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Tener muchas casas: exactamente lo que hay que hacer
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Tener muchas casas: exactamente lo que hay que hacer

Nada indica mejor la sensatez de una economía familiar que la inversión inmobiliaria

Foto: Ovación de la bancada socialista tras la aprobación en abril pasado por el Congreso del proyecto de Ley por el Derecho a la Vivienda. (EFE/Javier Lizón)
Ovación de la bancada socialista tras la aprobación en abril pasado por el Congreso del proyecto de Ley por el Derecho a la Vivienda. (EFE/Javier Lizón)

Se pasó una amiga por Carabanchel y no vino a verme. Fue a ver un piso. Dueña con su marido de una vivienda en el centro de Madrid, andaba mirando pisos baratos para invertir. Este acto, el de invertir, prueba lo mala persona que es. Como en su familia ahorran, hacen números, hacen dinero y no lo tiran, afrontan el problema más bonito de todos: qué hacer con la pasta. La gente satánica, mala, vil y miserable suele comprar casas con la pasta que le sobra. El plan maléfico detrás de esta inversión es alquilar esa casa y tener más dinero, y más problemas bonitos (¿qué hacer con el dinero?), y, al cabo, acabar comprando otra casa, que enseguida alquilarán. Este proceder demoníaco dará como fruto que sus hijos hereden en el futuro un patrimonio estupendo que les facilitará la vida. Son los hijos, muchas veces, la razón principal de que no dilapides tu dinero en Las Vegas.

Pero tener muchas casas es maldad, nos dicen ahora. La maldad de que haya gente que no tiene más que una casa o que no tiene casa alguna, mientras que tú posees varias. La culpa de que tú vivas de alquiler es de mi amiga, que se ha comprado un piso en Carabanchel, cuando ya tiene un pisazo en el centro de Madrid. Lo que tenía que hacer mi amiga es comprar pisos y regalarlos, o donar todo su ahorro a Canal Red para que Pablo Iglesias haga periodismo independiente. Por lo que sea, a mi amiga no le apetece hacer eso.

placeholder Bloques de viviendas en Carabanchel. (EFE)
Bloques de viviendas en Carabanchel. (EFE)

El otro día leí un librito donde un escritor hablaba de sus depresiones, completamente emocionantes y que sólo pueden despertar nuestra piedad. Sin embargo, en una página curiosa daba a entender que hubo un tiempo en que le llamaban de muchos bolos literarios, y hacía muchos viajes y daba muchas charlas, mientras que ahora todos los festivales y Casas de Cultura parecían haberse olvidado de él. Esto acrecía sus problemas económicos, sus dificultades para encontrar una vivienda digna y, en fin, su autoestima.

Este escritor quizá no escuchó con suficiente atención la canción de Cypress Hill Rock (Superstar); denle al play: “It´s a fun job, but it´s still a job….” O sea: ser una estrella del rock es un trabajo divertido, pero no deja de ser un trabajo. Y sigue: va a venir otro el año que viene, parecido a mí, sonando como yo, y mi situación va a dar un giro. Y termina: “Save your money, man, save your money; hit single don´t last very long”.

Si el Gran Wyoming tiene como 20 propiedades no es porque sea acaparador o falsamente progresista; simplemente es un hombre sensato

Es extraño que haya que recordarle a la gente que cuando le va bien es cuando hay que ahorrar, porque ese pico profesional (hit single) no durará mucho. Algunos piden educación financiera en las escuelas, cuando lo único que hace falta saber es muy simple: ahorro e inversión. Así es como se salva uno. Si el presentador televisivo de izquierdas Gran Wyoming tiene no sé cuantas propiedades (como veinte o así), no es porque sea hipócrita o acaparador o falsamente progresista; no, simplemente es un hombre sensato. Mucha gente de la tele y del cine tienen varias casas, normalmente en Madrid, Zahara de los Atunes y la sierra. Eso no debería molestar a nadie; de hecho, deberíamos estar orgullosos de que la gente de éxito en el cine y la tele gaste su dinero con cabeza en lugar de derrocharlo. Tener muchas casas es exactamente lo que hay que hacer. A muchos, como es sabido, les toca en la lotería un dineral y cuatro días después están arruinados. No es tan fácil domar el dinero. No es tan fácil comprar un piso aburrido en lugar de una tonelada de cocaína.

