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'Pollos sin cabeza': del fútbol se sale; de las drogas, ¿para qué?
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'Pollos sin cabeza': del fútbol se sale; de las drogas, ¿para qué?

Jorge Valdano Sáenz, hijo de Jorge Valdano, firma una sátira sobre el boato, los escándalos y los secretos del deporte rey

Foto: Hugo Silva es el protagonista de 'Pollos sin cabeza'. (HBO)
Hugo Silva es el protagonista de 'Pollos sin cabeza'. (HBO)

Jorge Valdano, el elegante exfutbolista argentino del Real Madrid, protagoniza un cameo en el primer episodio de Pollos sin cabeza (HBO). Esto es confuso, porque su nombre aparece también en los créditos, como guionista. Tiene uno que parar un poco, mirar otro poco, y descubrir que esta serie que empieza con un delantero aquejado de priapismo debido a la ingesta de tres pastillas de viagra (y con la palabra 'polla' repetida quince veces), no la ha escrito Jorge Valdano padre, sino Jorge Valdano hijo. Los hijos, en efecto, están para estas cosas.

La referencia fálica resulta recurrente a lo largo de Pollos sin cabeza (cuidado con las erratas), y hay hasta un episodio entero donde la figura del falo, tallada, esculpida o modelada, puebla obsesivamente los rincones de una mansión. También hay unos cuantos tipos desnortados y juveniles, así como un puñado de mujeres malísimas antes y después de la cirugía estética. Fútbol con pelota no hay tanto.

placeholder Fotograma de la serie 'Pollos sin cabeza', sobre la trastienda del fútbol.
Fotograma de la serie 'Pollos sin cabeza', sobre la trastienda del fútbol.

El guionista Jorge Valdano Sáenz aborda al fin un mundo que no debe de serle nada desconocido, pues lo vería en su casa cada día de pequeño. Es casi encantador que el guionista firmara algunos de sus anteriores trabajos (Herederos, Tierra de lobos...) como 'Jorge Sáenz de Ugarte' y que sólo ahora, en una serie sobre fútbol, haga este outing filial definitivo. He llegado a sentir cierto mareo meritocrático con esto de los padres de la serie, o sea, con los padres de los creadores de Pollos sin cabeza, pues uno de los productores se llama Rodrigo Ruiz-Gallardón; hijo, en efecto, del antiguo alcalde de Madrid y luego ministro, don Alberto. Rodrigo dirige además un capítulo. El co-guionista, por triangular un poco, se llama Pablo Tébar. Qué rabia que no se apellide Tebas.

Más tangana que espectáculo

El caso es que el fútbol en Pollos sin cabeza queda reducido a esto: drogas, harpías, mansiones, homosexualidad secreta, lujuria y traición. Y aumento de pecho si tu novio acaba de pichichi. Este, sin saltarse un lodazal, es el repulsivo material que se decanta en la serie, que retrata el entorno de la élite futbolística más como tangana que como espectáculo, más como discoteca excesiva que como gimnasio exigente. Reconoce el lector de Marca esas mansiones de La Finca, esos automóviles amarillos de medio millón de euros; esos cumpleaños del delantero estrella donde el verbo 'meter' recorre todo el arco semántico de la depravación.

La serie empieza a la manera de Jerry Maguire (Cameron Crowe, 1996), con un ex futbolista que pierde a su representado estrella y ve peligrar la agencia que acaba de fundar. Hugo Silva encarna a la perfección a un tipo guapo y dinámico, escarmentado de la mala vida, pero con muchas ganas de volver a ella; y divorciado de una presentadora de la tele rosa. Hugo Silva, de hecho, es tan guapo que en algunos planos parece Alberto San Juan. Es como que quiere abarcar todo lo guapo él solito.

placeholder La actriz Kira Miró. (EFE/Marta Pérez)
La actriz Kira Miró. (EFE/Marta Pérez)

Luego hay futbolistas, en general muy mal hechos, pues parecen todos chicos salidos de Arny, cuando Arny molaba. Son quizá demasiado cerámicos, demasiado imberbes y bobainas. “¿Cuántas veces te he pedido un Porsche?”, oímos decir a una joven promesa, que de fútbol tiene pinta de saber lo que es un corner y poco más.

Diversos rostros conocidos hacen avanzar la trama, mientras la hay. Vemos a Kira Miró, a Dafne Fernández o a Lucía Jiménez haciendo exactamente el mismo papel: tengo 40 años y sigo estando buena; vemos a Gorka Otxoa o a Miguel Ángel Solá, veterano actor argentino donde viene a morir todo el argumento. Al cabo descubrimos que la serie (desde el capítulo 4) no va a ningún lado.

Si algo define un buen guion español, es que haya muchos tacos y se suelten con naturalidad

Sin embargo, se deja ver, porque los capítulos duran menos de media hora y nunca sabes qué va a pasar. Es el disparate, la broma arriesgada y muy especialmente el diseño de producción (nota: no sé muy bien qué es 'diseño de producción') lo que la hace perfectamente disfrutable. Tiene mucho estilo, mucho plano trabajado, muy buena música y algunos momentos deslumbrantes. Cuando ciertos personajes se drogan, el modo en el que se refleja el estado de euforia en el que entran me pareció brillante, siendo éste un estado (Miedo y asco en Las Vegas, etcétera) tan manoseado a lo largo de la historia del cine.

Foto: Hugo Silva protagoniza 'Pollos sin cabeza'. (HBO Max)

También es muy agradable escuchar tacos. Si algo define un buen guion español, es que haya muchos tacos y se suelten con naturalidad. “Me cago en el puto fútbol”, dice Hugo Silva al final del primer episodio. Todas las palabrotas ponen mi corazón contento. Es, muy exactamente, escuchar tacos cada cinco frases lo que te hace saber que la serie que ves, o la película, es española, muy española, racial.

Entre tacos, planos bonitos y el bonito Hugo Silva se pasan las tres horas y media de Pollos sin cabeza. Con todo, algo de su centro moral me ha perturbado, pues la serie hoza en la pura podredumbre del lujo, es todo vicio, sexualidad utilitaria y, al cabo, casi una apología de las drogas. Si algo saco de la serie es que del fútbol se sale, pero de las drogas ¿para qué?

Jorge Valdano, el elegante exfutbolista argentino del Real Madrid, protagoniza un cameo en el primer episodio de Pollos sin cabeza (HBO). Esto es confuso, porque su nombre aparece también en los créditos, como guionista. Tiene uno que parar un poco, mirar otro poco, y descubrir que esta serie que empieza con un delantero aquejado de priapismo debido a la ingesta de tres pastillas de viagra (y con la palabra 'polla' repetida quince veces), no la ha escrito Jorge Valdano padre, sino Jorge Valdano hijo. Los hijos, en efecto, están para estas cosas.

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