escribir la canción Sara, en la que se incluye la estrofa: Stayin’ up for days in the Chelsea Hotel / writin’ Sad eyed lady of the Lowlands for you”. Algo así como "Quedarse despierto durante días en el Hotel Chelsea / escribiendo para ti Sad eyed lady of the Lowlands”.

placeholder El 'lobby' del Chelsea Hotel en la actualidad. (Annie Schlechler)
El 'lobby' del Chelsea Hotel en la actualidad. (Annie Schlechler)

Y qué decir del lobby, transformado en una especie de catalizador creativo. Cuando Patti Smith y el fotógrafo Robert Mapplethorpe eran dos perfectos desconocidos, se sentaban con frecuencia en el hall del hotel a esperar que llegara alguien interesante o famosillo, destacando que eso activaba su propia creatividad.

También el pintor Jackson Pollock fue inquilino del Chelsea (estuvo en las habitaciones 1017 y 902); la cineasta Shirley Clarke, en la 822, y el escritor Paul Bowles, en la 603.

El Chelsea no contaba entonces con bar. Pero el restaurante español El Quijote, adyacente a la entrada del hotel, suplió esa carencia, convirtiéndose en lugar de reunión de los inquilinos del Chelsea para comer y beber.

placeholder El músico Bob Dylan. (Getty/Evening Standard)
El músico Bob Dylan. (Getty/Evening Standard)

Andy Warhol, el rey del pop art, tampoco pudo escapar al hechizo del Chelsea. En el hotel rodó en 1966 The Chelsea girls, película en la que, entre otras, sale Nico (tanto sola como con la Velvet Underground) y en la que también estaba previsto que saliera Edie Sedgwick, aunque, al editar el filme, Warhol decidió eliminar su parte. Por cierto, Edie Sedgwick también vivió en el Chelsea, en la habitación 105, aunque, tras prender fuego accidentalmente a esa estancia con un cigarrillo, fue trasladada a otra. Nico, por su parte, sacó en 1967 un disco titulado Chelsea girls, con canciones de Lou Reed, John Cale, Bob Dylan, Jackson Browne y otros.

Un día, en el ascensor del hotel, Leonard Cohen, que ocupó la 424, se dio de bruces con Janis Joplin, quien andaba en busca de Kris Kristofferson, a quien por entonces no conocía muy bien. El listo de Cohen le dijo que él era Kris Kristofferson y relató ese episodio en su canción Chelsea Hotel #2, que comienza diciendo: “Te recuerdo muy bien en el Chelsea Hotel…”.

A principios de los 70 llegó el punk, y el Chelsea no tuvo problemas en abrir sus puertas a los pinchos y a las crestas. Johnny Thunders, líder del grupo precursor del punk The New York Dolls, vivió en el Chelsea mientras otros miembros de la banda como Arthur Killer Kane o David Johanson se dejaban caer por allí con frecuencia. También Dee Dee Ramone, el principal compositor de los Ramones, vivió varias veces durante su carrera en el Chelsea, tanto como residente estable como huésped de paso. De hecho, escribió un cómic de terror titulado Chelsea Horror Hotel.

Y, por supuesto, está lo de Sid y Nancy…

El asesinato punk

Hablamos, cómo no, de Sid Vicius, miembro de los Sex Pistols; de su novia, la groupie estadounidense Nancy Spungen, y del más famoso y terrible suceso que haya sacudido nunca al Chelsea Hotel.

Ocurrió en 1978. Después de la última actuación en enero de ese año de los Sex Pistols en la sala de conciertos Winterland de San Francisco, el grupo saltó por los aires y los miembros de la banda decidieron tomar caminos separados. El bajista, Sid Vicious, puso rumbo a Nueva York, pero llegó al aeropuerto JFK en un estado lamentable: iba tan atiborrado de diazepam, metadona y alcohol que cayó en coma y tuvo que ser trasladado de urgencia al hospital

Tras recibir el alta, él y Nancy viajaron a París para participar en el rodaje de The great rock’n’roll swindle, un falso documental sobre los Pistols. Luego pusieron rumbo a Londres, donde Vicius tocó para conseguir dinero para volver a Nueva York. La pareja regresó a la Gran Manzana y se instaló en el Chelsea. Les dieron un primer apartamento, pero lo quemaron, así que acabaron en el número 100.

placeholder Los Sex Pistols a finales de los 70. (Wikimedia/Koen Suyk)
Los Sex Pistols a finales de los 70. (Wikimedia/Koen Suyk)

En octubre de 1978, la mañana después de una fiesta con poca gente pero muchísimas drogas, Nancy Spungen fue hallada muerta en el suelo del baño. Desangrada y con una puñalada en el abdomen.

Vicious se había metido entre pecho y espalda unas 30 pastillas de barbitúricos, además de su dieta habitual de alcohol y heroína, así que su testimonio sobre lo ocurrido estuvo repleto de incoherencias y contradicciones. Fue arrestado y acusado de asesinato. No llegó a ser juzgado: una sobredosis de heroína acabó con su vida el 2 de febrero de 1979. Tenía 21 años.

El Hotel Chelsea decidió entonces remodelar completamente el apartamento número 100, aquel en la que se habían hospedado Sid y Nancy y donde el cadáver de esta última fue hallado. Lo dividió en dos habitaciones y renovó ambas de arriba abajo, por aquello de evitar que el lugar se convirtiera en lugar de macabra peregrinación por parte de algunos fans. Aun así, todavía hoy hay quienes se acercan a la recepción del hotel y sueltan: “¿Nos puede dar por favor la habitación de Sid Vicious y Nancy?”.

placeholder Un cliente entrando en el Chelsea Hotel. (Irene Hdez. Velasco)
Un cliente entrando en el Chelsea Hotel. (Irene Hdez. Velasco)

El Chelsea siguió adelante. Por ahí pasó Madonna a principios de los 80 nada más llegar a Nueva York. Allí vivió una temporada Ethan Hawke en un par de ocasiones, y el músico Rufus Wainwright se alojó en la habitación 617, donde compuso su segundo disco, Poses (2001).

Pero el hotel ya no era el hervidero cultural de antaño. Cambió de dueño y en agosto de 2011 echó el cierre, no aceptando nuevos clientes. Y los huéspedes de larga estancia que aún vivían en algunos de sus apartamentos, algunos desde hacía décadas, fueron invitados a marcharse. Ya no queda ninguno. Además, el edificio ha estado sometido durante los últimos años a un intenso proceso de renovación, pero respetando siempre su esencia. El cartel luminoso de su fachada permanece intacto, y el lobby del hotel sigue prácticamente como siempre, decorado con cuadros de algunos de los viejos huéspedes del Chelsea. El restaurante Don Quijote sí que continúa abierto y la escalera de hierro forjado que lleva a las habitaciones y apartamentos también permanece en su sitio.

En marzo de 2022, el Chelsea Hotel reabrió sus puertas al público. Es un hotel molón que conserva su carácter y que, además, ahora sí que tiene bar. Pero ya no tiene alma. Ya no es para nada lo que era.

Es un imponente edificio de ladrillo rojo de 12 plantas, levantado en 1884 en estilo barroco victoriano y situado en el número 222 W de la neoyorquina calle 23, entre las avenidas Séptima y la Octava. Fue concebido por el arquitecto Philip Hubert, devoto seguidor de los principios del socialista utópico francés Charles Fourier, el padre del cooperativismo.

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