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Goya 2023: ¿quién es Alberto Vázquez, el padre de los unicornios y osos amorosos más gore del cine español?
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Goya 2023: ¿quién es Alberto Vázquez, el padre de los unicornios y osos amorosos más gore del cine español?

Gallego y dibujante de cómics, Vázquez opta a su cuarto cabezón por una fábula antibelicista ultrasangrienta protagonizada por entrañables dibujos animados

Foto: Alberto Vázquez, director de 'Unicorn Wars', película nominada al Goya a mejor largo de animación. (Andrea Rodríguez)
Alberto Vázquez, director de 'Unicorn Wars', película nominada al Goya a mejor largo de animación. (Andrea Rodríguez)

A menos de una semana para los Goya dice Alberto Vázquez (A Coruña, 1980) que no siente los nervios, que está "muy tranquilo". Quizás es porque es la enésima vez que lo nominan al cabezón —lo ha ganado tres veces, dos de ellas con cortos de animación, una de ellas con el largo Psiconautas, los niños olvidados (2015)— y tiene experiencia en templar las expectativas antes del día grande. Vázquez se ha destacado como uno de los directores de cine de animación de adultos más radicales del panorama español dentro y fuera de nuestras fronteras: su última película, Unicorn Wars, ya se ha estrenado en Francia y Reino Unido y en marzo llegará a los cines de Estados Unidos y Japón. Basada en su cortometraje Sangre de unicornio (2013), Unicorn Wars retoma los personajes de osos amorosos que cazan unicornios y los lleva al género bélico, a una distopía sangrienta en la que ambas especies se han jurado una guerra eterna: los protagonistas, los hermanos úrsidos Azulín y Gordi, se entrenan como reclutas en el Campamento Corazón para adentrarse en el Bosque Encantado y exterminar a sus enemigos unicornios. Es, desde luego, una de las películas más originales del año.

Vázquez se formó en Bellas Artes en Valencia y acabó su formación en la Escuela Massana de Barcelona. Lleva desde principios de los 2000 dibujando cómics y entre sus trabajos destacan títulos como El evangelio de Judas, La caza —este último, Premio Castelao de Cómic 2019— y Psiconautas (2005), que más tarde llevó al cine y con la que ganó el Goya. "Yo me dedicaba al mundo del cómic y en 2005 había publicado Psiconautas, que había tenido cierta repercusión", explica. "En 2009, el productor y guionista vasco, Pedro Rivero, contactó conmigo porque había leído el cómic y le había gustado mucho y quería hacer una película. Sin embargo, la propuesta era muy oscura y muy compleja, así que decidimos hacer un cortometraje primero. De esta manera, si no conseguíamos la financiación, al menos teníamos un cortometraje. Aprendí mucho del equipo —que éramos cuatro o cinco personas— y me permitió viajar por festivales y enamorarme de este medio, que es la animación, un punto intermedio entre el cómic y el cine. Me enamoré, empecé a estudiar por mi cuenta y aquí me quedé".

Desde Sangre de unicornio hasta Unicorn Wars han pasado casi 10 años, una prueba de la complejidad de sacar adelante un proyecto de animación poco convencional y, sobre todo, dirigido a un público adulto. "En el año 2012, dirigí el corto Sangre de unicornio, que estaba levemente basado en un comic corto mío que publiqué allá por 2009. Me gustó mucho hacer el corto, que fue todo hecho a mano, de manera tradicional, con lápiz y acuarela. Era un corto bastante punki en su contenido y en su estética y fue muy bien a nivel internacional. En 2016-2017, hablando con mis productores, pensé que era buena idea aprovechar esta historia de ositos que cazan unicornios, que era un universo muy peculiar, y mezclarlo con el género bélico y meter épica religiosa y mitológica".

Foto: Alberto Vázquez, responsable de 'Psiconautas' y 'Unicorn Wars', es la gran esperanza de la animación para adultos (Barton Films)

"El corto tocaba el tema del bullying a través de la historia de dos hermanos que iban a cazar unicornios, también de las relaciones entre hermanos", prosigue. "En Unicorn Wars he extendido más, tratando temas como la ecología o el origen de todas las guerras. También el tema de la religión, la rivalidad fraternal, el sentimiento de culpa. La trama trata de una guerra entre osos y unicornios, pero también hay una guerra interna entre los dos protagonistas, los osos Azulín y Gordi, por el amor de su madre. He tenido que amplificar todo lo que ya tenía y abrir muchas más tramas y temáticas. De estas tres patas sale una película bastante arriesgada, que habla sobre el origen común de todas las guerras y es una crítica hacia el poder destructivo del ser humano".

Para ser una cinta de animación, Unicorn Wars es una película relativamente barata: apenas ha costado tres millones de euros, a pesar de haber dado trabajo a en torno 250 personas a lo largo de seis años. "Las películas, en animación, son bastante costosas. Pasas tres o cuatro años trabajando en la producción de la película, la rodamos en dos años y medio o tres, mientras una ficción normal la ruedan en un mes. Nosotros estamos obligados a coproducir con otras regiones y países. Unicorn Wars es una película gallego-vasco-francesa, con cuatro estudios y más de cien personas trabajando al mismo tiempo, todo esto en pandemia. Es complicado. La animación es arte y también es industria, porque es una disciplina muy tecnológica en la que trabajamos constantemente con softwares nuevos y hay que formar a la gente. También tiene mucho de artesanía, porque al final cada segundo tiene doce dibujos y es un trabajo laborioso y costoso".

