Es noticia
Irvine Welsh: "No me da miedo que me cancelen; ahí están mis libros y la gente los compra"
  1. Cultura
ENTREVISTA AL AUTOR DE TRAINSPOTTING

Irvine Welsh: "No me da miedo que me cancelen; ahí están mis libros y la gente los compra"

El escritor escocés participa en el festival literario Capítulo Uno, que tiene lugar este fin de semana en Matadero Madrid

Foto: El escritor escocés Irvine Welsh en el espacio Matadero de Madrid. (Isabel Blanco)
El escritor escocés Irvine Welsh en el espacio Matadero de Madrid. (Isabel Blanco)

Irvine Welsh llega elegante con una gabardina camel y un jersey de cuello vuelto negro a la cita con El Confidencial en el Matadero de Madrid, donde participa en el festival literario Capítulo Uno. Es mucho más alto de lo que parece y su acento escocés no es tan fuerte como una hubiese imaginado. Se mueve con gestos delicados. Habla mucho, con un tono agradable y melodioso. No es tan fiera la bestia como la pintan. Treinta años después de la publicación de Trainspotting, el escocés sigue siendo un escritor de masas. Todo lo que puede ser hoy día un escritor. Trainspotting fue su primera novela y desde su publicación en 1993 vive a la sombra de su éxito, un éxito masivo y generacional, que a veces pudiera parecer una maldición más que una suerte. "A veces me parece que el éxito de Trainspotting no es una bendición", reconoce, "porque tengo que hablar sobre ella una y otra vez. Pero luego lo pienso y muy poca gente ha conseguido un impacto igual con su primera novela. La mayor parte de escritores nunca lo conseguirán, por mucho que escriban. Así que me tengo que sentir afortunado, porque fue una plataforma de lanzamiento y me ha dado una carrera y un público".

Su último libro, The Long Knives, publicado en inglés el pasado agosto, tiene como protagonista, de nuevo, el detective Ray Lennox, protagonista de su saga Crimen, tiene que resolver el asesinato de un político. Nada disonante en la trayectoria de Welsh. Pero, aquí la novedad, también toca la cuestión de la identidad de género y la transexualidad.

La desigualdad ha salido de la discusión política en la mayor parte de los países occidentales

Si la cuestión de la desintegración de la clase trabajadora fue el tema central de los noventa, ¿podríamos decir que el gran asunto de esta década tiene que ver con las identidades de género? Welsh no está del todo de acuerdo con esta idea. "La guerra económica la han ganado las élites políticas y económicas. Y la desigualdad ha salido de la discusión política. O no se la está prestando atención, al menos en la mayor parte de países del mundo occidental. Vivimos ahora una batalla sobre la redefinición de quién somos. Creo que al capital le interesa que la gente debata lo máximo sobre esto. Son los políticos, la Administración, los diseñadores, los que van por muy por delante de la gente y de la realidad social".

Como ejemplo pone el caso de Escocia, cuyo Parlamento también vive dividido los últimos meses debido a la nueva Ley Trans. Todas las semanas hay manifestaciones frente al edificio. "Los políticos decidieron crear y rediseñar y volver a categorizar las cosas. Y ¿qué han dicho? "No, que os jodan, esto es una estupidez". La idea de que puedes injertar tus conceptos en la realidad social y conseguir que la gente los siga es equivocada. Todo esto se ha convertido en una distracción. No se qué raíces reales tiene. Claro que es muy positivo que la gente reflexione sobre sus identidades. Ahora podemos elegir quiénes somos. Y creo que es un progreso importante. Pero eso tiene que ser una realidad compartida, no una especie de moda. Y no se puede imponer desde Instagram o los influencers o los diseñadores como si fuese una cosa cool. Todas las ramificaciones de este proceso se tienen que tener en cuenta. Por ejemplo la seguridad de las mujeres. Si hay, por ejemplo, criminales que se autodesignan como mujeres e invaden sus espacios seguros. Todo eso se tiene que tener en cuenta y no se puede imponer a la gente".

