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Jamie Lee Curtis: el Oscar (por fin) para la chica que nos enseñó a gritar en el cine de terror
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Jamie Lee Curtis: el Oscar (por fin) para la chica que nos enseñó a gritar en el cine de terror

Hija de Toni Curtis y Janet Leigh, creció en un hogar "lleno de odio", tuvo problemas con las drogas, se fajó en el cine de género y en los últimos tiempos ha defendido a capa y espada a su hija trans

Foto: La actriz Jamie Lee Curtis, con su Oscar. (Reuters/Mario Anzuoni)
La actriz Jamie Lee Curtis, con su Oscar. (Reuters/Mario Anzuoni)

Era una de las grandes, pero nunca había estado nominada. Lo más que se había acercado a los premios más codiciados fue el Globo de Oro que ganó en 1994 por Mentiras arriesgadas, aquella comedia de acción tan de la época junto a Arnold Schwarzenegger. Jamie Lee Curtis (California, 1958) había fajado prácticamente toda su carrera, desde su debut en 1978 con la cinta de terror Halloween, de John Carpenter, en asustarnos, que es lo que hizo durante todos los 80 con Terror train o The Fog. Además, a la original de Carpenter le siguieron hasta seis secuelas, la última en 2022. Con merecimiento, Curtis se ganó el apelativo de la reina del grito (con permiso de su madre, Janet Leigh, protagonista de Psicosis).

Pero ahí parecía quedarse su carrera, que se nutrió al principio de comedias exitosas como Entre pillos anda el juego (1983) junto a Dan Aykroyd y Eddie Murphy, y el disparate de Un pez llamado Wanda, con los Monty Python John Cleese y Michael Palin, además de Kevin Cline, quienes, por cierto, sí se llevaron el Oscar por esta cinta. Ella no vio ni la nominación. Después vendrían películas más familiares, como My Girl y My Girl 2 o Ponte en mi lugar (2003) en la que interpretaba a la madre de Lindsay Lohan, que entonces era todavía una niña prodigio del cine y no la joven adicta a la juerga que se destapó poco más tarde. En definitiva, su filmografía se quedaba —a grandes rasgos— en cine de terror, alguna comedia con más o menos éxito y cintas familiares para consumo televisivo los domingos por la tarde.

"A mi madre y a mi padre, que estuvieron nominados en numerosas categorías en esta ceremonia… Papá y mamá, acabo de ganar"

Por eso, cuando esta madrugada subió para recoger su Oscar a la Mejor actriz de reparto por el papel de esa funcionaria retorcida y terrorífica —un gran homenaje a sus papeles— de Todo a la vez en todas partes, no pudo menos que recordar a sus padres, Toni Curtis y Janet Leig, que habían sido toda una institución para la Academia: “A mi madre y a mi padre, que estuvieron nominados en numerosas categorías en esta ceremonia… Papá y mamá, acabo de ganar un Oscar”, estalló exultante. No es para menos. 65 años y un montón de películas con cierto o ningún relumbrón le ha costado. Sin olvidar el camino de minas de las drogas —confesó su adicción al alcohol y los opiáceos— que transitó durante años —ya lleva 20 sobria— y en el que también habían caído su padre —Toni Curtis tuvo muchos problemas con el alcohol, la cocaína y la heroína— y su hermanastro Nicholas, que murió por una sobredosis de heroína en 1994. Nada fácil llegar a recoger la estatuilla en el Dolby Theater de Hollywood.

Porque Jamie Lee parecía que había nacido en la familia perfecta, aquel matrimonio entre Curtis y Leigh de 1951, pero durante décadas aquello fue más bien un infierno. Principalmente, porque su padre nunca estuvo allí, sino rodeado de otras mujeres y dejándose mecer por las drogas, que llegó a compartir con una Jamie Lee casi niña, como ella misma aseguró tiempo después. “Crecí en una casa llena de odio”, afirmó en una entrevista tras la muerte de su padre.

"Tengo una hija trans. Hay amenazas contra su vida solo por existir como ser humano"

Al recoger el Oscar, la actriz recordó a su familia, su marido, sus hijas, su hermana y “todas aquellas personas que han dado apoyo a todas las películas de género que hemos hecho durante estos años. Todos juntos acabamos de ganar un Oscar”. Es el reducto familiar que ella misma ha creado durante todos estos años, y que en los últimos tiempos también la ha puesto en el ojo mediático. Su hija Ruby, nacida en 1996, es transgénero y hace no mucho salió a defenderla como cualquier madre al tocar a sus cachorros: “Tengo una hija trans. Hay amenazas contra su vida solo por existir como ser humano. Hay gente que quiere aniquilarla a ella y a gente como ella. Como si no hubiéramos aprendido del fascismo, como si no hubiéramos aprendido cuál es el resultado de eso: el exterminio de los seres humanos. Eso es aterrador”, afirmó. No es el único posicionamiento que la actriz ha tenido. Ha defendido el matrimonio homosexual y es una ferviente demócrata que ha apoyado visiblemente a candidatas como Hillary Clinton y que ha criticado duramente a Donald Trump.

Esta madrugada, la reina del grito por fin ha tenido la recompensa a tantos años de trabajo y de esfuerzo. Su papel es una auténtica maravilla. Un mito de Hollywood que ya tiene la estatuilla en casa.

Era una de las grandes, pero nunca había estado nominada. Lo más que se había acercado a los premios más codiciados fue el Globo de Oro que ganó en 1994 por Mentiras arriesgadas, aquella comedia de acción tan de la época junto a Arnold Schwarzenegger. Jamie Lee Curtis (California, 1958) había fajado prácticamente toda su carrera, desde su debut en 1978 con la cinta de terror Halloween, de John Carpenter, en asustarnos, que es lo que hizo durante todos los 80 con Terror train o The Fog. Además, a la original de Carpenter le siguieron hasta seis secuelas, la última en 2022. Con merecimiento, Curtis se ganó el apelativo de la reina del grito (con permiso de su madre, Janet Leigh, protagonista de Psicosis).

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