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'Conspiración en El Cairo': asesinatos y complots religiosos en este 'thriller' al estilo Sorogoyen
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'Conspiración en El Cairo': asesinatos y complots religiosos en este 'thriller' al estilo Sorogoyen

El director sueco de origen egipcio Tarik Saleh participó en la Sección Oficial de Cannes con este 'thriller' que vuelve a poner en el foco las contradicciones de un Egipto entre la modernidad y la tradición

Foto: Fares Fares, irreconocible en su papel del coronel Ibrahim. (La Aventura)
Fares Fares, irreconocible en su papel del coronel Ibrahim. (La Aventura)

"El poder es un arma de doble filo", concluye uno de los personajes de la última película de Tarik Saleh, Conspiración en El Cairo, de nuevo un thriller político-policial que esta vez se sumerge en las cloacas del islam. El director sueco de ascendencia egipcia, que empezó como grafitero en Estocolmo —llegó a ser bastante conocido—, podría ser algo así como el Sorogoyen de Oriente Medio. Sí, aunque sea sueco. Saleh es un cineasta con un muy buen pulso para el cine negro, interesado en la dicotomía y las contradicciones de un país como Egipto, que vive en la tensión permanente entre la modernidad y la tradición más coercitiva y que intenta encontrar su nueva identidad tras la Primavera Árabe, que acabó con la dictadura de más de treinta años de Hosni Mubarak y que dio paso a una época convulsa de golpes de Estado y derrocamientos, con los Hermanos Musulmanes —organización política islámica integrista— entre el poder y la ilegalidad —en Egipto se les considera ahora grupo terrorista—. Los últimos años de su carrera, Saleh ha combinado el thriller de autor —como El Cairo Confidencial (2018)— con la dirección de algunos capítulos de grandes series estadounidenses, como Westworld o Ray Donovan.

Y es curioso cómo en Conspiración en El Cairo —un título internacional bastante genérico, que podría bautizar tanto un libro de Agatha Christie como una serie de sobremesa de Antena 3— Saleh consigue encontrar el escurridizo punto intermedio entre el suspense más asequible y una voz propia que lleve a la película a la Sección Oficial de Cannes. Saleh transita desde lo íntimo, desde lo diminuto, hasta las herramientas ligeramente formulaicas del bestseller nórdico. Pero las interpretaciones de los protagonistas y los bellos cuadros que plantea el director, a pesar de que la mayor parte de la historia tiene lugar en interiores de lo más desangelados, eclipsan tanto los puntos de giro esperables como algunas resoluciones forzadas de la historia escrita por el propio Saleh, que se llevó el premio a mejor guion en el festival de festivales.

En El Cairo Confidencial —en la que también contó con el imponente Fares Fares en el papel de protagonista—, Saleh ya se metía en la harina corrupta e hipócrita del poder. Haz lo que yo diga, pero no lo que yo haga. Retrataba ese El Cairo más caótico de lo habitual en los preámbulos de la revolución de 2011. El Cairo como una urbe gigantesca y efervescente, llena de movimiento y con ansia de cambio. Ahora esa revolución ya ha quedado atrás, sofocada, y en el nuevo Cairo el peso de la religión se ha solidificado. Saleh consigue representar toda la jurisdicción de la religión en la vida de los cairotas con planos monumentales de la Mezquita de Solimán en Estambul —una pequeña licencia— y de las calles de la capital egipcia atestada de fieles a la hora del rezo. Pero también se impone la bota del ejército, de los servicios de Seguridad del Estado, un organismo acusado por Amnistía Internacional de vulnerar los Derechos Humanos e instaurar un régimen del terror y la represión.

placeholder El protagonista, Adam, acude a una universidad que prepara imanes. (La Aventura)
El protagonista, Adam, acude a una universidad que prepara imanes. (La Aventura)

En la encrucijada entre estas dos fuerzas queda atrapado Adam (Tawfeek Barhom), un joven pescador procedente de una zona rural y deprimida de Egipto, al que admiten gracias a una beca en la Universidad Al Azhar, la más prestigiosa para los estudios suníes y donde imparte clase el imán, la máxima autoridad. Pero justo el día en el que se inician las clases, el imán fallece de un infarto y el consejo debe elegir un nuevo líder. Ahí es cuando entra en escena Fares Fares, interpretando —irreconocible— al coronel Ibrahim, un agente de Seguridad del Estado que busca influir en la elección en un momento delicado, en el que las facciones más permisivas y más reaccionarias intentan ganarse adeptos y hacerse con el poder. Entre los estudiantes hay quienes escuchan música metal, fuman y acuden a fiestas nocturnas y los hay que ni tan siquiera toleran una oración levemente melodiosa: "Aquí la música está prohibida", proclaman los más radicales.

Cuando Adam es testigo de un asesinato, el coronel Ibrahim lo utiliza de confidente para descubrir a los responsables. Y Adam debe infiltrarse entre un grupo de Hermanos Musulmanes. Lo más interesante del guion de Saleh es cómo plantea esa lucha interna de Adam, como de Egipto, alrededor de su fe y de su filiación hacia una vertiente u otra del islam. La ambigüedad del personaje de Adam, aparentemente tan vulnerable y sumiso, de un antihéroe arrastrado por los deseos de los demás, hacen que la película se mueva en un terreno quebradizo y misterioso en el que nunca conocemos bien las intenciones de ninguno de los personajes.

placeholder Adam (Tawfeek Barhom) es el hijo de un humilde pescador y se ve envuelto en una conspiración. (La Aventura)
Adam (Tawfeek Barhom) es el hijo de un humilde pescador y se ve envuelto en una conspiración. (La Aventura)

Conspiración en El Cairo plantea el desvío del camino recto de todos los personajes, que traicionan sus supuestas creencias —la fe en Dios, la fe en el Estado— para conseguir sus propios intereses egoístas, mientras una población vive reprimida y sometida a sus dictados. Saleh se mantiene casi siempre cerca de Adam, para que el espectador sea testigo de su transformación mientras abre los ojos a una realidad de corruptelas. Mientras Saleh encuentra en el plano la belleza tanto en las panorámicas nocturnas desde un minarete como en la humildad terrosa de una chabola —y sobre todo en los rostros de sus actores, rodados con lentes 40 mm para formato scope—, la película serpentea entre el noir y el documental, hasta descubrir todas las miserias ocultas bajo los uniformes más respetables. Una película que atrapa desde el primer momento y no suelta al espectador hasta el final.

"El poder es un arma de doble filo", concluye uno de los personajes de la última película de Tarik Saleh, Conspiración en El Cairo, de nuevo un thriller político-policial que esta vez se sumerge en las cloacas del islam. El director sueco de ascendencia egipcia, que empezó como grafitero en Estocolmo —llegó a ser bastante conocido—, podría ser algo así como el Sorogoyen de Oriente Medio. Sí, aunque sea sueco. Saleh es un cineasta con un muy buen pulso para el cine negro, interesado en la dicotomía y las contradicciones de un país como Egipto, que vive en la tensión permanente entre la modernidad y la tradición más coercitiva y que intenta encontrar su nueva identidad tras la Primavera Árabe, que acabó con la dictadura de más de treinta años de Hosni Mubarak y que dio paso a una época convulsa de golpes de Estado y derrocamientos, con los Hermanos Musulmanes —organización política islámica integrista— entre el poder y la ilegalidad —en Egipto se les considera ahora grupo terrorista—. Los últimos años de su carrera, Saleh ha combinado el thriller de autor —como El Cairo Confidencial (2018)— con la dirección de algunos capítulos de grandes series estadounidenses, como Westworld o Ray Donovan.

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