'Tulsa king': llega el rey de la virilidad (y no es Sylvester Stallone)

Entre Netflix, HBO, Filmin, PrimeVideo y cuatro o cinco plataformas más, teníamos en España unas 25.000 películas y series a nuestra disposición, que naturalmente hemos podido terminar de ver en un par de meses porque no tenemos absolutamente nada más que hacer que eso. Así, la llegada de una nueva plataforma de streaming, SkyShowtime, solo puede tomarse como un soplo de aire fresco para nuestras insaciables cabezas, y no digamos para nuestros insondables bolsillos. ¿Quién necesitaba otra plataforma de vídeo con las mismas películas y casi las mismas series, y 3,99 euros más de gasto cada mes? Seguramente nadie, salvo los fans de Taylor Sheridan.

Este guionista nacido en Carolina del Norte, pero texano en su corazón y en la versión española de la Wikipedia (que lo hace nacer en Texas, en efecto), crea y escribe la práctica totalidad del catálogo de series de SkyShowtime que no puedes encontrar en otro sitio. Esto supone llenar de machos, tíos duros, viejos musculados y pistolas humeantes unas cien o doscientas horas de ficción sin atisbo alguno de paridad de género. No en vano, Sheridan consiguió convertir en un hombre a Emily Blunt en Sicario (2015, Denis Villenueve), donde, al mismo tiempo, no se sabía quién era más machote, si Benicio del Toro o Josh Brolin. En Sicario 2 (2018, Stefano Sollima), la duda se resolvía, y el más machote era Benicio del Toro porque le pegaban un tiro en la cara y no se moría, sino que se ponía a conducir coches y matar malos a pesar del rasguño. En Comanchería (2016, David Mackenzie), dos hermanos también testiculares ponían en jaque a todo un estado y robaban bancos y bebían y se acostaban con chicas alternativas. Por si fuera poco derroche de testosterona, Sheridan también ha tenido tiempo de dirigir Wind River (2017) y Aquellos que desean mi muerte (2021), que muy contemplativas no son.

Opinión

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En SkyShowtime, nuestro hombre firma lo siguiente: Yellowstone, con Kevin Costner, Mayor of Kingstown, con Jeremy Renner, 1883, con Sam Elliott, 1923, con Harrison Ford... Todos sus protagonistas son actores más masculinos que votar borracho. Pero son, en realidad, inconsolables nenazas si los comparamos con Sylvester Stallone en Tulsa King. Es por ahí por donde hay que empezar a explorar el anabolizante catálogo de esta nueva plataforma.

Machos todos

A la hora de escribir este comentario, SkyShowtime facilitaba únicamente cuatro de los ocho capítulos de los que dispone la primera temporada de la serie. En el cuarto, hay una escena que lo dice todo sobre Tulsa king, sobre Sheridan y sobre esa masculinidad que no acaba de desaparecer. A estas alturas de la producción, ya hemos conocido numerosos personajes varones. Tenemos al que interpreta Stallone, un mafioso; a un hombre blandengue que vende marihuana; a un indio; a un joven de raza negra y a su piadoso padre; a un gordinflón… Todos se unen a mitad de serie para, armados con bates de béisbol, ir a enfrentarse a una peligrosa banda de moteros, que les ha robado unas botellas de gas de la risa (literal).

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Después de la pelea, acaban en la barra del bar. Hay un plano donde toda la barra está llena de hombres, de estos hombres después de la batalla. Es una declaración de principios.

Esto queremos hacer los hombres, dice Tulsa king, coger bates de béisbol e ir a atizar a otros hombres y a recibir puñetazos de otros hombres y a sacar el macho tardío que habita en el último recodo de nuestra constitución genética. Y nos gusta. Nos une. Nos reúne en el bar con unas cervezas y un fajo de billetes.

Lo que viene a decirnos Sheridan es que dentro de todos los hombres hay un macho deseando salir a escena, y que para eso está él escribiendo guiones y no Sarah Polley.

Es casi ideológicamente insoportable ver a Bohdi, el blandengue vendedor de hierba, reconocerse en un momento dado de la trifulca como un tipo capaz, sí, de pegarle a otro en la cabeza con un bate de béisbol. La serie, en este sentido, gustará mucho a los adolescentes y muy poco a quien quiera que sus hijos varones adolescentes no tengan ganas de liarse a puñetazos en el patio del colegio al día siguiente. Es que la serie viene a decir que mola mucho liarse a puñetazos.

Por lo demás, Tulsa king no es la gran serie que nos dijeron cuando aún no podíamos verla. A diferencia del díptico Sicario, carece de oscuridad, y se inclina demasiado hacia el humor y el sentimientito. Stallone, a sus 75 años, interpreta (hay que reconocerlo) extraordinariamente bien a un gánster que ha pasado 25 años en la cárcel (a la manera de Reservoir dogs) por no traicionar a su jefe. En pago por este tercio de vida perdido entre rejas, es enviado a Tulsa a expandir la criminalidad organizada. Esto le parece poca recompensa por sus servicios silenciosos, ya que Tulsa debe de ser como Palencia o Huelva, bastante levítica a su manera. “Estamos en el cinturón bíblico”, escuchamos, “y Tulsa es la hebilla”.

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Nada más llegar, nuestro hombre empieza a hacer dinero de la única manera que saben los mafiosos, que es amenazando con cortarle el cuello a tu hija. En este punto, resulta entre inverosímil y juvenil que Stallone pueda prosperar en sociedad simplemente dando puñetazos a todo el mundo, como si no hubiera nadie en Tulsa que, a lo mejor, se le ocurriera devolvérselos.

'Tulsa king', quizá sin saberlo, vuelve a poner de relieve cómo la masculinidad clásica, iletrada y franca tiene algo de infantil y peterpanesco

Como serie de mafiosos, Tulsa king no pone nada nuevo sobre el tapete, es lo mismo de siempre otra vez, y casi cualquier idea del guion la hemos visto en algún lado. Sin embargo, un casting muy efectivo y la renovación dramática que propone cada capítulo (Stallone tiene de media dos nuevos problemas por episodio) hacen que verla sea gustoso y sedante. Recuerda un poco a Ozark, por esto de explorar la geografía estadounidense y probar cómo sería mezclar mafiosos y provincianos.

El personaje de Stallone le sirve a Sheridan, eso sí, para arremeter contra la vida moderna, caracterizada por la desaparición del dinero en efectivo y de las tazas de cerámica para el café. También hay críticas al lenguaje inclusivo y a la tecnología obligatoria. “El dinero es el rey”, dice Stallone refiriéndose al dinero en metálico, con el que no le permiten pagar en una empresa de paquetería.

Tulsa king, quizá sin saberlo, vuelve a poner de relieve cómo la masculinidad clásica, iletrada y franca tiene algo de infantil y peterpanesco, pues la serie, donde todo el mundo parece ir a matar a todo el mundo todo el rato, se ve como si fueran los Goonies y tú tuvieras de nuevo 13 años. Tulsa king son los Goonies 20 años después y sin haber acabado el instituto.