En algunas entrevistas, Welsh se ha quejado de que Trainspotting no podría publicarse hoy día. Pero él niega que se autocensure al escribir. "No es que yo sea más cuidadoso con lo que escribo, es que los editores lo son", admite. "Tienen miedo de los boicots. A mí no me da miedo que me cancelen, porque ahí están mis libros y hay mucha gente que los sigue comprando y a mí me gusta escribirlos. Pero los sellos quieren que los libros se vendan en ciertos niveles y se ponen nerviosos con estas cosas. La industria del libro se está haciendo más pequeña y ellos hacen lo mejor para que sus nuestros libros se vendan. Lo mismo que hacen con las series de televisión. Y tienen que seguir unas reglas: esto no puede pasar, lo otro no puede pasar. Y es algo en lo que ahora tenemos que pensar más cuidadosamente".

placeholder Irvine Welsh acude al festival literario Capítulo Uno. (I. Blanco)
Irvine Welsh acude al festival literario Capítulo Uno. (I. Blanco)

De hecho, para escribir su última novela, para hablar con más rigor de la cuestión trans, Welsh contó con la asesoría de una persona trans. "Dicho lo anterior, la experiencia que yo he tenido con una consejera, mejor dicho, lectora transexual ha sido muy positiva. No ha sido una censora que me haya dicho lo que podía o no podía escribir. De hecho, ha sido de gran ayuda. Porque las cosas ahora cambian muy deprisa y es muy difícil estar al día. Además, no hay dos experiencias iguales en dos personas transexuales. Y por eso es muy difícil definir un movimiento o una legislación en torno a la transexualidad. Pero ha sido una experiencia muy iluminadora. Me ha ayudado a entenderlo mejor, a recabar más información. El mundo es cada vez más complejo y cada vez entendemos peor esa complejidad. Por eso cada vez hay más idiotas con eslóganes fáciles para gente simple. Y eso no es bueno. Tenemos que abrazar la complejidad de este mundo".

Ya no queda nada o casi nada de aquel mundo que Welsh retrató en sus primeras novelas, basadas en su experiencia en casas okupas y en su pasión por la música punk. En el documental de 1979 de Penelope Spheeres, El declive de la sociedad occidental, que retrata la revolución de la escena punk a finales de los setenta, el leitmotiv de los jóvenes pasaba por la anarquía, la libertad, la subversión, la oposición al statu quo. En los noventa, todavía sobrevivían los últimos coletazos de aquella rebeldía juvenil. "Lo que ocurrió en los 90 en el Reino Unido es que todo el arte, toda la música, todo el cine estaba sumergido no en una celebración, sino en un réquiem", apunta. "Ahora todo está en internet y todo se puede comprar. Se lo han robado al lugar del que realmente salió y a los valores que lo hicieron nacer. Ahora hay una mezcla de discursos. Ahora nos estamos moviendo hacia una era poscultural. Nuestra verdad propia, nuestra identidad propia, está compitiendo por la narrativa. Y, para mí, ese el mundo distópico en el que vivimos".

placeholder El escritor escocés Irvine Welsh en el espacio Matadero de Madrid. (I. B.)
El escritor escocés Irvine Welsh en el espacio Matadero de Madrid. (I. B.)

"Ahora no esperamos que nada dure, o esperamos que dure unos meses y luego vendrá otra cosa", prosigue. "Hay mucho barullo y no tenemos herramientas; al contrario, cada vez tenemos menos. El neoliberalismo a principios de los 2000 apostó por el final de las ideologías y luego llegamos a la crisis de 2008, cundió el pánico y pareció durante un momento que el futuro podría ser revolucionario. Pero ahora nos encontramos en una especie de poscapitalismo tecnofuturista y todo tiene que ver con los sistemas de información financiera mientras la gente pobre crece. Y eso nos deja un espacio muy pequeño que mengua cada vez más. Y las élites intentan mantener como esa esta estructura tecnofinanciera que ellos mismos han creado. Y eso nos enfrenta los unos a los otros, incluso cuando somos meros espectadores de los enfrentamientos de las élites globales y nacionales, porque nosotros no tenemos poder. Las élites conservadoras quieren redefinir el mundo a través del capital y las élites liberales quieren hacerlo a través de una agenda basada en la ingeniería social. Intentan hacer que nos importe el circo en el que se ha convertido la política. No hay política seria y no hay interés de redistribuir la riqueza. No deberían existir los billonarios, pero, de hecho, cada vez hay más billonarios que se llevan el dinero de nuestras economías".