Me dirán que hay mucha gente que nunca podrá ahorrar, y por tanto, nunca podrá invertir, y por tanto, nunca tendrá casa y los precios siempre al alza del ladrillo petrifican su situación. Pensando en esto, se me ocurrió preguntar a Mónica García o a Iñigo Errejón (o a Borja Sémper, o a Eduardo Madina) si podían localizar en la agenda de su móvil (pensemos que esas agendas alcanzan los mil contactos, por ejemplo) a una persona pobre. Nuestros políticos no tienen en su móvil el teléfono de ninguna persona pobre. Esto no solo se debe a que son todos de clase media alta, o muy alta, sino a que no es tan fácil encontrar pobres a los que pedirles el teléfono.

placeholder Mónica García, en un acto de precampaña. (EFE)
Mónica García, en un acto de precampaña. (EFE)

Según mi teoría, hay mucha más gente rica que pobre, por mucho que el marco mental mediático parezca decirnos lo contrario. Yo mismo, que vivo, como digo demasiado, en Carabanchel, no conozco a nadie pobre, porque el que gana poco y vive de alquiler casi siempre tiene un padre con un imperio inmobiliario que algún día heredará. En el entorno artístico (en la literatura, por ejemplo) hay muchísima gente que malvive y gana cuatro duros, pero todos (sin excepción) vienen de familias acomodadas y, cuando llegue el momento, no acabarán bajo el puente, sino en un piso de lujo en el centro de la ciudad. Es precisamente por eso que se permitieron en primer lugar la aventura bohemia de la pobreza.

Por supuesto, conozco a mucha gente que no puede comprarse un piso, y que vive agobiadita con el alquiler. Como es obvio, me gustaría que todo el mundo fuera feliz y con terraza. Pero lo que no parece, no ya lógico, sino meramente adulto, es promover que las familias que trabajan y ahorran e invierten son un cáncer social, cuando, de hecho, son el pilar de nuestro país. Sugerirle a la gente que está mal comprarse más casas de las que necesita para vivir es como decirle que no debería tener más sexo que el necesario para procrear. ¿Tienes dos hijos y no quieres más? Pues deja ya de follar, que hay mucha gente sin hijos por ahí. Es la misma lógica entre resentida y cúbica.

También les digo que ahorrar no es privativo de la gente que gana mucho dinero, ni siquiera de los castellanos en general, que somos grandes maestros mundiales del ahorro. Siempre se puede ahorrar, solo hay que gastar menos de lo que se ingresa, o sea, y nuevamente, hacer exactamente lo contrario que un gobierno.

Se pasó una amiga por Carabanchel y no vino a verme. Fue a ver un piso. Dueña con su marido de una vivienda en el centro de Madrid, andaba mirando pisos baratos para invertir. Este acto, el de invertir, prueba lo mala persona que es. Como en su familia ahorran, hacen números, hacen dinero y no lo tiran, afrontan el problema más bonito de todos: qué hacer con la pasta. La gente satánica, mala, vil y miserable suele comprar casas con la pasta que le sobra. El plan maléfico detrás de esta inversión es alquilar esa casa y tener más dinero, y más problemas bonitos (¿qué hacer con el dinero?), y, al cabo, acabar comprando otra casa, que enseguida alquilarán. Este proceder demoníaco dará como fruto que sus hijos hereden en el futuro un patrimonio estupendo que les facilitará la vida. Son los hijos, muchas veces, la razón principal de que no dilapides tu dinero en Las Vegas.

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