Hasta ahora, Vázquez y su equipo habían trabajado siempre de manera artesanal. En esta ocasión han tenido que abrir un poco la mano a la animación por ordenador, pero siempre respetando un acabado similar a la de la animación tradicional. "A mí me encanta la animación clásica, pero en Unicorn Wars hemos hecho toda la animación a través de un software que se llama Blender, que tiene una herramienta llamada grease pencil que sirve para animar dibujos 2D dentro de un entorno 3D, porque nuestros unicornios están dibujados en 3D. Animar de manera tradicional 15 unicornios corriendo en pantalla no era nada sencillo. Pero les hemos dado un tratamiento muy clásico y les hemos repintado por encima dibujo a dibujos, dándole luces y texturas. Trabajamos como hace 50 años, pero con las nuevas tecnologías".

placeholder Azulín y Gordi en 'Unicorn Wars'.
Azulín y Gordi en 'Unicorn Wars'.

Han pasado siete años desde que rodó su primer largometraje y la industria ha cambiado sobremanera, y también su posición en ella. En Unicorn Wars han tenido más presupuesto y han podido delegar más que en Psiconautas, donde eran un equipo de a penas dieciséis o diecisiete personas. "Hay el triple de medios. A nivel personal no ha sido ni la mitad de estresante. Además, el equipo repite casi todo, así que ya nos conocíamos muchos. Hemos mejorado con los años. Ha sido una aventura menos intensa a nivel emocional. Hemos aprendido de los errores y consolidado el equipo. Es que con Psiconautas hice todo el storyboard de la película, hice 600 backgrounds —aquí he hecho 100—".

Desde que empezó en la industria, Vázquez ha mantenido su centro de operaciones en Galicia, una anomalía dentro de un sector muy centralista en el que parece que fuera de Madrid o Barcelona solo existe la nada. "Yo siempre he trabajado desde Galicia. Yo vivo aquí y los estudios se han montado aquí cuando hemos hecho las películas, así que yo creo que no hace falta moverse a Madrid o a Barcelona para sacar adelante los proyectos. Nosotros tenemos nuestro propio idioma, nuestro propio audiovisual, nuestras propias ayudas, nuestra propia televisión, y eso nos ayuda a tener una industria más fuerte respecto a otras regiones. Y a mí me gusta mucho Madrid, pero vivo muy bien aquí. En otras regiones también tenemos que hacer nuestra propia industria".

placeholder Otro momento de 'Unicorn Wars'. (Barton Films)
Otro momento de 'Unicorn Wars'. (Barton Films)

Y, para crear industria, insiste en la necesidad de un interés por parte del Estado y las instituciones. "Esta es una industria que genera muchos puestos de trabajo. Tiene mucho que ver con otras industrias como las de los videojuegos, que son superpotentes. Nosotros nos parecemos más a un estudio de videojuegos que a una productora de ficción. Trabajamos con software en oficinas, es una industria que está creciendo a pasos agigantados. Sí que es cierto que, desde España, no se hacen tantos proyectos, pero sí que trabajamos mucho para otros países", lamenta.

Principalmente, asegura, por la precariedad en las condiciones de trabajo. "Hay muchos talentos que se van fuera y que trabajan fuera, porque aquí no tenemos las condiciones laborales más adecuadas. No se ha apostado porque la animación sea una industria nacional, como en Francia. Allí hay más de 200 escuelas. Nosotros estamos empezando: no tenemos tarifas comunes, tienes que negociar tú todo lo que puedas. Desde el Estado, no se hace mucho para que esta industria vaya para arriba; quizás algo en Tenerife y en Pamplona, donde empieza a haber exenciones fiscales para hacer industria, porque para hacer de la animación una industria se requiere voluntad política", defiende.

A menos de una semana para los Goya dice Alberto Vázquez (A Coruña, 1980) que no siente los nervios, que está "muy tranquilo". Quizás es porque es la enésima vez que lo nominan al cabezón —lo ha ganado tres veces, dos de ellas con cortos de animación, una de ellas con el largo Psiconautas, los niños olvidados (2015)— y tiene experiencia en templar las expectativas antes del día grande. Vázquez se ha destacado como uno de los directores de cine de animación de adultos más radicales del panorama español dentro y fuera de nuestras fronteras: su última película, Unicorn Wars, ya se ha estrenado en Francia y Reino Unido y en marzo llegará a los cines de Estados Unidos y Japón. Basada en su cortometraje Sangre de unicornio (2013), Unicorn Wars retoma los personajes de osos amorosos que cazan unicornios y los lleva al género bélico, a una distopía sangrienta en la que ambas especies se han jurado una guerra eterna: los protagonistas, los hermanos úrsidos Azulín y Gordi, se entrenan como reclutas en el Campamento Corazón para adentrarse en el Bosque Encantado y exterminar a sus enemigos unicornios. Es, desde luego, una de las películas más originales del año.

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