Las élites conservadoras quieren redefinir el mundo a través del capital y las élites liberales quieren hacerlo a través de la ingeniería social

La literatura también está aquejada de ese sálvese quien pueda en el que vivimos. "La cultura ya no tiene valor porque estamos también en una era postdemocrática. Desde que llevo escribiendo el paisaje literario ha cambiado mucho. Ahora la gente escribe libros como se escriben las series de televisión, buscando un público, no por el mero hecho de escribir una pieza de arte o transmitir tu visión personal del mundo. Todo el mundo escribe ahora pensando en que su novela pueda convertirse en una serie o una película o una obra de teatro. Es la cultura de la PI (la propiedad intelectual), buscando maximizar los beneficios", lamenta.

Hoy día escribir un libro supone un esfuerzo cada vez más desagradecido y que llega a una base de lectores menguantes. Por eso Welsh ha decidido probar suerte como guionista de ficción. Hace dos años se estrenó Crime, una serie basada en su novela Crimen. Ahora misma otra serie, American Tabloid, se encuentra en plena preproducción. "La televisión es como un trabajo de verdad", se ríe. "Es un trabajo colaborativo, conoces a gente interesante si tienes la suerte de dar con el productor adecuado, el equipo adecuado, el canal o la plataforma adecuada. ¡Eso puede ser genial! Me hice escritor porque odiaba la idea de estar en un trabajo de nueve a cinco. No quería trabajar en una oficina o en una fábrica o en una cocina ni tener turnos ni aguantar la presión de un jefe. Pero la escritura es muy solitaria, y cuando escribes guiones para televisión tienes que ir a reuniones y trabajar con otra gente. Y es muy diferente. Me gusta escribir libros, pero creo que voy a enfocarme más en las series de televisión".

placeholder Detalle de las manos de Irvine Welsh. (I. B.)
Detalle de las manos de Irvine Welsh. (I. B.)

Sus novelas, en su momento, fueron rupturistas también a la hora de tratar temas como el consumo de drogas. Ahora éstas se han convertido en algo cool, como muestran las series con protagonistas adolescentes como Élite o Euphoria. La droga está en todos los lados, de forma recreativa y, efectivamente, como símbolo de estatus de la élite, cuando antes era un signo de marginalización. "Si tienes todo eso dinero y has ido al colegio privado y no has tenido límites, puedes desarrollar un problema de adicción, te vas a una clínica de rehabilitación para ricos, te tomas un tiempo, vuelves a casa y vuelves al trabajo. Si estás en el gueto, no hay nada de eso para ti. Si tienes una adicción, no tienes sitios donde acudir", analiza.

Durante años, Welsh ha vivido entre Oxfordshire y Miami. Pero actualmente lo hace entre Edimburgo y Londres, y siente muy presentes los efectos del Brexit en la población a la que representaba su primera novela. "Creo que el Brexit ha hecho que la gente sea más pobre y que esté más dividida y confundida que nunca. La división y la pobreza se ha convertido en algo endémico en el sistema en el que vivimos. Y el Brexit lo ha hecho peor, lo ha exacerbado. Y creo que irá a peor. Creo que, por encontrar un consuelo, ha sido una especie de revolución y que ha habido impulsos radicales para acabar con el sistema, al menos".

Irvine Welsh llega elegante con una gabardina camel y un jersey de cuello vuelto negro a la cita con El Confidencial en el Matadero de Madrid, donde participa en el festival literario Capítulo Uno. Es mucho más alto de lo que parece y su acento escocés no es tan fuerte como una hubiese imaginado. Se mueve con gestos delicados. Habla mucho, con un tono agradable y melodioso. No es tan fiera la bestia como la pintan. Treinta años después de la publicación de Trainspotting, el escocés sigue siendo un escritor de masas. Todo lo que puede ser hoy día un escritor. Trainspotting fue su primera novela y desde su publicación en 1993 vive a la sombra de su éxito, un éxito masivo y generacional, que a veces pudiera parecer una maldición más que una suerte. "A veces me parece que el éxito de Trainspotting no es una bendición", reconoce, "porque tengo que hablar sobre ella una y otra vez. Pero luego lo pienso y muy poca gente ha conseguido un impacto igual con su primera novela. La mayor parte de escritores nunca lo conseguirán, por mucho que escriban. Así que me tengo que sentir afortunado, porque fue una plataforma de lanzamiento y me ha dado una carrera y un público".

Libros
El redactor recomienda